Este pasado domingo, con la disputa de la Super Bowl, dijimos adiós a la temporada de la NFL; los Broncos le ganaron a los Panthers (perdón por el spoiler, aunque supongo que a estas alturas el resultado ya no pilla por sorpresa a nadie) y de esta manera se puso el cierre a esta temporada 2015-16 de la mejor liga de fútbol americano el mundo. Pero despedir la temporada no fue el adiós más importante que dijimos el pasado domingo. Muy probablemente, después de llevarse el anillo por pertenecer al equipo que ganó la Super Bowl, este domingo también hayamos dicho adiós a Peyton Manning. Y es que el quarterback de los Broncos, a sus casi 40 años de edad, puede encontrar en este partido las circunstancias perfectas para retirarse. Debería. Primero porque ni que siquiera jugando durante 40 años más encontraría un mejor momento para colgar las botas. Pero principalmente porque cuando uno le ve encima de un campo de football lo único en lo que puede pensar es en qué hace ese hombre ahí y porqué hay gente que sigue confiando en él para liderar un ataque. Efectivamente, esta última Super Bowl sirvió de forma definitiva para confirmar que Peyton Manning ya no pertenece a los campos de football. Así pues, Peyton Manning, adiós. Por favor.
Soy el primero al que me duele decir esto pero la pasada Super Bowl fue el partido más aburrido que he visto en muchísimo tiempo. Más incluso que la Pro Bowl la semana pasada, que la verdad es que estuvo moderadamente entretenida. De hecho, hubo momentos en los que llegué a pasar vergüenza de lo malo que estaba siendo. No porque lo vaya a pasar mal viendo yo un partido, que eso hasta cierto punto da igual, sino porque es el partido que más ven les espectadores que no siguen este deporte de forma regular, es el partido que recomiendo a todos mis amigos para que se enganchen a este maravilloso deporte y el espectáculo en muchos tramos del partido fue directamente nulo. Punts, errores, fallos, más punts, inoperancia, infinidad de parones en el juego (todos ellos realmente largos, por cierto) y un montón de factores que alargaron el partido y lo convirtieron en una tortura. Y luego está la segunda parte, que es tener que aguantar en los siguientes días que si yo me quedé a ver semejante castaña insoportable. Claro, ¿qué van a decir sino? Básandose en este partido hasta yo iba a decir eso. Y hay que poner excusas diciendo que es la excepción, que normalmente esto es mucho más divertido y que le den otra oportunidad. Pero no, es que el daño ya está hecho, la gente que vió el partido del domingo ya es difícilmente recuperable para que vuelva a ver algún partido de football en su vida. Fantástico. Y lo peor es que tengo una idea bastante clara de hacia donde hay que mirar para encontrar las razones de ese «partidazo» y es que, para bien o para mal, los culpables de este soberano aburrimiento fueron los Denver Broncos.
Los culpables de la aburridísima Super Bowl fueron los Denver Broncos, para bien y para mal
Vaya por delante que soy plenamente consciente de que lo último en lo que pensaban los Broncos a la hora de encarar esta Super Bowl era en la captación de nuevos fans o en alegrarle la existencia a mis colegas que tuvieron que como rito de iniciación tuvieron que sufrir ese bodrio. Obviamente más bien pensaban en ganarla, como es lógico, pero es que eso no quita que el partido fuera un bodrio y que fuera por su culpa. Fue su culpa para bien, al menos para su bien, porque defensivamente plantearon un partido muy bueno frenando la carrera interior, llevando la línea de ataque de los Panthers al límite y presionando a Newton como nadie había conseguido hacer hasta hoy, algo que por supuesto dificulta la presencia de espectáculo en el partido. Pero es el trabajo de la defensa, el de imposibilitar el avance del ataque, así que aunque me parezca aburrido puedo llegar a entenderlo. El problema lo tengo en el otro lado puesto que los Broncos también tienen la culpa de todo esto para mal, y no para mal ni suyo ni de nadie en concreto sino para desesperación de todo el mundo, porque eso de poner sobre el campo al peor ataque que se ha visto en la historia de la Super Bowl no tiene absolutamente nada de positivo. Ala, el peor, no será para tanto. Pues sí, lo es, porque esto no es una exageración que me saco de la manga, esto es una realidad objetiva contrastable con estadísticas: el domingo los Broncos fueron el primer equipo en ganar la Super Bowl con menos de 200 yardas totales de ataque. O dicho de otra manera, el ataque liderado por Peyton Manning fue el ataque que ganó la Super Bowl consiguiendo menos yardas en toda su historia, incluyendo las Super Bowls iniciales en las que las defensas eran superduras y los ataques no conseguían tantas yardas porque no tenían las reglas a favor. O sea, resumiendo, que los Broncos fueron el peor ataque de un equipo ganador en la historia de la Super Bowl. Y lo siento pero esto no lo puedo pasar por alto.
