Ha sido de los últimos pero también de los más esperados. Porque los ojos siempre se dirigen a las luces que más brillan, todo el mundo estaba esperando ver al flamante MVP de la temporada anterior, Cam Newton, tomar partido y pronunciarse sobre los graves disturbios raciales que se viven desde hace unas semanas en EE.UU. Era difícil que el quarterback de los Panthers pasase por encima del asunto, pues el foco principal de las protestas frente al cuerpo de policía se han dado a escasos kilómetros del estadio de Carolina. Las personas que estuvieron defendiendo los derechos de las minorías raciales en Charlotte son las misma que han animado y confiado en Cam durante los últimos años cuando parte de la NFL solo creía que se trataba de un chico con unas expectativas sobre sí mismo muy altas. Newton se había mostrado tibio durante algunas de sus declaraciones en el pasado e incluso había recibido reproches de algunos compañeros de profesión como Michael Bennett, defensive end de los Seattle Seahawks, reclamándole que un jugador con su reconocimiento debería mostrar apoyo público a este tipo de causas sociales.
Pero poco a poco el quarterback de los Panthers fue mostrando su respaldo al conflicto y finalmente realizó un gesto simbólico el pasado domingo 25 de septiembre cuando durante el calentamiento del partido de la jornada tres ante Minnesota portó una camiseta con un mensaje de Marthin Luther King en clara alusión al tema
También, involucrándose al cien por cien con la causa, Cam Newton mostró total apoyo a su “hermano” (tal y como él lo denominó) y verdadero germen de esta revolución con tintes políticos que hoy vive la NFL, Colin Kaepernick.
El siempre controvertido quarterback de San Francisco fue el primero en poner el dedo en la llaga por la opresión policial que según él viven las minorías raciales en EE.UU:
«No voy a levantarme y mostrar respeto por una bandera que oprime a la gente negra y a la gente de color»
Pero como en las fotografías las palabras no tienen tanto peso, la imagen que queda para la posteridad es su rodilla al suelo durante la interpretación del himno americano en el tercer partido de la pretemporada. En las siguientes semanas Kaepernick siguió con su protesta y gesto de rebeldía, pero ya no estaba solo. Cada vez más jugadores jugadores de reconocida fama se unieron a las protestas del pasador que llevó a San Francisco a la Super Bowl en 2013. Brandon Marshall dio el pistoletazo oficial durante el kickoff de la temporada que enfrentó a Denver y Carolina, pero en esa misma semana uno, jugadores de los Dolphins, los Saints o incluso la plantilla completa de los Seahawks entrelazando sus brazos fueron algunas de las muestras de protesta que vimos en los distintos campos de la liga. Algunos optaron por la rodilla al suelo y otros por gestos más moderados, pero el mensaje de apoyo de gran parte de la NFL a los disturbios raciales ha tenido eco en todo el país.
La valentía de Kaepernick es juzgada y admirada a partes iguales. El destino ha querido que estos sucesos hayan llegado en un momento en que Kaepernick no es ni la sombra de lo que fue hace tres años. Dejando de lado si era tan bueno en 2013 y tan desastroso en la actualidad, la realidad es que la fama de Kaepernick ha ido disminuyendo a medida que su desempeño en el campo caía en picado. A día de hoy está luchando por la titularidad en los 49ers y se rumorea que el equipo de California está deseando deshacerse del quarterback y su pesada ficha. Los detractores de la actitud actual de Kaepernick frente a estos conflictos sociales le recriminan que es una estratagema para ponerse de nuevo en el mapa y que cuando estaba en el centro del foco de la NFL, justo el sitio donde ahora está Cam Newton, no arremetió con tanta fuerza contra estos temas.
El propio Kaepernick y otros jugadores, como el receptor de los Seahawks Doug Baldwin, han declarado que los reproches e incluso las amenazas de muerte han empezado a llegar y en la liga hay preocupación real por los derroteros que está tomando esta situación. Los medios de comunicación también juegan un papel importante y la reconocida revista Time en su edición de octubre dedicó la portada a la rodilla al suelo de Kaepernick bajo el titular “The perilous fight”. La NFL se encuentra con un conflicto importante que enfrenta dos de los valores más importantes de Estados Unidos: la libertad de expresión y el patriotismo. En otras ocasiones la liga ha tenido que batallar con otras situaciones incómodas y las ha resuelto con mejor o mayor acierto.
Los antecesores de Kaepernick
Jared Cook, Kenny Britt, Chris Givens, Stedman Bailey y Tavon Austin saltaron al campo el 30 de noviembre de 2014 en el partido que enfrentaba a los Sants Louis Rams y los Oakland Raiders con las manos en el aire. Los cinco a la vez, ejemplificaron el gesto conocido como “manos arriba, nos disparen” en clara alusión a la polémica que se produjo durante ese mes en Ferguson, ciudad del estado de Misouri. El joven de raza negra Michael Brown de 18 años fue disparado por el agente de policía Darren Wilson. El incidente se tornó cuestión de estado y adquirió gran repercusión sobre Estados Unidos, abriendo de nuevo el debate sobre el poder de la policía y si existían prejuicios cuando los agentes de la ley trataban con gente de raza negra. La protesta de los jugadores de los Rams creo gran polémica cuando voces reputadas de Missouri se posicionaron contra los jugadores por haber faltado al respeto al cuerpo de policía y animar a la sociedad a revolverse. La asociación de oficiales de policía de St. Louis emitió un comunicado pidiendo una rectificación por parte de los jugadores y una sanción disciplinaria por parte del equipo o de la propia liga. La NFL respondió con un comunicado de una sola de mano de su portavoz Brian McCarthy:
«Respetamos y entendemos las preocupaciones de todas las personas que han expresado puntos de vista sobre esta trágica situación.»
