Señores, la semana en mayúsculas de la NFL ya está aquí. Ha llegado la Superbowl. Es la semana más emocionante del año, la semana en la que se decidirá el campeón de esta temporada, pero también la más triste porque en el fondo todos somos conscientes de que después de éste no habrá partidos hasta dentro de un huevo de tiempo. Pero ya habrá tiempo para las lamentaciones mientras nos aburrimos durante la larga espera, de momento no nos preocupemos de lo que tiene que venir y disfrutemos del presente. ¿O quizá esto de disfrutar va a ser que no tanto? Siento empezar así pero, siendo sinceros, esta Superbowl no me entusiasma prácticamente nada. Y es que este año, tanto por los equipos que juegan el partido como por los condicionantes que le rodean, es probablemente el año que afronto la Superbowl con menos ganas en toda mi vida. Y os contaré porqué.
Para empezar, no es que me parezca injusto que Baltimore o San Francisco hayan llegado hasta aquí, de hecho si están aquí es porque en los momentos clave tuvieron más suerte y/o acierto que sus oponentes, pero hay una dichosa coincidencia en el puesto de entrenador cuyo tratamiento hace que me coja acidez de estómago. Sí, lo habéis adivinado, este rollo de la Harbaugh Bowl o HarBowl (o cualquier nombre más o menos ocurrente que se invente quien sea de aquí al domingo referido al hecho de que los equipos presentes en el partido están entrenados por los dos hermanos Harbaugh), la verdad es que no me gusta nada. Esto es la Superbowl, es el partido más importante de la temporada, es la batalla máxima entre dos equipos que han luchado mucho para llegar hasta aquí y lo estamos reduciendo a una simple pelea entre hermanos. Es espantoso. Lo único que hacen estos motes que el personal se saca de la chistera para hacer la gracieta es banalizar el partido y convertirlo en una pachanga o incluso en algo peor, porque con este tipo de nombres a mí me da la sensación de que lo que va a disputarse el domingo no es la Superbowl sino una competición a piedra-papel-tijera entre John y Jim a ver quien se lleva el último culín de sopa de la olla enorme que había preparado su mamá en la comida familiar. Hay que ser conscientes de lo que se disputa el domingo, la Superbowl es lo máximo a lo que aspira cualquier persona relacionada con la NFL, una victoria en este partido es el objetivo de cualquier equipo, consolida a los buenos jugadores como leyendas de este deporte y, lo que es más importante, lleva a la gloria a todos los miembros del equipo ganador incluyendo a los fans. Así pues nada de motes graciosos, por favor, no estamos hablando de un partido benéfico entre los amigos de John contra los amigos de Jim, estamos hablando del partido más importante de nuestro deporte y con tanto mote parece que nos hayamos olvidado. Obviamente no culpo en absoluto a los dos equipos por este hecho, se da esta coincidencia y en condiciones normales no debería pasar nada, pero este tratamiento que el personal está haciendo de la Superbowl aprovechando este hecho no está ayudando precisamente a motivarme para el partido.
Porque ojalá tema de la HarBowl fuera lo que más me desmotiva a la hora de afrontar la próxima Superbowl, es obvio que me molesta pero para nada es mi mayor problema. Mi mayor problema y motivo de desánimo a la hora de ver el partido es que no sé quien prefiero que gane. O reformulando mi problema, no sé quién tengo más ganas de que pierda. Porque sintiéndolo mucho por sus aficionados, tengo razones de peso para querer que pierdan ambos equipos.
