12 de enero de 2015. Hace ya casi un año y lo recuerdo como si fuera ayer. Bueno, mentira, lo he buscado por Internet, pero no por ello lo que pasó ese día es menos importante. En esa fecha tan señalada los Buffalo Bills presentaron a Rex Ryan como su nuevo entrenador. Un entrenador con muy buen nombre, capaz de montar una defensa capaz de llevar al equipo entero en volandas (como ya hizo en los Jets) y que, por si eso fuera poco, además contaba con el fuego interior que da el haber sido despedido hacía poco por un rival divisional. A priori podría parecer una buena idea para revitalizar una franquícia que ya hacía tiempo que necesitaba un empujoncito para asomar la cabeza entre los destacados de su conferencia. Pues no. El 12 de enero de 2015 los Bills no sólo no se dieron el empujón que necesitaban sinó que tiraron varios pasos hacia atrás. Porque cuando uno contrata a Rex Ryan como entrenador no sólo está contratando una gran mente defensiva sinó que también está contratando a su movimiento Rexy.
¿Y qué es eso del movimiento Rexy? Pues el movimiento Rexy, también conocido como rexeo, no es más que la necesidad que tiene Rex Ryan de meter mano en todo, especialmente si las cosas no se adaptan a lo que él conoce. Si está bien o está mal es secundario, lo que realmente importa es que todo esté a su gusto. Y la defensa de los Bills, que estaba bastante bien, pues no estaba a su gusto y por lo tanto le metió mano. Aunque no es un tío que me caiga especialmente bien, tengo que reconocer que la defensa que había montado Jim Schwartz en Buffalo era muy buena pero claro, era una defensa de tipo 4-3, y como todo el mundo sabe Rex Ryan es un gurú de las defensas 3-4. O sea, que pese a ser más que evidente que la unidad funcionaba a gran nivel, Rex Ryan no se sentía cómodo con ella así que prefirió llevarse a Dennis Thurman como coordinador defensivo y prescindir de Jim Schwartz. O dicho de otra manera, decidió destruir esa defensa para poner la suya. Bueno, pero Ryan es un maestro de la defensa, de su tipo de defensa pero que a efectos prácticos es defensa al fin y al cabo, la nueva unidad no tiene por qué ser peor que la anterior, ¿verdad? Ay, que me da la risa. Pues por supuesto que es peor. Muchísimo peor, de hecho. Y no sólo por las sensaciones que da encima del campo, que también, porque hemos visto a lo largo de la temporada (especialmente en el tramo inicial de la misma) muchos jugadores jugando en varios roles distintos dando la impresión de que ni ellos se enteran de mucho de qué tienen que hacer ni de que el entrenador sea consciente de lo que sus jugadores saben hacer.
«Rex Ryan decidió prescindir de Jim Schwartz, es decir, destruir esa defensa y poner la suya.»
Con un ligero vistazo a las estadísticas defensivas del equipo basta para darse cuenta de la enorme regresión de la unidad esta temporada. En 2014, los Buffalo Bills tenían la cuarta mejor defensa de toda la NFL con un promedio de 312,2 yardas encajadas por partido; pero en 2015 la defensa de los Bills es la número 20 de la liga, con un promedio de 358,8 yardas encajadas por partido. Casi 50 yardas más por partido están permitiendo, lo que representa casi un 15% más que el año pasado. Esta tendencia se repite en yardas de pase, en yardas de carrera y también en puntos permitidos, puesto que de los 18,1 puntos encajados por partido en 2014 se ha pasado esta temporada a 23,2 (incremento del 28% respecto al año pasado). Y precisamente con 23 puntos encajados perdieron el domingo ante Philadelphia, pero lo cierto es que podrían haber sido muchos más si no hubiera sido por los numerosos drops de los Eagles en la segunda parte (Ertz, Matthews, Agholor e incluso la intercepción de McKelvin es un balón que le quita literalmente de las manos a Brent Celek). Un rendimiento muy por debajo de lo que cabría esperar de esa defensa. Aun así, quizá pensáis que estas estadísticas no son demasiado sangrantes, igual pensáis que estos números tampoco indican un bajón defensivo tan dramático como el que veo yo, pero lo que sí que no se puede ignorar es el bajón en el pass-rush del equipo.
En una liga tan decantada hacia el pase como la NFL que vivimos actualmente, el ser capaz de llegar al quarterback de forma constante es algo de vital importancia para cualquier unidad defensiva. Los Bills en 2014 fueron el mejor equipo de toda la liga en ese aspecto con 54 sacks; en este 2015 son antepenúltimos en sacks con un total de 19, lo que les dejaría en unos míseros 23,5 de mantener el promedio de aquí a final de temporada. Menos de la mitad. Sólo hace falta ver qué pasó el domingo en el partido contra los Eagles, un equipo con una línea ofensiva duramente criticada (y con razón) pero que dejó a los Bills en un solo sack en todo el partido, sack que por cierto llegó casi al final cuando Bradford quiso encajarlo a propósito para que el reloj siguiera corriendo (con mejor o peor criterio, pero eso no es el tema que nos ocupa). Qué mal, en serio, qué mal. Y esencialmente con los mismos jugadores eh, porque aunque es cierto que Kyle Williams se ha perdido varios partidos por lesión (lleva lesionado desde la jornada 6, para ser más exactos), el resto de front seven se mantiene intacto desde el año pasado. Y eso incluye a dos bestias del pass-rush como Mario Williams y Jerry Hughes, que han pasado de hacer 14,5 y 9,5 sacks en 2014 respectivamente (y 13 y 10 en 2013, también respectivamente), a llevar cuatro sacks cada uno esta temporada. Números muy tristes y para nada propios de esos jugadores, y teniendo en cuenta las dos temporadas precedentes uno no puede hacer más que preguntarse si lo que falla son los jugadores o quien les pone encima del campo.
