«Llegar a la cima es una empresa realmente difícil». Esta es una de las afirmaciones más extendidas en nuestra sociedad. En muchas ocasiones destacamos lo complicado que es alcanzar el profesionalismo en un deporte pero no reparamos en que son muchos los que lo alcanzan. Como ejemplo podemos tomar el deporte rey en nuestro país. En la Liga de Fútbol Profesional (liga BBVA y Adelante) existen un total de 42 equipos. Si ponemos que de media cada equipo posee una plantilla de 23 jugadores, conseguimos un total de 966 deportistas que se ganan la vida de una manera realmente extraordinaria, unos más que otros pero la mayoría de ellos con permanecer tres o cuatro temporadas en la élite tienen su vida encaminada con las correspondientes acertadas inversiones. Y no solo eso, en un escalón inferior también existen 80 equipos en la llamada Segunda división B, 1.840 jugadores que poseen unos salarios que encuadraríamos en la media nacional y que en muchos casos son bastante superiores a los que ingresan profesionales de alto rango en cualquier otro campo. Y los casos de este tipo en categorías todavía más inferiores también se dan. Esta situación que estamos comentado no solo ocurre en España sino que también es una constante en el resto de Europa. Además, otros deportes como el baloncesto o el balonmano poseen en el viejo continente una estructura parecida pero con menores recursos.
Con todo esto no quiero demonizar la figura de los «deportes de masas». Al contrario. Lo que quiero poner de manifiesto es que en los deportes mayoritarios en Europa la «salida laboral» para un deportista después de abandonar el deporte base e introducirte en el mundo senior es mucho más amplia que en Estados Unidos. Las ligas universitarias tanto de Football, Baloncesto o Beisbol producen miles de jugadores al año, algunos de ellos alcanzan el ansiado objetivo de formar parte de la liga profesional pero muchos de esos jugadores que ya tienen que abandonar el mundo universitario quedan varados a su suerte. En el mundo basket, que es el nuestro, las posibles salidas para un jugador de este tipo son buscar un equipo en el extranjero, seguir peleando por llegar a la NBA en las ligas menores amateurs con unos sueldos que no dan para vivir o, ante la falta de oportunidades, abandonar su carrera deportiva. Por ello, para que la llama de la ansia por alcanzar las canchas de la mejor liga del mundo no se apague, David Stern ideó uno de sus legados más importantes: la NBA D-League.
La NBA D-league es la hermana menor de la NBA. Es la única liga, aparte de la NBA, que podemos considerar profesional dentro del territorio estadounidense y además es la única auspiciada por la mejor liga del mundo. Como bien hemos indicado, existen otras ligas menores dentro del país pero son más de un corte amateur que otra cosa. La NBA D-League nació en la temporada 2001/02 bajo las siglas NBDL (National Basketball Development League) con el objetivo de convertirse en el trampolín más importante hacia la NBA para los jugadores mayores de 18 años. Se trata de una segunda oportunidad. Comenzó con 8 equipos concentrados en el area Sudeste de EEUU bajo el control de varios empresarios y tras cuatro temporadas donde parecía que iba a quedar abandonada y morir como un proyecto inacabado por falta de atención, Stern le dio el gran empujón en 2005 para hacerla más notoria entre los aficionados. Cambió el nombre de la liga para incluir las siglas NBA, algo que la haría más apetecible para los fans, y llevó a cabo una expansión de la misma por todo el territorio nacional aumentando el número de equipos e implicando a las franquicias NBA, que poco a poco se fueron haciendo dueñas de los equipos de esta liga menor.
