Se suele decir que, en este deporte, los partidos muchas veces se deciden por pequeños detalles. Un tercer down convertido, diez yardas de más o de menos en un punt que te pueden hacer chutar un field goal más o menos cómodo, un drop inoportuno, cualquier pequeña cosa puede decantar la balanza de un partido a favor de un equipo o de otro. O sea, que muchas veces el desenlace de un partido de NFL es poco más que una simple moneda al aire. Y en las monedas al aire siempre hay dos opciones: que salga cara o que salga cruz. Lo normal es que al haber dos opciones posibles ambas se repartan a un 50%, o sea que al repetirse varias veces la misma situación lo más normal sería que la mitad de veces saliera cara y la otra mitad saliera cruz. Pues hay veces que va a ser que no. Este año hay un equipo que va a ser que ese hipotético 50% no lo han visto ni de lejos. Y es que a lo largo de toda esta temporada a los Ravens les ha salido cruz prácticamente de forma sistemática.
Sólo hay que mirar cualquier página de resultados para darse cuenta de que en esta temporada casi todo ha caído en contra de Baltimore. Hasta la jornada 13, o sea 12 partidos (voy a obviar estas dos últimas derrotas claras en las que jugaba Jimmy Clausen), todos los partidos de los Ravens se han decidido por una anotación. Ocho puntos de diferencia como mucho. Pues de esos partidos los Ravens ganaron 4 y perdieron 8, el doble de perdidos que de ganados, incluyendo 1 ganado y 6 perdidos en los 7 primeros. No es lo normal. Pero es que es incluso menos normal si uno analiza cómo se han producido todas estas derrotas. Primera jornada, contra los Broncos, Baltimore pierde sin encajar un solo touchdown en defensa. Segunda jornada, contra Oakland, Derek Carr conecta con Seth Roberts y le da la vuelta al partido faltando 26 segundos para el final del partido. Tercera jornada, contra los Bengals, Baltimore acaba perdiendo en un partido bastante loco en el que la acojonante actuación de Steve Smith no resultó suficiente. En la cuarta jornada, la única que les salieron las cosas bien en estos dos primeros meses, se llevaron la victoria pero casi fue el partido en el que menos lo merecieron porque fue en la prórroga, contra unos Steelers comandados por Michael Vick y viendo como Pittsburgh desaprovechó dos oportunidades de field goal para cerrar el partido (uno lo fallaron, el otro decidieron jugarse el cuarto al ser una posición lejana). Tanta suerte junta en un solo partido no podía ser así que el destino, irónico como él solo, les castigó con tres partidos más de penurias. Así pues, quinta jornada, ante los Browns, los Ravens pierden en la prórroga contra un equipo que sólo ha ganado dos partidos más (además de ese) en toda la temporada. Sexta jornada, contra San Francisco, un field goal que rebota en el palo y la falta de tiempo (aunque también es cierto que dejaron que los Niners se comieran el reloj) hicieron que perdieran el partido, uno de los dos únicos partidos que ganó San Francisco con Colin Kaepernick a los mandos. Y séptima jornada, contra los Arizona Cardinals, Flacco tira una intercepción en la end zone a falta de 13 segundos para acabar el partido que les habría permitido empatarlo (aunque tendrían que haber anotado también la conversión de dos puntos). En fin, seguiría relatando jornada por jornada todo lo que les ha ido pasando a los Ravens, hay episodios muy curiosos como por ejemplo el face mask de Elvis Dumervil que regaló una jugada más a los Jaguars y les permitió meter el field goal de la victoria con el reloj a cero, pero vamos, que creo que ya se ven por donde van los tiros. Poquita suerte han tenido los Ravens a lo largo de esta temporada.
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Pero creo que el tema no se debería detener en la suerte que hayan tenido o dejado de tener, quizá sería conveniente ver si los Ravens realmente debían depender de esa suerte para ganar los partidos. Y la respuesta que me sale es que no. Y para afrontar esto podemos hablar de dos frentes que, aunque están relativamente relacionados, son distintos. El primero vuelve a tener que ver con la suerte porque los Baltimore Ravens son, con el permiso de los Chargers, el equipo más castigado por las lesiones de toda la NFL. Antes de empezar la temporada ya cayeron el receptor rookie Breshad Perriman y el safety Matt Elam, en la primera jornada cayó Terrell Suggs y, conforme ha ido pasando la temporada, han ido entrando en la injury reserve jugadores muy importantes para ellos como Joe Flacco, Justin Forsett, Steve Smith, Eugene Monroe o Jeremy Zuttah. Es muy complicado competir así, muchísimo, así que cualquier victoria que los Ravens hayan conseguido recientemente tiene mucho mérito, ya no sólo por la dificultad de jugar con una plantilla tan mermada sino también por la dificultad psicológica añadida de tener ganas de revertir una dinámica tan negativa e inesperada. Pero precisamente por ello, si tenemos en cuenta que el peor momento de de este 2015 fue más tirando a principios de temporada regular que no en este tramo intermedio en el que están sacando victorias, quizá lo suyo no sea escudarse en las lesiones sino más pensar que realmente los Baltimore Ravens no sean un equipo tan bueno como su fama y su renombre indican. Porque sí, este es el segundo punto al que quería llegar, aún con las lesiones (que tampoco eran tantas porque en ese tramo inicial el trío Flacco-Forsett-Smith estaba jugando al completo) los Ravens deberían haber sido un equipo que ganara fácilmente a rivales como los Browns de McCown o los Niners de Kaepernick. Pero no sólo no ganaron holgadamente sino que no ganaron a secas. Y eso, más que intentar justificar los resultados en la mala suerte, me hace pensar que es que simplemente los Ravens ahora mismo no son un buen equipo.
