Hay días que me voy por las ramas con extensas introducciones sobre episodios o anécdotas de mi vida que acaban desembocando en un equipo o en un tema de actualidad relacionado en mayor o menor grado con la NFL. Hoy no. El tema que quiero tratar hoy es tan específico y tan grave que no puedo comparar la temática de este artículo con ninguna anécdota jocosa que me haya pasado recientemente. Y aunque fuera que sí, casi que ni merecería la pena. Porque sí, detrás de este título tan sensacionalista digno de la prensa del corazón más casposa hay una afirmación incluso aún más incendiaria que reconozco que hasta podría herir alguna sensibilidad. Así pues, coged una silla y sentaros que hay riesgo de caerse de culo, y tened a mano una valeriana por si hiciera falta echar mano de ella para calmar los ánimos, que tampoco es descartable. ¿Ya estáis preparados entonces? ¿Sí? Venga, pues allá va. En estos momentos Robert Griffin III es quizá el peor quarterback titular de la NFL.
He sido un ferviente defensor de Robert Griffin desde que entró a la NFL vía ese mastodóntico trade entre los Redskins y los Rams, y en el fondo aún lo soy en ciertos aspectos, pero hay evidencias que son innegables. Todas las esperanzas de que el Robert Griffin de su año rookie regresara en algún momento a los terrenos de juego posiblemente las podamos dar ya por desvanecidas, el que hemos visto las últimas dos jornadas va a ser el quarterback que vamos a seguir viendo en los Washington Redskins durante lo que queda de año y quien sabe si durante más tiempo. Y no tiene ningún sentido esconderlo, o ni tan siquiera tiene sentido ponerlo en palabras más bonitas, este Robert Griffin es un quarterback horroroso. Y es horroroso hasta el punto de que honestamente pienso que es el peor quarterback titular de la competición, una afirmación que no sólo incluye a los quarterbacks más conocidos de la NFL sino que también incluye a jugadores que ahora mismo son titulares en sus equipos como Shaun Hill o Drew Stanton. Y también incluye a Mark Sanchez, qué cojones, ya que estamos tampoco vamos a olvidarnos de él. Robert Griffin está demostrando ser peor que todos ellos. Y no lo estoy diciendo en el apartado estadístico, porque aunque tiene números bastante malos en algunas categorías (por poner un ejemplo, es uno de los pocos quarterbacks que esta temporada lleva más intercepciones que touchdowns) el hecho de que se haya pasado buena parte de la temporada lesionado hace que no se puedan sacar conclusiones demasiado sólidas de sus estadísticas. Si es que alguna vez se pueden sacar conclusiones sólidas de las estadisticas, que eso es otro tema. Cuando digo que este Robert Griffin es un quarterback horrible lo digo a nivel de haber observado lo que está haciendo encima del campo y haberme dado cuenta de que hace muy pocas cosas bien. Por no decir ninguna. Y para ilustrar este extremo, vamos a hacer una excursión por lo que es una jugada de pase para RG3:
1) Recibir el snap del center a veces ya supone un problema. Si la jugada es en shotgun no pasa nada pero como la jugada sea con el quarterback pegado al center puede que ya la tengamos liada, porque por lo que parece hay veces que Griffin hace el dropback que le sale de las pelotas. En el playbook, el número de pasos hacia atrás que debe dar el quarterback está contado para cada jugada, en función de la protección y especialmente de las rutas de los receptores el quarterback debe ejecutar un dropback de 3, de 5, de 7 o de los pasos que sean. Pero siempre un número concreto. Si uno convierte algo que está perfectamente medido en voy a tirar un poco para atrás hasta que me parezca el resultado puede ser, por ejemplo, que los receptores no estén pendientes del balón cuando llegue el balón, dando pie al clásico «es que quarterback y receptor no estaban en sintonía». No creo que ver bolas que pasan de largo sin nadie que se gire a por ellas sea algo beneficioso para la fluidez del juego de pase ni para la confianza que los receptores puedan tener en el quarterback. Pero una última pregunta, ¿cómo sé yo si está haciendo el dropback correcto o no si no he visto en mi vida el playbook? Pues la verdad, no tengo ni idea, pero cuando Jay Gruden sale a decir que Robert Griffin a veces hace el dropback que no toca, lo más prudente es creerse lo que dice.
