Pues sí, como ya sabréis la temporada de la NFL finalizó el pasado domingo con la disputa de la Super Bowl, un partido en el que (spoiler alert) los Patriots ganaron a los Seahawks por 28-24. Pero éste no ha sido un final de temporada cualquiera. Para empezar, fue uno de los mejores partidos de football de toda la temporada independientemente de su importancia, uno de esos partidos que hacen afición y renuevan los votos de amor y devoción con los que ya están aficionados al deporte. Pero aún más importante, fue un partido que cerró el círculo de la temporada a la perfección. Quizá no fue el final que muchos querían, o el final que muchos imaginaban, pero sí me pareció que fue el final que todos merecían. Y es que no sé vosotros pero a mí me da la sensación de que todos, absolutamente todos, se merecían tanto el resultado final de la Super Bowl como su desenlace en particular.
Se lo merecen los New England Patriots

Los Patriots se merecieron ser los ganadores de esta Super Bowl simple y llanamente porque fueron mejor equipo que los Seahawks. Especialmente en el plano del que todo el mundo hablaba: el ataque de Tom Brady fue infinitamente superior a la defensa de Seattle, la archiconocida ‘Legion of Boom’. Pero no de la manera que algunos esperábamos. Teniendo en cuenta que la fuerza de la defensa de los Seahawks está más en la parte trasera que no en las trincheras, uno podría pensar que si había alguna manera de batirles tenía que pasar sí o sí por correr con el balón. Pues fue que no. Seguramente Pete Carroll y compañía, viendo cómo New England aplastó por tierra a los Colts en la final de conferencia, pensaron que lo más sensato era cargar la caja con ocho o hasta nueve jugadores para frenar ese juego de carrera que se antojaba tan vital para los Patriots y obligar a Tom Brady a vérselas con la temible defensa contra el pase de los Seahawks. Pero no contaron con dos grandes detalles. Primero, que su propia secundaria no estaba físicamente en plenas facultades puesto que la gran mayoría de sus miembros arrastraban pequeñas lesiones que, aunque les permitían estar en el campo, les limitaban un poquito. Pero segundo, y mucho más importante, que los Patriots también tenían contraprogramado ese ajuste de la defensa de Seattle.
Los Patriots intentaron correr durante el primer tramo del partido (6 carreras de Blount en el primer cuarto) pero, al ver que por ahí no iban a ninguna parte, se olvidaron prácticamente por completo del juego de carrera (14 carreras de Blount al final del partido). Y no es la primera vez que lo hacen porque de hecho, aunque esa fue mucho más a lo bestia, siguieron una estrategia muy similar en la final de división contra los Ravens. Con lo cual aquí es donde hay que darle a Josh McDaniels todo el crédito que se merece, porque viendo los resultados obtenidos no podemos decir ni que estos abandonos temporales repentinos del juego de carrera sean ni algo casual ni algo que les saliera bien de chiripa. Pero es que además la táctica no consistió simplemente en darle el balón a Tom Brady y que se apañe, sino que el juego de pase desarrollado por los Patriots fue algo mucho más trabajado. Sabiendo que la defensa base que empleaban los Seahawks está basada en una variante de cobertura en zona de tipo Cover-3, New England se dedicó la mayor parte del primer tiempo a atacar las flats, la que quizá era la zona más débil de esa defensa. ¿Qué hizo eso? Pues que los linebackers exteriores, que eran los encargados de tapar las zonas cercanas a las líneas de banda, se tuvieran que abrir un poco para poder llegar hasta allí y defender lo que los Patriots planteaban. Pero, como se dice muchas veces, una defensa de football es como una manta corta que no llega a taparlo todo, y cuando una defensa se abre pasan dos cosas: la caja se vuelve un poco más vulnerable contra la carrera (algo que New England tampoco quiso aprovechar demasiado) y, esto sí es importante, es más fácil para el quarterback encontrar receptores en la zona intermedia. Y sino que se lo pregunten a Brandon LaFell, que consiguió su touchdown en una ruta de slant precisamente porque la defensa estaba muy pendiente de Amendola, que estaba ocupando esa flat que tanto daño había hecho anteriormente.