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Y la Super Bowl en el fondo es sólo una muestra más de ello pero a la vez la más importante de todas porque es la que ha tenido más repercusión, y es que todo el mundo ha podido comprobar lo inoperante que se puede volver un ataque cuando detrás del center tiene un quarterback tan limitado. Pero no tenéis que fiaros de mí, con repasar las estadísticas es suficiente para ver lo realmente lamentable que estuvo Manning y, por inercia, el resto del ataque. ¿Actuación individual? Pues Peyton Manning hizo 13/23 para 141 yardas (104 si le restamos las que perdió en los sacks), cero touchdowns, una intercepción y un fumble perdido. ¿Yardas totales? 194, que como ya hemos comentado es la peor cifra para un equipo ganador de la Super Bowl en toda su historia. ¿Primeros downs? Once en todo el partido (frente a los 21 de los Panthers, que recordemos que estuvieron extremadamente maniatados), de los cuales tan sólo cuatro en la primera parte. ¿Porcentaje de conversión de terceros downs? 1/14. No no, en serio, dejad que esto se asiente en vuestro cerebro. De todos los terceros downs que tuvieron los Broncos durante el partido, que fueron catorce, sólo fueron capaces de convertir uno. Uno. Que además fue faltando 13:46 para terminar el primer cuarto, en el único pase bueno que Manning lanzó en todo el encuentro. Vamos, ¡¡que el tío se pasó 58 minutos sin convertir un tercer down!! Si esto no es la definición de la inoperancia y la inutilidad de un ataque elevada a la máxima potencia yo ya no sé lo que es. Y lo peor es que tener a ese ataque con esos números no fue cuestión de planteamiento de partido ni de desarrollo del mismo ni nada de eso, fue sencillamente porque es un ataque que con Manning a los mandos no da más de sí, y me cabrea soberanamente porque han sido los propios Broncos los que lo han querido así. Es por eso que les culpo.
Los Broncos ganaron el partido a pesar de la tristísima actuación de su quarterback
Porque fueron ellos quienes decidieron poner a Manning y volver a sentar a un moderadamente correcto Osweiler sin ningún tipo de motivo aparente al empezar los Playoffs. ¿Era necesario ese cambio? Por supuesto que no. Manning no ha mejorado a Osweiler en ningún momento ni en ningún aspecto del juego con lo que realmente lo único que ha conseguido el equipo con ese cambio es que la imagen que los seguidores de la NFL tenían sobre Manning sea ahora un poquito peor. Porque sí, aunque todos vayamos a leer lo del último rodeo y la solución sencilla de decir que Manning llevó a los Broncos al título, la realidad es que Manning jugó el partido que os he descrito estadísticamente, que las sensaciones fueron incluso peores cuando vemos los pases que lanzó (incluso muchos de los que completó) y que, en consecuencia, los Broncos ganaron el partido a pesar de la tristísima actuación de su quarterback. Y es que si este es su último partido, que esperemos que sí, Peyton Manning podrá ser recordado como una leyenda de la década de los 2000 o podrá ser recordado como el Trent Dilfer de turno que fue arrastrado por su defensa hacia el anillo. O incluso peor, que ni ese ataque de los Ravens lo hizo tan mal. No sé yo si hacía falta que los Broncos incluyeran ese último apartado haciéndole jugar estos playoffs, la verdad.

