Una de las decisiones más complicadas para un front office en el mundo de la NFL tiene que ser la de elegir en el draft un quarterback para su equipo. Todos sabemos que el quarterback es el jugador más importante de una franquícia, no sólo es el jugador que comanda el ataque sino que además suele ser la cara visible de la franquícia a nivel de publicidad y de merchandising, con lo que acertar con esa elección parece clave para dibujar el futuro a corto y medio plazo de una franquícia. Y además, para qué negarlo, cuando un equipo tiene que elegir un quarterback en el draft normalmente es porque las cosas en el campo les van mal o muy mal, suelen necesitar un giro en su rumbo y nada mejor que un nuevo quarterback para dar ese giro. Pero el draft tiene un gran inconveniente y es que hay que elegir a los jugadores sin saber exactamente cómo van a rendir en la NFL, algo que en el quarterback se vuelve más crítico al tratarse de una figura tan importante.
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En un mundo ideal lo suyo sería tener un periodo de prueba, draftear con ticket regalo por si acaso o algo que permita a los equipos ver por dónde van a ir los tiros cuando ese jugador juegue en su equipo, pero va a ser que eso en la realidad no existe. Así pues, elegir jugadores en el draft no es como ir a una tienda y comprar zapatos o ir al concesionario a por un coche, situaciones en las que además de poder leer las características del producto y verlo todo lo que se quiera, también se puede probar antes de comprarlo. Draftear a un quarterback sería quizá más comparable a comprar un retrete. Ojo, antes que nada, no quiero que nadie se me enfade ni se ofenda con la comparativa (y pido perdón si alguien se siente ofendido con ella), aunque haya referencias ocasionales no estoy diciendo que los quarterbacks sean letrinas, inodoros o directamente mierda, que luego estas comparaciones se malinterpretan y se sacan de quicio, pero sí que pienso que en algunos aspectos estas dos decisiones se parecen razonablemente. Sí, en serio lo digo. Y eso es básicamente porque en ambos casos, a pesar de que puedes mirar y remirar tanto como quieras y a diferencia de los anteriormente mencionados coches o zapatos, no vas a poder probar el producto antes de adquirirlo. ¿Os imagináis la escena? «Disculpe, buenas tardes, me gustaría defecar en este retrete y en este otro antes de comprarlos para comparar en cual me siento mejor, ¿me ayuda a llevarlos al probador o puedo hacerlo aquí en medio?». Yo no sé vosotros pero, aunque tendría su parte de gracia, no parece algo demasiado común por decirlo de alguna manera. Pues algo parecido pasa con draftear un quarterback, los equipos le podrían pedir a Goodell que le dejara algunos jugadores para 4-5 partidos y luego ya se vería si se los quedaban o no, estaría muy bien para los equipos pero veo bastante improbable que suceda. Con lo cual aquí se genera un problema, y es que elegir algo importante sin saber exactamente qué tan cómodo se va a sentir uno cuando lo use siempre supone una incógnita.
Porque luego llega la segunda parte, y es que al existir esa duda respecto si el producto recientemente adquirido va a satisfacer plenamente nuestras expectativas, muchos se preguntan qué hay que hacer con él. Existen varias estrategias a la hora de abordar este problema, todas ellas válidas si se llevan a cabo en el escenario adecuado. Entiendo que lo normal probablemente sea tener el impulso irrefrenable de estrenar el retrete nuevo cuanto antes porque lo acabas de comprar te hace muchísima ilusión. Pero claro, eso sólo suena extremadamente bien si tienes un cuarto de baño apañado, limpio y en unas condiciones generales decentes, si por el contrario tu cuarto de baño está lleno de humedades y hay cucarachas correteando por el suelo quizá instalar un retrete brillante y reluciente no es la mejor de las opciones. Igual en ese caso sería más sensato seguir usando el viejo y, mientras se pueda seguir usando, ir limpiando un poco el cuarto de baño e ir comprando otros artículos para que, cuando el nuevo sea instalado, todo quede en consonancia y funcione mucho mejor. Lógico ¿verdad? De hecho suena tan lógico que ha habido gente que ha seguido esa táctica hasta que el retrete viejo ha sido demasiado incómodo para seguir usándolo o hasta que directamente se ha roto por completo. Incluso ha habido gente que sigue usando el retrete viejo a pesar de tener uno nuevo porque en el fondo tampoco está tan mal, reservándose el nuevo para el futuro. Pero no, obviamente tenía que haber alguien que ha ido corriendo a poner su retrete nuevo en su cuarto de baño en pésimas condiciones con lo que, como también es lógico, en tan sólo un mes ya se ven las primeras telarañas aposentadas en su estructura y como la gotera del techo ha empezado a ensuciarlo de forma irremediable. Y obviamente, y ya dejando un poco de lado la metáfora porque seguir usándola me está empezando a saber mal hasta a mí, ese alguien tenían que ser los Oakland Raiders.