«Los Bills han pasado de los 54 sacks de 2014, mejor equipo de la liga, a los 19 en 2015»
Y ese bajón en la defensa, ¿qué conlleva? Pues para empezar conlleva que los Bills esta temporada, si ganaran los tres partidos que les quedan (algo posible, pero que tampoco se puede dar por sentado), sólo puedan aspirar a igualar el récord que consiguieron la temporada pasada. Pero segundo, y probablemente mucho más importante, es que ha cambiado la impresión que tengo de ese equipo. Y es que ahora los Buffalo Bills, para mí y creo que para mucha gente, son un equipo que para ganar no tiene que encajar menos puntos que el rival sino que tiene que anotar más puntos que el equipo contrario. O dicho de otra manera, que no sé si se me entiende lo suficientemente bien, los Bills ahora mismo son un equipo de ataque. Irónico tratándose de un equipo liderado por Rex Ryan, pero es que es lo que hay. No deja de ser algo muy sorprendente si tenemos en cuenta que el coordinador ofensivo del equipo es Greg Roman, cuyo papel en los Niners durante los últimos años fue bastante deplorable, pero hay que reconocer que este ataque funciona muy bien. Tyrod Taylor es uno de los quarterbacks de moda en la NFL, destacando no por su capacidad de salir corriendo sino más bien por la capacidad de atacar con su brazo todas las zonas del campo. Especialmente destaca su conexión vertical con Sammy Watkins, una conexión que semana tras semana nos regala highlights porque el receptor está en un estado de forma excepcional y el quarterback es un lanzador en largo como hay pocos en la liga (de hecho, como dijeron el domingo durante el partido, lidera la NFL en porcentaje de pases completados de más de 40 yardas). Y el juego de carrera no tiene tampoco nada que envidiar puesto que, además de las excursiones del propio Taylor, tanto LeSean McCoy como el rookie Karlos Williams están rindiendo muy bien, llevando el peso del ataque y descargando de presión al juego de pase. Es obvio que el trabajo en ataque está siendo muy bueno y que la línea de la unidad es claramente ascendente, pero también es obvio que es un ataque que está en su primer año y que aún está creciendo, con lo que estaría más cómodo a la sombra de una defensa dominante que no teniendo que ponerse al equipo a las espaldas. En el partido ante los Eagles tuvo que ser así y Tyrod Taylor acabó tirando la intercepción que cerró el partido, algo que hasta cierto punto no deja de ser algo normal y comprensible en un quarterback que está jugando su primer año como titular. Ahora bien, ponerle a Taylor la presión de ganar los partidos puede conllevar ese resultado final y hace no mucho los Bills tenían una defensa que no habría permitido que un partido de estas características se decidiera por lo que hiciera el ataque.
Por lo tanto, ¿era estrictamente necesario contratar precisamente a Rex Ryan entonces? Obviamente se necesitaba un nuevo entrenador tras la extraña salida de Doug Marrone del equipo, pero ¿estamos seguros de que Rex Ryan era la mejor opción? Pues estamos seguros, pero de que no lo era. De hecho, más bien era una mala opción porque era precisamente la antítesis de lo que el equipo necesitaba en ese momento. ¿Que luego a medio plazo Rex Ryan construye una defensa decente otra vez? Pues no es para nada descartable, y eso combinado con un ataque ya más maduro puede convertir a los Bills en un muy buen conjunto, pero no por ello deja de ser totalmente incomprensible tener que gastar 3 años en construir algo que ya tenías construido. Pero bueno, que no pasa nada, hasta que eso pase (si es que llega a pasar nunca) a los aficionados siempre nos quedarán las risas cada vez que Rex Ryan haga el cafre fichando y luego poniendo a IK Enemkpali como capitán contra los Jets, o poniendo a LeSean McCoy como único capitán contra los Eagles, o concediendo entrevistas en su despacho y poniendo una foto de los pies de su mujer ahí en primer plano. Ay, que chispa tiene, madre mía. Me parto el ojete. De entrenar de momento poquito pero qué gracioso es el tío cuando se pone. O siempre nos quedarán las quejas a los árbitros porque les pitan muchas faltas, como si la falta de disciplina en las trincheras y el enorme número de salidas falsas y de offsides no fueran esencialmente problema suyo. Pues no estoy yo muy convencido de que eso de ser gracioso o eso de quejarse de los árbitros sea lo primero que se busca en los entrenadores, porque en ese caso probablemente alguien como yo, que soy más o menos gracioso y es muy complicado ganarme a quejas sobre los árbitros, ya habría por lo menos hecho alguna entrevista. Me da que lo que se busca es un entrenador es que diseñe buenos gameplans, que sepa aprovechar los recursos que le ofrecen sus jugadores, en definitiva, que entrene. Pero los Bills quisieron quedarse con un tío que quizá sea una mente defensiva brillante pero que prefiere anteponer su movimiento Rexy a los intereses del equipo. Pues allá ellos, porque aunque Rex Ryan sea el protagonista de la involución del equipo, quienes realmente tienen la culpa de todo esto son los encargados de seleccionarle como entrenador. Y ahí se lucieron pero bien.