El final de la temporada regular en la NFL es un momento muy importante: se conocen los equipos que van a playoffs, queda definido el orden del draft para los 20 primeros puestos y, por si eso no fuera poco, también representa el momento óptimo para analizar el chochismo. Chochismo, bonito palabro. Sí, ya lo podéis buscar en el diccionario que no lo váis a encontrar, esencialmente porque no existe. Me lo he inventado. Mejor dicho, nos lo inventamos hace cosa de un mes en el podcast de Football Speech, podcast en el que seguramente ya sabéis que participo. Pero el origen es lo de menos, aquí lo que importa es la etimología del término: ¿qué cojones es el chochismo? Pues el chochismo no es más que una contracción del término ocho-ochismo creada para facilitar la pronunciación del término en cuestión. Bueno joder, ¿y entonces qué es el ocho-ochismo entonces? Vale, ya voy al grano. El ocho-ochismo (volvamos a chochismo por comodidad) significa ser un equipo propenso a terminar las temporadas de NFL con un récord de 8-8, o lo que vendría a ser lo mismo, a no hacerlo lo suficientemente bien como para entrar en Playoffs (a no ser que estés encuadrado en la NFC Sur) pero tampoco hacerlo lo suficientemente mal como para tener buenas posiciones en el draft, lo cual hace que el equipo ni pueda aspirar a hacer algo grande ni pueda reforzarse con uno de los mejores prospectos que vayan a salir del football universitario. Y la verdad, estar entre dos aguas que ser un equipo chochista es una mierda. Pero lo cierto es que siempre los hay, cada temporada hay equipos que tienen un récord de 8-8 o similar (los récords de 9-7 normalmente también sirven) que sufren este síntoma. Últimamente el gran equipo chochista de la liga habían sido los Dallas Cowboys, unos Cowboys que parecía que estaban anclados en esa mediocridad sin ni tan siquiera poder dar un paso hacia atrás que les permitiera dar dos pasos hacia adelante. Pero este año, por sus cojones, no iban a ser un equipo chochista otra vez. Y como Dallas ya ha abandonado ese puesto de honor que tenía, la liga necesita de un nuevo equipo regulero por excelencia que sepamos que siempre va a estar ahí, sin muchas aspiraciones de postemporada pero tampoco ilusiones de grandes cambios porque los resultados tampoco son tan malos. Así pues, ahí van mis dos propuestas de equipos chochistas para los próximos años:
San Diego Chargers
Con un récord de 9-7 esta temporada, fuera de Playoffs y eligiendo el número #18 en el próximo draft, los Chargers son el gran equipo chochista de esta temporada. Obviamente hay equipos con igual o incluso mejor récord que se han quedado fuera de Playoffs (Buffalo y Philadelphia), pero son dos equipos que han tenido graves problemas en el puesto de quarterback durante esta temporada y que es posible que mejoren en un futuro cercano, con lo que si hay un equipo que este año ha mostrado todo su potencial chochista esos han sido sin duda los Chargers. Y lo peor es que da la sensación de que lo de este año no ha sido un caso aislado sino que el chochismo ha llegado a San Diego para quedarse, y esto es básicamente porque la plantilla de los Chargers es precisamente tirando a mediocre. Sí, es cierto que tiene algunos jugadores realmente buenos, Philip Rivers o Eric Weddle son los ejemplos más claros pero también podríamos meter en ese grupo a otros jugadores como Corey Liuget o incluso Antonio Gates, pero la gran mayoría de jugadores titulares en San Diego son tirando regularcillos. No explícitamente malos quizá, excepto en algunos casos puntuales (como en todos los equipos), pero el nivel general del equipo no es tampoco explícitamente bueno. Y eso no se refiere a los jugadores mediocres que también tienen que tener todos los equipos (es imposible tener jugadores destacados en todas las posiciones), con eso quiero referirme especialmente a las nuevas esperanzas del equipo, a los jugadores jóvenes de los que se esperaba mucho y que al final parecen haberse quedado en jugadores que simplemente no están mal. Manti Te’o es uno de esos casos. Ya sea por las extrañas preferencias de John Pagano (el coordinador defensivo del equipo) o porque su evolución no ha sido la más adecuada, el caso es que Te’o ve como jugadores aparentemente mucho peores que él como Donald Butler o Andrew Gachkar le quitan tiempo de juego, algo que juega totalmente en su contra a la hora de convertirse en ese líder defensivo que todos esperábamos que fuera cuando San Diego le eligió. Y eso, obviamente, no es sólo un problema para el jugador sino que también lo es para los Chargers, que no haciendo evolucionar a los jugadores con más talento se fuerza a mantener a la mediocridad en el campo (ya sea mediante el jugador que no progresa como se esperaba o mediante a sus sustitutos mucho más flojos). Pero Te’o no es el único que ha estado por debajo de las expectativas en los últimos tiempos, otros jugadores como LaDarius Green, que de momento no ha demostrado ser para nada el relevo natural de Antonio Gates que prometía ser, o hasta quizá Keenan Allen, que tras un año rookie excelente parece que se ha quedado estancado en su progresión, tienen que dar un paso más para que los Chargers no se queden instalados en la mediocridad.