A partir de ese momento la defensa de Seattle empezó a cambiar cosas y a jugar más con coberturas al hombre pero, a pesar de que tuvo momentos buenos y momentos menos buenos, Brady se las arregló para leerla y despedazarla prácticamente de forma sistemática. Contra todo pronóstico, la durísima y gigantesca defensa de Seattle sucumbía poco a poco a la velocidad endiablada y a la capacidad de ganar yardas después de la recepción de los Edelman, Amendola, Vereen y compañía. Y además, por si eso fuera poco, a la que había un enfrentamiento favorable no dudó en explotarlo. Y es que poner a KJ Wright a cubrir a Gronkowski hombre a hombre es una locura, y poner a Tharold Simon a cubrir hombre a hombre a Edelman (especialmente con el partidito que llevaba Simon) es una locura aún más grande. ¿Resultado? Dos touchdowns como dos soles. Conclusión, que el ataque de New England quizá inicialmente no planteó el partido exactamente así pero encontró soluciones a todos los problemas que le planteó la defensa rival porque había preparado el partido a conciencia. Los Patriots dominaron a la defensa de los Seahawks de forma bastante evidente, una defensa que no son precisamente cuatro cañas sino que son la mejor defensa de la liga en los últimos años, con lo cual sólo por eso ya se puede decir que merecieron la victoria. Pero es que también defensivamente merecieron este título, aunque esto ya saldrá más adelante.
Se lo merece Tom Brady
Sí, joder, completamente que se lo merece. Y es básicamente por toda la mierda que ha tenido que aguantar esta temporada. Es obvio que Tom Brady es un quarterback que ya ha dejado atrás sus mejores años, es imposible que un jugador tenga las mismas habilidades físicas a los 28 años que a los 38, se llame Brady o se llame como se llame. Y cuando digo se llame como se llame creo que todos entendéis exactamente lo que quiero decir. En fin, que es imposible mantener el nivel con la edad. Y Brady no es una excepción en este sentido, falla en los pases largos más de lo habitual, tiene pequeños problemas de precisión demasiado a menudo, tiene tics de intentar salvaguardar la salud aunque eso represente lanzar un mal pase, etc. Pero es que es normal. Por ejemplo, su primera intercepción del doming, además de ser uno de los peores pases que le he visto lanzar nunca, es exactamente un pase de ese último tipo: está pensando más en protegerse que no en completar el propio pase. Pero de ahí a defenestrarle como se hizo va un mundo. Se aprovecharon un par de actuaciones malas para exagerar gravemente todos sus pequeños bajones y, además, se le hizo cargar con la mediocridad del cuerpo de receptores y con la porosidad de la línea de ataque. Hasta el punto que hasta había voces que le querían sentar en el banquillo para poner a Jimmy Garoppolo. Y no sólo gente que quería que terminara su ciclo en New England por miedo o por odio, no, gente del propio entorno del equipo.
Manda huevos, señores, manda huevos. Pero en fin, eso no hizo más que acrecentar las ganas de Brady de demostrarle al mundo todo el football que aún le quedaba por sacar y, sumado al restablecimiento de la química con Rob Gronkowski y a la gran mejoría de la línea de ataque (especialmente cuando Bryan Stork se aclimató a la competición y se convirtió en ancla de esa unidad), el ataque empezó a funcionar a las mil maravillas. Y ahora no sólo no es un quarterback acabado sino que es uno de los mejores quarterbacks de toda la historia de la NFL. Sin ninguna duda. Esta Super Bowl, su cuarta en el global de su carrera, le coloca en el olimpo de los quarterbacks de todos los tiempos junto a Joe Montana y Terry Bradshaw, dos quarterbacks legendarios de los que (prácticamente) nadie duda de si son mitos de este deporte o no. Y quien sabe las que quedan por llegar, porque el mismo Brady dijo que seguiría jugando hasta que ‘apestara’. No sé vosotros pero a mí me da que de momento su juego no apesta demasiado.
Se lo merecen los Seattle Seahawks
Pues sí, para qué nos vamos a engañar, los Seahawks también merecieron perder esta Super Bowl. Por varias razones. Primero, porque la racha indecente de suerte que habían tenido desde el tramo final de la temporada regular no podía durarles toda la vida. Bueno, sí podía, sólo hay que preguntarse qué porcentaje del trabajo en la preparación del partido y de talento natural de Jermaine Kearse hizo posible esa recepción de malabarista que dejó a los Seahawks a las puertas de remontar el partido, pero no puede ser que toda la suerte del mundo tenga el mismo equipo como destinatario. ¿Que estoy exagerando?
