A todo el mundo le gustaría que las cosas fueran como se las imagina, y es por eso que crearse expectativas es algo inherente en el ser humano; te montas tu propia película, o incluso te dicen algo bueno y te haces ilusiones con que todo va a ser exactamente como lo visualizas en tu cabeza. El otro día, sin ir más lejos, fui a un restaurante porque me habían dicho que hacían una paella buenísima, me creé unas expectativas y luego resultó que la paella estaba pasada y falta de sal. Mis sueños hechos en pedazos por el suelo. Precisamente por eso, crearse unas expectativas siempre es malo especialmente si las expectativas son buenas, básicamente porque si después no se cumplen el hostiazo que uno se lleva es mucho mayor que si se aceptan las cosas tal y como llegan. Pero obviamente eso no sólo pasa con las paellas, pasa en muchos ámbitos de la vida y, muy especialmente, pasa en el mundo del deporte: los aficionados se crean unas expectativas de lo que hará su equipo y luego, en un número moderado de ocasiones, estas expectativas no se cumplen ni por asomo dejando a dichos fans con el ánimo por los suelos. Y para demostrar este extremo tenemos a la NFL. Este fin de semana, después de la jornada 3, es probablemente el primer fin de semana en el que fans de Giants, Redskins o Steelers han visto que lo suyo no es un simple partido puntual o un pequeño bache, sino que los malos resultados pueden ser la tónica de toda la temporada. Pero no son los únicos. De hecho, tras esta jornada se ha empezado a confirmar que muchas de las expectativas generadas en los aficionados de muchos otros equipos se han roto. Y los reyes de las expectativas rotas, aunque hayan ganado ya un partido, tienen que ser los Green Bay Packers. Porque es que la cosa viene de lejos.
Después de una temporada 2012 que acabó con el descalabro más absoluto en la parcela defensiva, la gran expectativa de los aficionados de los Packers era que para la temporada siguiente la defensa fuera mucho mejor. ¿Cómo se podía mejorar la defensa? Pues la primera opción era echar a Dom Capers, el coordinador defensivo, un hombre que pese a tener un gran renombre como especialista defensivo y gurú de la 3-4 hacía mucho tiempo que no obtenía resultados convincentes, y desde luego su dudosa preparación del partido de playoffs contra los Niners acabó de convencer a los seguidores de Green Bay. Pero nada de eso, Dom Capers siguió al frente de la defensa, así que expectativa rota. Descartado el uso de la agencia libre puesto que parece que sea algo sacrílego que vaya contra los principios de la franquicia y hasta de la naturaleza, la segunda opción cronológicamente hablando era draftear jugadores que pudieran marcar las diferencias defensivamente hablando y pudieran subir el nivel de la unidad desde el primer día. Se drafteó a Datone Jones pero la pieza del safety, la que todos los expertos consideraban como la más necesaria para esa defensa, ni tan siquiera se hizo el intento de adquirirla. Expectativa rota, otra vez.
Y así se llegaba al inicio de la temporada 2013, y qué mejor rival para este primer partido que los San Francisco 49ers, el equipo que causó el desastre defensivo que todos los fans tenían en la memoria. Ya que no se había cumplido ninguna de las dos primeras, la nueva expectativa era que Capers hubiera preparado el partido a conciencia y que Kaepernick no consiguiera las 181 yardas de carrera del partido de playoffs. Y no lo hizo. ¿Eso significa que la expectativa se cumplió? Pues no del todo. En lo que muchos pensaron que era una demostración de calidad, Kaepernick renunció a su juego de carrera y destrozó a la secundaria de los Packers a base del juego de pase, pero es que viendo las actuaciones posteriores del quarterback de los Niners igual lo que pasó no se debió tanto a su calidad pasando el balón sino que fue más importante tanto la debilidad de los Packers en la posición de safety como la incapacidad de Capers para modificar su gameplan inicial teniendo en cuenta lo que requería el partido. Quizá no por sí misma, pero la expectativa de que los Packers ganaran el primer partido de temporada quedó rota precisamente porque las dos grandes expectativas de offseason fueron totalmente ignoradas.
Pero sin duda, la pura ejemplicación de que generarse expectativas es algo que sólo puede traer chascos y decepciones es el partido de los Packers contra los Bengals. Fue el partido más raro que he visto en mucho tiempo, pero es que lo fue básicamente porque nadie hizo lo que se suponía que debía hacer en cada momento. Para empezar, Jeremy Ross volvió a cometer un error a la hora de retornar un kickoff y decidió regalarles el balón a unos Bengals que ya habían anotado muy cerca de la end zone. Unas pocas jugadas más tarde se confirmaba que los Bengals se iban 14-0 en el marcador, y Aaron Rodgers ni tan siquiera había pisado el campo. Si alguien esperaba ver un partido igualado, expectativa rota. Y si alguien pensaba que Jeremy Ross sería castigado por su enésimo error en los retornos, expectativa rota otra vez, porque el staff no sólo tuvo el morro de seguir manteniéndolo como retornador principal sino que además le dieron mucho más protagonismo en ataque del que normalmente recibe. Hay que suponer que como premio a su gran labor. Por fin pudo salir Rodgers al campo, pero cuando todo el mundo esperaba que se pusiera el equipo a las espaldas y desplegara todo su potencial aéreo resulta que tenía el día malo. Empezó el partido como el culo, hasta el punto de que la presión de la línea defensiva rival se le había metido en la cabeza e incluso se discutía con McCarthy por un playcalling que la verdad es que era malo a rabiar. Otra expectativa rota, sin Rodgers y dos touchdowns abajo el partido estaba perdido… ¿no? Pues no. Porque sin venir a cuento, esa defensa de Green Bay en la que tan pocas esperanzas había depositadas empezó a forzar punts y turnovers como si no hubiera mañana. Increíble, la defensa metió a Aaron Rodgers y al resto del ataque en el partido, y el marcador pasó del 0-14 al 30-14. La no-expectativa fue la única que se cumplió. Porque no, aquí no se acaban los despropósitos.
