Los Patriots han sido buenos desde hace bastante tiempo, en concreto catorce años, catorce temporadas. Los Patriots eran buenos antes de que existiera Twitter, donde cualquiera ha podido dudar de su legado, y antes de que el smartphone fuera «inteligente». Ese legado, tan discutido las dos semanas anteriores a la Super Bowl, únicamente lo pueden marcar los hitos deportivos conseguidos gracias a la conjunción de buen hacer de propietario, gerencia, head coach y quarterback franquicia. Y eso es tan complicado conseguirlo en la NFL en la era de salary cap (desde 1994), todas esas piezas, que el hecho que haya sido durante catorce años lo convierte en aún más estratosférico para el deporte del football.
Pero New England ha sido siempre algo más que Tom Brady y Bill Belichick. Quizá su verdadero legado para el football será el haber hecho equipos de clase trabajadora cada temporada, héroes obreros como LeGarrette Blount, Nate Solder, James Develin, Cameron Fleming, Malcolm Butler…soldados al mando del General Belichick y el Capitán Brady. Soldados que tienen su momento y hacen su trabajo cuando se les pide (el famoso «Do Your Job» de Belichick). Ha sido siempre algo natural en la organización de Nueva Inglaterra porque en el pasado recordamos a los David Patten, Jermaine Wiggins, Kevin Faulk o Antowain Smith.
El verdadero legado de los New England Patriots a la NFL del siglo XXI es su resistencia, persistencia, flexibilidad, adaptación…trabajando, creciendo, cambiando y evolucionando. El legado de héroes invisibles que hacen su trabajo cuando tienen que hacerlo para que su equipo simplemente gane (175 victorias en temporada regular y 20 en postemporada desde que Belichick tomó el mando en el año 2000). Estos Patriots son tanto una familia como trabajar cada día duro aprendiendo para alcanzar la excelencia táctica y física.
Belichick siempre trabaja
El head coach lleva cada aspecto de las operaciones deportivas de los Patriots, entrenadores y personal, además de pasar su «tiempo libre» en estudiar posibles waivers, jugadores de college u otros jugadores que pueden adquirir baratos. Es por eso que Belichick siempre encuentra un tesoro en basura ajena. Lo que le dice al jugador nada más pisar Foxboro se desconoce, porque normalmente a éste le falta motivación como jugador de football, ha tenido problemas de carácter o extradeportivos o, simplemente es desconocido. Sea lo que sea, ese jugador se convierte en un soldado al instante en la mayoría de los casos.
«Es constantemente eficiente», dijo una vez un antiguo asistente suyo. Puede visionar cómo un tackle o un linebacker (Mike Vrabel) puede hacer touchdowns, cómo un receptor puede jugar de cornerback o cómo un pequeño quarterback puede ser su receptor estrella (Julian Edelman). Hace un gran trabajo definiendo los roles de cada jugador, lo que él quiere de ese jugador, nunca le pide que haga algo que no sabe. No busca un jugador completo, simplemente necesita un tío que venga y le desempeñe lo que él quiere.
Es como los New England Patriots han sido hechos y se han hecho los últimos veinte años, desde que Robert Kraft cogió la propiedad de la franquicia en 1994. Existe y existirá controversia en torno a determinados hechos puntuales de esta era, unos opinarán que han engañado, otros dirán que han llevado el juego al extremo de las reglas. Pero es complicado cuestionar con argumentos sólidos un legado de 6 campeonatos de la AFC, 20 victorias en postemporada, 175 victorias en temporada regular y 4 Super Bowls. El legado de, simplemente, un equipo, hecho sin demasiados lujos pero sí con mucho oficio. Y, quizá, este documental que le hizo NFL Films a Bill Belichick hace unos años es el mejor retrato para ilustrar lo contado.