Pues ya lo tenemos aquí. Hay temporadas que cuesta más y hay temporadas que cuesta menos pero siempre acaba apareciendo, y lo cierto es que este año no se ha hecho mucho de rogar. Ya se ha hecho oficial el primer despido de head coach de la temporada 2015 y el honor (si podemos catalogarlo como tal) ha recaído en Joe Philbin, hasta hace un par de días entrenador de los Miami Dolphins. Y no es para menos. Los Dolphins son demasiado buenos como para lucir ese paupérrimo récord de 1-3 y, especialmente, son una plantilla que tiene demasiado talento como para ir por el mundo deslumbrando con la triste imagen que ofrecen. Y es que hasta ahora los Dolphins de 2015 se han mostrado como un equipo muy flojo, parece que jueguen sin ganas, da la sensación de que no estén preparando bien los partidos y además les cuesta horrores encadenar dos o tres buenas acciones consecutivas. Y cuando una plantilla tiene talento pero no rinde es inevitable señalar al entrenador. Joe Philbin le ha fallado a los Dolphins.
Se dice que desde que les falló en 2013, con el incidente entre Richie Incognito y Jonathan Martin que no supo solucionar, que entonces perdió el respeto de gran parte de la plantilla y que la relación ya nunca fue la misma. Se dice, porque obviamente ni yo ni nadie externo puede hablar con total conocimiento de causa, pero la verdad es que no me extrañaría. Cuando Miami eligió a Philbin para ser su head coach lo hicieron sabiendo que era el hombre que más había ayudado a Aaron Rodgers a ser el quarterback que es a día de hoy, pero también lo hicieron sabiendo que es un trozo de pan. Podéis comprobarlo en cualquier noticia de estos días, habrá diversidad de opiniones en lo referente a su habilidad como entrenador pero todas, absolutamente todas, estarán de acuerdo en que era muy buena persona. Y parece ser que en la NFL esto de ser buena persona no es compatible con el puesto de head coach, porque vas a tener marrones que sin altas cantidades de mala leche te van a venir grandes. Y a Philbin ese marrón le vino enorme, no se solucionó de forma agradable para nadie y de ahí las especulaciones de que desde entonces la relación entre jugadores y entrenador en el vestuario no es demasiado buena. El caso es que en su buenismo inherente Philbin pensó que se podía dejar eso atrás y trabajar todos en una misma dirección una vez zanjado el tema, pero me da que fue que no. Desde entonces, y de forma progresiva, ha dado la sensación de que en Miami cada uno tiraba por su lado y Philbin, que estaba ahí en medio sin saber muy bien qué hacer, veía como todos los palos le caían a él. Fantástico. Así pues, si bien es cierto que por su carácter Philbin le ha fallado a los Dolphins, no es menos cierto que mucha gente dentro de los Dolphins le ha fallado a Philbin.

Podríamos decir que el primero que le ha fallado a Philbin es Bill Lazor, el coordinador ofensivo del equipo. Es quizá injusto decir eso porque Lazor es en buena medida quien hizo que el ataque de los Dolphins de la temporada pasada fuera relativamente prometedor, pero los planteamientos aberrantes de esta temporada 2015 han sido demasiado malos como para no ponerlos sobre la mesa. De hecho, el despido de Philbin viene en parte provocado por un ataque que ha sido muy mediocre en estos inicios de temporada y sí, aunque todas las críticas se las haya llevado el head coach, el playcaller de los Dolphins es Lazor. Y como muestra de eso tenemos el planteamiento espantoso del partido de Londres contra los Jets. Con una línea de ataque que hacía aguas por su lado izquierdo (entre otras cosas por la lesión de Branden Albert), a Lazor no se le ocurrió otra cosa que darle 44 pases a Tannehill y 7 carreras a Lamar Miller. Ah, y 2 a Jarvis Landry. Y 1 a Jonas Gray, casi se me olvida. Un total de 10 carreras contra 44 pases. Y la mayoría de ellas por la derecha, que ya sabemos que el lado izquierdo es algo flojo, aunque sólo nos acordemos para distribuir las carreras y no para dejar de pasar. No me sirve que fueran en su mayoría pases cortos que «sustituían al juego de carrera», no me sirve tampoco que los Dolphins no tengan talento en la posición de corredor (que probablemente sea cierto que no es muy abundante, pero tampoco hicieron nada para solucionarlo ni en el pasado draft ni en la offseason en general), tener esa proporción carrera/pase contra una defensa llevada por Todd Bowles, quien a día de hoy es considerado por mucha gente como el entrenador con más dominio del blitz de toda la NFL (o al menos el que más huevos le echa), no parece precisamente el gameplan más adecuado.
