El otro día encontré unas rodajas de merluza en el congelador. Eran de esas que más que pescado parecen embutido de pescado, de esas que están cortadas en una forma geométrica perfecta, de esas que no saben a nada. Busqué recetas en los libros de cocina que tengo, en Internet, incluso en mi cabeza intenté pensar en alguna manera de que ese pescado supiera bien. No es que tenga una habilidad culinaria excepcional ni mucho menos, pero me empapé de conocimiento e hice una receta que sobre el papel era cojonuda. Pues una mierda. Ese pescado seguía sin saber a nada de nada. Y es que cuando no hay nada que sacar de un producto, es imposible que el resultado final salga bien. Y eso aplica para una receta de cocina pero también aplica para muchas otras facetas de la vida y la sociedad. Sí, eso de muchas otras facetas de la vida y la sociedad incluye también el mundo del deporte y, por supuesto, la NFL. Y es que cuando en un equipo por una razón o por otra no hay talento, es imposible que dicho equipo juegue bien. Y eso es exactamente lo que pasa en los St. Louis Rams.

No nos engañemos, el ataque de los Rams tiene unos niveles de talento tan bajos que no se pueden ni creer. De hecho, de los 11 jugadores titulares del ataque como mucho hay dos que tengan talento: Todd Gurley y Tavon Austin. Y Austin es un jugador irregular que tiende a ganar y perder el talento según sopla el viento, así que contemos mejor uno y medio. De once. Es que es imposible tener un ataque decente así. Y más si es un ataque liderado por Nick Foles. Siento hacerme pesado pero la posición de quarterback es la más importante en un equipo de la NFL hoy en día, y probablemente es la posición que los Rams tienen peor cubierta. Y eso que estaban contentísimos cuando hicieron el trade de Foles por Bradford, porque pensaban que iban a encontrar la solución a largo plazo en la posición de quarterback. Ay, que me da la risa. ¿Es que no vieron a Foles jugar el año pasado en el esquema de los Eagles? Es un esquema favorable para los QBs, almenos lo era el año pasado cuando hasta Mark Sanchez parecía medio decente, y aún así Foles no fue para nada mejor que su compañero de posición. Sí, lo repito por si no ha quedado lo suficientemente claro: el año pasado Foles no fue para nada mejor que Sanchez. Y aún así se quedan con él como quarterback titular, y contentos eh, algo demostrado por la renovación que le dieron poco después de adquirirle. Pues oye, lo Rams tienen exactamente lo que se merecen.
Foles está siendo esta temporada un quarterback muy mediocre, que rara vez enlaza tres pases buenos seguidos en un mismo drive, que no parece tener química con ningún receptor, en definitiva, un quarterback que es incapaz de generar juego por sí mismo. De hecho hasta le han tenido que introducir un paquete de jugadas (que se usa en exceso) con playaction y Austin pasando en end around simplemente para que la defensa esté pendiente de otras cosas y darle un poquito más de espacio, pero es que ni así. Foles no da más de sí, y de donde no hay es que no se puede sacar. Y no es sólo que los Rams no puedan ir a ningún lado sin un quarterback más decente de lo que está demostrando Foles, es que hasta se están cargando la el año de rookie de Todd Gurley. Ya hemos visto lo que Gurley es capaz de hacer, sus primeras jornadas fueron una auténtica sensación, probablemente influenciado porque la liga tampoco sabía mucho qué esperar de él. Ahora que la gente ya sabe que es una máquina, y viendo que Foles es incapaz de mover un ataque, Gurley se está encontrando cajas repletas de gente contra las que es extremadamente complicado correr. Si a eso le añadimos que su línea, aunque está pensada para correr, tampoco es que sea de las mejores de la liga (especialmente ahora que tienen el lado derecho lesionado) está convirtiendo el final de esta temporada rookie de Gurley en un auténtico calvario, de modo que ya se está dudando si lo de sus primeros partidos fue un espejismo. Que no se equivoque nadie, el problema no es Gurley, el problema son todos los otros.
