¿Cuál pensáis que ha sido la imagen del fin de semana en la NFL? Muchos diréis que el baile de Anthony Castonzo para celebrar su touchdown, un baile que a mí personalmente me recordó muchísimo al baile de Dhalsim cuando ganaba un combate en el Street Fighter. Otros dirán que Mark Sanchez intentando recoger un fumble del suelo como quien recoge setas en el bosque y obviamente fallando en el intento, propiciando así un touchdown fácil para los Packers. Pues no, ninguna de las dos, ni de lejos. Para mí la imagen del fin de semana en la NFL ha sido la del aficionado de los New Orleans Saints que le quita el balón souvenir a la aficionada de los Bengals. Hay que joderse, qué tío más cascarrabias, rancio, rastrero, cutre, triste, cualquier adjetivo me vale siempre y cuando ilustre la bajeza y el patetismo implícito que lleva ese gesto. Forcejear con una aficionada del equipo rival para conseguir un balón que el jugador lanza claramente a ella como regalo es de un nivel muy bajo. ¿Para qué quiere un aficionado de los Saints el balón con el que el rival ha anotado un touchdown? ¿Se lo va a contar a los nietos? Mirad niños, este es el balón con el que Jermaine Gresham anotó un touchdown el día que los Bengals nos dieron por saco. Oh, espléndido. Cualquiera que tuviera un poco de orgullo de equipo ni tan siquiera querría ese recuerdo, y de hecho así lo hacen en algunos campos de béisbol devolviendo al campo los home runs del equipo rival. O incluso mejor aún, ¿le va a contar a sus amigotes como le robó el balón y la ilusión a la pobre aficionada que tenía al lado? Qué tristeza, en serio. Ahora bien, aunque estoy lejos de compartir sus actos, en el fondo entiendo lo que los motivó. Ese aficionado está viendo como su equipo está perdiendo sobradamente contra un rival que venía de hacer el ridículo la semana anterior, está viendo como su equipo va a perder su segundo partido consecutivo en casa por primera vez desde hace un montón de tiempo, está viendo como un equipo que había maravillado con su ataque hace no demasiado tiempo está desplegando en este partido un juego aburrido, previsible y pobre. En resumen, es un aficionado que está puteado. Y cuando uno está puteado lo que menos desea en el mundo es la felicidad del que está a su lado, especialmente si dicha felicidad depende de él. Triste pero cierto.
Pero no creo que sea un caso aislado. Probablemente no hasta el punto de ser tan rancio como para actuar así, pero creo que la palabra que mejor define ahora mismo el estado de ánimo de los aficionados de los Saints es que están puteados. Y la verdad es que no me extraña. Y es que excepto el partido contra Green Bay, en el que se encontraron con una lesión de Aaron Rodgers y dos intercepciones que vinieron de manos de los receptores rivales, y los poco más de 15 minutos de lucidez ante Tampa Bay en los que remontaron el partido, lo cierto es que a los Saints no les ha salido absolutamente nada bien esta temporada. Ante los Falcons, después de ponerse por delante faltando algo menos de minuto y medio, les empataron con el reloj a cero y luego les ganaron el partido con dos field goals de más de 50 yardas. Ante los Browns, volvieron a perder por culpa de un field goal con el tiempo prácticamente agotado. Ante los Lions, encajaron dos touchdowns en los últimos cinco minutos y acabaron perdiendo por un punto. Y ante los Niners, además de ver como les empataban el partido faltando menos de un minuto después de un (para ellos) desesperante pase largo de Kaepernick a Crabtree en cuarto down, vieron como los árbitros les anularon un touchdown en el último hail mary por un pass interference ofensivo que, para no meterme en jardines más grandes, voy a catalogar como demasiado teatral. Es normal que los aficionados estén puteados, ni la situación actual es a lo que el equipo les ha tenido acostumbrados en los últimos años ni su récord es el que a principio de temporada esperaban conseguir, y el sentimiento se entiende mejor si uno se da cuenta de que con un poquito más de suerte los Saints podrían llevar perfectamente 6 o 7 victorias en su casillero y dominar ampliamente su división. Pero sinceramente, lo mejor será que en New Orleans se vayan acostumbrando a esto porque el puteo puede que no haya hecho más que empezar. Porque los problemas subyacentes de los Saints son mucho más graves que esta pizca de suerte que les ha faltado durante buena parte de la temporada, tanto los obvios como los que no son tan obvios.