2) Sigamos. Imaginemos que ha hecho bien el dropback, algo que para ser justos hay que decir que es lo más habitual, o imaginemos que la jugada es en shotgun para ahorrarnos ese paso. Llega el momento de lanzar el balón. O quizá aún no, porque antes de lanzar el balón un quarterback debe posicionarse para hacer el lanzamiento en condiciones, eso de plantar los pies y apuntar esencialmente. Pues eso Griffin tampoco lo tiene muy controlado. Su footwork ya era de sus características a mejorar cuando fue drafteado hace tres años y la verdad es que no ha mejorado nada en ese aspecto. Muchos os preguntaréis, ¿y qué cojones nos importa cómo ponga los pies cuando lance? Pues si eres capaz de mirar al tendido como Ronaldinho y poner la bola con precisión no pasa absolutamente nada (como el pase largo que Russell Wilson le lanza a Lockette que provoca una confusión terrible entre Rashad Johnson y Patrick Peterson), pero un mal footwork normalmente conlleva problemas graves de precisión en los lanzamientos. Y cuando vemos a Robert Griffin mandar pases tres metros desviados (sea arriba, abajo o por detrás del receptor, en eso va variando de forma bastante equitativa) uno debe preguntarse si su técnica de pies afecta un poco a su precisión. Porque a veces no son ni pases complicados, que recientemente le hemos visto matar un topo (como se dice coloquialmente) en un quick pass a DeSean Jackson. Tres años después, RG3 no ha mejorado prácticamente nada en esa faceta, y eso no creo que diga mucho en su favor.
3) Pero hasta ahora hemos visto el lanzamiento fácil, el mejor de los casos, la situación en la que la primera lectura de la jugada de pase (el primer jugador al que el quarterback debe mirar al ejecutar la jugada para intentar completar el pase) estaba desmarcada. Pero puede ser que no lo esté. Y aquí es donde vienen los graves problemas de RG3. Porque a nadie le importa si da 3 pasos bien dados o 43 a la pata coja si es capaz de leer el campo, completar pases y hacer que el ataque avance. Pero es que va a ser que no, no es capaz de mover al equipo ni por asomo. Porque si a Robert Griffin no le gusta lo que ve en la primera lectura la jugada tiene dos posibles resultados, y ninguno de ellos suele ser demasiado bueno:
- Como no le gusta lo que ve, espera un rato a ver si le gusta un poco más al cabo de unos segundos. Eso sabéis como suele acabar ¿no? Exacto, en piñazo. Robert Griffin es de los jugadores que de promedio más retiene el balón en sus manos antes de lanzar el pase, algo no sólo provocado por la obstinación en quedarse en su primera lectura sino también por la nula capacidad de anticipación que posee (lanzar antes de que el receptor esté desmarcado). Es decir, tiene que esperar a que el receptor al que está mirando todo el rato esté desmarcado y, cuando se ha asegurado de que lo está, entonces lanza el pase. Y así es imposible. Primero porque al estar mirando todo el rato a un mismo receptor la defensa ya se huele hacia donde puede ir el pase y reacciona en consecuencia, y segundo porque a esta tardanza hay que sumarle una línea que en protección de pase va bastante justita, especialmente cuando Trent Williams no puede jugar. Por lo tanto, sí, la lógica dicta que puede que le acaben crujiendo. Y lo siento pero un quarterback tiene que ser mucho más consciente de todo eso. ¿Podría haber jugado mejor Morgan Moses (rookie de tercera ronda) contra Aldon Smith y Justin Smith? Por poder podría, pero había un riesgo bastante grande de que el pass-rush entrara por ese lado, que además era el lado ciego de Griffin. Y en vez de soltar el balón con más rapidez previendo que era probable que el pass-rush le entrara por la espalda relativamente rápido, siguió mirando fijamente a receptores y quedándose con el balón demasiado rato. Y como no podía ser de otra manera dos sacks, entre ellos el que forzó el fumble que selló la victoria para los Niners, vinieron exactamente de aquí.
