Muchos dicen que el mundo está lleno de coincidencias, seguro que muchos de vosotros lo habéis vivido en vuestras propias carnes anteriormente, pero yo era escéptico al respecto. Ya no. Como ya sabréis, millones de aficionados al football, entre los que me incluyo, han estado deseando que llegara el 9 de septiembre desde hace mucho tiempo, porque ésa es la fecha en la que empezaba la NFL (sin contar el kickoff, que sin intención de desmerecer todos sabemos que no es lo mismo). Por otra parte, en algún sitio del mundo aún por determinar, un niño pequeño deseaba con todas sus fuerzas que llegara el 9 de septiembre porque era su cumpleaños y sabía que le iban a regalar una bici. Efectivamente, sus padres se le regalaron y se emocionó tanto que salió a la calle a probarla. Se olvidó de que no sabía montar en bici. Empezó a pedalear y a los pocos metros se cayó, haciéndose una pequeña herida en la rodilla en el proceso; el niño ya no volvería a coger la bici en todo el día. Total, que el día acabó con una mezcla de emociones para ese niño, por un lado estaba contento por tener una bici pero por el otro estaba triste porque se había hecho daño por culpa de esa bici. ¿Y qué tiene eso de coincidencia? Pues que, paradójicamente, ese mismo día los aficionados de la NFL también nos fuimos a dormir contentos porque ya había vuelto la NFL, pero a la vez debíamos estar tristes porque partidos como el Cleveland-Philadelphia nos mostraron que esto de que vuelva la NFL también puede ser algo malo.
Esto no viene de nuevo, la temporada pasada ya hubo un montón de partidos de nivel escandalosamente bajo que hacían sonrojar a todos y cada uno de los aficionados a la NFL del mundo. Quizá tenían excusa, el lockout probablemente provocó la falta de preparación de los equipos durante la offseason, lo que desembocó en un juego muy por debajo de las expectativas generadas. Pero esto fue el año pasado. Esta temporada esta excusa todo ha transcurrido con normalidad así que ni Cleveland ni Philadelphia pueden escudar su paupérrimo juego en nada más que en su propia ineptitud, ya sea ineptitud momentánea porque en ese partido no estuvieron inspirados o simplemente ineptitud a la hora de preparar al equipo para esta próxima temporada. Porque sí, fue para tanto.
De los Browns en el fondo nos lo podíamos esperar. Puede haber habido cambios en el owner del equipo, pero en el fondo nada ha cambiado este año, el cuerpo técnico sigue siendo el mismo, los jugadores esencialmente también y los pocos cambios que ha habido no podemos asegurar que hayan sido para bien. Sí, hablo básicamente de Brandon Weeden. Sé que no es demasiado riguroso juzgar a alguien por un único partido pero la actuación de Weeden contra los Eagles no se puede catalogar con palabras más suaves que lamentable. Se nos vendió a un quarterback que generaría ilusión, que cambiaría la dinámica perdedora del equipo y que sabría hacer jugar el factor de su edad a su favor, puesto que esos casi 29 años le daban una experiencia que otros jugadores de su promoción. ¿Y al final qué ha resultado? ¡Oh, sorpresa! Brandon Weeden es un rookie y comete cagadas de rookie, como todos los rookies. Tuvo problemas con la precisión de sus pases especialmente cuando estaba presionado por el pass-rush. También tuvo problemas con la identificación de los emparejamientos en cobertura o la elección de su lanzamiento; resulta especialmente increíble que intentara colgar el balón a Travis Benjamin cuando le tenía hombre a hombre con un Rodgers-Cromartie que le saca medio palmo y que, después de que le interceptaran una vez, volviera a hacer exactamente lo mismo más adelante (con idéntico resultado por cierto). Y para acabarlo de rematar, también fue capaz de matar las oportunidades de anotar de su equipo tanto en la primera parte como al final del partido. En la primera parte y con un segundo por jugarse, en vez de lanzar una bomba a la end zone como cualquier quarterback haría, tomó la magnífica decisión de echar a correr, agotar el reloj y al cabo de unas yardas tirarse al suelo con los pies por delante para acabar con la jugada; en la segunda parte la presión le pudo y lanzó tal piedra al receptor que hasta el safety, que estaba varias yardas por detrás, tuvo problemas en interceptar. Al final, un partido excelente: 12/35 para 118 yardas, ningún touchdown y 4 intercepciones, unas estadísticas fuera de lo común que durante buena parte del partido incluso rivalizaron con los récords de Whitehurst cosechados la temporada pasada. Pero en el fondo es un jugador rookie, aún tiene que liarla mucho más gorda para considerar que no vale así que hay que darle un margen para que crezca como jugador. E igual que él, los Browns son un equipo joven que también debe crecer. Pero con casi 29 años que tiene Weeden, ese margen tiene que ser mucho más pequeño de lo habitual.
