Nueva York no es una ciudad cualquiera. Ni por sus dimensiones, cultura, gente, monumentos o historia. Quien haya paseado alguna vez por sus calles, Broadway, la Quinta Avenida, Chinatown o por Central Park, sabe que está ante algo distinto, excepcional y único. Donde si sucede algo, pasa porque es Nueva York.
A esta gran metrópli norteamericana, y concretamente a su barrio más famoso, Manhattan, llegan muchas personas dispuestas a ganarse la vida y a triunfar. Independientemente del motivo o el objetivo, no hay nadie que vaya a ver qué pasa, a ser uno más. Si alguien apuesta fuerte por esta ciudad es para ser el mejor en lo que hace.
Este aspecto se puede ver claramente en el deporte. Nueva York es la ciudad de Estados Unidos con mayor número de equipos profesionales de las cuatro grandes ligas. Aunque el seguimiento de unas franquicias es mayor que otras, ser un equipo que lleva las siglas NY en la camiseta implica un grado extra de presión por ganar, de destacar por encima del resto. Simplemente por ser de Nueva York. Y cuando esto no sucede, no gusta y se considera un fracaso mayor que otro equipo en el mismo caso.
Obviamente ningún proyecto de extraordinaria envergadura que se decida iniciar desde la Gran Manzana se va a hacer de cualquier manera. De director principal, se pondrá a la que se crea la mejor persona capaz de sacarlo adelante. Los New York Knicks pensaron el pasado mes de marzo que Phil Jackson era la persona idónea para reflotar a la franquicia. Y quién no.
El problema es que casi dos meses después de comenzar la temporada, los neoyorquinos están firmando el peor comienzo de una temporada en su historia. Seguramente no querían que fuese así. Nadie pensó que se frustrarían tan pronto los planes, pero es tal y como está sucediendo: 5-22 y creciendo el dígito de las derrotas, que es lo peor.
Además, pueden poner su sello en los libros de historia, pues puede ser la primera vez que los Knicks consigan 20 o menos victorias en una temporada. Los fans y las redes sociales, esa mezcla que se convierte en explosiva en estos casos, ya se han encargado de decirles a los jugadores lo pésima que les está pareciendo su temporada. Al menos no pierden el tiempo y lo hacen con humor.
@JADubin5 Jose Calderstoned. #Knicks420
— Alexander (@amifezz) December 11, 2014
@netw3rk tim hashaway jr #Knicks420
— steve (@TryTheBeal) December 11, 2014
Qué buena pinta tenía
El plan inicial no parecía augurar la situación actual. Se trajo como presidente a una persona que ya ganó dos anillos con esa franquicia en su etapa como jugador, que más tarde consiguió once desde el banquillo y que conocía bien la institución por dentro. “Es una maravillosa oportunidad de hacer algo que me encanta”, comentaba Phil en marzo. Hasta aquí todo bien.
En verano se conseguía el segundo de los objetivos de este año (y quizás el más importante), que era el de atar a su estrella y hacer de él (otra vez) la piedra angular del proyecto: 5 años y cerca de $124 millones de contrato fue el acuerdo entre ambas partes. La ilusión no podía ser máxima y las expectativas estaban muy altas. Tal y como se hacen las grandes cosas en Nueva York.
Además, para el banquillo se había apostado por la misma fórmula usada por sus vecinos de Brooklyn: contratar a un jugador recién salido de las canchas para dirigir a unas personas que hasta el día anterior habían sido rivales en la pista. Derek Fisher, con experiencia en el ámbito de las gestiones como presidente de la asociación de jugadores de la liga (NBPA), aceptaba el reto de ser el head coach de los Knicks. Valiente, como lo fue Jason Kidd un año atrás.
Tras meses de planificación y trabajo, llegó el comienzo de la temporada. Tres partidos y dos victorias –una de ellas en casa del ‘rey’ LeBron– podían presagiar algo bueno este año en el Madison. Pero maldito espejismo aquel. En los ocho siguientes encuentros solo saborearon una victoria y actualmente han ganado un partido de los últimos 13. Eso sí, con un toque de originalidad, pues fue contra los archienemigos Celtics.
Knicks ‘for sale’
Tan desastrosa está siendo la temporada de los de la Gran Manzana, que recientemente se ha podido conocer a través del periodista Howard Beck que los Knicks podrían haber considerado que todos sus jugadores son ‘vendibles’. Excepto Carmelo Anthony, no alarmarse.
Este supuesto movimiento podría estar motivado por un posible cambio de estrategia desde los despachos, para intentar modificar algo que vean que no están funcionando de verdad y que mejore algo la línea de los de Nueva York. Aunque eso tampoco parece muy complicado, a la vista de los acontecimientos.
Lo que sí es sorprendente es que, con un proyecto con el que se presentaban los Knicks esta temporada, estén acumulando unos registros tan pobres. Tanto, que los de principal incidencia en el juego apenas los están consiguiendo mejorar del año pasado a este.
[Valores de media por partido en cada una de las temporadas. *La 2014/15, actualmente en juego]
Para añadir más madera al fuego, la temporada anterior ya habían ganado nueve partidos tras los 27 primeros de la temporada, cuando ahora sólo llevan cinco. ¿Y qué es lo que le puede salvar a este equipo? Una mejor planificación y una mejora general del juego del equipo, aunque parezca bastante obvio.
Porque hace muchos años ya, alrededor de unos 15, que los Knicks no experimentan la sensación de llegar a unas finales de conferencia o mismamente a una Final de la NBA, tal y como ocurrió entre 1999 y 2000. Ese tipo de proyectos y de logros son los que, por la situación social y geográfica en la que se encuentran, estarían acorde con una franquicia de Nueva York, una ciudad donde si ganas te conviertes en leyenda y si pierdes se considera que tu proyecto, irremediablemente, ha fracasado.