En los círculos de la NFL se suele decir que cuando tienes dos quarterbacks, en realidad, no tienes ninguno. Esta es precisamente la situación que se está viviendo en la ciudad de Washington DC desde que en la semana 2 su quarterback franquicia, Robert Griffin III, volviese a caer lesionado y Kirk Cousins se pusiese al mando de la ofensiva. Y es que este escenario no es nuevo en el equipo capitalino, que en los últimos años ha tenido que lidiar con las lesiones de RGIII, sus recaídas, las presiones para forzar su regreso, la marcha de Mike Shanahan por su enfrentamiento con él y el comienzo de la era Jay Gruden. Pero por si esto no fuese poco, Kirk Cousins, el a priori quarterback suplente, ha presentado su candidatura para, al menos, pelearle la titularidad a Griffin.
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Para entender la situación actual de los Redskins es obligado remontarse al draft de 2012. El equipo venía de un año para olvidar con un récord de 5-11 con el más que dudoso Rex Grossman como quarterback titular. Aquel año, Andrew Luck y Robert Griffin III, flamante ganador del Heisman Trophy, eran los dos prospectos más deseados. Los Colts post-Manning se llevaron a Luck y los Redskins subieron a por RGIII en uno de los traspasos más costosos de la historia del draft. A cambio del pasador de Baylor, los Saint Louis Rams recibían la segunda ronda de Wahington de ese año, más su primera ronda en 2013 y 2014. Casi sin hacer ruido, en ese mismo draft, muy alejado de la atención generada por RGIII, y dos rondas más abajo, los Redskins drafteaban otro quarterback: Kirk Cousins, procedente de Michigan State, como backup del nuevo jugador franquicia.

RGIII no tardó en convertirse en una de las sensaciones de la liga. Su juego espectacular sirvió para reabrir el viejo debate acerca de los quarterback corredores y las posibilidades de la “option” en la nueva NFL. Pero a la sombra de sus acciones espectaculares, a pocos parecía importar el tremendo castigo físico que el jugador estaba sufriendo y que, él mismo el primero, estaban dispuestos a tolerar. Ya en su campaña de rookie Griffin tuvo que abandonar el campo en varios partidos en los que fue bien sustituido por Cousins. La rodilla de RGIII dijo basta en la Wild Card contra Seahawks de aquel año, cuando todo el público fue testigo, tras un mal apoyo, que Griffin se había destrozado los ligamentos. A partir de ahí, la historia es bien conocida.
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2013 debía ser el año de su recuperación, pero los plazos se acortaron. Se puede culpar al jugador, al entrenador, a los médicos, pero lo que está claro es que el RGIII de su segundo año estaba a años luz del de su año rookie. La limitación física del quarterback se vio claramente desde la jornada 1. El antes elusivo juego de Griffin se volvió predecible al quitarle la amenaza terrestre, que se limitó mucho desde la banda y, aún por el propio jugador, al que se veía con miedo en las jugadas rotas. El problema de limitar la carrera en un pasador de estas características es que le quitas su primera reacción, es decir, que lo obligas a quedarse en el pocket cuando su tendencia natural es salir por patas. Es precisamente lo que sucedió con Griffin, que no supo adaptarse a ser un pocket passer lo que vino acompañado de un bajón considerable en su porcentaje de completos. Asimismo, la mala relación con Mike Shanahan era de dominio público hasta el punto de que el head coach se atrevió a sentar al jugador franquicia en medio de la tempestad mediática. Una decisión suicida que el técnico entendió que le costaría el puesto, pero que tuvo el valor de mantener hasta el final de temporada.
Mientras RGIII miraba desde la banda, Kirk Cousins jugó los últimos partidos de la temporada 2013. Los números del backup tampoco eran para tirar cohetes pero la sensación que transmitía era de mayor seguridad que la de Griffin. Además, como pocket passer puro el esquema ofensivo de Redskins parecía adaptarse mejor a las características de Cousins que a las de RGIII. No tardaron en salir voces en favor del suplente para reclamar, al menos, que se abriese un debate sobre qué quarterback era el más idóneo para la franquicia de la capital. En medio del debate, Mike Shanahan fue despedido y Jay Gruden, procedente de Cincinnati Bengals, fue presentado como nuevo HC. El cambio de entrenador fue entendida como una victoria de RGIII, al igual que se puso de manifiesto de que parte estaba la gerencia del equipo.

Pero la temporada 2014 no pudo empezar más ajetreada para los Redskins. A las dudas sobre la valía de Gruden como entrenado, se unió la nefasta pretemporada de RGIII y su lesión en el tobillo en el segundo partido del año. Al quarterback franquicia se le colocó la etiqueta de injury prone, al mismo tiempo que, desde varios frentes se empezaron a echar mucho de menos todos los picks dados para hacerse con el ex-pasador de Baylor. La sombra del draft bust sobrevuela en la capital. Porque el problema de sentar a RGIII, hablemos claro, no es deportivo sino económico y, más aún, de marketing. Algo así como dejar el Ferrari en el garaje para salir con un monovolumen, nuevo sí, pero un monovolumen. Y es que haber dado hasta las joyas de la abuela por un jugador que ya no te vale es señalar con el dedo directamente a la directiva que lo drafteo, y eso no hay gerencia que lo aguante. Otro frente abierto para Daniel Snyder, propietario del equipo, que ya tiene lo suyo peleando por mantener el nombre del equipo.
La opción Cousins tampoco acaba de convencer, vistas sus actuaciones en las últimas jornadas. Aunque es cierto que las derrotas han sido frente a rivales de importancia. A pesar de estar entrando y saliendo del campo en los dos últimos años, Cousins es un quarterback por desarrollar al que, además, y es justo decirlo, le falta el talento natural que sí tiene Griffin. Puede que muchos jugadores prefieran jugar con Cousins porque su estilo se adapte mejor a las características del QB pero nada parece indicar que el backup mantenga el puesto cuando RGIII esté recuperado de la lesión, facilitando mucho la decisión del entrenador de sentar a uno u otro.
Esta QB controversy está evitando que el foco recaiga sobre Jay Gruden y el rendimiento del equipo. Con la excusa de tener a su quarterback titular, por muy mal que estuviera jugando, fuera por lesión, el entrenador se está yendo de rositas. Las decisiones de la banda no están ayudando precisamente a la evolución de Cousins. La lógica dice que RGIII volverá a ser titular cuando esté recuperado. Si esto no fuese así, el pasador es probable que no aceptase la decisión y, es muy posible, que lo viésemos fuera de Washington a final de temporada. De igual modo, tampoco es extraño que Cousins fuese moneda de cambio con otro equipo, como ya se intentó el verano pasado, siempre y cuando los Redskins no se vuelvan a subir a la parra, al intentar con el quarterback suplente recuperar algunos de los picks que dieron por RGIII.