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Los obvios son precisamente eso, obvios. New Orleans hace mucho tiempo que tiene problemas defensivos muy graves, son un equipo blando contra el juego de carrera y poco solvente en la cobertura de pase. Pero, al contrario que otros equipos con problemas endémicos, no podemos decir que los Saints hayan ignorado sus problemas defensivos. De hecho, el front office de los Saints parece que siempre ha tenido claro cuales eran las deficiencias del equipo y ha intentado un montón de cosas para solucionarlas durante los últimos años. Por ejemplo, desde la polémica salida de Gregg Williams del equipo los Saints han tenido dos coordinadores defensivos de mucho prestigio, Steve Spagnuolo y Rob Ryan, pero el primero tuvo una temporada horrible en 2012 y fue despedido al final de la misma mientras que el segundo es el foco de las iras de cualquier fan de New Orleans sobre la faz de la tierra. Se ha intentado pero no ha funcionado. Por otra parte, en los últimos años el equipo no ha escatimado esfuerzos a la hora de reforzar la defensa, ya sea vía agencia libre (con los fichajes de jugadores como Curtis Lofton, David Hawthorne, Brodrick Bunkley, Keenan Lewis o Jairus Byrd) o gastando primeras rondas en el draft (caso de Patrick Robinson, Cameron Jordan o Kenny Vaccaro). Pues nada, aunque todos ellos son titulares en esa defensa, ninguno de ellos es ni uno de los mejores jugadores en su posición en la NFL, ni tan siquiera un jugador que marque las diferencias. O sea que en este aspecto el equipo también lo ha intentado pero tampoco ha funcionado. Entonces, ¿qué es lo que pasa? ¿Puede ser que un equipo tenga tanta mala suerte de intentar mejorar defensivamente en repetidas ocasiones y de formas distintas y que el resultado sea mínimo en todos y cada uno de esos intentos? Por poder ser puede ser, puede que los Saints hayan tenido la mala pata de contratar a dos coordinadores y casi una decena de jugadores aparentemente buenos y que ninguno de ellos haya respondido a las expectativas, pero casualidades en este deporte hay muy pocas así que es posible que haya una explicación más razonable a esta situación. Y a mí se me ocurren dos teorías que no sólo no tienen porqué ser excluyentes sino que probablemente están interconectadas.
La primera es que los entrenadores de posición de los Saints son muy flojos e incapaces tanto de hacer rendir a los fichajes como de hacer evolucionar a los jugadores drafteados correctamente. O decidme, ¿hay algún jugador defensivo de los Saints que en los últimos años haya evolucionado y consolidado su buen rendimiento en la liga? Pues no, no lo hay. Los únicos dos casos discutibles serían quizá los de Cameron Jordan y Junior Galette, pero ni estos casos podría comprar; Jordan empezó su carrera en la NFL siendo un defensive end dominante pero parece que se ha estancado seriamente en su progresión mientras que Junior Galette tuvo un año 2013 excepcional (algo que le valió para conseguir una renovación probablemente demasiado cuantiosa) pero que en este 2014 no está tan fino como el año pasado. Y estos son los dos mejores casos. Hay casos de jugadores mediocres (o «con potencial», como gusta llamarles ahora) que no han dado nunca un paso al frente y no han demostrado el valor que se les suponía (como Patrick Robinson), e incluso hay casos de jugadores que han involucionado desde que llegaron a los Saints como el de la pareja de safeties. Este último es precisamente el caso más preocupante. Kenny Vaccaro tuvo un año 2013 muy prometedor en el que mostró todas las cualidades que le valieron para ser drafteado muy pronto en el draft y los Saints, con buen criterio, apostaron por complementarle con el mejor safety disponible en la agencia libre para tener así una secundaria demoledora. El problema es que lo que sobre el papel era un plan perfecto ha resultado ser un plan de mierda. En el tramo inicial de temporada, antes de que Byrd se lesionara para el resto de temporada, la dupla Vaccaro-Byrd ya dió síntomas de dar pena. Son buenos jugadores, porque hemos visto que son buenos, y han empeorado en el seno de la franquícia. ¿Cómo puede ser eso? Pues eso no puede ser más que culpa de la gente que les pone sobre el campo, que les dice qué tienen que hacer y que les enseña cómo jugar. No se me ocurren muchas más explicaciones la verdad. Pero claro, igual que pasa con los coordinadores de defensa, entrenadores en las distintas posiciones defensivas ha habido varios durante los últimos años, la misma excusa podría valer para ellos que para Spagnuolo o Rob Ryan. Y sí, quizá haya algo de eso, pero sí que existe un denominador común, y ahí es donde entra mi segunda teoría. Hay un entrenador de posición que no ha cambiado desde que Sean Payton entró al puesto de head coach: el entrenador de linebackers (y curiosamente también assistente de head coach) Joe Vitt.
