Como cada miércoles, Axel se pone manos a la obra en la charcutería y esta semana saca unas viandas al aire libre para que desprendan su olor.
Por Axel Andrés
El football, para la mayoría de gente de éste y muchos otros países, es un deporte en los que varios tíos gordos se ponen un casco, dan porrazos y corren por el campo como pollo sin cabeza. Sin embargo, a poco que se conozca este deporte, es evidente que esta afirmación no puede estar más alejada de la realidad. El football es uno de los deportes más tácticos que existe y es que, sin dejar de lado que ciertamente es un deporte de contacto, cada partido puede convertirse en una auténtica partida de ajedrez. Y ajedrecistas los hay de todos los tipos: ofensivos, defensivos, jugadores veteranos con mucha experiencia, jugadores jóvenes con mucho talento, y un largo etcétera. Pero por encima de todos ellos la categoría que más me gusta: los genios, gente que tiene una mente superior a la del resto del mundo y puede ver cosas que el resto del mundo no podría ni soñar ver. Pero dentro de esta categoría hay una subcategoría que me gusta aún más, que son esos genios que se lo creen, que se creen que cada vez que conectan dos neuronas y se les ocurre un movimiento nuevo el mundo tiene que parar a admirar la gracia que ha hecho el niño, que se creen que pueden salir airosos de cualquier chorrada que se les ocurra porque saben tanto que es imposible que alguien les vaya a mojar la oreja, y que se creen que si por alguno de aquellos casuales la parida les ha salido mal es por un cúmulo de circunstancias desgraciadas, simultáneas y aleatorias, nunca por su culpa. E incluso los hay que se creen que pueden seguir viviendo de los campeonatos que consiguieron hace ya un tiempecito. Por si os lo preguntábais, hace tiempo que he dejado de hablar de ajedrecistas; hace tiempo que estoy hablando de Bill Belichick.
Bill Belichick, un hombre que ha pasado de ser un genio del football a ser la descripción gráfica del conocido refrán «eres más corto que las mangas de un hoodie», ha perdido los papeles definitivamente. Hace tiempo que lo vengo diciendo, pero parece que cuando se lleva una racha ganadora hay cosas que no se pueden decir. Pero el domingo perdió (34-31 contra Buffalo, por si alguien aún no se había enterado), mayormente por su culpa, y ahora que puedo no voy a dejar pasar la oportunidad de señalar todo lo que lleva haciendo mal en los últimos tiempos. Que no son pocas cosas.
Punto número 1: Pésima gestión del tiempo. Si por algo destacaban los Patriots de las tres Superbowls, entrenados por el propio Belichick, era por su impecable gestión del tiempo. Si te cogían dos anotaciones de ventaja era imposible que le dieran la vuelta al partido, simplemente porque el equipo rival no tenía el balón lo suficiente como para poder remontar. Se podían pasar un cuarto entero entre carrera y pase corto, conviertiendo cinco terceros downs y acabar anotando aunque fuera sólo un field goal. El domingo, en un partido en el que llegaron a ir ganando 21-0, los Patriots dieron a sus corredores 22 carreras, de las cuales sólo 13 fueron después de ponerse tres anotaciones por encima. Por contra, después de ponerse con esos 21 puntos de ventaja, Brady lanzó un copón de pases y cuatro de ellos fueron interceptados. Alguno podrá alegar que estos Patriots no tienen a un Corey Dillon que haga ese trabajo, a lo que se puede responder con dos argumentos. El primero es que New England ganó la primera Superbowl con Antowain Smith de corredor; el segundo es que si no tienen un Corey Dillon es porque no lo han sabido buscar, lo cual me lleva al punto número 2.