Con este comunicado la liga dio por zanjado el tema.
Solo un año después, en diciembre de 2015, de nuevo la NFL mostró su cara más reivindicativa cuando Reggie Bush, running back de los Buffalo Bills, se customizó una camiseta de calentamiento antes de un partido. El impactante lema escrito por Bush forma parte del imaginario colectivo en América y sin duda titula uno de los episodios más crudos en enfrentamientos raciales dentro del país: I can’t breathe (no puedo respirar).
Cinco meses antes en Staten Island, Eric Garner murió de asfixia cuando el agente de la ley Daniel Pantaleo le realizó una llave para reducirlo e inmovilizarlo. La llave incluía un movimiento de asfixia que Pantaleo realizó sobre Garner durante aproximadamente 20 segundos, terminando con la vida del hombre de raza negra de 43 años. Mientras el agente de policía le aplicaba la llave de inmovilización, Garner masculló el «I can’t breathe» que Bush portó en la camiseta. La protesta no llegó después de la muerte, sino en diciembre cuando el gran jurado de Nueva York decidió absolver Daniel Pantaleo. En este caso se trató de una protesta que se hizo extensa a otras ligas fuera del football. En la NBA se pudo ver a Derrick Rose y Lebron James entre otros con las misma camisetas que el running back de Buffalo.
Pero si hablamos de problemas raciales y football, es obligatorio echar la vista atrás y repasar uno de los casos que mayor controversia tuvo en la liga, pues afectaba directamente a un equipo NFL.
En 1939, la sensación del football universitario en EE.UU era Kenny Washington. El running back afroamericano de los UCLA Bruins corrió para 1.914 yardas esa temporada y compartía vestuario con otros tres compañeros de color, Woody Strode, Jackie Robinson y Ray Bartlett, quienes hicieron de aquel equipo uno de los conjuntos de college más recordado de la época. El que a día de hoy sería el prospecto más atractivo del draft y tendría a media liga intentándole seleccionar, en ese momento se encontraba con pocas posibilidades de encontrar un contrato profesional. Con la llegada del propietario de los Washington Redskins, George Preston Marshall, a la liga, la integración de jugadores de color a la competición había surgido un gran traspiés. Marshall se negaba en rotundo a incluir jugadores de color a sus Redskins e incluso realizaba campaña dentro de la NFL para que otros propietarios siguiesen sus pasos. George Halas intentó llevarse al prometedor Kenny Washington a los Bears, pero le fue imposible conseguir que el equipo contratase al running back. Washington se tuvo que refugiar en una liga menor como la PCL (Pacific Coast League) con los Hollywood Bears. Incluso cuando a mediados de los años 40 estalló la guerra y muchos jugadores de la NFL tuvieron que marcharse al frente, nadie llamó a Kenny Washington para completar su equipo, pese a que en ese momento era más talentoso que la vasta mayoría de jugadores que permanecían en la competición.

Durante esas convulsas temporadas, donde la guerra afectaba a gran parte del país, hubo franquicias que llegaron y desaparecieron, al igual que tantas otras que cambiaron de ciudad. Los Cleveland Rams, que seguían la misma política que los Washington Redskins respecto a los jugadores de color, se mudaron a Los Ángeles y consiguieron que la ciudad de California les prestase el L.A. Memorial Coliseum, un fastuoso estadio que se construyó para las olimpiadas de 1932 que se celebraron en la ciudad.
Delante de esta situación, gran parte de los periodistas afroamericanos del momento hicieron campaña para recordar a la administración de Los Ángeles que el estadio se había financiado con fondos públicos y se le iba a ceder a un equipo que abogaba por la segregación racial. Pidieron que los nuevos Rams realizasen una prueba al running back que maravilló a la ciudad en su etapa universitaria con UCLA, Kenny Washington. La administración recordó a los Rams la necesidad de incluir a gente de color en su plantilla para poder optar a la cesión de las instalaciones públicas de Los Angeles. La franquicia, delante de la posibilidad de conquistar un mercado tan atractivo para el football como era California, aceptó el trato y así fue como el 21 de marzo de 1946 Kenny Washington firmaba su contrato con un equipo NFL.
Algunos propietarios pusieron el grito en el cielo ante esta actitud, pero los Rams, cegados por las luces de Los Ángeles, doblaron la apuesta e incluyeron al que fuese compañero de Washington en UCLA, Woody Strode, en su plantilla de 1946.
Se trató de un largo camino hasta la integración total de las minorías raciales en la liga profesional de football, pero el cambio surgido es digno de mención.
En una encuesta realizada por la propia NFL entre los jugadores en 2014, los resultados revelaron que el 68% de profesionales de la liga son afroamericanos, el 28% de raza blanca y el 4% restante otras razas entre las que se incluyen asiático / Islas del Pacífico, los hispanos no blancos, y los que prefieren una categoría de raza mixta. En la posición de cornerback, por ejemplo, ninguna de las 32 franquicias cuanta con un jugador blanco para esta demarcación desde 2004.
Sin duda, la posibilidad de que a día de hoy la raza de los jugadores no tenga importancia dentro de la liga o que grandes estrellas como Newton o Kaepernick puedan manifestarse sobre este tipo de causas sociales es consecuencia de la lucha que en su momento realizaron otros hombres en contra de la segregación racial, cuando el color de la piel marcaba el futuro de las personas. A día de hoy, 70 años después, la situación debería haber cambiado, pero parte de la NFL piensa que aún hay mucho camino por recorrer.
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