El tema es que esto me lleva al último punto. Soy consciente de que llevo toda la temporada diciendo que en esta liga es imposible ganar si no tienes un quarterback medianamente competente y, a la vez, soy consciente de que el Peyton Manning del domingo estuvo muy por debajo de un nivel medianamente competente. Menuda disyuntiva ¿eh?. Pues no tanto. Sigo pensando que tener un buen quarterback es indispensable para ganar en esta liga, sólo hace falta ver la tónica general de los equipos que han llegado a estas alturas de temporada (los tres mejores quarterbacks de esta temporada probablemente hayan sido los de los otros tres equipos que han llegado a la finl de conferencia). Pero sí que es verdad que, por razones mágicas, este año la excepción puntual ha sido la que se ha acabado llevando la Super Bowl. Y es que en caso de que el quarterback de pena hemos visto que se puede ganar en la liga, pero sólo si se juntan tres factores ineludibles: hay que tener una de las mejores defensas de la liga, tus rivales tienen que cometer error tras error durante el partido y, además, hay que tener la suerte de cara. Los Broncos no tenían el quarterback, eso es evidente, pero los astros y planetas se les han alineado para que en sus tres partidos de Playoffs (incluso antes, con los partidos ante Patriots y Bengals en la regular season) se dieran todas estas circunstancias.
Lo de la defensa está claro que lo tenían de serie, la defensa de los Broncos es la mejor de la liga no sólo por calidad y talento puro sino porque además no tiene ningún punto débil, pero también es cierto que las lesiones les han respetado de forma increíble. Pero si esto lo dábamos por sentado, lo del resto de factores es directamente digno de estudio. Ante Pittsburgh se enfrentaron a un ataque sin Antonio Brown, con un Roethlisberger que decir que estaba a medio gas era ser muy optimistas y que llegaba con Fitzgerald Toussaint como primer corredor, que además fue quien perdió un fumble en un momento importante en el que los Steelers podían hacerse definitivamente con el control del partido. No era el partido más exigente de la historia precisamente. Y esto es poquito en comparación con lo que pasó contra New England, que tampoco voy a relatar al detalle ahora porque creo que ya lo hice de forma suficientemente extensa en el artículo de hace dos semanas, pero digamos que no fue únicamente mérito de los Broncos. Dos de dos, tres sería mucha casualidad ¿no?
Dudo muchísimo que en la vida volvamos a ver coincidir una defensa como esta a la que además le acompañaron un cúmulo de casualidades
Pues claro que no, que no habíamos tenido suficiente aún. Y es que en el partido del domingo la defensa de Denver juega a un nivel muy bueno pero Carolina tiene numerosas cagadas, algunas de bulto y otras no tanto, pero que decantaron claramente el partido. ¿Que no? Así a bote pronto, que me acuerde de memoria, un retorno de punt no defendido por alguna razón mística que no alcanzo a entender, un field goal relativamente asequible que dió en el palo, una cantidad de drops para nada menospreciable (no sólo de receptores sino también dos drops de intercepción de Josh Norman) y, sobre todo, un gameplan que casi podríamos calificar como autodestructivo que facilitó muchísimo la labor de la defensa de Denver. Casi nada. Y ahora parece que todo esto son minucias si tenemos en cuenta que la diferencia en el marcador fue de 14 puntos, pero hay que tener en cuenta que hasta que faltaron 4 minutos Carolina estaba con el balón y a menos de una anotación. Sí, igual que un punto influyó en gran medida ante New England, aquí todas estas acciones aparentemente inofensivas también tuvieron mucha más repercusión de la que realmente parece. Y todas cayeron del mismo lado. O sea, que sí que se puede ganar sin quarterback pero tiene que sonarte la flauta muchísimas veces seguidas. A los Broncos les ha sonado, así que felicidades, pero se trata claramente de algo excepcional que es altamente improbable que se vuelva a repetir. Por lo tanto, a pesar de lo visto este año, dudo muchísimo que en la vida volvamos a ver coincidir una defensa como esta a la que además le acompaña este cúmulo de casualidades así que casi mejor hacerse con un buen quarterback y dejarse de topicazos idílicos. Porque sí, queda muy majo soltar eso de que las defensas ganan campeonatos pero, si no es porque sus rivales se han tirado piedras contra su propio tejado de forma demasiado frecuente y por la cantidad casi surrealista de suerte que han ido teniendo, esta defensa de los Broncos no gana este campeonato ni de chiste.
