Hay que ver el frío que viene haciendo últimamente. Hoy mismo he salido a la calle abrigado hasta las cejas y ni con esas, me he congelado hasta tal punto que cuando he llegado al trabajo me ha parecido que tenía escarcha entre los pelos de los sobacos. No me quejo, de hecho creo que es mucho mejor el frío que el calor como temperatura extrema, pero en días como estos últimos preferiría estar en un sitio mucho más caluroso. Yo que sé, un desierto por ejemplo. Me da igual qué desierto y cómo se llame, el del Sáhara, el de Gobi, el de Atacama o el de Arizona, es que me da igual. Quiero salir a la calle y que no parece que fumo cada vez que respiro de lo frío que está el aire. Aunque bueno, pensándolo un poco mejor quizá no me da tan igual. No todos los desiertos son iguales. Porque si bien es cierto que a nivel físico todos son bastante similares (todos tienen mucha arena, poca agua y en todos ellos suele hacer un calor bastante intenso), no todos los desiertos consisten sólo de una inmensidad de terreno arenoso, los hay que abarcan otros ámbitos bastante distintos. Con lo cual, aunque yo preferiría un clima un poco más templado hay cambios que no estaría dispuesto a aceptar, y si me ofrecen trasladarme al desierto de Arizona de forma temporal en busca de temperaturas un poco más cálidas probablemente diría que no. Y es que el mayor desierto de Arizona no es el de arena. El mayor desierto de Arizona es el que hay en los Cardinals, y como fan de la NFL vivir de cerca esa situación no me apetecería nada.
Quizá hay muchos más equipos hechos un desastre dentro del panorama NFL, y de hecho probablemente los Eagles y los Jets son equipos que parece que estén mucho peor que los Cardinals. Pero en el fondo no es verdad. Después de empezar la temporada con un sorprendente récord de 4-0, los Cardinals han tenido un bajón de rendimiento prácticamente calificable como apocalíptico que les ha llevado a perder los siguientes 9 partidos. Un bajón que ha tenido probablemente su punto más bajo en la soberana paliza que le endosaron los Seahawks este pasado fin de semana (58-0), en un partido que rompió varios récords negativos de la franquícia. Pero todo eso aún, sean más largas o más cortas todos los equipos tienen malas rachas de vez en cuando, y todos los equipos tienen partidos en los que todo sale mal, lo realmente malo de esta situación es el futuro que les espera tanto al equipo como a sus fans. Porque los Eagles tienen a un LeSean McCoy a quien agarrarse (incluso los hay que se agarran a Nick Foles) y los Jets tienen la esperanza de reflotar la defensa cuando vuelva Darrelle Revis. Los fans de los Cardinals no tienen prácticamente nada que les dé esperanzas para el futuro.
Y todo, como no podía ser de otra manera, empieza por el puesto de quarterback. En una liga en la que el juego de pase cada vez adquiere más y más importancia, tener un buen quarterback es inevitablemente necesario a la hora de ganar partidos de forma regular. Pero en vez de eso, los Cardinals tienen un amalgama de jugadores que se van rotando de forma prácticamente aleatoria detrás del center, todos ellos con un rendimiento que oscila del mediocre al horrible según partido y circunstancias. Os explico, primero empezó como titular John Skelton tras ganarle el puesto a Kevin Kolb en el training camp, luego Kolb fue titular porque Skelton se lesionó, luego Skelton se recuperó y salió por Kolb cuando fue éste último quien se lesionó en la semana 6, luego Skelton se mostró totalmente inefectivo y se le dió la oportunidad a Lindley, luego viendo que era peor el remedio que la enfermedad volvieron a poner a Skelton, y desde entonces Skelton y Lindley se han ido alternando en la posición en la que más parece ser una competición a ver quien lo hace peor que no dos jugadores que intentan ayudar a su equipo cuando se les da una oportunidad (2 touchdowns y 13 intercepciones entre los dos desde la lesión de Kolb). Está claro que entre los tres la mejor opción es Kolb, pero el hecho de que esté constantemente lesionado y que, cuando ha jugado, muy pocas veces lo ha hecho a la altura de las expectativas generadas cuando se le fichó, hace que muy poca gente conciba los planes de futuro de la franquícia con él a los mandos. Pero no todo se lo vamos a achacar a los quarterbacks, porque si bien es cierto que están jugando muy mal últimamente también lo es que tienen una línea ofensiva que está jugando incluso peor. En los 13 partidos disputados la línea ofensiva ha permitido un total de 51 sacks, casi cuatro por partido, unas cifras que dan a entender lo complicado que es jugar de quarterback en ese equipo y, aunque no las justifican completamente, almenos hace que las horribles cifras de los quarterbacks sean algo más comprensibles.