Vitt llegó a los Saints en 2006 para ayudar a Sean Payton como un asistente del head coach, como alguien que complementara los conocimientos de Payton con experiencia, algo lógico puesto que el de los Saints era el primer trabajo como head coach para Payton. Desde entonces, Vitt se ha convertido en la mano derecha de Payton y se ha convertido sin duda en la segunda figura más importante en el coaching staff de los Saints hasta el punto de que, cuando Sean Payton fue suspendido para toda la temporada 2012, no fue ni el coordinador ofensivo ni el coordinador defensivo quien estuvo a los mandos del equipo, sino que fue Joe Vitt. Y tanta es la influencia de Vitt en ese vestuario que muchos, medio en broma medio en serio, comparan su figura como la de un consigliere de la mafia italiana. Ahí queda eso. O sea, resumiendo, que probablemente Vitt hace y deshace en ese equipo como le sale de las narices. Y eso, lejos de ser algo positivo para el equipo, es algo que muchas veces interfiere con el trabajo de otros compañeros, y eso puede incluir tanto a los diferentes entrenadores de posición como al mismísmo coordinador defensivo. O en otras palabras, que la presencia de Joe Vitt revoloteando por allí puede que tenga a Rob Ryan bastante puteado. Ojo, con eso no le estoy exculpando por completo, su tendencia a lanzar blitzes como quien lanza arroz a una pareja recién casada justo al salir de la iglesia seguro que también influye en el pésimo rendimiento de esa defensa, pero tampoco puede recaer toda la responsabilidad en él. Por lo tanto, independientemente de si Rob Ryan sigue en el equipo, y aunque sea una decisión complicada por la relación que le une a Sean Payton, si los Saints quieren evolucionar en defensa deben deshacerse de la figura de Joe Vitt, porque Payton ya no le necesita como asistente experimentado y desde su posición de entrenador de linebackers, no sólo no está haciendo evolucionar a los jugadores que directamente están a su cargo sino que da la sensación de que está incapacitando la progresión de toda la unidad.
Pero no todos los problemas de los Saints son defensivos, y ahí entramos en los problemas menos obvios. Porque cuando uno suma los conceptos «Saints» y «problemas» en una misma frase, el último resultado que se le viene a la cabeza es Drew Brees. Pero no debería ser así, porque Drew Brees es un problema. No se trata ahora de hacer una larga disquisición sobre la calidad de Brees, ha sido durante mucho tiempo y sigue siendo un excelente quarterback aunque sus habilidades hayan disminuido un poco desde la temporada pasada por un tema de edad (que el chaval está ya en 35 años y está empezando a quedarse calvo de forma muy crítica). De hecho, la mayoría de cosas negativas que se han dicho últimamente sobre Tom Brady podrían haber sido aplicadas a Brees y no habría pasado nada, obviamente habría seguido siendo una aberración intentar retirar a Brees (como lo fue con Brady) pero se podría decir que la disminución de la precisión en el pase largo o la tendencia exagerada a buscar su tight end son argumentos que casan perfectamente con ambos quarterbacks. Pero no quiero entrar a juzgar la calidad de Brees, porque dudar de su calidad es una burrada, sino que lo que me preocupa sobre Brees es su motivación. Me da la sensación de que Brees está hasta los huevos de todo esto. Y cuando digo «todo esto» es porque no sé si está hasta los huevos de sus compañeros, de su entrenador, de este equipo o del football en general, pero su actitud no me transmite buenas sensaciones para nada. Y no hace falta ir más allá que el partido ante los Bengals de este pasado domingo para darse cuenta de ello. No sé a vosotros pero a mí me dió la sensación de que Brees jugó el partido para cumplir el trámite e irse a casa, como el que hace su jornada laboral calentando la silla porque no tiene más remedio que estar ahí pero que no pone ningún tipo de esfuerzo en su trabajo. Viendo su actuación, pensé