Los Jaguars están enjaulados desde hace tiempo y el zoo va camino del oeste. No hay otra. Hoy más que Carnicería esto es un concurso de domadores, pero el gatito ya es muy manso, básicamente no le hace caso ni dios.
Por Axel Andrés
No creo que sorprenda a nadie si digo que ser aficionado del football en España es algo extraordinariamente complicado. El interés general del deporte sobre la población es mínimo, digamos que no consigo imaginar un grupo de viejos sentados alrededor de una mesa de bar, con su carajillo y jugando al dómino mientras charlan apasionadamente sobre si esa última jugada del Monday Night era pass intereference o no. Como que no lo veo. Y como no interesa, pues los medios de información deportiva nacionales no se hacen apenas eco de la actualidad del deporte, a no ser que pase alguna estupidez o que detengan a alguien, que entonces les falta tiempo para sacarlo. De esta forma se genera un ciclo que se retroalimenta que al único que putea es al amante de este deporte que, o tira de las pocas webs especializadas en castellano, o tiene que apañarse con información en inglés que hay que ir a buscar a propósito y hay que luego molestarse en entender. Muchas molestias si queremos que la gente se enganche al deporte. Que con esto no estoy diciendo que en USA nos lo pongan más accesible, de hecho un país que manda a MacGyver de safari al País Vasco o que coloca las fallas en Sevilla no espero que nos vaya a facilitar las cosas. Como mucho para ellos sólo debemos ser un país que un día fue conocido por La Macarena, así que quizá hasta piensen que ni existen fans del football en nuestro país. Pero ojo, que ser conocido por una canción del verano tampoco tiene porque ser malo, probablemente hasta sea algo positivo, y de hecho hay gente dentro de la propia NFL a la que ahora mismo pasaría menos vergüenza si fuera conocido por cantar La Macarena que no por pertenecer al mundo del football. Desde luego con el apellido que tiene no le tendría que resultar muy difícil intentarlo. Como no, estoy hablando del personaje de la semana, estoy hablando del entrenador de los Jacksonville Jaguars Jack del Rio.
Pero no os engañéis, las cagadas que lleva Del Rio en Jacksonville no son propias de esta temporada, alguna cosa se venía intuyendo en años anteriores. Como prólogo tenemos el fabuloso movimiento de draftear a Tyson Alualu en el número #10 del draft de 2010, en el movimiento más «se me han caído los cojones al suelo» que yo recuerde en un draft desde que tengo uso de razón. Porque no puedes coger con tu pick #10 un jugador que en condiciones normales tendría que haber salido en segunda ronda en el mejor de los casos. Porque es un defensive tackle del montón, que si bien se mantiene como titular en el equipo, es incomprensible que se gaste un pick tan alto en alguien del cual sólo se puede esperar que cumpla. Y mucho más importante, porque tienes una afición apática que prefiere ir a ver el torneo de petanca del barrio que acudir al estadio a ver a tu equipo, aunque sea sólo porque el equipo salga rentable económicamente el pick tendría que haber sido mediático, un pick que generara ilusión, un pick que, por poner un ejemplo, podría ser de una universidad cercana y llevar el #15 a la espalda. Ustedes ya saben a quien me refiero. Pero no, Del Rio prefirió moverse por un pálpito, la gerencia le hizo caso y entre todos la cagaron de lleno.
Pero si esto parece espantoso, lo de este año no tiene nombre. Primero el día del draft, en el que hicieron un trade para que no se les escapara su quarterback de futuro, Blaine Gabbert. Si hubieran elegido el año anterior a quien realmente tenían que draftear (ustedes ya saben a quien me refiero), en este draft ni tan siquiera hubieran tenido que pensar en draftear un pasador, y menos dar picks adicionales para subir a por él. Que ya bastante jodida estaba la cosa. Que sus receptores titulares eran Mike Thomas y Jason Hill, al pasar olímpicamente de renovar a Mike Sims-Walker (jugador al que por cierto luego volverían a contratar de forma chapucera después de ver el desastre que habían creado y les duró una semana antes de tener que meterle en injury reserve, pero eso es otro tema). Porque ninguno de los fichajes defensivos supuestamente de referencia de los años anteriores habían salido bien (Kirk Morrison, Aaron Kampman). Pues no, hay que coger al quarterback de futuro de la franquícia. Visto así igual no era tan mal pick pero ¿seguro que era el quarterback de futuro? Pues va a ser que tampoco. Y es que, en un alarde de inteligencia digno de Barragán, Jack Del Rio echó a David Garrard del equipo menos de una semana antes de que empezara la NFL, dejando al ataque de los Jaguars sin líder. La razón inicial, que había lanzado tres intercepciones en un entreno. Como razón para tomar una decisión tan drástica es un truño. La razón reflexionada, que los Jaguars se ahorraban un montón de dinero en sueldos, y que Garrard era prescindible después de la llegada de Gabbert. Esta razón es incluso peor. Primero, ¿con qué cojones justificas un corte justo antes de empezar la temporada para tener espacio salarial? A estas alturas de pretemporada ya no te podrás gastar la pasta en nada que merezca la pena, así que ahorrar dinero no sirve de un pijo. Y segundo, es altamente recomendable que si eliges en el draft a un quarterback algo verde que representa que va a ser el futuro de la franquícia antes le protejas y le enseñes un poco, en vez de dejarle en bolas de buenas a primeras.
