Supongo que a los que tengáis Twitter ya os sonará la cosa, al menos algo os habrá llegado, pero uno de los debates más intensos que ha habido en esta red social durante los últimos meses ha sido si la tortilla de patatas tiene que ser con cebolla o sin cebolla. ¿Qué sois vosotros, #ConCebollistas o #SinCebollistas? Vaya por delante que entiendo a las dos posturas: una tortilla de patatas es, como bien indica su nombre, de patatas, pero a la vez hay que reconocer que la cebolla le da mejor sabor al conjunto. Así pues, si me tengo que decantar, yo particularmente soy más fan de las tortillas de patatas con cebolla, aunque tengo que decir que no soy muy radical con el tema porque, para qué nos vamos a engañar, tampoco le hago ascos a la otra. Sé que me van a caer algunos palos por esto, porque la gente está muy polarizada con este tema, pero al fin y al cabo todo lo que sea buena comida a mí me gusta. Ahora bien, ¿qué pasa si llevamos la pregunta un poco más al extremo? ¿Cómo preferís vosotros la tortilla de patatas, con huevo o sin huevo? ¿Perdón? ¿Pero qué clase de aberración es una tortilla sin huevo? Sí, estoy seguro que grandes chefs han ideado algo parecido a una tortilla sin huevo, o que fuera de España haya recetas parecidas a una tortilla sin huevo (como el Rösti, un plato suizo relativamente popular en Europa central), pero supongo que todos estaremos de acuerdo en que, por mucho que se parezcan, no serán una tortilla. Y que por lo tanto, también estaremos de acuerdo en que para construir lo que podemos denominar como una buena tortilla, lo que es imprescindible es que tenga huevos. Pues no. En la NFL, como somos de una raza especial, estamos convencidos de que para hacer una tortilla esto de los huevos no es tan importante como parece. Y cuando digo huevos no me refiero a la analogía clásica de tener más ganas o más hambre que tu rival, me refiero a que el componente más importante de un conjunto, por alguna razón mística, en el fondo tampoco es tan esencial. Señores, seamos serios, esto no cuadra por ningún lado. Si todos estamos de acuerdo en que la posición más importante en un equipo de la NFL es la de quarterback, no podemos estar relativizando su impacto y diciendo que tampoco es tan vital tener un buen quarterback para el éxito de un equipo. Y no hay mejor ejemplo de ello que ver el rendimiento de los Cowboys durante esta temporada.
Mucho se ha hablado de los Cowboys durante los dos últimos años, y no sin razón. Jerry Jones y compañía invirtieron años de draft en construir una línea de ataque dominante en vez de focalizarse en otros aspectos del juego y la estrategia les salió a las mil maravillas. Tras elegir a Tyron Smith (2011), Travis Frederick (2013) y Zack Martin (2014) en primera ronda, los Cowboys parecía que ponían el émfasis del juego no en el quarterback sino en el juego de carrera. Y vistos los resultados muy bien que hicieron. La protección a Tony Romo fue muy buena, pero lo que más destacó fue su juego de carrera de los Cowboys, que fue escandalosamente bueno gracias a DeMarco Murray y sobre todo a las autopistas de cuatro carriles que la línea ofensiva abría en la línea de scrimmage. Parecía que con eso iban a petarlo durante muchísimos años, y más cuando se hicieron con La’el Collins como agente libre no drafteado, un movimiento que fortalecía una línea que ya era potente de antes. Tantas fueron las alabanzas que se pensó que con esa línea de ataque se podía ir a todas partes y triunfar semana tras semana. Incluso se permitieron el lujo de dejar marchar a Murray y empezar la temporada con un backfield con Darren McFadden, Joseph Randle y, luego, Christine Michael. Y lo cierto es que el juego de carrera se ha resentido pero no mucho, el promedio de yardas de carrera por partido ha bajado apenas unas 20 yardas por partido (de 147.1 a 128.6). Sin embargo, con un juego de carrera que sigue siendo potente y que sigue siendo el pilar ofensivo del juego ofensivo de Dallas, el récord de los Cowboys ahora mismo es de 2-6. Vaya. ¿Pero no habíamos quedado que esa línea de ataque y ese juego de carrera podían hacer maravillas? ¿Qué es lo que ha pasado?