Aún así el mal juego de Cleveland era esperable, no podemos decir lo mismo del de Philadelphia. Era el 17 de julio y se publicaba una entrevista a Michael Vick diciendo que veía al equipo con posibilidades de convertirse en una dinastía. Una dinastía, con dos cojones. Resulta que sólo un año después de que Vince Young catalogara a los Eagles como un dream team y fracasaran estrepitosamente durante la temporada (no se metieron ni en playoffs), Michael Vick comete exactamente la misma metedura de pata y pone presión al equipo sin ningún tipo de necesidad. O igual no era una cagada, igual esta vez Vick estaba seguro de que el equipo estaría a la altura de las circunstancias y cumpliría su objetivo de conquistar como mínimo esta próxima Superbowl. Igual tenía razón, igual el resto de jugadores del equipo sí estaba a la altura de sus comentarios (aunque igual eso de cometer 12 penalizaciones para 110 yardas es algo que habría que pulir antes de convertirse en una dinastía), de hecho fue el propio Vick quien con su espantoso rendimiento se encargó de contradecir sus propios comentarios: 29/56 para 317 yardas, 2 touchdowns y 4 intercepciones. No, no me he equivocado en ningún número, son 4 intercepciones (para ser justos una de ellas culpa de Jeremy Maclin) y son 56 intentos de pase. La primera estadística es meramente culpa de Vick, parece que todo lo que sabía jugar el año pasado se le había olvidado para esta temporada y estuvo especialmente torpe a la hora de leer las coberturas de los linebackers, a los que lanzó las tres intercepciones achacables al lanzamiento. Pero el segundo dato ya no es culpa suya, esos 56 intentos de pase son una aberración perpetrada desde la banda por Andy Reid y sus colaboradores. Es lícito que Vick tenga un mal día, no es lo deseable teniendo en cuenta sus comentarios pero al fin y al cabo es algo lícito, pero es justo ahí donde tiene que actuar el cuerpo técnico e intentar girar la situación tomando menos riesgos y, especialmente, intentando contar más con el juego de carrera. Porque mientras Michael Vick estaba regalando posición de campo, un touchdown y en un momento determinado hasta el partido entero, LeSean McCoy acabó con sólo 20 carreras para 110 yardas. Eso son 5,5 yardas de media, una media más que suficiente como para poderte cruzar el campo sólo corriendo y sobrándote un down en cada ocasión, pero parece que para Reid y compañía era mucho más divertido seguir mandando jugadas de pase y meter en el partido a unos Browns totalmente inoperantes en ataque. Sí, los Eagles acabaron ganando el partido pero las sensaciones que dejaron fueron horribles, y si quieren ser mínimamente competentes en la NFC Este tendrán que mejorar mucho tanto dentro del campo como en la banda. Lo de Vick y compañía es factible, este partido puede sólo haber sido un borrón y eso le puede pasar a cualquiera, pero lo de la banda parece mucho más complicado. El proyecto de Andy Reid al frente de los Eagles ya hace tiempo que no se sabe ni en qué demonios consiste ni hacia dónde se dirige y, francamente, no parece que ninguna de ambas cosas se vaya a solucionar en breve, con lo que quizá tomar caminos separados sería una buena idea para ambas partes. Porque muchas veces una reconstrucción no consiste sólo en fichar a buenos jugadores que reemplacen a los que se van haciendo viejos.
En fin, partidos como este hacen que uno pierda la fe en el football, pero luego hay partidos que me hacen tener ganas de más NFL, partidos como por ejemplo ese Minnesota-Jacksonville en el que dos equipos que aparentemente tenían que ser malísimos jugaron a un buen nivel y se dejaron los huevos en el campo hasta el último momento. Así pues, aunque parte de mí está triste, yo la semana que viene volveré a estar pegado a la NFL igual que el niño, pese a tener una costra en la rodilla, volverá a coger la bici al día siguiente. Pero para otras temporadas, señores aficionados a la NFL, hay que tener mucho cuidado con lo que deseamos porque nuestros deseos puede que se conviertan en pesadilla.