Pero que cada uno tenga su idea de franquícia ideal, si la victoria de los Broncos da alas a montar franquícias dejando de lado la figura del quarterback porque lo que lo peta es la defensa, allá ellos. Eso sí, que a la vez también sepa a lo que se expone. Porque lo que sí que implica inequívocamente esta manera de intentar ganar que reemplaza al quarterback decente por la suma de defensa y factores externos es que a ese equipo normalmente le veamos partidos que oscilan entre encuentros regularcillos y auténticos peñazos. La Super Bowl está más bien echada hacia lo segundo. Y en parte no les culpo, ya lo he dicho antes, pero una cosa no puede quitar la otra. Y no, la excusa de decir que son partidos de defensas y que también hay que saber apreciarlos no me sirve, especialmente en este caso concreto. Porque es una excusa tópica que en este caso está tirada sin ningún tipo de fundamento. Habría sido un partido de defensas si el encuentro hubiera tenido una cierta riqueza en variaciones tácticas, con ajustes y contraajustes y si hubiéramos visto como las defensas tienen respuesta a una larga serie de cosas que pudiera plantearles el ataque rival. El domingo no vimos eso. El domingo más bien vimos a un ataque que se empecinó en tipos muy concretos de jugadas de carrera y que tuvo muy poca variedad en el juego de pase (algo no sólo dicho por mí sino también reconocido por muchos de los defensores de los Broncos) y a otro ataque en el que directamente estaba Peyton Manning, con lo cual no podemos decir muchas cosas buenas de él. Ni de coña eso es un partido de defensas, eso lo que es es un partido en el que, por unas razones o por otras, los ataques han estado totalmente inoperantes y las defensas han aprovechado la coyuntura para lucir más de lo que realmente era. No creo que sea tan complicado entender la diferencia, ¿no?

Pues oye, a ver si precisamente aprovechando el adiós que le decimos a esta temporada también le decimos adiós a un par más de cosas. La primera son estos partidos horribles como la pasada Super Bowl porque, aunque puedan ser efectivos para los equipos, son poco menos que insufribles para el aficionado. Pero mucho más importante, para poder decir adiós a estos partidos primero hay que tener ataques medianamente competentes, lo que implica obligatoriamente que vendría siendo el momento de decirle adiós a Peyton Manning y a aquellos que, como él, no tengan el nivel suficiente para la NFL. Que hay mucha gente perpetuándose en los banquillos como para ver según qué rendimientos esperpénticos por los campos de football y encima tener que escuchar que se justifiquen porque un día esos jugadores fueron mejores de lo que son ahora. Joder, por esa misma regla de tres podría haber bajado John Elway a sustituir a Manning en según qué partidos, que él en su época jugó mejor de lo que estábamos viendo en el campo, pero no por ello vamos a volverle a poner de titular ¿no? Y es que esto no se trata de entrar a discutir el legado de Manning, si ha hecho de más o de menos en su carrera, si era buenísimo o no tan buenísimo hace unos años, si ha servido de inspiración de más o menos gente o de si en la lista de quarterbacks de la historia de la NFL tiene que ir el 1 o el 1000, de lo único que estoy hablando hoy es del ahora. Y ahora lo que toca es que Manning disfrute del anillo que sus compañeros le han regalado con sus esfuerzo, toca desearle que tenga mucha suerte en sus próximos retos profesionales y toca esperar a ver si dentro de cinco años entra en el Hall of Fame. Pero sobre todo lo que más toca es que se retire y deje paso a jugadores más jóvenes y más capacitados que él para jugar en la NFL. Que no son pocos. Por lo tanto, por su bien, por el nuestro y por el del espectáculo, adiós Peyton Manning.