Hoy, un New York Strip Steak.
Por Axel Andrés
Esta mañana he ido al bar donde suelo desayunar y ha sido acercarme a pedir. Por primera vez en la vida, el camarero me ha preguntado si quería lo de siempre. No me ha pedido qué quería, me ha pedido si quería lo de siempre. Y eso después de una semana de no vernos en absoluto, porque sí, me pillé la semana entera de puente. No hace falta decir que la sensación es muy reconfortante; no sólo mola porque alguien a quien aparentemente le importas un pito se acuerda de ti sino que además, aunque suene a muy vago, te ahorra el esfuerzo de tener que pensar qué quieres para desayunar y luego decirlo. Quizá en este caso el esfuerzo sea un poco chorras, porque son 10 segundos y en el fondo tampoco es tan complicado, pero hay otros casos en los que saberse de memoria qué es lo que va a pasar porque ya lo has vivido muchas otras veces es algo muy positivo y que te ahorra muchos quebraderos de cabeza. Como por ejemplo como evolucionará el rendimiento de ciertos equipos de la NFL a medida que vaya avanzando la temporada. Porque hay algún que otro equipo que, aunque empiece la temporada muy mal, siempre acaba haciéndolo bien y luchando por meterse en playoffs, salvo problemas graves e irreparables como podrían ser lesiones. O, por el contrario, hay un equipo que por muy bien que empiece una temporada siempre acaba perdiendo fuerza, jugando mal y eligiendo en un puesto destacado del draft del año siguiente. Este equipo son los Buffalo Bills.
Y es que ya lejos quedaron las cuatro Superbowls seguidas que perdieron (1990-1993) con los Jim Kelly, Thurman Thomas, Andre Reed y compañía, entonces eran un equipo bastante competente que simplemente tenía la suerte de espaldas. Ahora la tendencia natural del equipo es la de ilusionar mucho a sus aficionados (y de paso al aficionado neutral) con movimientos bastante interestantes en el draft y en la offseason y luego empezar la temporada de forma más o menos buena. Pero en algún momento indeterminado entre las semanas 5 y 10, el equipo peta de forma misteriosa hasta el punto de bajar su rendimiento a los infiernos, algo que obviamente les lleva siempre a elegir en una posición bastante buena en el draft. Y elegir en una buena posición ilusionaba a los aficionados que pensaban que con el nuevo añadido el equipo funcionaría mejor que el año anterior. Supongo que véis cómo se cierra el círculo. El tema se remonta a los tiempos en los que el gran JP Losman era el quarterback titular del equipo pero se agudiza de forma acojonante desde la temporada 2008. Con el pick #11 del draft de ese año 2008 Buffalo selecciona a Leodis McKelvin, probablemente el mejor cornerback que salía de college y que debía apuntalar la débil secundaria del equipo; los Bills empiezan con un sorprendente 5-1 pero terminan el año 7-9. Con el pick #11 del draft de 2009 Buffalo seleccionan a Aaron Maybin, un pass-rusher con mucho potencial que debía acabar con los problemas del equipo para hacer sacks; los Bills empiezan con un no demasiado malo 3-4 para acabar hundiéndose con un récord de 6-10. Con el pick #9 del draft del 2010 Buffalo selecciona a CJ Spiller, jugador que aún nadie sabe qué coño se esperaba que aportara en un equipo con tantas carencias y con Marshawn Lynch y Fred Jackson en plantilla; como el pick fue malo de cagarse esta vez el punto de inflexión debió ser la semana 1 porque los Bills empezaron el año con 8 derrotas consecutivas y acabaron con un paupérrimo 4-12. Lo que nos lleva a la temporada 2011. Por cierto, sólo como detalle periférico, de todos estos picks de primera ronda y tirando hacia atrás hasta el 2004, donde los algoritmos dicen que empieza este círculo vicioso, sólo McKelvin, Eric Wood (en 2009 tuvieron 2 primeras rondas) y Spiller se mantienen en el equipo; conservar sólo tres primeras rondas en plantilla de los últimos siete drafts es una gran manera de generar ilusión a largo plazo.