Este pasado domingo vivimos un duelo en las alturas, un enfrentamiento épico entre dos de los mejores jugadores de la liga en su posición y al final, como en cualquier partido (a no ser que seas de los Packers o de los Vikings), uno de ellos salió victorioso y el otro salió derrotado. O dicho de otra manera, Stephen Gostkowski le pasó la mano por la cara a Matt Prater. A poco que siguiérais el partido seguro que vísteis como estuvieron igualados a puntos durante todo el partido pero, cuando un empate técnico parecía inevitable, seguro que también vísteis como Gostkowski chutaba el field goal de la victoria mientras Prater estaba en el banquillo sin hacer nada para impedirlo. ¿A que esta crónica resulta totalmente ridícula? Pues sí. Porque aunque pueda parecer remotamente parecida a la realidad, reducir un partido de NFL a la actuación individual de dos jugadores no tiene ningún tipo de sentido, y menos si son dos jugadores que no coincidieron encima del campo en ningún momento del encuentro. Por lo tanto, este partido no fue un Gostkowski contra Prater, ni un Von Miller contra Chandler Jones (en ese hipotético duelo se supone que habría ganado Jones ¿no?) ni, como se nos ha repetido hasta la saciedad durante la última semana, un Tom Brady contra Peyton Manning. Fue un partido entre los New England Patriots y los Denver Broncos, un muy buen partido por cierto, y fueron los Patriots los que se llevaron la victoria final. Y a decir verdad, la victoria de New England era algo que parecía impensable hace no demasiado cuando los Broncos parecían invencibles y los Patriots parecían un equipo del montón bajo las perspectivas más optimistas. Pero es que los Patriots han cambiado mucho en las últimas semanas.
Y uno de los principales artífices de estos cambios hacia mejor es Bill Belichick. No quiero sentar un precedente aquí pero parece bastante obvio que si los Patriots ganaron este fin de semana fue gracias a él. Sí, es verdad que sigue haciendo cafradas como la de elegir defender en la prórroga para tener el viento a favor (aunque le saliera bien no deja de ser una cafrada), pero este partido es el perfecto ejemplo de cómo trabajar y ejecutar un gameplan defensivo. La idea era muy simple: que Manning no ganara el partido con sus pick plays y su ataque de yardas después de la recepción. Y lo consiguió. ¿Que los Broncos se fueran a casi 300 yardas de carrera? Eso daba un poco igual, Belichick sabía que el partido pasaba por las manos y por la cabeza de Manning y en eso se centró. Obviamente se vio ayudado por el viento, que acentuó las deficiencias físicas del quarterback de los Broncos y facilitó el trabajo defensivo, pero hay dos hechos que hablan mucho de lo bien que se planteó la defensa contra el pase. El primero son las simples estadísticas, los Patriots dejaron a Peyton Manning en unas míseras 150 yardas en un partido con prórroga cuando estaba promediando más de 350 yardas por partido y, aunque algunos argumentarán que los Broncos pasaron menos de lo habitual por las condiciones climatológicas y por lectura de partido (iban ganando, necesitaban gastar reloj), lo cierto es que fueron 36 intentos de pase, que no son precisamente pocos. Y la segunda parece insignificante pero para mí es muy reveladora: Peyton Manning le tiró un pase a Aqib Talib. Sí, así, tal como suena. Fue una intercepción que quedó anulada porque se pitó un holding que posiblemente existía pero que no influyó en absoluto en la jugada, pero lo importante aquí no es el resultado final de la jugada sino el hecho de que Manning se la tirara directamente al defensa, algo francamente poco habitual. Y es un reflejo de lo que fue el partido para Manning: estuvo confundido por las coberturas planteadas por Belichick y compañía, no pudo realizar demasiadas jugadas de memoria y soltar el balón de forma rápida, eso permitió que el pass-rush le llegara más con la incomodidad que eso genera en un juego automatizado como este ataque de los Broncos. Algo que de paso obligó a esa línea de ataque no tan buena como en principio parece a hacer los holdings más flagrantes que recuerdo haber visto en lo que llevamos de temporada (a veces hasta holdings simétricos a ambos defensive ends). Y todo esto con una defensa en la que faltan dos pilares básicos como Vince Wilfork y Jerod Mayo. Simplemente sensacional.