Sí, los Raiders han hecho exactamente eso, han ignorado el estado de su plantilla y han puesto a jugar desde el primer día a Derek Carr, quarterback elegido en segunda ronda del pasado draft y aparentemente futuro quarterback franquícia del equipo. ¿Y qué ha pasado? Pues que a la semana 4 los Raiders han despedido a Dennis Allen por malos resultados. Sencillamente patético. ¿Álguien en serio era tan ingenuo que esperaba que los Raiders mejoraran un huevo y medio simplemente poniendo a Carr como quarterback en vez de McGloin? Pues por lo que se deduce de este despido, se ve que el owner del equipo Mark Davis sí (efectivamente, Mark Davis hijo de Al Davis, por si os lo preguntábais). Y va a ser que no. Y lo siento mucho porque no son un equipo que me caiga explícitamente mal, pero así les va. Tiene huevos que a estas alturas tengamos que estar repitiendo lo mismo una y otra vez pero al parecer hay que seguir haciéndolo. El éxito de un equipo pasa por el quarterback, eso es evidente, pero también pasa porque el resto del equipo esté bien construido y tenga un mínimo de nivel, algo que los Raiders no tienen ni por asomo. Así pues, aunque Derek Carr fuera el nuevo Peyton Manning (que siendo elegido en segunda ronda lo esperable sería que no), es inexplicable que en los Raiders pretendieran mejorar el nivel del año pasado simplemente poniendo a un quarterback rookie a jugar alrededor de esa plantilla. Y más inexplicable aún que, al no obtener los resultados que se buscaban, se decida echar al entrenador cuando solamente llevamos cuatro jornadas de liga. Que no estoy juzgando si había que echarle o no, pero eso era una decisión que se tenía que haber tomado en febrero del año pasado, no ahora, porque las cosas no han cambiado tanto desde entonces y si lo han hecho no ha sido por culpa de Allen.
No olvidemos que esta offseason sus dos mejores jugadores en 2013 (Jared Veldheer y Lamarr Houston) han salido de Oakland, no sabemos si porque no les han querido dar el dinero que pedían o simplemente porque han huido de ahí por patas a la que han podido. Tampoco olvidemos que la gran mayoría de sus fichajes presentaban muchas dudas acerca de su futuro rendimiento, jugadores como Justin Tuck, Lamarr Woodley o Maurice Jones-Drew podía parecer que buscaban dinero fácil y no compromiso con un equipo. También otras áreas importantes del juego como la secundaria no fueron debidamente mejoradas, hasta el punto de que un Charles Woodson que está a punto de hacer 38 años es de largo el mejor jugador de esa unidad. Con lo cual, si la defensa no rinde al nivel de los nombres que tiene, la línea de ataque presenta bastantes dudas y el cuerpo de receptores es el peor de toda la NFL (con el permiso del de New England), se ponga a quien se ponga como quarterback el equipo va a seguir jugando mal. ¿Y tiene Dennis Allen culpa de alguna de esas cosas? Por supuesto que no. Por lo tanto, cargarse al entrenador en la semana 4 teniendo en cuenta este panorama me parece una decisión infantil de alguien que cree que está jugando al Madden en vez de ser consciente de que está llevando una franquícia de la NFL. Que por cierto, para acabar de redondear el asunto, se ve que a Dennis Allen lo despidieron por vía telefónica. No sólo la decisión es pésima sino que la forma es igualmente deplorable.
It’s nice of the NFL to let the people in Europe experience how awful the Oakland Raiders are.
