¿Qué, los Reyes? ¿Se han portado bien con vosotros? Seguro que sí. Y es que el día de Reyes es un día de regalos nuevos, de comilonas con la família en la mayoría de los casos (otra vez, como si para Navidad no hubiéramos comido suficiente); vamos, lo que comúnmente se conoce como un día de alegría y felicidad. Pero siempre con un condicionante básico que tiene que cumplirse de forma indispensable: los regalos que recibimos tienen que hacernos ilusión. Como ya comentamos en el artículo de hace un par de semanas, todo lo que nos traen durante estas fechas navideñas pueden ser cosas que nos gusten y nos hagan felices (regalos) o cosas que nos provocan la mayor de las indiferencias y que lo único que pueden hacer es sacarnos sonrisas de compromiso (faenas). Lo peor de esto es que es muy complicado evitar las faenas, porque hay familiares que nos preguntan qué queremos que le pidan a los Reyes para que lo traigan en sus casas, pero también los hay que pueden pensar que, por ejemplo al azar, lo que más ilusión nos haría es que los Reyes les trajeran para nosotros un juego de calcetines de cuadros y rombos. Y contra eso no podemos hacer nada, es simplemente cuestión de suerte. Y es que, en el fondo, la suerte es uno de los factores más importantes en nuestras vidas. Es un factor decisivo en nuestras vidas, a la hora de encontrar trabajo por ejemplo, pero también es un factor decisivo en muchas otras cosas. Cosas como por ejemplo podría ser la NFL, una competición en la que un equipo puede tener suerte al adquirir un jugador y, a la vez, un jugador puede tener suerte de ir a un determinado equipo. Y no hay relación que mejor defina este concepto que la relación entre los Indianapolis Colts y Andrew Luck.
No cabe duda de que los Colts tuvieron mucha suerte en adquirir a Luck. Habían sido un equipo dominante en la liga en los últimos años con Peyton Manning a la cabeza, pero 2011 fue un completo desastre. Peyton Manning estaba lesionado (de hecho se acabaría perdiendo la temporada entera por su lesión cervical) y los Colts no supieron qué hacer, ya sea por falta de planificación deportiva o porque Manning era simplemente demasiado importante. El caso es que los Colts completaron la peor temporada de entre los 32 equipos de la NFL. Pero justo ese año se dió la casualidad de que salía de college un quarterback del que todos decían que era el mejor prospecto de quarterback desde que, precisamente, Peyton Manning saliera de Tennessee. Un quarterback que jugaba en Stanford llamado Andrew Luck. Justo esa offseason, los Colts debían decidir si le pagaban una morterada de dinero a Manning correspondiente a su contrato, en principio una decisión complicada porque significaba tener que arriesgar mucho dinero en un jugador cuyo estado de salud estaba en el aire o desprenderse de la cara de la franquícia después de muchos años de éxitos. Pero en realidad la decisión no fue tan difícil ni por asomo, los Colts se desprendieron de Manning y, para encontrar su reemplazo perfecto, no tuvieron más que dar un papel con el nombre de Andrew Luck cuando les tocó elegir en el número 1 del draft de 2012. Pero si se considera que los Colts tuvieron suerte con poder elegir a Luck, mucha más suerte ha tenido Luck durante el transcurso de esta temporada. Y es que aunque los Colts han hecho una temporada sorprendentemente buena, han protagonizado algunas remontadas espectaculares y al final hasta han conseguido meterse en playoffs, Andrew Luck no ha sido ni por asomo el mejor quarterback de la liga. Con esto no estoy diciendo que haya sido una temporada decepcionante ni mucho menos, de hecho como temporada es mejor que la que el mismísimo Peyton Manning realizó en su temporada de rookie, pero la temporada de Luck es simplemente eso, una buena temporada de rookie. ¿Ha hecho remontadas de mérito? Pues probablemente se pueda decir eso, pero también las hicieron los Broncos el año pasado y a casi nadie se le pasaba por la cabeza darle el mérito a Tim Tebow. ¿Ha convertido un equipo perdedor en un equipo ganador? Pues tiene parte de responsabilidad, eso es indudable, pero ni es el único motivo ni tan siquiera es el motivo principal por el que los Colts este año han rendido a un nivel infinitamente superior al de la temporada pasada.
En 2011 los Colts eran aparentemente un equipo que, sin Peyton Manning, no tenían un quarterback fiable. Y era cierto. Pero también lo era que, para Indianapolis, Peyton Manning era mucho más que un simple quarterback. Era el ataque entero. Sí que es cierto que la Colts tenían entrenadores, coordinadores y asistentes, pero a la hora de la verdad era Manning era quien hacía y deshacía antes de todos y cada uno de los snaps. Y a la que Manning no se pudo poner detrás del center, no sólo los Colts se vieron sin su jugador estrella sino que el staff se vió totalmente superado por la situación, debían pasar de tener un trabajo muy sencillo (porque con cuatro cañas Manning les montaba drives enteros) a tener un trabajo exageradamente complicado (había que diseñar gameplans y cantar jugadas para que las ejecutara Curtis Painter). Por lo tanto, en el front office de los Colts tenían claro que para poder poner en el pasado la era Manning no sólo debían sustituir al quarterback, también tenían que hacer una renovación a fondo en el staff de la franquícia y eso implicaba muy especialmente fichar un nuevo entrenador y un nuevo coordinador ofensivo, figuras que tenían muy poco peso en los últimos años de la era Manning. Y no se podía haber acertado más en las contrataciones. Por un lado, Chuck Pagano no sólo ha sido un entrenador que ha puesto en orden una defensa cuyo rendimiento el año pasado también estuvo por debajo de las expectativas la temporada pasada, sino que principalmente lo que ha hecho ha sido coger el testigo de Manning como líder del equipo. Si antes la motivación de los Colts era jugar con Manning ahora lo es jugar para Pagano, y lo cierto es que la situación parece mucho más natural; si en este deporte hay que partirse el alma en cada jugada o si hay que rendir cuentas a alguien tiene que ser al entrenador. E independientemente de su enfermedad, una noticia terrible y algo de lo que todos nos alegremos de que se haya podido recuperar, Pagano ha conseguido que en Indianapolis sean un equipo unido con él como figura central, y es precisamente ahí donde radica gran parte del éxito de estos Colts. Y por el otro lado, aunque pueda parecer mentira después de estos últimos años mediocres en Pittsburgh, la contratación de Bruce Arians como coordinador de ataque también ha supuesto un gran acierto; algo que no tiene nada que ver con su capacidad de dirigir al equipo mientras Pagano ha estado de baja sino más bien en la manera en la que ha sabido adaptar a Andrew Luck a la NFL. Porque si durante toda la temporada Luck ha parecido un quarterback sólido, que ha protagonizado grandes momentos y que en ocasiones hasta ha parecido que llevaba jugando en la liga toda la vida, ha sido muy en parte gracias al gran trabajo de Arians. Y de hecho, si Arians hubiera podido estar el domingo en la banda contra los Ravens, quien sabe lo que habría pasado.