Y menos si el quarterback es Ryan Tannehill. Y es que el Ryan Tannehill de esta temporada está siendo altamente decepcionante, hasta el punto que podríamos considerar que es otro de los que le ha fallado muchísimo a Joe Philbin. Porque no nos engañemos, si el quarterback va bien el entrenador va bien y viceversa, y en este caso, Tannehill ha ido más bien mal. En los partidos Tannehill ha estado más impreciso que nunca, borrando casi por completo los atisbos de evolución que habíamos visto en él durante la temporada pasada. De esta manera, a sus ya clásicos overthrows en pases largos le ha añadido este año un empecinamiento increíble en tirar una enorme variedad de fades y pases bombeados en la red zone cuando da la sensación de que no es algo que se le dé demasiado bien, una sospecha que uno tiene cuando ve que la mayoría de sus pases se van a Cancún. No sé qué parte de culpa tiene el quarterback y qué parte es atribuible a Lazor en estas decisiones, pero hay cosas que era obvio que no están funcionando y nadie parece estar interesado en arreglarlas. Pero por otra parte, es que fuera de los partidos Tannehill parece que está teniendo unas actitudes en los entrenos bastante lamentables, como las que se recogen en el tweet que engancho abajo. ¿Un jugador con estos aires puede ser realmente la extensión en el campo de un entrenador cuyo carácter es el diametralmente opuesto? Pues va a ser que no. Y más allá del rendimiento del jugador, que siempre puede ser mejor o peor, quizá en ese aspecto sea donde Tannehill más le ha fallado a Philbin.
Sources say tension with Dolphins had mounted for weeks in practice, including with Ryan Tannehill https://t.co/h2eoeyaonl via @footballpost
— Aaron Wilson (@AaronWilson_NFL) octubre 5, 2015

Pero si el equipo le ha fallado a Philbin en ataque, probablemente esta temporada la parcela defensiva le ha fallado a Philbin aún más. Teniendo en cuenta que no es la unidad que domina, la defensa de los Dolphins deberia haber sido relativamente autónoma y dar buenos resultados sin que el head coach tuviera que entrometerse demasiado. Nada más lejos de la realidad. Y lo peor es que, aunque el ataque haya ido tirando a mal, probablemente el mayor detonante de la destitución de Philbin se ha encontrado precisamente en la parcela defensiva. Y es que nadie se esperaba este inicio de temporada. Si hacemos memoria, la línea defensiva de los Dolphins fue una unidad bastante potente en 2014 y, tras el fichaje de Ndamukong Suh en la agencia libre, se esperaba que este año fuera una auténtica apisonadora. Pero la realidad es que con el fichaje de Suh la línea defensiva no sólo no ha mejorado todo lo esperado sino que ha dado un paso abismal hacia atrás. ¿Y eso? ¿Cómo un jugador acojonantemente bueno puede hacer empeorar una unidad que ya de por sí es buena? Pues porque cada uno parece que ha estado haciendo lo que le ha pasado por las pelotas. Me explicaré. Kevin Coyle, el coordinador defensivo, juega un esquema basado en leer y reaccionar a lo que hace el ataque rival, lo cual significa que hay jugadores que tienen que hacer un trabajo más oscuro que no destaca demasiado: mover bloqueos, tapar puertas para la carrera, ese tipo de trabajo que no sale en las estadísticas pero que es tan importante para una línea defensiva. Y como es la manera de defender que mejor le parece y se supone que más domina, como es lógico, no quiere moverse demasiado de ese sistema. Por su parte, Ndamukong Suh fue pagado como el mejor agente libre de esta pasada offseason y, como fichaje estelar y superestrella, del trabajo oscuro este igual quiere hacer poquito. Él más bien quiere atacar gaps y reventar el backfield, quiere lucir, no quiere hacer el trabajo para que otros se lleven las estadísticas, y por lo tanto lo que al parecer ha hecho es directamente pasar del sistema y las responsabilidades asignadas para intentar salir en los highlights. Y si en el proceso deja puertas abiertas por las que el corredor rival puede correr, y mirad sino lo que hizo Chris Ivory, pues mala suerte. Muy rico. Con lo cual la pregunta es, ¿pidió el staff técnico el fichaje de Suh? Un jugador de carácter fuerte, que puede que no esté contento con el rol que se le asigna en este esquema y potencialmente causar un conflicto, ¿estamos seguros de que era el fichaje que los entrenadores querían? O es más bien un capricho de gerencia o del owner que el staff tuvo que comerse? Sinceramente, soy incapaz de descartar esta última opción y, francamente, hacer según qué fichajes porque mola el nombre y sin importar el factor humano es también fallarle al entrenador.