que perfectamente podría ir acompañada de un hilo musical refunfuñante donde la secuencia «ya está bien, ya me dirás que estoy haciendo aquí currando un domingo cuando podría estar en mi casa, mira, toma pase a 3 yardas, ¿contento?, venga a ver si se acaba esto que quiero pirarme ya» se repitiera en bucle durante horas y horas. O dicho de otra manera, parecía que Brees estaba jugando puteado. Y es que durante todo el partido pero muy especialmente durante la segunda parte, cuando lo Saints iban muy por detrás en el marcador, el ataque estuvo jugando sin prisas, lento al terminar la jugada y lento al alinearse, Brees no intentó buscar pases largos sino que soltó una cantidad de checkdowns inexplicable para un quarterback de su calibre. Joder, que el fullback hizo cuatro recepciones, ¿en serio era Brees ese del 9 a la espalda? Pues sí, lo era, y en este partido en vez de mostrar el dinamismo habitual se limitó a hacer lo justo para que no se criticara su actuación pero algo que a la vez era totalmente insuficiente para poder remontar el partido. No sé si fue por contagio del ritmo lento de los Bengals o por desidia propia pero pareció que los Saints, con Brees a la cabeza, no parecían ningún tipo de ganas ni fuerzas de ganar ese partido. Y un equipo con tantos problemas defensivos no se puede permitir el lujo de tener un ataque sin chispa y un quarterback que parece no tener ganas de jugar.
Igual el próximo párrafo entero es una paja mental porque ese pasotismo ha sido simplemente un caso aislado, pero ¿y si no lo ha sido? ¿Y si Brees realmente estuviera jugando puteado? ¿Qué motivos podría tener para ello? ¿Es la pérdida de protagonismo del juego de pase respecto al juego de carrera? No lo creo, precisamente teniendo en cuenta que hacia siglos que todos esperábamos que Mark Ingram se convirtiera en el buen corredor que todos intuíamos que era, no tiene ninguna lógica que ahora que Brees puede sacarse un poco de presión de encima estuviera molesto con ello. ¿La línea ofensiva entonces? Terron Armstead ha mejorado una barbaridad de la temporada pasada a esta, y los Saints han encajado 14 sacks en 10 partidos, creo que Brees no puede tener ninguna queja en este aspecto. ¿Es el rendimiento de la defensa entonces? Puede ser. No nos engañemos, la carrera de Jeremy Hill cruzándose todo el campo faltando segundos para terminar la primera parte es de las jugadas más desmoralizantes que se pueden dar en un partido de football. Es una jugada de carrera obvia, es la última jugada antes del descanso, Cincinnati tiró la carrera pues porque a Dalton le debía dar palo arrodillarse, ¿cómo cojones permites que Hill haga 62 yardas, luego le placas faltando un segundo para que puedan pedir un tiempo muerto y le regalas tres puntos a tu rival? Entiendo que esta jugada putee a Brees, a los aficionados de los Saints y hasta a los aficionados que no sean de los Saints, pero aún así tampoco es la primera vez que la defensa de los Saints le falla a Brees y nunca habíamos visto esa actitud, así que es muy posible que haya algo más. Y sólo queda el cuerpo de receptores ¿no? Pues sí, y efectivamente creo que por ahí pueden ir los tiros. Mucho se habla de la obstinación con la que Drew Brees busca siempre a Jimmy Graham en situaciones comprometidas aunque esté en doble cobertura. Sí, es verdad, Brees siempre busca a Graham cuando está en apuros, pero más allá de la razón inmediata de que Graham es un pedazo de tight end como la copa de un pino esto tiene otro significado entre líneas, y es que muy poco se habla de que Brees no confía demasiado en su cuerpo de receptores. O más concretamente, de que no confía prácticamente nada en su receptor #1. Y no le culpo, porque Marques Colston hace mucho tiempo que es un receptor de los que tiene mucho nombre pero rinde más bien poco.
#Saints Sean Payton admits after watching tape he saw what fans probably saw: Not enough emotional energy … Enthusiasm. Too flat.