Pero si alguien se lleva la palma en esta categoría de jugadores que se han quedado a medio camino éste debe ser Ryan Mathews. Probablemente condicionado por problemas de lesiones que no le han permitido tener la continuidad necesaria para brillar, Mathews nunca ha rendido al nivel nunca ha sido el sustituto de LaDainian Tomlinson que los Chargers esperaban que fuera cuando subieron a por él en el draft. Y tanto es así que el juego de carrera ya no es un factor demasiado importante en el ataque de San Diego. Sólo en esta temporada por ese puesto de corredor hemos visto desfilar al propio Mathews, a Ronnie Brown, a Donald Brown e incluso a Branden Oliver, y el resultado ha sido aproximadamente el mismo para todos ellos. ¿Por qué? Pues porque, aunque uno fue adquirido como una estrella y los otros fueron adquiridos como fondo de armario, todos han rendido al mismo nivel normalito. Y eso ha hecho que, a diferencia de temporadas anteriores, el equipo haya pasado a vivir y morir por el rendimiento de Philip Rivers. Y quizá este sea el otro gran motivo que puede hacer que los Chargers sean un equipo chochista durante los próximos años. Y es que Philip Rivers es un extraordinario quarterback, probablemente mucho mejor de lo que las bromas fáciles sobre su mecánica de lanzamiento dejan entrever, pero da la sensación de que inevitablemente tiene tres o cuatro partidos por temporada en los que está completamente desenchufado. No nos engañemos, nos puede gustar mucho Rivers pero hay que admitir que esos partidos concretos en los que no da una son auténticamente desastrosos, y ahora mismo los Chargers no tienen recursos para ganar partidos si su quarterback se pone el disfraz de Ryan Leaf. Con lo cual, si tenemos en cuenta que esos 3-4 partidos ya están perdidos de antemano, unos Chargers que en condiciones normales podrían conseguir 12 victorias acaban estando en las 8-9 en las que han estado este año. Y eso, sintiéndolo mucho, es exactamente lo que puede hacer que un equipo decente se convierta en chochista.

St. Louis Rams
Los Rams probablemente son la mejor apuesta para equipo chochista de los próximos años. No para este año, puesto que su récord es explícitamente malo (6-10) y su posición en el draft es relativamente buena (#10) pero son sin duda la gran apuesta del chochismo para el futuro próximo. Y si son un gran candidato a equipo chochista es porque tienen al entrenador chochista por excelencia: Jeff Fisher. Que no me malinterprete nadie, Jeff Fisher es un entrenador como la copa de un pino, es tan bueno que es capaz de sacar rendimiento y ganar algunos partidos con dos conos y una bombona de butano sobre el campo. Pero no sé como cojones se lo hace que siempre tiene dos conos y una bombona de butano sobre el campo. A sus equipos siempre les pasa algo que hace que pensemos «vale, este año no ha rendido del todo bien porque le ha pasado tal, pero el año que viene si consigue esa pieza concreta ya veréis como lo peta». Y al año siguiente le pasa otra cosa que vuelve a prorrogar su crédito. Y si no me creéis, mirad sus temporadas con los Rams. Año 2012, primero en el equipo, no se le puede pedir mucho porque es su primer año, la línea de ataque flojea y el cuerpo de receptores es lamentable. Su récord fue de 7-8-1. Año 2013, segundo en el equipo, se draftea a Tavon Austin y se ficha a Jake Long pero a los Rams no se les puede pedir mucho porque faltan piezas defensivas, los receptores no se han podido aclimatar a la NFL y Sam Bradford se lesiona a media temporada. Su récord es de 7-9. Año 2014, tercero en el equipo, llegan Aaron Donald y Tre Mason, pero a los Rams tampoco se les puede pedir mucho porque Sam Bradford esta vez se lesiona antes de empezar la temporada. Y el récord final de St. Louis es de 6-10. Tendencia claramente chochista. Y no viene sólo de ahora, viendo sus años en Tennessee también vemos que este tipo de récords son los que más abundan.