Seattle consigue el primer puesto de su división porque a Arizona se le lesionan casi más quarterbacks de los que tenían en el roster, lo que les hace perder cuatro partidos de los últimos seis (entre ellos los dos contra Seattle) y permite que los Seahawks remonten los tres partidos de ventaja que les llevaban. Consiguen el seed #1 porque el criterio de desempate que cuenta es prácticamente el único que tienen ganado con Dallas y Green Bay (que sí, que los criterios ya se sabían de antes pero también tiene miga el asunto, y más teniendo en cuenta que Dallas ganó a Seattle en temporada regular). Descansan en el Wild Card y en la final de división reciben a los Carolina Panthers, un equipo clasificado para Playoffs con balance negativo y que pasó la ronda anterior porque jugó en su casa ante unos Cardinals que recordemos que iban con el tercer quarterback. Pasan sin problemas y en la final de conferencia se ven con los Packers. Supongo que no hace falta decir donde estuvo la potra descomunal en ese enfrentamiento. Y lo siento, pero un equipo con ese camino para llegar a la Super Bowl lleno de tanta chiripa y tan trascendente toda ella no merece también ganarla por un cúmulo de situaciones aleatorias que se dan a su favor simplemente porque los astros lo quisieron así. Pero este tema no deja de ser anecdótico y, si queréis, un tanto personal. Si los Seahawks no merecieron la Super Bowl es porque hicieron muy poco para ganarla.

Empezando por el ataque, donde Russell Wilson pareció vivir su día de la marmota particular y empezó prácticamente igual que en su partido contra Green Bay. Sí, ya sabíamos todos que el gameplan ofensivo de los Seahawks pasaba por correr con Marshawn Lynch hasta la saciedad, que le iba a costar bastante al principio pero que en la segunda parte probablemente iba a encontrar más espacios porque la defensa estaría ya más desgastada. Pero una cosa es basar el playcall en el juego terrestre y otra muy diferente es que Russell Wilson completara su primer pase de todo el partido a falta de 5:36 para terminar el segundo cuarto. Prácticamente 25 minutos sin completar un pase, una barbaridad indigna de un equipo de Super Bowl pero algo que, teniendo en cuenta el estado de forma (y creo que especialmente psicológico) de Wilson, tampoco se puede decir que fuera una sorpresa mayúscula e inimaginable. Y si hubiera mejorado a niveles astronómicos aún se le podría perdonar un inicio tan horroroso pero es que, a pesar que la cantidad de puntos en el marcador sea relativamente alta, el ataque de los Seahawks prácticamente nunca dió la sensación de dominar a la defensa rival (excepto un rato en el tercer cuarto en el que corrieron muy bien) y se movió más por big plays puntuales y jugadas un tanto raras. O sino, sólo hay que mirar las anotaciones que tuvieron: el primer touchdown de Lynch viene precedido de un primer down justito y una bomba a Chris Matthews, el segundo touchdown viene con los Patriots en prevent y con una empanada de Logan Ryan de las que hacen época (¿a quién se le ocurre defender a 400 yardas de distancia cuando sólo quedan 6 segundos por jugarse?, el field goal viene de otra bomba a Chris Matthews y el último touchdown se consigue en una jugada en la que el árbitro le hace un bloqueo a Darrelle Revis que deja a Baldwin solo. Y en el drive que les deja a 1 yarda de ganar el partido hay una recepción circense de esas que luego te repiten hasta decir basta en los resúmenes de jugadas curiosas de la temporada.
Que por cierto, habréis notado en esta última secuencia la aparición de un jugador que quizá no habíais oído nombrar nunca hasta ahora, y es que la aparición de Chris Matthews fue quizá una de las pocas notas positivas del ataque de Seattle. No sólo por el descubrimiento del jugador en sí, que también, sino porque uno de los puntos clave en cualquier juego de pase que se enfrentara a la defensa de los Patriots tenía que ser la aparición de un tercer objetivo, un jugador no cubierto por Revis ni Browner que sea capaz de ayudar activamente al ataque. Matthews cumplió con ese papel a la perfección, con varias recepciones largas y un touchdown que en su momento fue muy importante. Pero vamos, los fogonazos de Matthews no deben esconder que quizá sí, los Seahawks metieron puntos y consiguieron yardas, pero uno no puede evitar pensar que no fueron fruto de una dominancia o de un gameplan que pillara a la defensa en pelotas sino fruto de la suma de jugadas puntuales. Y por supuesto que también vale, especialmente si tenemos en cuenta que muchos de estos big plays estaban trabajados, pero las