Quiero que pierda San Francisco por Colin Kaepernick
Soy perfectamente consciente de lo mucho que aporta Kaepernick a nivel deportivo y en ese aspecto no hay absolutamente nada que reprocharle. En el fondo me he llegado a alegrar por él, hace nada era un quarterback que lanzaba piedras antológicas en Nevada y del que pensábamos que sólo podríamos disfrutar en college pero que, tras un entreno intensivo a la sombra, ha podido trasladar su juego a la NFL. Y una vez le han dado la oportunidad la ha aprovechado a las mil maravillas, hasta aquí todo perfecto. El problema es que da la sensación de que su creciente papel protagonista en los Niners ha venido acompañado de un creciente estrellismo subido que no sólo no me pega con lo que creía conocer de él sino que además me da un poquito de asquete. Sí, efectivamente estoy hablando del gesto que ha puesto de moda en las últimas semanas, ese que hace al celebrar los touchdowns besándose en el bíceps. Supongo que todo el mundo es libre de celebrar los touchdowns como quiera, aunque quizá lo suyo sería que alguien le dijera que queda un tanto ridículo intentar besar algo con la máscara del casco de por medio porque en el fondo parece que se quiera oler el sobaco, pero si es como quiere expresar su alegría después de cada anotación allá él. Así pues, el problema grave no lo veo en la celebración en sí sino que lo veo en el momento que el tío presenta los papeles para patentar este gesto como «Kaepernicking». ¿Va en serio? ¿Un tío que ni tan siquiera era titular a principio de temporada está patentando su celebración de touchdown? Me da la sensación de que los humos de este tío están a niveles estratosféricos y es algo que me deja atónito teniendo en cuenta que hace nada era un simple mindundi, y quizá debería recordar que igual que ha cosechado el éxito muy rápidamente se puede pegar una leche si se lo cree mucho y se acomoda. Porque además hay que tener en cuenta que en el caso de los quarterbacks rookies hay un índice de estancamiento en el segundo año bastante más elevado que en el resto de posiciones. Así pues, me gustaría que Kaepernick perdiera esta Superbowl porque le vendrá bien para bajarle esta autoestima tan desorbitada que lleva últimamente encima y porque, por consiguiente, nos vendrá bien a todos los fans que queremos seguir viéndole rendir al enorme nivel que ha mostrado durante este tramo final de temporada.
Quiero que pierda San Francisco por Dashon Goldson
Este es, de largo, el mayor motivo por el que quiero que pierda San Francisco. Dashon Goldson es un jugador muy bueno, cubre buena parte del campo él solo y es un safety muy sólido contra la carrera, lo que le hace ser una de los jugadores más completos en su posición, pero su manera de actuar representa la antítesis de lo que para mí debería ser un jugador de football. Y lo que más me duele es que podría ser igual de bueno e igual de efectivo haciendo las cosas bien, pero es que simplemente parece que las quiera hacer mal a propósito, hasta el punto que para mí Goldson está en dura pugna con Ndamukong Suh por el título de jugador más sucio de la liga. Y creo incluso que le supera. Desde 2007, el año en el que fue drafteado, Goldson lleva acumulados más de 100.000 dólares en multas, algunas por quebrantar el código de vestir de la liga pero muchas otras por golpes totalmente fuera de lugar de esos que la NFL quiere evitar a toda costa. Pero el tío se ve que no aprende con los castigos y parece que cada vez va a más, y de hecho este año ha sido cuando realmente ha explotado mostrando al mundo su repertorio de golpes feos y jugadas sucias. Un repertorio que empieza por un movimiento que ya se está convirtiendo en habitual, placar a las piernas de los receptores que saltan haciendo que se desequilibren y creando en el proceso el peligro de que dichos receptores se den la vuelta en el aire y caigan con la cabeza o en muy mala posición (Marques Colston o Roddy White pueden dar fe de ello), un repertorio que sigue con golpes casco contra casco que ha repartido hasta a gente que estaba ya placada (sino que le pregunten a DuJuan Harris) y un repertorio que tiene como punto más destacado el golpe casco contra rodilla que acabó con la temporada de Dedrick Epps (tight end de los Jets) y quien sabe si con su carrera puesto que el jugador, que no había estado más que en practice squads desde el 2010, fue cortado poco después de que Goldson le lesionara gravemente. En fin, que estoy muy de acuerdo en eso que se dice de que los ataques ganan partidos pero las defensas ganan campeonatos, pero pienso que aunque tienen que ser defensas duras y agresivas también tienen que ser defensas que respeten tanto al compañero de trabajo como al propio deporte, y más en esta época en la que parece que por fin se empieza a anteponer la salud de los jugadores a según qué espectáculo. Y lo siento pero bajo esta premisa no quiero que este campeonato lo gane una defensa en la que juega Dashon Goldson, porque sería premiar unas actitudes defensivas que creo que distan mucho de las que todos deseamos.