Pero es que igual que son ciertas las afirmaciones anteriores respecto a quarterbacks y línea ofensiva, es igualmente verdad que los receptores tampoco están haciendo precisamente su mejor temporada. El que hace no mucho era el mejor cuerpo de WRs de la liga (Fitzgerald, Boldin, Breaston) ahora es simplemente un sumatorio de jóvenes que no han terminado de explotar y jugadores famosos que rinden muy por debajo de sus posibilidades. El primer grupo lo forman Early Doucet y Andre Roberts, quizá el único receptor que se salva de la quema, mientras el segundo grupo lo forman Michael Floyd y el ya mencionado Larry Fitzgerald. En el caso de Michael Floyd lo podíamos esperar, los receptores no se suelen adaptar a la liga en su primer año y además no es un receptor que esté demasiado arriba en el depth chart (aunque el hecho que tan sólo haya superado una vez las 40 yardas de recepción en un partido durante toda la temporada tampoco dice mucho en su favor), pero lo de Fitzgerald es altamente preocupante. Y es más, creo que su pírrico rendimiento es uno de los principales culpables de la situación actual de los Cardinals. Sí, sé que las estadísticas de los receptores vienen directamente condicionadas por el rendimiento del quarterback, al fin y al cabo es él quien le lanza el balón, pero desde que se fue Warner que Fitzgerald ha tenido a los mismos quarterbacks y nunca ha rendido así de mal. Y es que los números cantan por sí solos: Fitzgerald es sexto en la NFL en targets con 131 pero es el número 30 en recepciones con 57 (lo que significa que sólo atrapa un 43.5% de los pases que lanzan en su dirección), pero es que además es el número 46 de toda la NFL en yardas de recepción con 652, por detrás de jugadores como Jeremy Kerley o Brandon Myers (que además de ser muy inferiores a él a nivel de talento les lanzan quarterbacks que no serían precisamente de los mejores de la liga) y también por detrás de su compañero de equipo Andre Roberts (que no sólo juega en las mismas condiciones que él sino que además se ha perdido un partido por lesión). Y ya ni digamos compararle con un Calvin Johnson que en la temporada se va a las 1.546 yardas de recepción (892 yardas más que Fitzgerald). Pero es que Fitzgerald ha conseguido que esos números globales queden en anécdota con una actuación en los partidos que roza lo ridículo, y es que en los últimos cuatro partidos Fitzgerald ha atrapado 6 de los 37 balones que le han lanzado (16.2%), un apartado estadístico que se acentuó especialmente en este último partido ante Seattle en el que solamente pudo convertir en recepción uno de los once pases que le tiraron. Ante la evidencia de estas estadísticas no hay que quedarse en las excusas del quarterback o de un playcalling que le busca demasiado pese a las coberturas múltiples, aquí hay un problema de por sí: o Larry Fitzgerald está quemado de este equipo y no se esfuerza como antes o Larry Fitzgerald simplemente ya no es la superestrella que era hace unos años. Y en cualquiera de los dos casos, Arizona pierde.