sensaciones no son las mismas que las que por ejemplo dió el ataque de New England cuando eran ellos los que tenían el balón. Y es que esa para mí fue precisamente la clave principal del partido: la defensa de los Seahawks no estuvo a la altura ni de su fama ni del ataque al que se enfrentaban. Sí, es cierto que la secundaria estuvo mermada físicamente, e incluso lo estuvo más con la lesión de Jeremy Lane en el retorno de su primera intercepción, pero eso no quita que durante todo el partido estuvieron a remolque de lo que iba haciendo el ataque de los Patriots. Y no podemos decir que a grandes rasgos no intentaran ajustar, lo fueron intentando variando sus coberturas y despoblando la caja, pero siempre dió la sensación de que los ajustes que iban haciendo eran simples palos de ciego y que, para todos y cada uno de ellos, New England tenía una alternativa nueva para seguirles haciendo daño. Y si, por lo que fuera, la defensa tenía una buena disposición para frenar el ataque, Brady siempre tenía la carta de lanzarle al receptor al que estuviera cubriendo Tharold Simon. Y es que esa fue otra de las grandes claves del partido puesto que Simon fue un auténtico coladero durante todo el partido, pero a diferencia de lo que hicieron a nivel de esquemas y directrices, los Seahawks nunca ajustaron a nivel de personal. No sé si por falta de personal o por falta de recursos, pero Simon jugó mucho más de la cuenta y los Seahawks lo acusaron demasiado. Y la diferencia que hubo con los Patriots fue que a la que Chris Matthews quemó a Kyle Arrington por segunda vez pusieron a Browner a cubrirlo, y no vimos más a Matthews en lo que quedó de partido; y por el otro lado ¿adivináis quien sale en la foto del touchdown final de Edelman? Efectivamente, Tharold Simon. Resumiendo, un gameplan poco consistente y una defensa que no estuvo a la altura a la hora de ajustar, una receta bastante adecuada para perder el partido. Y desde luego, una receta que merecía perder el partido.
Se lo merece Richard Sherman
Ya está bien de Sherman. En serio. Soy el primero en reconocer que es un cornerback extraordinario, sin duda el mejor de toda la NFL, pero llega un punto en el que eso de volverse personaje y pasarse de la raya cansa. Y el partido de ayer le va a venir muy bien a Sherman para empezar a callarse un poquito. Pregunta así que se me ocurre a bote pronto: ¿qué imagen tenéis de Sherman en la Super Bowl? A mí a bote pronto se me ocurren dos. La primera es verle haciendo gestitos a la cámara justo después del touchdown de Doug Baldwin, gestitos que marcaban el número 24, con lo cual se entendía que se reía de Darrelle Revis y que, implícitamente, se declaraba vencedor del duelo de mejores cornerbacks de la liga que también se jugaba en ese partido. Tiene pelotas que lo hiciera justo en la jugada en la que Revis se encontró de morros con el árbitro, bueno, de hecho tiene pelotas que lo hiciera en medio del partido; aunque piense que es el mejor cornerback y que lo está demostrando ése no era el momento de hacer reivindicaciones de ese tipo. Segunda imagen que tengo de Sherman en la Super Bowl: su reacción a la jugada que decide el partido, el cómo pasa de la expectación a la tristeza más absoluta. Una imagen que recuerda al mismísimo Ralph Wiggum, en ese momento exacto en el que Lisa le rompe el corazón. Una imagen que, por cierto, tengo que confesar que me resultó deliciosa. Y lo siento por mi falta de humanidad pero es lo que sinceramente pienso.
Y no nos engañemos, estoy convencido de que no soy el único. En resumen, dos imágenes relativamente extradeportivas. ¿Tenéis alguna imagen más de Sherman en el partido? Yo sinceramente no. Y eso quizá fue otra de las claves del partido, que a Richard Sherman no se le vió por ningún lado. Mérito total de Brady y del ataque de New England en general, que se encargó de que ni Sherman ni muchas de las estrellas de esta defensa ni tan siquiera aparecieran en el partido. Eh, y estoy hablando de Sherman pero podríamos aplicarlo por extensión al resto de defensa, y es que la tangana final cuando tenían el partido perdido fue un momento vergonzoso. No sé si fue culpa del swag, de la frustración o de que Nate Solder y compañía estaban riéndose de ellos a carcajada limpia, pero empezar a repartir mamporros cuando el partido ya estaba perdido es una imagen deplorable a todas luces. Algo a eliminar de los terrenos no sólo de football sino de cualquier deporte del mundo. Así pues, sólo viendo esa reacción, me inclino a pensar que Sherman, y por extensión el resto de defensa que va del mismo rollo, merecían esta derrota.