Con Green Bay corriendo muy bien mediante Johnathan Franklin (el cuarto corredor en el depth chart), defendiendo de maravilla gracias a una sorprendente cobertura hombre a hombre (especialmente por parte de Sam Shields) y un mínimo de dos anotaciones de ventaja, el partido no se podía escapar. Se intuye por donde van los tiros ¿verdad? Efectivamente, en su afán por romper expectativas, los Packers lograron tirar el partido y acabaron perdiendo por 34-30. Una inoportuna lesión de Clay Matthews provocó el pánico en la banda de Green Bay y el staff decidió dejarse de los inventos que estaba usando hasta entonces (inventos que ya hemos visto que funcionaban) y pasó al juego típico y previsible de los Packers: una defensa zonal y un juego de ataque totalmente polarizado hacia el pase. Sí, teniendo en cuenta que Rodgers no andaba fino y que la defensa típica de los Packers da bastante risa. Con dos cojones. Total, que la expectativa de que si algo funciona no lo toques fue rota por la incompetencia del staff de los Packers. y más concretamente por la incompetencia de un Mike McCarthy que fue el principal culpable de la derrota final. Da igual que Rodgers estuviera más o menos fino en el último drive, da igual que la línea funcionara mejor o peor (de hecho muchos de los incompletos que paran el drive final son balones deflectados en la línea de scrimmage), si los Bengals no se meten en el partido gracias al pánico generalizado de un entrenador que va ganando los Packers se lo llevan de calle. Y en la NFL esto está totalmente fuera de lugar.
Sí, obviamente se puede achacar la derrota a jugadas puntuales. Si los Packers llegan a transformar ese cuarto down faltando algo menos de cuatro minutos y con ventaja en el marcador igual el resultado habría sido otro, pero teniendo en cuenta que Franklin es un corredor ligero y que Evan Dietrich-Smith es con diferencia el peor center de toda la liga, igual la selección de la jugada no fue la más adecuada. O dicho de otra manera, si alguien esperaba que McCarthy cantara algo acorde con los puntos fuertes y débiles del equipo, no hace falta decir que pasó con esas expectativas. O quizá si Randall Cobb no hubiera intentado forzar el fumble cuando Cincinnati recuperó la bola, los Bengals se habrían quedado ahí y posiblemente el resultado habría sido distinto; y es que lo que uno espera es que cuando el portador del balón lo hace mal y comete un fumble no sea su propio equipo el que salga beneficiado, pero ya hemos visto que esto de las expectativas y los Packers no funciona según las leyes de la lógica. O incluso un tercer ejemplo, hay un tercer down en la primera parte que no se convierte porque Finley es golpeado en la cabeza y sufre una conmoción en el proceso, si ese drive se mantiene vivo mediante la penalización correspondiente igual Rodgers acaba anotando y entra antes en el partido, lo que posiblemente habría provocado una victoria de Green Bay, pero parece que en este equipo ni las cosas más lógicas se pueden cumplir, y es que ya son dos semanas consecutivas en las que Green Bay pierde a un jugador por conmoción debido a un golpe directo al casco (la semana pasada fue Eddie Lacy) y no hay penalización que castigue la acción. Algo totalmente surrealista pero supongo que para mantener la tradición hasta esas expectativas tienen que romperse. Pero estas tres jugadas son sólo ejemplos puntuales y no deben servir para esconder que si los Packers no ganaron fue porque el staff que hay en la banda no estuvo a la altura de las circunstancias. Y no es la primera vez.
Aun así, Rodgers no suele tener muchos partidos malos en una temporada y es por eso que habría que esperar que los Packers, pese a su actual récord de 1-2, mejoraran su clasificación en jornadas venideras y se acabaran metiendo en playoffs. O quizá no, que ya sabemos lo que pasa con los Packers, lo que les rodea y lo que se puede esperar de ellos. Porque una de las acciones más lógicas después del partido del domingo sería la de cortar a Jeremy Ross para que no les cueste más puntos en los retornos. Que es exactamente lo que han hecho. ¿Qué? ¿Cómo? ¡Milagro! ¡Por fin han cumplido con una expectativa! Quizá las cosas están cambiando para bien y éste sea el inicio de una etapa en la que en Green Bay se hacen las cosas que parecen obvias a toda su fan base y a todo aficionado de la NFL. O quizá haya sido simplemente un momento de locura transitoria y Ted Thompson y compañía no tardan demasiado en volver a las andadas. Quien sabe.
En fin, para qué complicarnos la vida, lo mejor será que esperemos a que todo pase para verlo, porque intentar hacer predicciones con este equipo es probablemente una de las cosas más complicadas que existe en el mundo de la NFL. Y mientras esperáis a que todo suceda, recordad de no haceros ninguna idea prefabricada de lo que va a pasar ni con los Packers ni con el resto de equipos de la NFL, y es que esta competición es probablemente de las más impredecibles del mundo del deporte.