¿Y qué explicaciones podemos dar para entender que un equipo aspirante a todo sea de repente tan normalito o incluso tirando a malo? Pues hay dos razones básicas que justifican este bajón de rendimiento, uno en ataque y otro que afecta a todo el equipo pero que incide especialmente en la defensa. En ataque el problema tiene nombre y apellidos y se llama Gary Kubiak. O Marc Trestman. Llamadle como queráis pero en el puesto de coordinador de ataque radica la clave de los problemas ofensivos en Baltimore. A principios de año, cuando estaba todo el mundo sano, el ataque tenía exactamente las mismas piezas que las que tenía el año pasado pero sin embargo el rendimiento obtenido era extraordinariamente inferior. Y es que, pese a su playbook limitado y a lo mucho que le he criticado durante los últimos años, es innegable que lo que implantó en Baltimore funcionaba y funcionaba muy bien. Especialmente bueno era el juego de carrera, con un buen esquema de bloqueo zonal y un Justin Forsett al que se podría considerar que se inventó él (de hecho Forsett sólo ha funcionado bien jugando bajo las órdenes de Kubiak) y cuyo buen rendimiento abría opciones en el juego de pase. Pues este año Forsett ha aparecido muchísimo menos, bajando en más de una yarda su promedio por carrera (de 5.4 a 4.2) y bajando ostensiblemente los touchdowns anotados (este año sólo ha conseguido 2 por 8 en 2014), y Flacco ha lanzado 12 intercepciones en ambos años pero en 2014 lanzó para 27 touchdowns mientras que esta temporada ha lanzado para tan sólo 14. O sea que ni carrera ni pase. Que sí, que era inevitable que Kubiak marchara porque se fue a ser head coach, pero no por ser inevitable deja de ser la razón por la que el ataque ya no tira demasiado. Y está claro que la apuesta de Trestman para reemplazarle ha salido cruz.
«Todos los partidos de los Ravens se han decidido por una anotación»

Pero no es la única razón por la cual los Ravens son peores de lo que pensamos, porque el cambio de coordinador ofensivo tampoco debería tener tanta importancia en el global del equipo. O dicho de otra manera, los Ravens, que no eran un equipo de ataque sino más bien defensivo, que eran un equipo al que era muy complicado anotarle, ahora son la defensa número nº 25 de la liga en puntos encajados por partido. Y la razón aquí también tiene nombre y apellidos y, como en el caso anterior, también os voy a dejar elegir: se llama Joe Flacco o Ozzie Newsome. ¿Cómo? ¿Qué pinta aquí el quarterback si me estoy quejando del rendimiento defensivo? Pues pinta lo de siempre. Supongo que ya conocéis la historia porque la he contado varias veces, pero voy a hacer un breve resumen. Tras la Super Bowl XLVII, la que le ganaron a los Niners, pasaron dos cosas aisladas que marcarían el devenir de los Ravens: una fue que Ray Lewis se retiró y la otra fue que, tras ser nombrado MVP de la Super Bowl, Joe Flacco se creyó que era el mejor quarterback sobre la faz de la Tierra y pidió cobrar como tal. Combinando ambas, Ozzie Newsome pensó que lo mejor que podía hacer para el equipo sería darle a Flacco todo el dinero que pidiera porque es lo que hay que pagar y, teniendo en cuenta que no podía pagarle a todo el mundo y ya que Ray Lewis se retiraba, aprovechar y hacer una remodelación a fondo de la defensa. Así pues, además del propio Lewis, jugadores muy importantes para la defensa de los Ravens (casos de Ellerbe, Kruger, Pollard y el mismísimo Ed Reed) tuvieron que hacer las maletas y largarse a otros equipos puesto que habría sido insostenible darles el dinero que merecían y pagarle a Flacco lo que quería. Pero claro, eran muchísimas piezas a sustituir todas a la vez y las cosas en este deporte no funcionan así, no se puede pretender que una defensa que pierde a la mitad de sus miembros se pueda reconstruir rápidamente. Y no será por recursos, porque la verdad es que se ha invertido mucho en esa reconstrucción tanto en fichajes de agentes libres (Daryl Smith, Elvis Dumervil) como en picks de draft importantes (Matt Elam, Arthur Brown, Brandon Williams, CJ Mosley, Timmy Jernigan, Terrence Brooks, Carl Davis), pero por muy ambicioso que se sea es imposible acertar en todo. También fue así en este caso. Se acertó mucho con Williams y Mosley, también con la apuesta arriesgada de Will Hill, y los agentes libres fichados han rendido