— Faux John Madden (@FauxJohnMadden) septiembre 28, 2014
Pero lo peor no es eso. Lo peor es que aquí, aparte del fulminantemente despedido Dennis Allen y de los sufridos fans a quienes habría que hacer un monumento por seguir siendo fieles a esta franquícia tan horriblemente llevada, el mayor perjudicado es el propio Derek Carr. Tiene narices porque normalmente sería reticente a hacer paralelismos simples con un familiar, pero es que en este caso la situación de Derek Carr va camino de ser muy parecida a la que ya sufrió su hermano David en los inicios de los Houston Texans. David Carr llegó como quarterback y líder de un equipo totalmente en formación y, como buen equipo en formación, o estaba muy verde o era malo hasta decir basta. Total, que se convirtió en lo que comúnmente se conoce como quarterback piñata. Y después de varias temporadas de mediocridad en las que ciertamente no hizo nada destacable, se decidió que no servía y Houston pasó página. El caso es que nunca llegaremos a saber si esa mediocridad fue debida a que él no daba más de sí porque quedó camuflada entre piño y piño que le fueron dando las defensas rivales, o dicho de otra manera, nunca supimos (ni sabremos) si David Carr era bueno o malo porque la incompetencia de los jugadores que le rodeaban no nos dejaron ver más allá. Y lo mismo le puede pasar a Derek Carr, aunque en este caso no sería por culpa de la línea ofensiva, que de momento está aguantando bastante bien, sino por culpa de la falta evidente de playmakers en el equipo.
Obviamente no es algo que se pueda tomar como un axioma después de solo cuatro partidos de carrera en la NFL, pero de momento Carr ha salido a jugar en un equipo donde su supporting cast deja mucho que desear. Porque no nos engañemos, no os pregunto si conocéis algún receptor de los Raiders porque obviamente alguno saldrá, pero ¿cuántos de vosotros tenéis algún receptor de los Raiders en vuestro equipo de fantasy? Y los que lo tenéis, ¿lo tenéis de titular? Pues eso. Los Raiders no tienen ningún tipo de arma ofensiva para que Carr pueda sentirse relativamente cómodo y coger confianza, y si a eso le sumamos un juego de carrera francamente inexistente tenemos un ataque que muy difícilmente podrá brillar. Volviendo un poco a lo del principio, ¿qué sentido tiene poner a Carr a jugar en estas condiciones? Algunos lo llamarán rodaje, pero no es más que una guarrada enorme para el quarterback. Si el equipo está muy lejos de ser un equipo medianamente competitivo, poner a un quarterback rookie a jugar no es hacerle coger experiencia sino llenarle poco a poco de frustraciones, miedos y cabreos, primero porque jugar en este entorno ya tiene lo suyo pero después porque, como centro del ataque que representa que es, la gran mayoría de críticas por el juego del equipo le lloverán a él. Sí, a pesar de ser un rookie y a pesar de que la culpa no sea mayoritariamente suya. Y lo peor es que, aunque este año ya es tarde para cambiar las cosas, en el fondo nadie se fía de que esta situación no perdure durante varios años más. Si los Raiders siguen el mismo camino que hasta ahora (y de momento nada parece indicar que dicho camino vaya a cambiar mucho), Carr tendrá que desarrollarse como jugador y liderar el ataque de su equipo teniendo un supporting cast con un nivel que oscilará entre pésimo y regular, algo que desde luego no parece la situación ideal para él ni para el equipo. Pero sobre todo para él, porque si dentro de cuatro años (o quizá menos) los Raiders no han remontado el vuelo y siguen siendo uno de los peores equipos de la NFL se culpará del fracaso a Derek Carr, se dirá que no sirve para esto y que hay que buscar otro quarterback. Y realmente no sabremos si tiene la calidad suficiente para ser quarterback o no porque quien realmente no ha estado a la altura son los jugadores que le rodean y, mucho más importante, la gente del front office que se tendría que haber encargado de construir un buen equipo a su alrededor con el que Carr pudiera alcanzar todo su potencial.
Pero en fin, la única realidad es que ahora el equipo encara lo que queda de temporada con Tony Sparano a los mandos (sí, el mismo Tony Sparano que estuvo en Miami de entrenador hace no tanto) y con Derek Carr como quarterback titular. O sea, por un lado otra temporada probablemente tirada a la basura por parte de los Raiders y, por el otro, un año de rookie para Derek Carr muy lejos de ser el deseado si querían convertirle en su nuevo quarterback franquícia. O dicho de otra manera y volviendo un poco a la metáfora inicial, gracias al manejo que los Raiders han hecho de él, lo que tenía pinta de ser un quarterback que te cagas está siguiendo el camino óptimo para convertirse en ese jugador en el que todo el mundo se va a cagar. Esperemos que en Oakland puedan reconducir la situación a tiempo antes de que sea demasiado tarde y seamos todos los fans los que nos caguemos en ellos por desperdiciar a un jugador tan prometedor.