- Como no le gusta lo que ve, pasa a la segunda lectura. Bien, eso sí es lo que hay que hacer, si no se puede lanzar el balón al primer receptor pasar al siguiente. El problema es que la segunda lectura de Robert Griffin no suele ser un receptor sino que es el pass-rush que se le viene encima. Cuando ve que no puede lanzar y nota que se le están acercando peligrosamente, escanea por donde le viene la presión y sale corriendo con el balón. Saber de donde viene la presión siempre está bien pero un quarterback, aunque sea un quarterback corredor, tiene que saber maniobrar en el pocket y evitar la presión sin perder la calma, no apretar a correr como un pollo sin cabeza. Pero esto último es exactamente lo que hace Griffin: bajar la cabeza, proteger el balón y correr al bulto. Y da igual si el receptor no tiene ningún defensor en 40 yardas a la redonda, ya puede hacerle aspavientos con los brazos, hacerle señales de humo o ponerse un letrero enorme de neón en la cabeza; si Griffin ha decidido correr va a correr y punto. Ocasionalmente sí que puede que suelte algún pase, pero será un lanzamiento bastante deficiente con pocas probabilidades de éxito. Pero vamos, que salir corriendo es lo habitual, y esto tanto puede salir bien y tener una buena ganancia de yardas como puede salir mal y comerse el sack. Pero en cualquier caso no es lo que se le pide a un pasador. Porque para pasar el balón hay que mirar donde se pasa, no mirar quien te persigue, y cuando un quarterback anda más preocupado de que no le plaquen que no de conectar con sus receptores es imposible establecer un juego de pase fiable. Y además, como colofón a la situación, en la gran mayoría de estas carreras Griffin se acaba comiendo un leñazo al final de la jugada, porque a estas alturas aún parece incapaz de proteger regularmente su integridad física mediante slides o simplemente saliéndose del campo. Maravilloso.
This is the «ouch-i-est» of all the «OUCH» All-22’s screen caps from Sunday. (Note: RG3 ended up throwing it away). pic.twitter.com/LbjXTjzpS6 — Steve Czaban (@czabe) noviembre 21, 2014
Resumiendo, hemos visto que Robert Griffin ni respeta el ritmo de las jugadas, ni tiene precisión en sus pases, ni tiene presencia en el pocket, ni cambia de lectura con solvencia. O sea que lo hace prácticamente todo mal. Sinceramente, no se me ocurre otro quarterback titular de esta liga que falle estrepitosamente a tantos niveles y por eso opino que ahora mismo Griffin es el peor quarterback titular de la liga. Ahora bien, ¿significa todo lo contado hasta ahora que el gran RG3 es oficialmente un draft bust? Pues no. Para nada. A pesar de todo lo que he dicho, Robert Griffin es un quarterback de tan sólo 24 años con unas excelentes capacidades atléticas y con mucho talento en el brazo, aún sigo pensando que puede ser un excelente quarterback si se le desarrolla correctamente. Pero lamentablemente, debido a ese proceso de desarrollo por el que necesariamente tiene que pasar, no podrá ser ese gran quarterback a corto plazo. Y quizá debido a esto, y por mucho que lo intente, da la sensación de que probablemente tampoco podrá ser ese gran quarterback mientras siga siendo jugador de los Washington Redskins. ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver el equipo aquí? Pues hay varias razones que me hacen pensar eso. La primera es bastante obvia, porque los recuerdos pasados lastran su rendimiento actual. Recuperarse de una lesión grave muchas veces no es tanto curarse físicamente sino superarla psicológicamente, o sea dejar de jugar pensando en que en cualquier acción uno se puede volver a romper. Y da la sensación de que Robert Griffin, prácticamente año y medio después de volver de su lesión, sigue jugando con ese miedo. Entiendo que es muy jodido, misma situación, mismos uniformes, mismo césped de dudosa calidad, no es tan descabellado tener presente en todo momento que todo el sufrimiento por el que ha tenido que pasar para recuperarse puede volver a su vida en cualquier momento. Pero si quiere volver a ser un jugador importante en la liga, Griffin tiene que dejar atrás todos estos pensamientos negativos y centrarse en jugar, porque sólo así podrá rendir al 100%. Y estar en el mismo ambiente en el que se lesionó, pues no ayuda.
Otra razón, relacionada con la primera, es que su entrenador es Jay Gruden. Como ya hiciera en los Bengals, a Jay Gruden le importa tres pepinos quien sea el quarterback del roster de su equipo. Él siempre quiere jugar su sistema y eso significa que, independientemente del perfil que tenga, su quarterback deberá actuar como pocket passer y lanzar un mínimo de 30 veces por partido (siendo generosos con el número de pases). Ni Andy Dalton fue nunca un quarterback adecuado para ese sistema ni el Robert Griffin actual puede cumplir con él, pero nada, el sistema mola un huevo y está por encima de cualquier otra cosa. Y así nos va. Mientras Robert Griffin siga con miedo y más preocupado del piño que le viene que no de buscar opciones de pase, Gruden ya puede pretender lo que sea que va a ser muy complicado que este ataque de pase funcione. Y sí, estoy de acuerdo en que Kirk Cousins o incluso Colt McCoy son más adecuados para ese sistema, pero es que entre los dos sumados no tienen ni la mitad del talento natural que tiene Griffin para la posición, así que los esfuerzos de Gruden deberían pasar menos por implantar su sistema y más por recuperar al jugador que devolvió la ilusión a este equipo y a sus aficionados. Porque no olvidemos que todas las alegrías de los Redskins en los últimos 5 años han tenido a RG3 como protagonista, que a veces la gente pierde la perspectiva de las cosas.