Porque en el fondo Luck es un rookie, excelente si queréis, pero rookie al fin y al cabo. Y en grandes partidos como el del pasado fin de semana, con grandes defensas enfrente, se le vió un tanto perdido. Como es normal. En su primer partido de playoff se mostró bastante bien manejando al equipo durante los inicios de los drives, pero a medida que se acercaba a la end zone rival mover las cadenas se le iba haciendo una montaña cada vez más. De hecho, tanto es así que el resultado final de los 7 drives de los Colts que cruzaron la yarda 50 fue de 4 field goals chutados (uno de ellos fallado) y tres turnovers (un fumble perdido, una intercepción y un turnover on downs). Lo siento pero un equipo que aspira a ganar un partido de playoffs fuera de casa no se puede permitir el lujo de desperdiciar tantos puntos, y el hecho de tener un porcentaje de éxito en la red zone que roce lo ridículo es esencialmente culpa de quien canta las jugadas y de quien las ejecuta. Y teniendo en cuenta que el que las cantaba no estaba, no queda otra que echarle las culpas a Luck. ¿Que quizá es un poco injusto echarle las culpas a un rookie, especialmente si son de aspectos que son fácilmente mejorables con la experiencia? Pues quizá. Pero si durante toda la temporada se nos ha intentado vender lo bueno que era Luck y lo adaptado que estaba a la liga, quizá habría sido de esperar que rindiera como tal también bajo la presión de los playoffs. Y no fue así, porque sinceramente en este partido de playoffs Luck no rindió nada bien. Pero no nos engañemos, su rendimiento contra los Ravens no debería haber supuesto una sorpresa para nadie porque en el fondo, si miramos las estadísticas que Luck ha registrado durante la temporada regular, nos damos cuenta de que ha tenido un año mucho peor del que parece, un año mucho más acorde con el que podríamos esperar de un jugador de primer año. Por ejemplo, Luck ha sido el penúltimo en la liga en porcentaje de pases completados (54.1%), un porcentaje que está por debajo del cosechado por jugadores como John Skelton, Mark Sanchez o Brady Quinn. ¿A que parecía que había jugado mejor? Pues va a ser que no tanto. Cierto es que no tiene precisamente el mejor cuerpo de receptores, pero también lo es que otros quarterbacks con mejor porcentajes mejores tienen menos gente fiable a quien pasarle el balón, o por decirlo de otra manera, no todos los equipos tienen a un Reggie Wayne en sus filas. Además, como otras estadísticas destacadas, Andrew Luck tiene el dudoso honor de compartir con Mark Sanchez la tercera posición en el ranking de intercepciones lanzadas (18) y tiene un rating de 76.5, un rating que no sólo está entre los peores de la liga sino que además es peor que el de otros quarterbacks criticados hasta la saciedad como Blaine Gabbert o Michael Vick. Datos que no hacen más que confirmar que si los Colts han mejorado tanto de una temporada para otra no es únicamente por la adquisición de Andrew Luck.
Que sí, que hay que tener presente que es un rookie y probablemente es quarterback rookie que tiene un futuro más brillante por delante, pero es precisamente por eso que estoy destacando todo esto. Después de una temporada en la que su equipo ha mejorado muchísimo, algunos querían encumbrar a Andrew Luck como lo mejor desde el pan de molde. Se oían rumores hasta de darle el MVP. ¿En serio? Andrew Luck no solamente no es el mejor jugador de la liga, es que ni tan siquiera ha sido el mejor rookie; no hay que olvidar que, si hablamos de quarterbacks rookies, hay uno que ha ganado su partido de playoffs y hay otro que ha demostrado lo flojo que es su equipo cuando no puede jugar en plenitud de condiciones. Es su equipo el que ha mejorado como conjunto, y no es únicamente Luck quien ha llevado al equipo de ser el desastre que era el año pasado a ser el equipo prometedor que es ahora.
Y es precisamente por esta razón que, aunque los Colts tuvieron suerte en poder elegir a Luck en el pasado draft, más suerte es la que ha tenido Luck al caer en este equipo. Y ahora que el tema de la suerte está arreglado, la progresión de Luck será cuestión de paciencia. Porque aunque su primera temporada no haya sido todo lo buena que la gente cree o todo lo buena que la gente quisiera, Andrew Luck sigue teniendo el potencial para ser una superestrella de este deporte. Si lo consigue o no, sólo el tiempo lo dirá.