La expresión «se han vuelto comerciales» es un concepto que hace referencia a algo/alguien que antes molaba y que ahora ya no mola tanto porque ha transformado su estilo con el propósito de llegar a más gente y, por consiguiente, vender más. Pero seguro que no hacía falta que lo dijera porque todos sabemos de qué va el tema, todos tenemos algo que antes nos gustaba mucho pero que en algún momento perdió su esencia para llegar a más público y ahora ya no nos gusta tanto (o en su defecto, todos tenemos a un amigo que nos ha contado esa experiencia). El caso es que el concepto de volverse comerciales es aplicable a un montón de situaciones: tal grupo de música no me gusta porque se han vuelto comerciales, tal director de cine se ha vuelto comercial y ha perdido un poco su encanto, un artista transgresor se ha moderado en su obra y ahora es más comercial, etc. Hasta una abuela puede volverse comercial si simplifica la receta de sus croquetas, como cada día había más demanda de croquetas por parte de sus nietos la señora dejó de desmenuzar la carne a mano y empezó a usar el minipimer; ahora esas croquetas ya no merecen la pena porque al no tener trocitos de carne ya no molan tanto y es que la señora, por querer hacer llegar su producto a más gente, se ha vuelto comercial. En fin, creo que ya pilláis por donde va la cosa. El tema es que volverse comercial puede ser algo positivo, no sería la primera vez que cambiar el producto para atraer nuevos públicos consigue su objetivo, pero también puede ser algo muy malo porque muchas veces tu esencia es precisamente la clave de tu éxito. Quizá sea un éxito a pequeña escala y estaría más chulo gustar a muchísima más gente, pero es un éxito formado en gran parte gracias a esa autenticidad y olvidarse de ello a la hora de expandir horizontes puede traer repercusiones desastrosas. Y de hecho, eso es precisamente lo que suele pasar cuando un buen equipo de fútbol americano decide volverse comercial, que fracasa estrepitosamente. Y si no, que se lo pregunten a los Detroit Lions.
Nadie puede negar que los Lions de 2014 fueron un buen equipo. No eran el equipo más espectacular de la historia a nivel ofensivo pero tenían una defensa muy potente, una defensa capaz de frenar por completo ataques muy potentes como el de los Packers (el partido en el Ford Field fue un espectáculo defensivo por su parte) y que en gran medida fue el factor que permitió que los Lions entraran en Playoffs, algo que sólo habían hecho una vez en lo que llevábamos de siglo. Y dentro de esa defensa, la clave estaba en una extraordinaria línea defensiva que contaba con mucho talento y con muchos jugadores para ir rotando y así poder mantener el nivel durante todo el partido. O sea, que los Lions eran un equipo cuya fuerza estaba claramente en la línea defensiva. Que poco interesante que suena eso, ¿verdad? Siendo así, ¿quién se va a preocupar de los Lions? ¿Quién va a querer verlos jugar? Pues los cuatro frikis a los que les gusta el juego en las trincheras y a los sufridos aficionados del equipo que querrán ver el equipo aunque sea más aburrido que mirar la carta de ajuste. Eso no podía ser. Así pues, teniendo en cuenta que lo que mola ahora en la liga es pasar como campeones y conseguir millones de yardas por aire, parece ser que el equipo decidió que ya basta de línea defensiva, que iba a ser mucho mejor centrar el equipo en Matthew Stafford y en tener un ataque de pase demoledor. Además, que a algunos esos líneas se les había subido un poco el éxito a la cabeza y pedían demasiado dinero, ¿qué necesidad había de mantener algo caro y aburrido? Pues toda la necesidad del mundo.
