Momento de paso por La Carnicería para recoger kilo y medio de chuletas de cerdo bien desmenuzadas y, para chuletón, el que se han llevado los Chiefs al comenzar la temporada.
Por Axel Andrés
Después de mi artículo sobre el señor Ramiro de la semana pasada, y visto lo que luego hizo en el partido de los Cowboys ante los 49ers (que no nos engañemos, será más por el aguante físico porque a nivel de juego visible tampoco fue para tanto), he recibido una avalancha de peticiones acerca de cosas sobre las que escribir. La razón es muy sencilla, la gente mantiene que mis artículos tienen una especie de propiedad mística que consiste en arreglar todos los temas sobre los que escribo. Pero sintiéndolo mucho eso no es cierto. Y como no soy ni un curandero ni Aramis Fuster no me voy a aprovechar de mis supuestas propiedades mágicas, así que voy a romper a propósito mi racha de uno hablando sobre algo que a estas alturas ya no tiene arreglo: voy a hablar sobre los pobres Kansas City Chiefs.
¿Pero qué dice este tarado, estamos en la semana 2 y ya los está enterrando? Pues sí, ya los estoy enterrando, y son muchos factores los que me llevan a hacerlo. Para empezar el más evidente de todos, llevamos dos jornadas y los Chiefs llevan un balance de 0-2 con un marcador conjunto de 10 puntos a favor por 89 en contra. Desglosando los partidos no salen mucho más favorecidos, en la primera semana perdieron en casa ante Buffalo por 41-7 mientras que en la segunda semana se superaron a sí mismos al lograr un meritorio 48-3 en casa de los Detroit Lions. Que ni hecho aposta vamos. Pero sigamos con los fríos números, que el desastre no termina ahí. Los Chiefs llevan una media de 5 puntos por partido (últimos en la NFL), 240 yardas ofensivas por partido (antepenúltimos en la NFL), 110.5 yardas de pase por partido (últimos en la NFL) y, lo peor de todo, 44,5 puntos encajados por partido, no sólo últimos de la NFL sino que están a dos touchdowns por partido del penúltimo.
¿Convencidos ya de que este no es su año? Pues esperad que sigo.
Algunos diréis que me he dejado una estadística para la esperanza, y tenéis razón… pero ya no. Sus 12,.5 yardas de carrera por partido les sitúan séptimos en la NFL, algo que dista mucho de las estadístcas comentadas anteriormente, pero esto ya no sirve de nada. Y es que como todos ya supongo que sabréis a estas alturas, Jamaal Charles, corredor estrella y autor del único touchdown de Kansas City en toda la temporada, se rompió el ligamento cruzado anterior en su rodilla izquierda en este último partido; o dicho de otra manera, su rodilla se fue a tomar por saco y ya no volverá en lo que queda de temporada. Pero es que tampoco es la primera lesión grave que sufren los Chiefs este año puesto que en pretemporada ya pusieron al tight end Tony Moeaki en injury reserve, algo que no es anecdótico pero sí solucionable, y la semana pasada tuvieron que hacer lo mismo con el safety Eric Berry, algo mucho menos solucionable. O sea que en sólo dos semanas Kansas City ha perdido a su referente ofensivo, a su referente defensivo y a uno de los pilares del juego de pase.
¿Convencidos ya de que este no es su año? Pues esperad que sigo.
Algunos diréis que no con las lesiones se acaba el mundo, que el año pasado la conexión entre Matt Cassel y Dwayne Bowe funcionó de forma espectacular y que con el añadido de Jonathan Baldwin vía draft (jugador que por cierto aún no ha debutado, como no podía ser de otra manera, por culpa de una lesión) sólo puede ir a mejor. Obviando el tema de que sin el mismo juego de carrera las defensas rivales se pueden centrar en parar el juego de pase, hay algo que está lastrando a este equipo mucho más de lo que parece. Algo que tiene nombre y apellido. Algo que empieza por Todd y acaba por Haley. Y no doy más pistas. Los más avispados supongo que habréis adivinado de quien se trata. Pues bien, es obvio que el entrenador no tiene la culpa de todos los males de su equipo, pero tampoco le veo con capacidad para poder solucionarlos. Es un tío al que no se le ve absolutamente nada, ni que sepa de football (buena parte de su fama como coordinador ofensivo se la debe a Kurt Warner y a Larry Fitzgerald), no parece que maneje el vestuario, no tiene carisma, va a los conciertos de Lil Wayne (que no viene a nada pero como a mí me parece espantoso lo pongo por ahí a ver si cuela),… y lo peor de todo, fue incapaz de tragar con Charlie Weis. Dos se pelean a media temporada y uno se pira al final de la misma, hasta ahí ningún problema porque es una situación bastante habitual en este deporte; el problema viene cuando después de este lamentable inicio de temporada se empieza a hacer evidente que el que realmente valía de la parejita era Weis, precisamente el que se marchó. Por eso el ataque de los Chiefs se está mostrando plano, soso, sin ideas y sin capacidad de sorprender, porque Haley ya no tiene a su lado un coordinador de ataque que le saque las castañas del fuego ni un quarterback relativamente decente que tenga algo de idea de como manejar un ataque. Porque hay que recordar que, después de dos años en los que estuvo bajo las órdenes de Josh McDaniels y Charlie Weis, ésta es la primera temporada que Matt Cassel está solo ante el peligro. Y viendo el desarrollo de la misma, podemos afirmar en el fondo sigue siendo el patán que se pasó cuatro años en el banquillo de USC y tres más en el banquillo de los Patriots. Pero esto en absoluto es una crítica a Cassel, simplemente es un quarterback justito que hace el papel de «mandao», pero resulta que para ser un «mandao» tiene que haber alguien con algo de idea que le mande, algo de lo que los Chiefs carecen.
¿Convencidos ya? Yo creo que con esto es más que suficiente…
Por haber hecho el indio en la offseason los Chiefs se tienen que ver en esta situación. Y, como si de un pez que se muerde la cola se tratara, esta situación incita a que «hagan el indio» durante lo que queda de temporada. Que prueben cosas nuevas, que fogueen a los más jóvenes, que vayan cogiendo ideas para el futuro, porque el presente no podría estar más muerto.