Se lo merecen hasta los fans de los Packers
Vaya que sí, qué cojones, como representante de los fans de los Packers me voy a autohacer este homenaje. Sí, sé que es triste consolarse así, y quien no se consuela es porque no quiere, pero que los Seahawks perdieran la Super Bowl de la manera que la perdieron fue el final que los fans de los Packers, después del final horrible de hace un par de semanas, creo que merecíamos. Ah, ¿que aún no os he contado el final del partido? Creo que no hace falta que os lo cuente, si no habéis vivido en un refugio nuclear durante los últimos días seguro que el tema os sonará de algo. Resumiendo, que en la yarda 1 y faltando 20 segundos para terminar el partido Russell Wilson fue interceptado por Malcolm Butler. Sí, habrían remontado el partido si hubieran anotado el touchdown, pero el turnover mantuvo a los Patriots por delante en el marcador y dictaminó el resultado final del partido. Largos debates ha habido respecto a la decisión del playcall y a la ejecución de la jugada, podría añadir yo mismo un párrafo interminable acerca de la propia jugada pero se ha hablado tanto ya que me da una pereza tremenda dedicarle más tiempo del necesario. Eso sí, quiero dejar una cosa: cantar esa precisa jugada en ese preciso momento fue una idea pésima. Qué digo pésima, la decisión fue horrible, penosa, lamentable, irresponsable, indigna de cualquiera que tenga el título de entrenador y mucho menos de alguien que tenga ejerza como entrenador en la NFL. E igual que pasó con Bostick hace un par de semanas, que los responsables pidieran perdón y asumieran la responsabilidad no la convierte en una decisión un poco menos mala.
No, es que por el tiempo y porque a Seattle le quedaba sólo un tiempo muerto lo más lógico era pasar el balón; pues quizá sí, pero primero eso fue fruto de la mala gestión del reloj por parte del propio Pete Carroll, y segundo estoy convencido de que Belichick también sabía que en esa jugada venía el pase. Y más teniendo en cuenta que los Seahawks salían en shotgun. Y aún más si tenemos en cuenta que se ve que los Patriots tenían más que entrenada esa precisa jugada durante la semana previa a la Super Bowl. Horrible decisión a todos los niveles. Es que aunque se quisiera pasar hay decenas de jugadas que podían funcionar mejor que una jugada de pase de una sola lectura donde el lanzamiento tenía que ir a una zona poblada de defensores. Algo como por ejemplo un playaction, por decir algo así al azar, que tampoco hay que olvidar que el playaction ya había funcionado en un touchdown previo. Pero es que ni así, nada de eso me vale. Había que correr. Gestionar el tiempo mejor y correr las tres veces. Ya no sólo porque es la manera más fácil de ganar una yarda sino porque el jugador más destacado de ese ataque es Marshawn Lynch y porque su ataque de carrera es infinitamente superior a su ataque de pase, especialmente teniendo en cuenta el momento en el que está Russell Wilson.
Y cuando el partido está en sus momentos más decisivos y te juegas la temporada entera lo que uno tiene que hacer confiar en lo que sabe hacer, no forzar las cosas pensando en lo que estará pensando el rival. Y si en vez de poner el balón en manos de Lynch uno se pasa de listo y lo pone en manos de Ricardo Lockette (y de un Jermaine Kearse que fracasó estrepitosamente en su intento de bloquear a Browner para entorpecer a Malcolm Butler), o incluso de un Wilson que no pasa por sus mejores momentos, es más probable que pasen estas cosas. Por lo tanto, aunque el diseño fuera la hostia en patinete sobre el papel, que ya hemos visto que no lo fue, iba a ser ejecutado por jugadores que no eran ni por asomo ni los mejores ni los más fiables del equipo. Perfecto, la temporada entera y la posibilidad de ganar la Super Bowl a la mierda por culpa de un ataque de entrenador y una ejecución de la jugada bastante mejorable. Porque esa también, si el pase es más preciso la intercepción no llega ni de chiste. Pero nada, eso casi que tampoco es mi problema, y yo vuelvo a sentir mi falta de sensibilidad pero me alegro de que las cosas fueran así. Y es que después de la debacle de hace un par de semanas, creo que como fan de los Packers merecía un final así para sentirme un poco menos mal por la gran oportunidad perdida. Triste pero cierto, y no me escondo de ello.
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Pero eso sí, a pesar de ser una Super Bowl en la que todo parecía cerrarse a la perfección, hay una cosa que absolutamente nadie se merece. Y es precisamente esa, que se ha cerrado la temporada. Y ninguno de nosotros no nos merecemos que esto se acabe y no tengamos más football hasta dentro de 7 meses. Pero bueno, supongo que también parte de esta competición y una de las cosas que hace de la NFL una de las mejores ligas del mundo. Así pues, aunque la echaremos de menos, estos mesecitos en el fondo se pasan volando así que esto no es un adiós sino un hasta pronto. Y como la temporada de la NFL, la temporada de La Carnicería también termina con el partido de hoy, así que voy a aprovechar para despedirme de la Carnicería exactamente de la misma manera. ¿Adiós? No, ¡hasta pronto!