Que por cierto, algún día también habría que hablar de porqué se pone a los Cowboys o a los Redskins como ejemplos de equipos que se dejan pasta a raudales en offseason pero nadie habla de los Dolphins, cuando son un equipo que en los últimos años lleva fichando a las mayores perlas de la agencia libre (Mike Wallace, Branden Albert y el propio Suh) y tampoco es que les saque demasiado partido. En fin, resumiendo el panorama, tenemos a los jugadores cabreados con el coordinador porque no quiere cambiar el sistema defensivo, al coordinador cabreado con la defensa porque hay jugadores que hacen lo que quieren y no lo que él dice, la línea defensiva haciendo aguas contra la carrera porque nadie se encarga de tapar los gaps y consiguiendo la meritoria cifra de un sack entre todos ellos (conseguido por el rookie Jordan Phillips por cierto, no por alguno de sus miembros destacados ya presentes la temporada pasada), y por último tenemos a Suh destacando no por sus acciones en defensa sino por pegarle patadas a la cabeza de Ryan Fitzpatrick. Sí, también existe tweet de esto (abajo). Y además, por si eso no fuera poco, no es nada descartable una desconexión entre los entrenadores y los directivos, dado que parece que todos tiran hacia su lado a la hora de tomar decisiones que afectan al equipo entero. Todo muy interesante, vamos. Y Philbin, allí en medio, con su cara de buena persona y sin dominar el tema representa que tiene que resolver el entuerto. Pues no va a poder ser, porque a Philbin estas situaciones le van grandes. Y teniendo en cuenta que la parcela defensiva probablemente tenía bastante autonomía en el seno del equipo, haber generado este desastre ha sido claramente haberle fallado a Philbin.
Suh kicked Fitzpatrick in the head, knocking his helmet off pic.twitter.com/dM8KJCQJvm
— Ben Volin (@BenVolin) octubre 4, 2015
Aún así, no quiero con todo esto criticar la decisión de echar a Philbin. Era la decisión correcta. Cuando hay tantas cosas que fallan y el tío que manda, ya sea por carácter o por desgana o por una combinación de ambas, ni tan siquiera parece dispuesto a ensuciarse las manos para arreglar ninguna de ellas, pues indudablemente hay que cambiar el rumbo. Además, es algo beneficioso para ambas partes, Miami sigue siendo un equipo con muchos jugadores de gran talento y, si quieren intentar salvar esta temporada, lo mejor era que despidieran a Philbin cuanto antes que no darle alguna jornada más y que el equipo estuviera aún más hundido (que lo habría estado). Y Philbin, aunque perder un cargo de head coach (y probablemente las aspiraciones en un futuro próximo a que le ofrezcan otro) nunca es algo agradable, estoy prácticamente convencido de que vivirá mejor sin un trabajo en el que daba toda la sensación de que hacía tiempo que no disfrutaba ni una pizca. Y precisamente por ello, en vez de focalizarlo todo en lo malo que fue Philbin como entrenador, quizá también sería bueno que desde la franquícia se hiciera introspección de qué se ha hecho mal para que este proyecto acabara de esta manera, básicamente para no repetirlo en los próximos proyectos superambiciosos que de buen seguro querrán llevar a cabo. O dicho de otra manera, lo suyo es que los Dolphins aprendieran de estos últimos años para saber qué es exactamente lo que tienen que hacer para que nada ni nadie les falle.