Quiero que pierda San Francisco por Jim Harbaugh
Antes de decir cualquier otra cosa, hay que quitarse el sombrero ante la gestión deportiva que el pequeño de los Harbaugh ha hecho en el puesto de quarterback. El hecho de sentar a Alex Smith y poner a Colin Kaepernick de titular es, indudablemente, el motivo principal por el que los Niners están en la Superbowl. Se puede argumentar que Smith estaba jugando muy bien y quizá también habrían llegado hasta aquí con él de quarterback pero, aparte de volvernos a encontrar con el clásico teorema que dice que si mi abuela tuviera ruedas sería una bici, en el fondo nadie se lo acaba de creer. Por un lado, sin la amenaza de carrera de Kaepernick desde el puesto de quarterback los Niners no hubieran metido 45 puntos contra los Packers, y por el otro parece bastante improbable que Alex Smith hubiera sido capaz de remontar 17 puntos en casa de los Falcons con lo que, si solo tuviésemos en cuenta este atrevimiento en el cambio sería de la opinión que Jim Harbaugh no solo merece estar en la Superbowl sino que incluso merecería ganarla. Pero lamentablemente el entrenador de los Niners no es únicamente esta valentía, es un conjunto de cosas buenas y malas. Y entre lo malo está una de las cosas que más me molesta en un entrenador, por no decir la que más: el carácter histriónico y a veces exageradamente agresivo. No nos engañemos, con permiso de Pete Carroll Jim Harbaugh es el entrenador más expresivo de toda la NFL, y digo expresivo por decirlo de alguna manera. Cuando uno está a cargo de un grupo de gente, en este caso de un equipo, tiene que dar ejemplo y comportarse sea cual sea la situación. No estoy diciendo ni que no se pueda enfadar, ni que no pueda echar algún berrido a los árbitros de vez en cuando si lo considera oportuno, digo que lo que no se puede hacer es lo que hizo en el partido contra los Falcons. Sí, probablemente tenía razón y tenía derecho a estar cabreado porque el pase daba la impresión de que era incompleto, pero ¿qué narices fue esa protesta? Lo siento pero en un mundo mínimamente civilizado no se puede entrar al campo mientras tienes una especie de reacción que roza el espasmo en la que más que protestar parece que estés realizando un rito tribal aún por descubrir; uno se puede enfadar, uno puede pedir explicaciones, hasta incluso puedo entender un posible exceso de decibelios para pedir las explicaciones, pero pataletas y gestos grotescos no, por favor. Con lo cual, simplemente porque no apruebo este tipo de actitudes, no quiero que Jim Harbaugh gane esta Superbowl. Y además hasta quizá sea mejor para todos, no sea que si la gana se emocione demasiado y empiece a dar la mano demasiado fuerte al personal, que tampoco sería la primera vez.
Y por cierto, como un último apunte acerca del palo que me da esta Superbowl, tampoco me motiva un ápice el espectáculo de la media parte. Primero por el hecho de que, desde la organización del partido, cada vez parece más que quieren ofrecernos un concierto con football antes y después en vez de una actuación que nos entretenga mientras el partido está en el descanso, hasta el punto de prolongarse más de lo que dura el descanso de forma oficial y que a nadie parezca importarle. A ver, si queremos ver un concierto ya iremos a ver un concierto, pero lo que queremos es ver un partido de football, no creo que sea muy complicado de entender. Pero segundo, e incluso más importante, Beyoncé como artista invitado me motiva muy poco. Ya no sólo porque la música que hace me pega muy poco con el fútbol americano (de hecho creo que habrá muy poca gente realmente fan de las dos cosas), sino simplemente porque la mayoría de sus canciones no me gustan, y me da la sensación que como yo habrá bastante gente. De todas formas, aprovechando que estoy hablando del show del descanso quiero dejar por escrito la que será mi única apuesta sobre este partido: veremos a Beyoncé bailando el Gangnam Style. Y es triste pero esta idea retorcida que he tenido es lo único que me va a hacer estar pendiente del halftime show, porque el momento puede ser épico.
En fin, vistos todos los puntos, comprenderéis que no esté demasiado motivado para ver el partido porque pase lo que pase voy a acabar medio cabreado. Pero puestos a elegir, como tengo dos razones para querer que pierdan los Ravens contra tres razones para querer que pierdan los Niners, casi que prefiero que Baltimore acabe alzándose con el trofeo Vince Lombardi aunque sea sólo por descarte de los otros. En cualquier caso que al menos sea un partido entretenido, espectacular y emocionante, y que sea el digno colofón de la temporada 2012-13, porque en el fondo sé que luego lo voy a echar de menos. Porque aunque no esté motivado, prefiero mil veces ver partidos que no me gustan a no ver partidos en absoluto.