Pero imaginemos por un momento que los astros se alinean, que Jay Gruden consigue convertir a Robert Griffin en el pocket passer que él quiere que sea y que RG3 vuelve a ser un jugador destacado en la NFL. Aún así, es muy posible que las cosas siguieran sin funcionar en Washington. Joder, ¿aún no? ¿Y ahora qué? Pues nada, sólo que Griffin está siendo víctima de una de las mayores campañas mediáticas en contra de un jugador que recuerdo, y por mucho que haga deportivamente a día de hoy parece bastante improbable que ni eso ni la opinión que la gente se ha creado en sus cabezas en base a dicha campaña vaya a cambiar mucho. Vaya por delante que su faceta como personaje público tampoco es uno de los fuertes de RG3, sabemos que el tío no es un hacha en los medios de comunicación, sabemos que lo que escribe en las redes sociales no es siempre lo más adecuado, sabemos que a la gente no le mola su sonrisita en los anuncios de los bocadillos, y lo que queráis poner en la lista. Pero nada de eso puede justificar la manipulación de hechos y declaraciones a la que está siendo sometido últimamente para que el mundo piense que no sólo es un mal jugador sino que también es un tío egoísta que no tiene el respaldo del vestuario. Cualquier cosa que diga o haga estará mal, y si se le puede dar una vuelta de tuerca para que esté peor se le da, y si hay que decir medias verdades para que la historia sea más convincente, pues se dicen. Un poco asqueroso ¿no? Bastante, la verdad. Y no hace falta ir muy lejos para encontrar ejemplos de todo esto. Cuando se recuperó de su más reciente lesión, «fuentes» dijeron que la decisión de volver a poner de titular a Robert Griffin no fue de Jay Gruden sino que vino de más arriba, Gruden dijo que era decisión suya pero ¿quien se va a creer al entrenador cuando el globo-sonda ya estaba lanzado y a todo el mundo ya le iba bien darlo por bueno? Nadie. El daño ya estaba hecho.
The Redskins and RG3 aren’t very good at football.
— Peyton’s Head (@PeytonsHead) noviembre 24, 2014
La semana siguiente, otra vez «fuentes» dijeron que Robert Griffin fue abucheado por sus propios compañeros mientras concedía una entrevista, algo que por la cara hizo deducir al personal que RG3 tenía un respaldo nulo por parte de sus compañeros; la realidad es que varios periodistas locales aseguraron que no eran abucheos a Griffin sino gritos de «no means no», en clara alusión al cómico incidente que protagonizaron un periodista, Colt McCoy y el relaciones públicas de los Redskins justo al término del partido de Washington ante Dallas. ¿Pero a quién le interesa una simple broma de vestuario cuando se puede hacer amarillismo barato con la situación? Efectivamente, parece que a nadie. Finalmente, estos últimos días han salido otras declaraciones en las que Robert Griffin vino a decir algo así como que los buenos quarterbacks no pueden jugar bien si el resto de jugadores no juegan bien. Visto así parecen unas declaraciones de mierda que le dejan de egocéntrico para arriba ¿no? Claro, es que es exactamente lo que se pretendía. Si se hubiera querido ser objetivo, se habría dicho que justo después dijo que él necesitaba a todos sus compañeros y que sabía que sus compañeros le miraban y esperaban exactamente lo mismo de él, unas declaraciones que buscan reforzar el espíritu de equipo más que criticar a sus compañeros. Pero se ve que no interesaba, es preferible cortar la frase en cuestión y venderla para que la gente se cague en Robert Griffin que no contar las cosas como son. No sólo Robert Griffin está jugando como el peor quarterback de la NFL sino que además la prensa nos quiere hacer creer que como persona también es el peor quarterback de la NFL. Fantástico.