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, en esta temporada 2011 la tendencia no ha cambiado en absoluto, pero los Bills han sabido añadirle un toque picante que convierte la situación en mucho más lamentable. Como cuando Michael Bolton añade un «big sexy hook» a las canciones de The Lonely Island. Resulta que con el pick #3 del draft de este año Buffalo eligió a Marcell Dareus, un jugador de línea defensiva que tenía que ser (y está siendo) un tío capaz de parar la carrera y generar pass-rush él solo. Una de las pocas piezas que le faltaban a los Bills para ser un equipo competitivo, con lo cual la ilusión ya estaba ahí. Y cumpliendo con todas las expectativas, Buffalo empezó la temporada 3-0 con una victoria espectacular contra New England (victoria que por cierto les valió a los Patriots un bonito artículo dedicado), algo que nadie se había atrevido ni tan siquiera a soñar. Pero también siguiendo con la tradición la temporada se fue torciendo ligeramente hasta llegar al 5-2, momento en el que apareció el fatídico punto de inflexión que mandó la temporada de los Bills al maravilloso 5-8 actual. Cierto es que la lesión de algunos jugadores, y más concretamente la de Fred Jackson, no ha ayudado al buen rendimiento de los Bills, pero es que ahora mismo la imagen que dejan sobre el campo es sencillamente deplorable. Hasta el punto de que el único peligro ofensivo que fueron capaces de generar en el partido que les enfrentó a los Chargers esta última semana fue cuando Philip Rivers hizo el patoso con el balón y se lo regaló a Bryan Scott en su propia end zone. O lo que es peor, hasta el punto de que lo más destacado que han hecho los Bills en ataque en el último mes y medio fue cuando David Nelson fue a darle el balón de un touchdown que había anotado a su novia cheerleader de los Cowboys. Triste es poco.
Pero esto no pasaría de una simple anécdota si se hubiera quedado aquí, porque en el fondo ya sabemos cómo va la historia. El problema es que algún alto cargo en la gerencia de los Bills ha hecho lo que todo el mundo ha hecho en algún momento u otro de nuestras vidas, ha mandado un mensajito que no debía borracho perdido y luego se ha tenido que comer un marrón de la hostia. Sólo que en vez de un mensajito era un contrato de superestrella. Y es que mientras los Bills andaban borrachos de felicidad en medio de la racha ganadora, a alguna mente preclara del alto mando se le ocurrió la brillante idea de convertir a Ryan Fitzpatrick en su quarterback franquícia y le ofreció un contrato de seis años y $60 millones, con $24 millones garantizados. Sí, al mismo Ryan Fitzpatrick que conocemos todos, el que salió de Harvard y se hizo famoso por hacer un Wonderlic Test del copón y no por sus lanzamientos, el que deambuló por varios equipos antes de llegar a los Bills, el que empezó siendo un parche como quarterback titular en los Bills porque era el que menos pena daba de todos los que tenían en el roster, el mismo que tiene una barba de leñador en la que podrían esconderse ecosistemas enteros (algo que no afecta en absoluto a su juego, pero supongo que todo suma). O lo que es un poco más grave, un tío que es capaz de firmar un 13/34 con dos intercepciones, una de ellas retornada para touchdown, actuación que por cierto le valió para ser sustituido por el siempre espectacular Tyler Thigpen. O lo que es incluso mucho más grave, un tío que desde que firmó el contrato de su vida lleva un récord de 1-6, con 8 TDs, 10 INTs y 5 fumbles cometidos. Y el contrato no ha hecho más que empezar, así que puede que en Buffalo tengan que tragar ese tipo de estadísticas durante mucho tiempo.
Resumiendo, que los Bills han cometido un error de proporciones bíblicas. Y no, hoy no estoy intentando hacer un juego de palabras con esa deidad bajada a la Tierra en forma de jugador de football, ustedes ya saben a quien me refiero. Es simplemente que esto de ligar su futuro próximo a un jugador que como mucho es justito y cuando el cielo está despejado es una decisión espantosa. No sólo les limita en el puesto de quarterback sino que además les limita en otras posiciones porque el pastizal que se están gastando en Fitzpatrick ocupa una parte bastante interesante del salary cap total de la franquícia, algo que de buen seguro les limitará a la hora de fichar algún receptor que complemente a Stevie Johnson, o algún linebacker, o cualquier necesidad que vayan teniendo en el futuro.
En fin, que las cosas no pintan excesivamente bien para Buffalo durante los próximos años, pero si por alguna casualidad de la vida empezaran bien la temporada que viene mantened la cabeza fría, acordaros de mi desayuno y pensad: «Bah, si luego va a ser lo de siempre…»
Estos son los mejores highlights de los Bills los últimos años
[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=Ry9dOLh_-Uc[/youtube]