— Mike Triplett (@MikeTriplett) noviembre 17, 2014
Muy pocos receptores primarios son tan poco protagonistas en el juego de pase de su equipo como lo es Colston en los Saints. A pesar de que los Saints pasan el balón como campeones (Brees es cuarto en la liga en yardas de pase), Colston ocupa el puesto 40 en el ranking de yardas de recepción con unas extraordinarias 536 yardas (53,6 por partido), un promedio bastante deprimente para un receptor estrella. Eh, pero con un touchdown. No de promedio, un touchdown en total. Maravilloso. Pero si esto os parece escaso, aún más clarificador resulta el porcentaje de yardas de pase de Brees que son recibidas por Colston. Resulta que sólo el 17,5% de las yardas de pase de Brees han sido para Colston, una cifra que quizá no dice mucho así en solitario pero que es más explicativa cuando se compara con la de otros receptores primarios en equipos pasadores como Jordy Nelson (36,3%), Antonio Brown (35,5%), Demaryius Thomas (33,5%) o TY Hilton (28,4%). O si queréis hacer la comparación con New England por eso de tener un tight end dominante, el porcentaje de yardas de Edelman en las yardas de pase de los Patriots es del 22,9%. Se le compare con quien se le compare, Colston está muy por detrás. Pero ya no es sólo que Colston no consiga yardas debido a sus numerosos drops y rutas dudosas, es que ya ha llegado un punto en el que parece que Brees no confía en su receptor estrella. Y también hay datos que refuerzan este extremo. Sin haberse perdido ni un solo partido, Colston está rankeado el número 69 de toda la NFL en recepciones y el número 57 en targets (o sea, en veces que le han lanzado el balón). Lejos de ser los números típicos de un receptor estrella, os voy a dar algunos nombres de jugadores que están más o menos en estos números para poder comparar: Mychal Rivera, Riley Cooper, Robert Woods o también Calvin Johnson, jugador que recordemos que se ha perdido casi la mitad de lo que llevamos de temporada por lesión. Ésta es la complicidad que tiene Drew Brees con su receptor principal. Un panorama fantástico. Porque sí, es muy divertido ver una bomba a Kenny Stills o jugadas diseñadas para que Brandin Cooks tenga espacio con el balón en las manos, y además estoy seguro de que Brees está contento con poder jugar así de vez en cuando, pero en los momentos calientes un quarterback necesita algo más que fuegos artificiales. Y ni Colston le proporciona ese algo más ni Brees cree que se lo vaya a proporcionar, lo cual hace que todos los balones comprometidos vayan al mismo lado, lo que a su vez provoca esa avalancha de críticas cuando le caen intercepciones por ello. Y es posible que Colston esté puteado por ser ninguneado en muchas ocasiones, pero este caso es distinto porque si está puteado es esencialmente por su culpa, porque la confianza no es algo que aparezca como por arte de magia sino que hay que ganársela día a día y Colston hace tiempo que parece ser que no lo hace. Y francamente, solucionar el hipotético puteo de Colston es mucho menos importante que solucionar el de Brees, así que lo suyo sería que los Saints adquirieran un receptor primario sólido como alternativa a Jimmy Graham en la zona intermedia, algo que seguramente haría que viéramos a un Brees con más chispa y más verticalidad en ataque, una de las cosas que ha hecho especial a este equipo en los últimos años. Y no al Brees puteado que vimos el domingo.
Así pues, como véis en New Orleans hay un montón de gente que está puteada, pero aunque parezca paradójico eso no tiene necesariamente que ser algo malo. Porque como vimos el domingo, cuando uno está puteado lo que no quiere es que el de su lado sea feliz. Con lo cual, en un comportamiento similar al del fan puteado en la grada pero mucho menos patético, la reacción natural de los Saints en la situación en la que están debería ser la de quitarle la NFC Sur a unos Falcons y Panthers que la están empezando a recibir con los brazos abiertos como si de un balón regalado se tratara. No es algo nada descabellado, a pesar de todos estos problemas y del récord de 4-6 que llevan ahora mismo, el nivel global horrible de su división hace que los Saints aún estén empatados en el liderato, con lo cual aún tienen opciones muy grandes de ganarla. Y hay que recordar que si ganaran la división no sólo se clasificarían para Playoffs sino que además tendrían el primer partido en casa. Y en ese caso, con unos aficionados que probablemente ya no estarían tan puteados, serían precisamente los Saints los que podrían acabar puteando a más de uno.
The Falcons are in first place! …… at 4-6 — Faux John Madden (@FauxJohnMadden) noviembre 16, 2014