Pero una vez vistos los hechos, la pregunta es inmediata: ¿por qué existe esta campaña por parte de la prensa en contra de Robert Griffin? La primera respuesta que se me viene a la cabeza es que puede ser una campaña diseñada por el club para que la gente no se cabree demasiado si se decide sentarle. Eh, y si es eso está claro que funciona. Ahora mismo a los aficionados les da absolutamente igual si RG3 costó 50 primeras rondas o si salió en un pick compensatorio de séptima, lo único que quieren es verle en el banquillo y con eso ya serían felices. Pero esa estrategia sería extremadamente triste. Si tan malo está siendo su juego, que lo está siendo, ese simple hecho debería servir perfectamente como excusa muy válida para sentarle. O si el nuevo entrenador quiere poner a un quarterback que se adapte mejor a su estilo de juego, aunque yo personalmente no compartiría su modo de ver la franquícia, también debería ser motivo más que suficiente para justificar el cambio. Ahora bien, orquestar una campaña mediática para desprestigiar a Robert Griffin con el único propósito de poderle sentar en el banquillo y camuflar el error en el famoso megatrade a base de echar mierda al jugador en cuestión sólo para que la gerencia salve el culo sería una auténtica vergüenza. Y como creo que es demasiado vergonzoso como para tenerlo en consideración, me decanto por otra opción. Lo que existe en Washington puede que no sea una campaña de desprestigio a Robert Griffin como jugador sino que quizá es un intento de campaña de desprestigio a los Redskins como franquícia, campaña que simplemente quiere aprovechar la figura de RG3 como grieta en el seno del equipo para intentar hundir a la franquícia entera. ¿Y por qué podría haber una campaña en contra de los Redskins? Pues precisamente por esa última palabra: Redskins.
https://www.youtube.com/watch?v=Rwri0HiaMEk
Si no habéis vivido en Marte durante el último año, sabréis que el mote Redskins ha sido motivo de gran polémica en Estados Unidos porque hay mucha gente que lo considera ofensivo hacia los nativos americanos. Y esto es así hasta el punto de que mucha gente importante, entre los que encuentran varios periodistas conocidos e incluso algún árbitro, ha dicho que no va a usar la palabra Redskins porque les parece un término denigrante. La verdad, quizá no soy lo suficientemente conocedor de la historia de Estados Unidos, o quizá soy un insensible con este tema pero a mí todo esto me parece pasarse tres pueblos. Es posible que sea un nombre no muy afortunado, no puedo negar eso, pero de ser un nombre inapropiado a ser un nombre que hay que cambiar obligatoriamente para proteger la dignidad de los nativos hay un mundo. Los que usamos la palabra Redskins en ningún momento estamos queriendo faltar al respeto a nadie usando el término, de hecho ni pensamos en los nativos americanos, igual que no pensamos en un pavo de 15 metros de altura cuando nos referimos a los Giants ni pensamos en Val Kilmer cuando nos referimos al equipo de New Orleans. Cuando decimos la palabra Redskins simplemente nos referimos a un equipo de football que se llama de esta manera. Y por cierto lo venimos haciendo desde hace ya bastante tiempo. No lo digo sólo por mí, obviamente, pero es que el equipo tiene ese nombre y se le ha llamado de esta manera desde 1933. ¿Nadie se ha sentido ofendido hasta ahora? O yendo un paso más allá, ¿nadie ha decidido que hay gente que se podría sentir ofendida hasta ahora? No sé a vosotros, pero a mí me parece que no hay para tanto. Aún así, el tema este la verdad es que me tiene bastante desconcertado, no entiendo porqué hay tanto interés para que el nombre desaparezca. Pero lo cierto es que, lo entienda yo o no, este movimiento existe y mucha gente importante forma parte de él, especialmente gente del sector del periodismo deportivo. ¿Podéis entonces descartar vosotros que todo esto que nos cuentan de vez en cuando las «fuentes» no sea en realidad una campaña casi conspiratoria para que se hable mal de los Redskins y de sus jugadores? Yo, sinceramente, no puedo.
Sea como sea, lo que está claro es que una cosa no quita la otra, y aunque se esté hablando mal de Robert Griffin a propósito por lo que dice y hace fuera de los terrenos de juego no podemos obviar que dentro del campo está jugando extremadamente mal. Un quarterback mínimamente decente habría aprovechado el enorme partido de la defensa y el buen trabajo de Alfred Morris ante los Niners y habría sacado adelante el encuentro. RG3 no lo hizo, porque RG3 ahora mismo es incapaz de hacer hasta eso. Porque sí, por muy buen prospecto que fuera en su día, por mucho que sea un auténtico ídolo en Baylor hasta el punto de tener una estatua en las afueras del estadio (estatua que creo que se parece más a mí que a él, pero eso es otro tema), o incluso por mucho que tuviera una temporada de rookie escandalosamente buena, ahora mismo Robert Griffin III está siendo el peor quarterback titular de toda la NFL. Y lo peor es que, viendo el panorama, esta frase parece que no dejará de ser cierta por lo de «peor» sino por lo de «titular». Y esto, seguido del más que probable divorcio posterior, casi que será lo mejor para ambas partes.