Algunos ilusos pensaban que Luke McCown, que por cierto se encontró con el marrón casi sin querer, podía hacer lo mismo que hacía Garrard en el campo y a la vez tutelar a Gabbert. Pero fue que no. En el campo, McCown no puede hacer de Garrard ni de quarterback a secas, esencialmente porque es más malo que el vino de tetra-brik. No lo digo yo, lo dicen su 6/19 y sus 4 INTs que el chavalín se cascó en el segundo partido de la temporada. Unos resultados tan sumamente penosos que obligaron a Del Rio a meter a Gabbert de forma precipitada y, consecuentemente, esto acabó de dinamitar su ya de por sí vergonzoso proceso de crecimiento en el cual, gracias a la inestimable ayuda de McCown en su faceta de mentor, sólo había podido aprender lo que un quarterback nunca debe hacer en un terreno de juego. Y obviamente el experimento salió mal. Gabbert ha sido durante toda la temporada un desastre en la toma de decisiones, en la precisión de sus pases y, lo que es aún peor, está más pendiente del pass-rush rival que no de sus propios receptores. No es sólo que no haya crecido como jugador, es que ha involucionado, está jugando mucho peor de lo que lo hacía en Missouri. Si a eso le sumamos un cuerpo de receptores que está saliendo con Mike Thomas y Jason Hill como titulares, algo que ya ha quedado comentado antes, y un tight end que de vez en cuando hace las delícias del respetable con unos drops tan inexplicables que parece que los haga a propósito (segundo 58) hacen que el juego de pase de los Jaguars de este año sea probablemente el peor que haya pisado un campo de NFL en los últimos 10 años. Y sí, por si os lo preguntábais, son últimos de la liga en juego aéreo con un acojonante promedio de 131.3 yardas por partido.
A todo esto, corre el rumor de que un tal Maurice Jones-Drew se ha pasado la temporada entera preguntándose entre llantos y sollozos qué ha hecho él para merecer esto, y rezando para que la situación cambiara pronto antes de que la sobreexplotación a la que viene siendo sometido durante los últimos años le pase factura y su físico le empiece a fallar. Lo curioso es que sus ruegos han sido escuchados y, en un día de locos, el owner de los Jaguars Wayne Weaver ha puesto a la franquícia patas arriba despidiendo a Jack Del Rio y poniendo el equipo a la venta. Así pues, lo que pase con los Jaguars de aquí en adelante es toda una incógnita. ¿Se quedarán en Jacksonville o se marcharán en busca de algún aficionado? ¿Volverán a ser un equipo competitivo? De momento es imposible saberlo, pero les deseo todo lo mejor sea sólo para ver a Jones-Drew compitiendo por algo relevante. Lo que sí es seguro es que en ese futuro no estará un Jack Del Rio que, aprovechando que ahora tiene un montón de tiempo libre y habiendo visto lo que ha aportado al football últimamente, lo mejor que podría hacer es juntarse con sus «hermanos» y reversionar y redifundir su única canción a lo largo y ancho del país. Seguro que, como ya pasara a finales de los 90, la gente estaría mucho más contenta con su nuevo trabajo. Yo lo estaría.
Atención a esta pieza televisva, año 1996, eso sí, de uno de los programas más respetados y decentes (de lo mínimo que hay) en la televisión española. No tiene desperdicio. No hemos encontrado el video de Bill Clinton bailándolo, para resumir, parece que la CIA ha metido mano en la Red y se lo ha cargado, porque es acojonante que no esté. También habíamos sopesado poneros a Justin Bieber bailando ‘La Macarena’ en el concierto de Barcelona, pero hemos preferido ahorraros vomitar a estas hora (la que sea que lo estéis leyendo), ya que esa es «nuestra exportación».
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