muy bien, pero el resto no ha salido tan bien como se esperaba. Y a diferencia de esta nueva defensa, en los que algunas piezas funcionan y otras no tanto, la defensa anterior funcionaba al completo. Por supuesto que había que ir rejuveneciéndola, porque Ngata o Reed tenían edad como para hacerlo, pero no había ninguna necesidad de desmantelarla de forma tan drástica. Pero Newsome lo decidió así, muchos se largaron y muchos otros llegaron en esa reconstrucción, copando casi por completo los movimientos que el equipo hacía en la offseason. ¿Qué provocó eso? Pues que mientrastanto, a las otras posiciones tanto ofensivas como defensivas que se fueron debilitando ni tan siquiera se les pudo prestar atención, porque reemplazar a los jugadores que se habían dejado marchar era lo más importante. Por lo tanto, se fue Haloti Ngata y sus sustitutos no tienen su mismo nivel ni por asomo, la defensa contra el pase y el cuerpo de cornerbacks en concreto son horriblemente flojos (llevan un lamentable total de 4 intercepciones esta temporada) pero no se puede hacer mucho para solucionarlo y, de rebote en el ataque, tienen que apañarse con Kamar Aiken, Marlon Brown y Chris Givens como receptores principales y con James Hurst y Ricky Wagner como tackles titulares. Pues así poco se puede hacer.
«Dejad a Ozzie, que sabe lo que se hace», decían algunos con la renovación de Joe Flacco
¿Y en serio tanto tiene que ver la renovación de Flacco en esto? Pues sí. Y lo peor es que no por estos años pasados porque la renovación estaba estructurada para que al principio cobrara relativamente poco, sino que más bien la renovación afecta en serio a partir de ahora. Tras lo ocurrido este año, lo normal sería que en la próxima offseason hubiera una revolución en la plantilla y que se intentara mejorar al equipo en todos los frentes posibles, que no son pocas las unidades que lo necesitan. Pero es que les será extraordinariamente difícil. Y es que resulta que en 2016 Flacco tendrá un impacto contra el cap de poco más de 28 millones de dólares. Sí, ya ha entrado en la parte jodida del contrato, que cuando los números totales son altos pero se cobra poco al principio significa que al final los sueldos se disparan a la estratosfera. Ya me diréis qué aspiraciones puede tener un equipo con tantos boquetes pero que deberá destinar aproximadamente un 20% de su cap en un quarterback que no es tan bueno como su sueldo indica y que además viene de recuperarse de un ACL roto. Que sí, que estoy convencido de que van a intentar reconstruir el contrato, que se lo pasarán a bonus para que compute menos contra el límite salarial o cualquier maniobra que se les ocurra, pero primero a saber si lo consiguen y, aunque fuera así, no será precisamente porque Flacco les perdone el dinero sino que será porque la darán un poco más a cambio de reordenarlo. Y todo por el fantástico mantra de «es lo que hay que pagar», porque si perdemos al quarterback el equipo se va a pique. Pues no. Los quarterbacks son de largo la posición más importante de la NFL y por lo tanto por supuesto que tienen que cobrar más que el resto de jugadores, pero tienen que cobrar en función de su calidad. Como todos, vamos. Y en este caso, a Flacco le pagaron mucho más de lo que por talento merecía y además su renovación tuvo como daño colateral la desmantelación de una defensa que les acababa de dar una Superbowl. «Dejad a Ozzie, que sabe lo que se hace», decían. Pues a día de hoy no es sólo que los Ravens aún no se hayan recuperado del golpe, es que parece que esta misma renovación les va a seguir impidiendo recuperarse pronto.
No es muy bonito el panorama que les espera a los Ravens, ¿a que no? Seguro que mejorará, porque recuperarán lesionados y este año tendrán un pick de draft magnífico, pero este año ha servido para ver que las cosas están mucho peor de lo que parecía. Porque una cosa es que te salga cruz en cuatro partidos seguidos, o que te salga cruz de forma constante en el tema de las lesiones, son temas que está claro que tocan la moral pero pueden pasar y son hasta cierto punto comprensibles, pero el problema de los Ravens no está sólo ahí. El problema de los Ravens es que Ozzie Newsome arriesgó con una reconstrucción totalmente innecesaria y parece que le ha salido cruz. Y eso para los Ravens sí que es jodido de verdad.