Pero no quiero que todo el mérito del resurgimiento de estos Patriots recaiga en Bill Belichick; creo que hay otra persona a la que los fans de New England tienen que agradecer su trabajo, y esa persona es nada más y nada menos que su coordinador ofensivo, el tantas veces criticado hasta la extenuación Josh McDaniels. Que no se emocione nadie, estoy hablando únicamente de este último tramo de temporada, las decisiones de pretemporada acerca del ataque no pudieron ser peores. No sé si echar la culpa de ello a McDaniels o a Belichick, pero quitarle a Brady a su mejor receptor (y se dice que bastante amigo personal) y obligarle a apañarse con un tight end lesionado hasta la semana 6 mínimo, un receptor que muy probablemente se iba a lesionar pronto por su historial (como así fue), un quarterback reconvertido a receptor que luego también se reconvirtió ocasionalmente a cornerback y un par de receptores más que no habían jugado un solo snap en la NFL. No les voy a culpar por lo de Hernandez porque obviamente no es su culpa, pero el panorama del cuerpo de receptores era perfectamente conocido y nadie hizo nada para arreglarlo. Y fue precisamente esa pésima planificación del juego aéreo lo que dio pie a las famosas escenas de Brady desesperado en la banda con los drops de sus receptores que sirvieron para cuestionarle como quarterback y como líder. Lamentable. Pero el tema ahora no es ese, el tema es que parece que de golpe y porrazo todo ha hecho clic en el ataque de New England, quizá con una pizca de chiripa azul si queréis (no hace falta deciros de qué color vestían los Pats ayer ¿no?) pero ahora todo parece encajar a la perfección. Han recuperado a Gronkowski y ahí tienen a su mayor arma, han recuperado a Amendola y a Edelman como armas secundarias, los rookies están mejorando de forma progresiva (sorprendentemente más Thompkins que Dobson) y también han recuperado a Shane Vereen, un jugador muy importante en los esquemas de ataque de New England, que llevaba lesionado desde principios de temporada y que desempeña ese papel clásico en los Patriots de corredor que recibe, papel que anteriormente habían tenido jugadores como Kevin Faulk o, más recientemente, Danny Woodhead. Y todo esto bajo la coordinación de un McDaniels que creo que cantó uno de sus mejores partidos este pasado fin de semana. No fue culpa suya que Stevan Ridley perdiera un fumble de forma un tanto extraña sólo empezar el partido, pero no le tembló el pulso para sentarle y no volverle a hacer jugar en lo que quedaba de partido y es que de nada sirve ganar dos yardas extras en cada carrera si se acaba perdiendo el balón. Y mucho más importante, tampoco fue culpa suya que Von Miller superara a Nate Solder con facilidad y forzara un segundo fumble, pero supo reaccionar y adecuó el gameplan a pases más cortos que requerían menos trabajo por parte de los líneas de ataque. Y ahí se gestó la victoria. Quizá no dio muy buenos resultados en la primera parte pero en la segunda, con los conceptos perfectamente aclarados durante el descanso, el ataque de los Patriots fue una máquina totalmente engrasada que destrozó a la defensa de los Broncos de forma implacable. Brady, Edelman, Gronkowski, Thompkins, incluso el relativamente desconocido Brandon Bolden, todos pusieron su granito de arena para contribuir al éxito global del equipo, como en los viejos tiempos. Y un dato para la posteridad: los primeros 4 drives de la segunda parte acabaron en touchdown, con eso debería bastar para darse cuenta de lo bien que jugaron los Patriots en ataque durante esa segunda parte. Y precisamente esa dominancia tan absoluta ante un rival de entidad es lo que me hace pensar que puede que lo que estamos viendo estas últimas semanas (y se agudizó en el partido del fin de semana) no sólo sea el resurgimiento de New England como equipo sino que también pueda ser, pese a las malas experiencias pasadas en los Broncos, el resurgimiento de Josh McDaniels como posible candidato a head coach para un futuro no muy lejano. Incluso en los propios Patriots.
Pero dejando de lado las temporadas próximas, hay un futuro mucho más inmediato que de repente se ha vuelto mucho más esperanzador en New England. Sí, la división estaba prácticamente ganada puesto que ningún otro equipo en la AFC Este es lo suficientemente bueno aún con lo que la clasificación para playoffs estaba asegurada, pero después de este partido los Patriots han demostrado a todo el mundo que pueden competir y ganar contra los mejores. El mal juego de principio de temporada ha quedado atrás y el resurgimiento de los New England Patriots es un hecho. Y ya se pueden preparar el resto de equipos de la AFC porque parece que van bastante en serio.