La Carnicería (Dic’14): El Chochismo
Pero es que quizá el tema no es sólo que Foles no pueda dar más de sí y llevar a los Rams un poco más lejos, quizá el problema va un poco más lejos que eso. Quizá es que quien no da ya más de sí es Jeff Fisher. Si por algo se caracteriza Fisher y los equipos a los que dirige es que son muy luchadores, poniendo muy difícil la victoria a cualquiera que quiera ganarlos. Ya no. Cierto es que el ataque le falla por todas partes, cierto es que la defensa le falla también por muchos lados esencialmente porque ha ido contando durante toda la temporada con muchísimas bajas por lesión (EJ Gaines o Alec Ogletree, por ejemplo), pero eso antes no era suficiente como para que almenos el equipo no quisiera ser competitivo. Y ese espíritu está perdido. Y nada refleja mejor esa sensación que la rueda de prensa posterior al partido, en la que un Jeff Fisher abatido dió la sensación de ser un hombre vencido, sin ganas de seguir luchando.
Y teniendo en cuenta que Fisher no es la mente más brillante del panorama de entrenadores de la NFL, no es que sea explícitamente malo pero tampoco es explícitamente bueno (lo que vendría siendo un entrenador chochista, vamos), si pierde la competitividad pues apaga y vámonos. Sí, se ha echado a Frank Cignetti (el coordinador de ataque) en un intento desesperado de revitalizar un ataque al que poca solución le veo, pero el espíritu no se recupera simplemente echando a un coordinador. Hace falta mucha motivación para salir de una situación así y no da la sensación de que nadie en los Rams, incluyendo especialmente a Jeff Fisher, esté mínimamente cerca de ese nivel de ganas. Y si es Fisher quien no da más de sí, ya pueden poner a Foles o a quien quieran que tampoco va a haber mucho que hacer.
Pero, ¿y si vamos un poquito más allá? ¿Y si lo que ya no da más de sí son los St. Louis Rams como concepto?
No es ningún secreto que los Rams son un equipo que está metido de lleno en las quinielas para ser el próximo equipo de Los Angeles. Y no es menos secreto que Stan Kroenke, el owner de los Rams, está bastante empecinado en que el equipo que posee sea el que haga las maletas y marche hacia el oeste buscando praderas más verdes. Pues quizá tenga razón. Quizá es que St. Louis, que es una ciudad en la que el baseball se sigue muchísimo y el resto de deportes pues no tanto, ya no tiene nada más que ofrecer. No es un mercado especialmente grande, al menos comparado con Los Ángeles, y no parece una ciudad que sienta mucho al equipo como suyo puesto que los Rams sólo son de St. Louis desde 1995. De hecho los Rams son más bien un equipo de Los Ángeles, donde ya estuvieron casi cincuenta años (desde el 1946 al 1994). Precisamente. Y el estadio actual no es que sea una maravilla tampoco, esencialmente porque lo único por lo que se le recuerda ahora mismo es por su anillo de cemento que ya ha lesionado a más de uno, o sea que por el estadio tampoco creo que se vayan a quedar en St. Louis.
Por lo tanto, ahora mismo los Rams son un equipo en el que no hay talento, en el que no hay entrenador (al menos una versión válida), en el que no hay un estadio demasiado bueno y casi podríamos hasta decir que en el que no hay ciudad. Y como con el chorizo de merluza, de donde no hay no se puede sacar. Pues oye, si tiene que ser por mí que ni lo prueben. Hacer remontar un equipo con estas perspectivas suena a demasiado esfuerzo y a probabilidades muy bajas de éxito, por lo tanto casi que lo mejor es desprenderse de todo esto que no da más de sí y empezar de cero. Por suerte para ellos, los Rams tienen la oportunidad de hacerlo yéndose a Los Angeles y renovando ilusiones y proyecto por el camino. Y no seré yo quien se lo impida.