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Con esto no quiero que me malinterprete nadie, tiene un mérito increíble ganar 6 partidos con un ataque comandado por Austin Davis o Shaun Hill y, por otra parte, es innegable que la defensa de los Rams ha tenido un tramo final de temporada acojonantemente bueno, con lo que Fisher ha vuelto a demostrar esta temporada que buen entrenador lo es un rato. Pero ese gran talento como entrenador parece que también viene acompañado de un aura acojonante de perro del hortelano, que ni come ni deja comer, y es que los equipos dirigidos por Fisher son complicadísimos de ganar pero a la vez, sea por las razones que sea, tampoco consiguen ser equipos ganadores. Y eso es lo que es esencialmente el chochismo. ¿Vosotros estáis descontentos con el récord de los Rams en los últimos años? O dicho de otra manera, ¿echaríais a Fisher por malos resultados? Ni de chiste, bastante hace con lo que tiene. Ahora bien, ¿tenéis alguna esperanza de que los Rams sean un equipo de 11 o 12 victorias el año que viene? Pues tampoco. Primero porque la división en la que están encuadrados no es el mejor panorama posible para que eso suceda pero segundo, y probablemente más importante, porque da la sensación de que algo va a pasar que va a impedir a los Rams rendir a su máximo potencial. Si vuelve Bradford (y si vuelve al nivel mejorado que mostró en 2013) los Rams tendrán un ataque muy apañado sin ninguna urgencia aparente, obviamente tendrán una defensa que ha demostrado ser una unidad estratosférica en el tramo final de esta temporada (ha llegado a encadenar tres partidos consecutivos sin encajar ni un solo touchdown) pero lo que sobre el papel parece un señor equipazo a la práctica probablemente no vaya a ser tan bonito. Y es que ya puede volver Bradford a su máximo nivel, ya puede funcionar la línea de ataque, el pass-rush, las coberturas de punt o el sistema de rellenar botellines, da igual, da la sensación de que con Jeff Fisher a los mandos algo va a acabar fallando y que ese algo va a servir como excusa para justificar que la temporada ha sido peor de lo que se esperaba. Como ha ido pasando durante los últimos años. Eh, pero que no se preocupe nadie, a la siguiente temporada seguro que todo se arregla y el equipo muestra su mejor cara. Guiño, guiño.

De todas formas, aunque sean los dos ejemplos más claros para mí, estos dos equipos no son los únicos candidatos a próximo equipo chochista por excelencia. Los Miami Dolphins, que han sido un equipo chochista este año, no deberían seguir siéndolo en el futuro. Parece que ahora han encontrado cierta estabilidad en el juego de pase gracias a un Tannehill ciertamente mejorado y además en breve se van a beneficiar de una división en la que no estará Tom Brady, pero sus ganas de tocar cosas (por ejemplo, no son pocas las voces que incomprensiblemente piden despedir a Joe Philbin por malos resultados o piden soltar a Mike Wallace porque sus números no son de receptor primario) hacen que tenga muchas dudas acerca de su futuro a medio plazo. Atlanta Falcons estaría también bajo la lupa porque su defensa es altamente sospechosa, pero la potencia de su ataque combinada con el horrible nivel de la NFC Sur puede hacer que, a pesar de tener récords chochistas, se metan en Playoffs por ser campeones de división. O incluso Houston Texans podría entrar perfectamente en esta lista puesto que el altísimo rendimiento de JJ Watt es posible que ponga al equipo en una situación chochista, es decir, no es lo suficientemente relevante como para meter él solo al equipo en Playoffs pero es lo suficientemente bueno como para que no pierdan los 12 partidos que probablemente el resto de plantilla merece perder.
En cualquier caso, realmente no podemos saber qué nos deparará el futuro. Lo único que está claro es que el chochismo como concepto es un horror porque ni eres bueno ni puedes aspirar a ser mucho mejor. Pero hay algo incluso peor que un equipo chochista, que es ser fan de un equipo chochista. Eso tiene que ser una de las peores cosas que hay en la NFL. Y es que el fan de un equipo chochista no puede estar extraordinariamente cabreado con el equipo por su rendimiento pero tampoco puede estar contento con él, y además tampoco puede estar demasiado motivado con lo que puede venir porque la posición en el próximo draft tampoco va a ser demasiado privilegiada tampoco. Yupi. Menuda alegría. Vivir un deporte tan emocional como la NFL sin ningún tipo de emoción ni ilusión. Y es que aunque quizá sea una palabra relativamente apetecible según como se interprete, lo cierto es que el chochismo es una manera de vivir el football muy aburrida que incluso puede llegar a convertirse en desesperante si se repite durante muchos años. Con lo cual, tanto a equipos como a aficionados un consejo os quiero a dar para terminar: por favor, huid del chochismo.