Así pues, viendo lo dramático del panorama del juego de pase quizá lo mejor sea olvidar la etapa Warner, cambiar radicalmente la filosofía del equipo y convertirlo en un equipo de carrera y defensa. Eh, no tan rápido. Porque, efectivamente, las cosas en estos dos aspectos del juego tampoco van demasiado bien. El juego de carrera está formado actualmente por Beanie Wells, quien cuando no está lesionado juga muy por debajo de las expectativas que genera una superestrella de college como él era, y por Ryan Williams, que directamente casi siempre está lesionado (en dos temporadas en la NFL ha sufrido sendas lesiones que le han puesto en injury reserve, rotura del tendón rotuliano en 2011 y lesión en el hombro en 2012); darle la responsabilidad de ser el centro del juego de ataque a uno de estos dos jugadores o incluso a una combinación de ambos probablemente no sea la mejor de las ideas, ya no sólo por el factor lesiones, que también, sino porque cuando han jugado tampoco han sido precisamente jugadores que hayan revolucionado el cotarro con su espectacularidad y excepcional rendimiento. Y si el juego de carrera no pinta demasiado bien, tampoco se puede hablar mucho mejor de la defensa. Está mejor que el ataque, eso es indudable, pero pese a tener algún nombre propio destacado aún no se ha consolidado como unidad, lo que hace que en partidos rinda a un nivel decente y en otros momentos parezca un desastre. La línea defensiva con Calais Campbell al frente es de largo lo mejor de esa defensa, pero su trabajo es muy oscuro y no es del tipo de jugadores que puedan ilusionar a una afición, y si además a su poca vistosidad se suman incidentes de indisciplina como el que protagonizó Darnell Dockett en el pasado partido ante los Jets, pues mucho peor tanto para la ilusión como para la dinámica del equipo en general. Donde sí quizá puedan tener algo de ilusión los fans de los Cardinals es en la figura de Daryl Washington, el que probablemente es el mejor jugador de la defensa, un middle linebacker que no sólo pone orden, juega muy bien contra la carrera y consigue sacks como el que más (de momento lleva 9) sino que además ha asumido el rol de líder de la unidad defensiva, rol que ha heredado de un Adrian Wilson a quien los años le empiezan a pesar de una forma un tanto preocupante. Y donde quizá también puedan depositar esperanzas es en el cornerback Patrick Peterson, aunque probablemente sea un caso un poco más forzado. El talento está ahí, es innegable, pero Peterson cada vez parece más un jugador más espectacular que efectivo, que es capaz en cualquier momento de hacer una jugada que puede cambiar el transcurso de un partido pero que a cambio no acostumbra no limitar demasiado a los receptores a los que cubre, y que en equipos especiales tanto puede hacer un retorno de touchdown como puede cometer un fumble. De hecho, como quedó demostrado en este último partido contra Seattle últimamente viene siendo más habitual esta segunda opción, y es el fiel reflejo de una temporada en la que no ha retornado ni un solo punt para touchdown (fueron 4 en 2011) pero ya ha cometido 6 fumbles intentándolo. Pero en el fondo Peterson es un jugador joven, que aporta en defensa (6 intercepciones) y al que aún le queda mucho margen de mejora. El problema es que contando con Peterson, en los Cardinals sólo es posible destacar dos jugadores entre secundaria y cuerpo de linebackers, el resto son rookies que aún tienen que crecer mucho (esperemos que así sea), veteranos que rinden por debajo de lo que se espera de ellos o jornaleros que probablemente pronto dejarán de formar parte del equipo. Sin duda un bagaje muy pobre como para pretender tener una defensa competitiva a corto plazo. Pero de todas formas, esa misma defensa que no parece excesivamente buena según la descripción anterior fue la que consiguió 5 intercepciones contra los Atlanta Falcons y la que consiguió 3 intercepciones más contra los New York Jets. El problema básico de este equipo no está en la defensa, que aunque combina partidos ciertamente brillantes con actuaciones tirando a flojas almenos tiene un poco de base, el problema está en un ataque tan inoperante que, hasta en estos casos, es incluso incapaz de transformar en puntos en la ventaja que le proporcionaron los numerosos turnovers que la defensa forzó. Porque sí, por muy increíble que parezca, los Cardinals no consiguieron ganar ni contra los Falcons ni contra los Jets.
La situación es muy seria y sin duda en Arizona tienen que sentarse a plantearse qué hacer con el futuro de la franquícia. De momento, la gerencia ya ha dicho que Whisenhunt se queda como entrenador hasta final de temporada pero a partir de ahí su futuro no está nada claro. Probablemente tampoco debería estar claro el futuro de prácticamente la totalidad del ataque ni tampoco el de media defensa, pero eso ya es una decisión de los que manden. Pero los cambios, ya sean de actitud o directamente de personal, se antojan totalmente necesarios si Arizona quiere jugar un papel relevante en la NFL durante los próximos años. Porque, tanto si es la misma gente como si es gente totalmente nueva, si todo el mundo coge su granito de arena y lo pone en su sitio al final quizá en Arizona se construya algo que merezca la pena, pero mientras esos granitos de arena estén desperdigados a lo ancho y a lo largo del estado los Cardinals seguirán siendo eso, un desierto. Y, personalmente, creo que de momento no hay muchos síntomas de que la situación actual pueda dar un giro ni a corto ni a medio plazo.
Así pues, cuando salgáis a la calle no os quejéis del frío ni deseéis que haga mejor temperatura, simplemente aceptad el tiempo como venga. Porque en sitios más calurosos como los desiertos uno lo puede llegar a pasar bastante peor.