Muy de vez en cuando aparece un jugador capaz de poner de acuerdo a los seguidores de todos los equipos de la liga, sean cuales sean sus colores. La mayor parte de la veces, lo que hermana a las hinchadas rivales, es el odio por este o aquel jugador. Menos común es que desde las gradas, los aficionados se rindan a la evidencia y no puedan hacer otra cosa que aplaudir y admirar al jugador que te está amargando la noche. Eso es precisamente lo que suele ocurrir cuando J.J. Watt, uno de los mejores defensas de la NFL – sino el mejor -, pisa el campo, porque es en ese momento cuando el espectáculo, y la tortura para la línea ofensiva que pretenda sujetarlo, comienza.
El Watt de la 2014-2015, ¿nivel MVP?
El defensive end de los Houston Texans ha comenzado la temporada con la intención de mejorar sus, ya de por sí, impresionantes números de la temporada pasada. Su producción ha superado la parte defensiva del juego, con su alineación como tight end en jugadas muy puntuales. Además de haber podido anotar desde la defensa, retornando para touchdown, intercepciones y fumbles forzados. Un sinfín de jugadas en las que la intervención de Watt es capital, desde los sacks hasta el número de balones recuperados (récord histórico de la franquicia), sin olvidar, la facilidad para eludir la marca y elevarse para deflectar balones en su área de influencia. Los números hablan por sí solos. Pero hay veces en los que la estadística se queda corta. Los números no son capaces de recoger la influencia de Watt en el juego de los Texans. No solo es la voz autorizada en una defensa construida para hacer grandes cosas, sino el referente; el espejo en el que se miran muchos de los jóvenes que empiezan, así como, los niños que sueñan con llegar donde lo ha logrado su ídolo.
Durante la retransmisión del último partido de los Steelers, decía John Gruden que Watt debía ser a estas alturas el principal candidato al MVP. Es difícil valorar hasta qué punto es plausible que esto se produzca. Básicamente, porque la elección del MVP, aunque elige al mejor jugador de la temporada, tiene una clara preferencia por los jugadores ofensivos. Habría que remontarse bastante atrás en el tiempo para encontrarse con un defensa llevándose el galardón. Concretamente hasta el año 1986 cuando Lawrence Taylor se llevó la mayor distinción de la NFL cuando formaba parte de los Giants. Lo que sí es obvio es que Watt, si nada se tuerce, va a repetir en el premio al mejor jugador defensivo por segundo año consecutivo.
El Watt que no sabe ser millonario
Muchos recordamos cómo durante el verano alguno ponía en duda el pastizal que los Texans habían puesto encima de la mesa para renovar a Watt. ¿Qué más lógico que pagar como corresponde al mejor jugador de tu equipo? De todas las renovaciones con las que en este año se ha tirado la casa por la ventana, la de J.J. Watt es la más correcta y, sobre todo, la más merecida. Más de uno se pensaría que tras firmar el contrato de su vida, las ganas de Watt por seguir partiéndose (literalmente) la cara no serían las mismas. Los que pensaron o afirmaron eso, poco conocen el carácter del jugador de Wisconsin.
A este respecto recomiendo dedicarle un tiempo a rastrear algunos vídeos de Watt por la red. Aparte de echarse unas risas, son impagables algunas de sus declaraciones a la prensa en las que no deja de chocar que una estrella de la NFL mantenga un carácter tan cercano a la realidad y no se avergüence por seguir siendo la misma persona de siempre. Este vídeo es obligatorio, durante una entrevista en plena offseason y tras haber firmado su suculento contrato.
http://www.youtube.com/watch?v=YnwGoFBdcIQ
El Watt fruto del trabajo
Puede que sea ahondar en el cliché pero uno de los secretos de Watt, y él mismo siempre lo ha expresado así, es su espíritu de sacrificio y su ética de trabajo. Al igual que en la Red hay decenas de vídeos de Watt colaborando en actividades benéficas y proyectos humanitarios, no son pocos los vídeos que ilustran sus jornadas de trabajo físico. Hasta en su presentación en el programa Hard Knocks del 2014 se le presenta como una bestia física, casi como un ser sobrehumano. Quizá muchos de los que tenemos a Watt entre nuestros jugadores favoritos sea porque cuando se le pregunta sobre su futuro lo tiene muy claro. Sabe que la vida en la NFL es efímera y pasa muy rápido. Por eso no esconde su intención de sacrificarse todos los días para ser el mejor, mientras su cuerpo se lo permita. Le da igual no asistir a fiestas, ni tomarse las cervezas que quisiera, ni hacer el vago en los días de descanso, ni engordar en la pretemporada; todo eso ya lo hará cuando se retire, muy posiblemente como uno de los mejores defensas que han jugado jamás a este deporte. Ese es el precio que Watt paga por ser la clase de jugador que es.
El Watt abanderado de los Texans
Ser la cabeza visible de una franquicia conlleva una responsabilidad que pocos saben digerir. En el football, liderar haciéndolo desde la defensa es aún más complicado porque tu trabajo luce menos. No pones puntos en el marcador, ni sales en los resúmenes de la tele a nivel nacional. El caso de los Texans es diferente. Watt sí tiene el spotlight, si bien, la defensa como unidad depende en demasía de su aportación. El futuro de los de Houston pasa por la reconstrucción que O’Brien está haciendo, pero construir sin un quarterback es complicado. Es por ello que la llegada de Clowney pone la guinda a una defensa que, en torno a la figura capital de Watt, se quiere afianzar como dominante. En el drafteo de Clowney, cierto que de forma secundaria, también influyó que iba a compartir línea con quien la iba a compartir. De esta manera, Houston se aseguraba dos defensive ends temibles. Una invitación a los equipos rivales en la que el número 99 seguirá imponiendo la «ley Watt»: hago lo que quiero, donde y cuando quiero, y si no…, intenta pararme.