Ante todo, que conste que no creo que fueran cosas excluyentes, se puede apostar por un ataque de pase espectacular y mantener una línea defensiva potente al mismo tiempo, pero los Lions prefirieron dejar esto de la línea a un lado. Así pues, durante esta offseason se marcharon Ndamukong Suh, Nick Fairley, George Johnson y CJ Mosley, cuatro jugadores y alguno de ellos extremadamente bueno, algo nada fácil de reemplazar. Pues para cubrir esas bajas los Lions tradearon por Haloti Ngata, ficharon a Tyrunn Walker y draftearon a Gabe Wright en cuarta ronda. Sí, eso es todo. Y ni tan siquiera estos refuerzos están haciendo olvidar los jugadores a los que sustituyen, Ngata no ha tenido el impacto esperado, Walker quizá era el que mejor estaba jugando de los tres pero esta semana desafortunadamente se lesionó para toda la temporada y Wright no deja de ser un rookie de cuarta ronda que no ha visto demasiado el campo. De una línea que se comía bloqueos, que presionaba al quarterback por ella misma, que frenaba muchísimo el juego de carrera y que immponía respeto a los ataques rivales se ha pasado a una línea defensiva del montón que no consigue hacer nada de lo mencionado anteriormente de forma constante como la que había antes. O dicho de otra manera, la línea defensiva ha pasado de ser un punto fuerte a un punto bastante débil de este equipo, y las estadísticas defensivas tanto globales como contra la carrera se han visto afectadas (dentro de los diez peores de la liga en ambos aspectos). Y es que el problema no termina ahí, porque el bajón de rendimiento de la línea defensiva no sólo afecta a esa unidad en concreto sino que ha afectado en gran medida a la defensa entera. Y es que para un linebacker no es lo mismo tener que limpiar una jugada que tener que trabajar un placaje, igual que para un defensive back no es lo mismo cubrir a un receptor cuando la línea agobia al quarterback rival que cuando éste tiene un pocket limpio. Y por supuesto que la baja de DeAndre Levy también influye un montón en este rendimiento inicial tan decepcionante, tampoco quiero ser injusto y no quiero olvidarme de ese factor, pero lo que tampoco se puede obviar es que una línea defensiva fuerte facilita muchísimo el trabajo de los defensores que hay por detrás. Y más allá de que haya jugadores puntuales que hayan dado la cara (especialmente Glover Quin y Ziggy Ansah), se ha visto como el rendimiento de la mayoría de jugadores defensivos ha bajado significativamente. ¿Culpa suya? Probablemente no, al menos no es una culpa completamente suya, es simplemente que con esta línea luchando en las trincheras todo resulta más complicado.
Pero bueno, ya que se ha sacrificado a nivel defensivo para ganar en espectáculo, al menos vamos a montar un ataque que esté realmente bien para que Stafford pueda conseguir 5 touchdowns por partido y así compensar el bajón que de buen seguro pegará la defensa. Vaya por delante que es una idea que de entrada no me parecía nada mal, me parecía razonable creer que Detroit debía ampliar su abanico de objetivos en el juego de pase para no tener que rezar para que Calvin Johnson les sacara las castañas del fuego eternamente. Ahora mismo creo que me equivocaba al pensar eso. Y como yo, creo que los Lions también se han equivocado. Tal vez todos hayamos pensado que, con más armas, el ataque de los Lions podía ser una apisonadora pero no nos hemos parado a pensar si Stafford podía convertir a ese ataque de múltiples amenazas en una apisonadora. Y quizá la respuesta a esa pregunta es no. Sólo hay que ver cómo ha trabajado Stafford durante su carrera. ¿Ha tenido a su disposición múltiples receptores a quien pasar el balón? No. Para nada. Ha tenido a Calvin Johnson, ha desarrollado una química especial con él y era prácticamente el único sitio donde el quarterback miraba. Desafortunadamente, en 2014 Calvin Johnson estuvo toda la temporada entre lesiones, pero entonces Golden Tate se erigió en protagonista principal del juego de pase durante muchos partidos. Incluso en su último año de college, su año realmente bueno, su juego de pase estuvo fundamentado en darle balones a un solo receptor, un tal AJ Green. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que parece que lo que Stafford necesita para sentirse cómodo pasando es desarrollar una conexión especial con uno de sus receptores y dejar a los demás un poco al margen, como si fueran poco más que espantapájaros que sirven para atraer la atención de algún defensa. Y si estos receptores son superestrellas pues entonces el juego de pase se convierte en totalmente dominante, como lo ha sido durante estos últimos años. ¿Pero qué pasa cuando hay más de un receptor al que hay que hacer llegar el balón? Pues que la cosa se complica, y da toda la sensación de que a Stafford le supera tener que intentar distribuir el balón equitativamente entre todos sus receptores. Porque no es solo Calvin Johnson y Tate, también hay que darle su cuota de balones a Ebron (cuando está sano) y al recientemente incorporado Abdullah, aunque para darle pases a Abdullah mejor se lao da a Riddick que parece que se fía más de él, y además ya que lo han fichado también habría que pasarle alguna vez a Lance Moore. Total, que en vez de centrarse únicamente en desarrollar buena química con sus mejores receptores, Stafford tiene que distribuir entre muchos objetivos y el rendimiento global del juego de pase se resiente. Así pues, ahora mismo Calvin Johnson lleva 322 yardas de recepción, lo que le llevaría a conseguir unas 1030 en la temporada si mantiene el promedio, mientras que Golden Tate está en 264, lo que le llevaría a conseguir aproximadamente 845. Ambos están muy lejos de sus últimos registros de temporada sin lesiones de por medio (1492 de Calvin en 2013, 1331 de Tate en 2014).