Punto número 2: Pésima gestión de plantilla. Este punto tiene dos apartados diferenciados, el draft y la offseason, que aunque estén diferenciados tienen en común que los dos están igual de mal gestionados. Empezamos con el draft, algo de lo que ya hablé en su momento y que no se me ha olvidado con el paso del tiempo. Siguiendo con el párrafo anterior, los Patriots tenían a Mark Ingram en el pick #28 de la primera ronda, pero Belichick fue más listo que nadie y lo vendió a los Saints por una ronda de 2012 y una segunda ronda (Shane Vereen). Está por ver si el cambio les sale mal, muy mal o lo siguiente. Pero tampoco quiero centrarme en eso porque son muchas las chorradas que ha hecho Belichick en los últimos años con el draft. En especial destaca el plan maligno para dominar el mundo que consiste en vender rondas por otras rondas del año siguiente y acumularlas como si fuera comida para el refugio nuclear. Y a base de repetición algún pick acaba saliendo bien, pero es mucho más destacable la cantidad de jugadores elegidos por el dedazo de Dios que luego han salido de New England por la puerta de atrás, como podrían ser por ejemplo Maroney, Butler o Meriweather. Especialmente sangrante es el caso de estos dos últimos, cortados por la patilla a nada de empezar la temporada y cuyos casos certifican que Belichick ha perdido la chaveta. Sabiendo que la secundaria es uno de los puntos débiles del equipo, como sabíamos todos y ahora lo demuestran las 377 yardas de pase encajadas por partido, no puedes simplemente cortar a dos jugadores decentes porque a ti te apetece. Esto como mucho lo puede hacer Del Rio con Garrard, pero se supone que los genios de este deporte no hacen esas cosas. Pero es que aquí no acaban las sandeces de Belichick en offseason, porque hay que recordar que las adquisiciones más destacadas fuera de draft de los Patriots son Albert Haynesworth y Chad Ochocinco. Como la recuperación de Randy Moss le salió bien, ahora de vez en cuando a Belichick le gusta ponerse una túnica y convertirse en pastor de vete a saber qué secta, capaz de convertir al bien a cualquier jugador problemático que se le ponga por delante. Quizá es pronto para juzgar, pero de momento Big Al lleva dos tackles en tres partidos y Ochocinco debe llevar algo más pero sólo le recuerda porque Tedy Bruschi rajó de él y por un drop criminal esta última jornada. Total, que si la offseason no se le da bien, lo que se le dará bien es el trabajo propiamente del entrenador, ¿¿no?? Estar en la banda, buena toma de decisiones… Pasamos al punto 3, a ver qué pasa.
Punto número 3: Gilipolleces espontáneas. Así de claro. A parte del tema del clock management, que como ya hay un párrafo dedicado a ello ahora no hace faltar hurgar en la herida, recientemente Belichick ha desarrollado una habilidad acojonante para tomar decisiones absurdas, decisiones que van contra su propio equipo y que ni tan siquiera tomaría el peor de sus enemigos. Todo empezó ese día de noviembre de 2009, ya algo lejano en la memoria, en el que Belichick decidía jugarse un 4th & 2 en su propia yarda 28 contra los Colts para ganar el partido… y falló. Desde ese día que el volumen de sus huevos le creció un 200% y ahora todos los cuartos downs que se encuentra por sus huevos que le salen bien. Ha pasado en varias veces desde entonces, pero muy especialmente está pasando esta temporada. La semana pasada contra los Chargers ya se jugó uno por la cara y le salió mal, y esta semana se jugó dos más. Pero no contento con eso, el partido ante los Bills enseñó una nueva faceta de gilipollismo: a Belichick le mola tirar los tiempos muertos en los momentos clave. Sino no se entiende que después del pase para Fred Jackson que primero fue touchdown pero luego no, Belichick se quedara discutiendo con el árbitro vete a saber de qué (hay rumores que apuntan que discutían acerca de la madre de Aída Nízar), hasta el punto de gastar un tiempo muerto para poder acabar la conversación. Ese tiempo muerto habría permitido a los suyos tener algo de tiempo después del más que seguro field goal de los Bills, pero supongo que era más importante reivindicarse como persona que ganar el partido. Y sólo estamos en la jornada tres, a saber qué nos depara el futuro…
En resumen, que Bill Belichick ya no es el que era. Se ha creído su propio personaje de genio y toma decisiones erróneas porque le sale de la punta de la nariz. Porque él es fisiológicamente incapaz de equivocarse y siempre elegirá la mejor opción para su equipo. Pero eso es sólo su mundo particular, porque en una realidad alternativa en la que vivimos el resto de humanos las cosas son muy distintas. En esta realidad nadie entiende sus decisiones. La única suerte que tiene es que de momento no le ha costado demasiados partidos y sólo el tiempo dirá cuantos disgustos más dará a los fans de New England con sus tonterías. Lo único que de momento está claro es que atrás quedaron los tiempos en los que aplastaban a los rivales, los tiempos de las jugadas imaginativas con sentido (¿quien no se acuerda del pase de touchdown de Vinatieri en un fake de field goal?) o los tiempos de los Harrison, Seymour, Bruschi, Vrabel, Law en vez de la panda de patanes que deambula por el campo ahora mientras el equipo rival ataca. Belichick se ha cargado aquellos Patriots, que posiblemente eran el mejor equipo de la historia de la NFL, y les ha convertido en algo que podríamos denominar como un conjunto de jugadores que juegan alrededor de Tom Brady. Y si a Brady le da por tener el día malo, las cosas acaban exactamente como vimos el domingo pasado.
El viejo Belichick nunca habría permitido que le pasara eso a su equipo, pero ese hombre ya no existe. Y es una lástima porque los Patriots antes molaban. Ahora ya no.