No hace falta investigar mucho para encontrar la razón de ese récord tan triste: los Cowboys ganan el primer partido con Tony Romo a los mandos, los Cowboys ganan el segundo partido pero Tony Romo se lesiona de gravedad en el tercer cuarto, los Cowboys sin Tony Romo no han vuelto a ganar un solo partido desde entonces. Resumiendo, con Tony Romo de titular los Cowboys llevan 2-0 pero con Tony Romo lesionado los Cowboys van 0-6. ¿Dónde deja eso a la dominancia de esta línea ofensiva que era más que suficiente para llevar a los Cowboys al estrellato? Pues la deja por los suelos, porque hoy en día si tu quarterback no funciona es muy complicado que tu equipo funcione. Y si tus suplentes son Brandon Weeden o Matt Cassel, este último fichado corriendo al comprobar que Weeden no funcionaba (uy, vaya sorpresa, nadie lo habría sospechado nunca), pues el devenir de tu equipo no tiene demasiada buena pinta. Y por supuesto que otros factores han influido en esto, siendo la lesión de Dez Bryant el más importante de ellos, pero el equipo no ha mejorado demasiado con la vuelta de su receptor estrella. Así que dejémonos de sinsentidos, no intentamos descubrir la pólvora cada dos por tres porque en este deporte prácticamente todo ya está inventado; y si desde hace tiempo se dice que el quarterback es la posición más importante del equipo es porque, oh sorpresa, es la más importante.
Hace un año: La Carnicería, «cojones»
Y por supuesto que los Cowboys no son el único ejemplo para ilustrar la importancia de un quarterback en un equipo. Miremos por favor cómo van las divisiones en la NFL este año, y más concretamente fijémonos en los líderes de cada división:
- En la AFC Este van líderes los Patriots, con Tom Brady a la cabeza. Sobran los comentarios.
- En la AFC Norte van líderes los Bengals, con un enorme Andy Dalton, el mejor que hayamos visto nunca.
- En la AFC Sur van líderes los Colts, no muy sobrados, pero sin Andrew Luck en la vida habrían ganado partidos como el del domingo contra Denver.
- En la AFC Oeste van líderes los Broncos, quizá el caso menos claro de la importancia del quarterback porque Peyton Manning está jugando bastante mal, pero no deja de ser Peyton Manning.
- En la NFC Este van líderes los Giants, con un Eli Manning que sin hacer mucho ruido está haciendo una muy buena temporada.
- En la NFC Norte los líderes son empatados los Vikings y los Packers (oficialmente Minnesota por haber jugado más partidos divisionales), Bridgewater es quizá el mejor game manager de la liga y de Rodgers no hace falta que hable demasiado.
- En la NFC Sur van líderes los Panthers, que tienen a un Cam Newton para el que muchos piden el MVP.
- En la NFC Oeste van líderes los Cardinals, donde Carson Palmer está demostrando estar totalmente recuperado y está jugando fantásticamente bien.
Como véis, hay muy pocos equipos, por no decir ninguno, que estén liderando su división con un mal quarterback. Y también podemos hacer la misma interpretación al revés. ¿Habéis visto los cinco peores equipos de la liga? Pues son los Lions (con un Stafford al que parece que le da igual todo), los Browns (básicamente con Josh McCown), los Titans (con Mariota, Mettenberger a ratos y un entrenador al que han despedido por no saber hacerles jugar), los Jaguars (con el joven Bortles a los mandos) y los previamente mencionados Cowboys (con Weeden y Cassel). No es un criterio tan fiable quizá, pero los equipos en la parte baja de la clasificación también suelen tener o quarterbacks malos o juegos de pase que están siendo mucho peores de lo que deberían ser. Y a esto hay que añadirles a los Niners, que con la victoria conseguida por Gabbert el domingo han maquillado las pírricas dos victorias conseguidas por Kaepernick.
En resumen, que cada uno puede querer enfocar su equipo como considere más oportuno. Puede fortalecer la línea de ataque, puede hacerse fuerte en el front seven, puede adquirir un montón de playmakers en ataque, puede almacenar shutdown corners y dominar la defensa contra el pase; todas son opciones muy válidas pero siempre contando con que como ingrediente principal los equipos tienen que tener un buen quarterback. Efectivamente, construir un equipo es como cocinar una buena tortilla. Una tortilla puede ser de patatas con cebolla, de patatas pero sin cebolla, puede ser de otras cosas que no sean patatas como por ejemplo espinacas o calabacín, incluso puede ser una tortilla sin nada como la francesa (los Colts de Peyton Manning durante algunos años parecieron justamente eso), pero no importa lo que quieras meterle si tenemos claro la característica principal de las tortillas: siempre, absolutamente siempre, tienen que tener huevo. Porque una tortilla sin su base de huevo tiene muy pocas probabilidades de éxito, por no decir ninguna.