Quiero que pierda Baltimore por Joe Flacco
Resulta que a principio de temporada, sin venir a cuento ni nada, el bueno de Joe Flacco soltó algo así como que él pensaba que era el mejor quarterback de la liga. No que era top 5 no, el mejor. Después de una época de perplejidad en la que todo el mundo pensó que seguro que se habían malinterpretado las declaraciones, vinieron las manos a la cabeza cuando se comprobó que el tío realmente había tenido el valor de soltar tal afirmación. No sólo no era ni por asomo el mejor quarterback de la liga sino que ni tan siquiera había ningún pequeño detalle que hiciera pensar que se podía convertir en él. Y en el fondo la temporada sólo ha servido para confirmar las sospechas de todos, Flacco es un quarterback muy irregular que es capaz de combinar actuaciones muy buenas con actuaciones desastrosas y que, además, suele tener un rendimiento inversamente proporcional al peso en el ataque que se le da en el playcalling, o dicho de otra manera cuantos más pases tiene que lanzar peor juega. Y, sintiéndolo mucho, esos dos factores indudablemente le alejan mucho de los mejores quarterbacks de la NFL, quarterbacks que son muy buenos en la gran mayoría de partidos y son el centro total y absoluto de sus respectivos ataques. Pero mire usted por dónde, Flacco ha encadenado varios partidos en los que no la ha cagado tanto como esperábamos, incluso ha tenido ratos de brillantez, y la polémica que parecía enterrada durante todo el año ha vuelto a flote: ¿es Joe Flacco un quarterback de élite? Sinceramente, creo que es una de las preguntas más absurdas relacionadas con la NFL que uno se puede hacer hoy en día porque tan sólo hay una respuesta posible. Bueno no, de hecho hay varias: no, ni por asomo, en absoluto, ni de chiste, y un largo etcétera de sinónimos. Me da igual como queráis ponerlo pero creo que pilláis la idea, y honestamente pienso que toda la gente que tenga una ligera tendencia a pensar que lo contrario es que ha olvidado por completo el significado de la palabra élite. Esta palabra élite que tanto está de moda significa exactamente estar en una minoría selecta. No significa ser bueno, ni ser decente, significa ser de los pocos que destacan por encima del resto. Y Flacco no destaca por encima del resto, ha tenido partidos buenos pero para llegar a pertenecer a una minoría selecta hay que hacerlo algo mejor que de vez en cuando hacer las cosas menos mal de lo que la gente podía esperar. Es que ni tan siquiera me sirve como élite el ser el mejor pero estando supeditado a una serie de condicionantes, en este caso ser el mejor quarterback para el juego que despliegan los Ravens. No es de los mejores globalmente, no es élite, punto. Es como si yo me considerara élite en el arte de subir las escaleras de dos en dos porque en mi bloque de pisos conozco donde están los azulejos que se mueven y los puntos exactos de la barandilla en los que me tengo que agarrar para optimizar los giros, quizá en el bloque de pisos vecino haya alguien que corre medias maratones y me da mil patadas en ese arte pero como al echarme una carrera se ha pegado un piño descomunal entre el tercero y el cuarto por pisar un escalón algo suelto yo soy élite y él no. ¿Veis lo tonto que es este razonamiento? Pues quizá sea un poco exagerado pero a grandes rasgos es lo mismo que se está haciendo con Flacco. Con lo cual, quiero que este partido lo pierdan los Ravens y que Flacco tenga una mala actuación, no sólo para ver si por fin podemos poner fin a esta locura de debate sino también para que luego no se suba a la parra pidiendo una cantidad de dinero desorbitada para su nuevo contrato, dinero que no creo que merezca en absoluto.
Quiero que pierda Baltimore por Ray Lewis
No lo voy a negar, yo soy de los que en el momento en el que Ray Lewis anunció su intención de retirarse a final de temporada pensó que una buena manera de acabar su carrera sería con un anillo. Pero es que entre todos se han pasado tres pueblos con el tema y han acabado haciendo que quiera justamente lo contrario. Y cuando digo todos lo digo empezando por el propio Ray Lewis. Igual estoy pecando un poco de rancio o de poco comprensivo, pero escenas como la del baile al final del partido contra los Colts (bailar al final de los partidos no lo ha hecho nunca que yo recuerde) o el mar de lágrimas que derramó mientras sonaba el himno estadounidense en el partido contra los Patriots a mí me despiertan más rechazo que ternura. Porque para mí Ray Lewis cruzó la fina línea que separa expresar tus sentimientos y exagerarlos y, aunque sinceramente espero que no sea así, me da la sensación de que en parte lo que está haciendo es apoyarse en su retiro y jugar la carta de la lagrimita fácil para caer mejor al personal. Y no me parecería nada bien. Pero igual que critico a Ray Lewis también hay que criticar al entorno mediático que se ha formado a su alrededor, alabando al linebacker en todo momento y reduciendo el esfuerzo de un equipo a la figura de un jugador que ni tan siquiera está jugando su mejor football. Que sí, entiendo que Ray Lewis ha sido uno de los jugadores más importantes de los últimos 10 años en la NFL y entiendo que tenemos que disfrutar estos últimos partidos que le vamos a ver jugar, pero no entiendo que prácticamente se nos esté imponiendo que haya que animarle simplemente porque se retira. Y más teniendo en cuenta que en las pasadas finales de conferencia había otro jugador que dijo que probablemente se iba a retirar al finalizar la temporada cuya importancia ha sido vital para entender la NFL de los últimos años al haber revolucionado totalmente su posición. ¿Todo el mundo quería que Ray Lewis acabara su carrera con un anillo pero casi nadie se acordó de un Tony Gonzalez que estaba en una situación extremadamente similar? ¿Es que nadie quería que Gonzalez pusiera fin a su carrera con el anillo que le faltaba para redondearla? No lo pillo, y si alguien lo entiende que me lo cuente porque esta diferencia de criterio me parece totalmente fuera de lugar. Así pues, ni por la estrategia lacrimógena que parece que está siguiendo ni por el bombo mediático que le están dando, no me apetece que Ray Lewis termine su carrera con un anillo, así que si dependiera de eso por mí que pierdan los Ravens. Pero es que…
Continuará…(mañana)
—–