Y todo esto con Stafford siendo el segundo quarterback con más intentos de pase pero, a la vez, el número #15 de toda la liga en yardas de pase conseguidas, y de mantener este ritmo no llegaría a las 4000 yardas en la temporada por primera vez desde 2010 (temporada en la que sólo jugó 3 partidos). Como bajón de rendimiento no está nada mal. Y todo esto aderezado con unas no despreciables 8 intercepciones en cinco partidos. Por lo tanto, aunque trabajar con un solo receptor quizá no sea lo habitual, Stafford parece a todas luces que lo hacía mejor cuando no tenía que preocuparse de a quien lanzar porque en caso de duda siempre podía recurrir al mismo. Era su encanto como quarterback pero no era lo convencional y, con tanto nuevo objetivo a quien dar balones, entre todos (y yo el primero) hemos pensado que era buena idea encajonarlo dentro de la idea tradicional de ataque de pase con varias amenazas posibles. Vamos, que le hemos intentado volver un quarterback más comercial, y ya sabemos que eso no funciona del todo bien. Y viendo los resultados, los Lions se deberían plantear si esa es la dirección en la que quieren seguir. Obviamente no estoy hablando de dejar a Stafford en el banquillo, eso es un disparate primero por tratarse de un quarterback válido como Stafford pero también por tratarse de un quarterback no tan válido como Orlovsky; joder, que estamos hablando de un tío que se salió de la end zone haciendo un rollout y le dió un safety al equipo contrario, seamos un poco serios. Lo que digo es que hay que pensarse cómo arreglar este ataque de pase para que Stafford se vuelva a sentir cómodo, y quizá volver a esa clásica unidireccionalidad en los lanzamientos sea la opción más adecuada. Y es que, para qué nos vamos a engañar, además de los problemas que pueda tener Stafford distribuyendo el balón entre todos sus receptores, igual quitarle targets a Calvin Johnson para dárselos a según quien tampoco es tan buena idea.
Que con todo esto no quiero decir que el hecho de que alguien se vuelva comercial sea malo de por sí, ya he dicho antes que hay ocasiones en las que tiene sus ventajas. Por ejemplo, tengo un colega que dice que a Linkin Park le va muy bien desde que se volvieron más comerciales, a mí me gustaban más antes pero él sabe más de música que yo así que supongo que le tendré que hacer caso. Pero en la NFL, lamentándolo mucho, esto no suele ser así. Lo hemos visto en muchos casos, quitar algo que funciona de su hábitat natural para convertirlo en algo más «normal» suele dar malos resultados, y si no que le pregunten a quarterbacks como Colin Kaepernick qué tal les ha ido como pocket passer. Pero es que en el caso de los Lions, perder su esencia no es sólo que les ha vuelto comerciales, es que además les ha vuelto malos. Pero no cualquier tipo de malos, gracias en parte a haberse vuelto comerciales los Lions a día de hoy son los peores de toda la NFL.