Actualmente la liga está constituida por 17 equipos y con un sistema de funcionamiento casi idéntico al de la liga mayor. Posee un draft, premios individuales e incluso un fin de semana de las estrellas. 12 de estos equipos son afiliados en exclusiva de un único equipo NBA cada una, algo realmente palpable porque los logos son muy parecidos a los de sus hermanos mayores y cada ciudad en la que se encuentra asentada una franquicia pertenece al estado del equipo NBA que la controla. Por ejemplo, los Tulsa 66ers, equipo afiliado a los Oklahoma City Thunder, desarrolla su actividad como su propio nombre indica en la ciudad de Tulsa, la segunda ciudad más grande del estado. Los cinco equipos restantes no poseen un equipo NBA único que los controle sino que la «cúpula» de cada uno está formada por tres o cuatro equipos que dirigen los designios del equipo conjuntamente.Constantemente escuchamos decir que tal equipo mandó a un jugador a la liga de desarrollo por un tiempo de dos partidos, una semana, un mes e incluso indefinidamente, o que tal jugador «desarrollo toda su carrera en la liga de desarrollo» Pero, ¿Que jugadores forman la D-League?.
Existen dos tipos en esta competición. Por un lado los jugadores que tiene contrato con el equipo D-League. Son la gran mayoría. Son esos jugadores que sin haber llegado o habiendo sido excluidos de la NBA buscan poder convencer a algún equipo para formar parte de su roster. Cualquier conjunto NBA puede reclamar a cualquier jugador aunque no pertenezca a su equipo afiliado. Que un jugador juegue en un equipo determinado no lo condena a pedir permiso para ingresar en una franquicia NBA distinta a la que es matriz de su equipo de desarrollo. Los contratos que ofrecen los equipos de esta liga son bastante inferiores a los de la NBA. Muy, muy inferiores. Cada equipo tiene un tope salarial de $178000 y existen tres tipos de contratos donde el más cuantioso supone unos $25.000 anuales. Por ello, ningún jugador ingresa en esta liga para lucrarse económicamente sino porque se trata del escaparate más importante que existe cuando dejas la universidad. Kendall Marshall es un claro ejemplo de todo lo que hemos hablado y de lo útil que es para los jugadores esta liga. Tras ser cortado por los Wizards en verano firmó con los Delaware 87ers de la liga desarrollo, el equipo afiliado de los Sixers. Tras unas buenas semanas de juego y ante la plaga de lesiones que azotaban a los Lakers en el puesto de base, los angelinos lo contrataron y, tras un inicio de menos a más, se ha asentado en el roster californiano.
Si el primer tipo de jugadores que hemos hablado son aquellos que pertenecen a los equipos de la liga de desarrollo, el otro grupo importante que conforma esta liga son los jugadores NBA que son enviados al D-League afiliado para que acumulen los minutos que no encuentran en su equipo. Estos jugadores no tienen relación contractual alguna con el equipo D-League y en este caso éste funciona únicamente como filial del equipo grande. Cada temporada que pasa los equipos NBA utilizan más y reconocen en mayor medida las ventajas que supone que exista una liga menor afiliada. Y es que la implicación de los grandes equipos en esta liga es lo que ha hecho que crezca. Cada vez son más los jugadores que envían los equipos para que tengan el rodaje de partidos que no tienen en el mundo NBA. Los equipos pueden mandar a la liga de desarrollo las veces que quieran y por el tiempo que estimen oportuno a los jugadores con menos de tres años de experiencia pero si se trata de un jugador que cuenta con más de tres años en las mejores canchas del mundo deben consensuar su envío con el propio jugador. Marshon Brooks es quizá el nombre NBA más destacado que se encuentra actualmente buscando minutos en la NBA D-League.
Como hemos indicado anteriormente, la implicación de las franquicias de la primera liga americana y de la propia corporación organizativa es lo que ha producido un producto que crece año a año. Tanto a nivel baloncestístico como a nivel mediático. Colocar las franquicias de la D-League en pequeñas ciudades con pocas alternativas de deporte profesional ha hecho que dichos equipos comiencen a calar en la ciudadanía, por ello la asistencia media a los pabellones alcanza las 3.000 personas por encuentro, una cifra muy importante para los núcleos urbanos e instalaciones deportivas a las que nos referimos. Además los encuentros de cada jornada pueden ser seguidos a través de la televisión registrando unos datos de audiencia que van en aumento año a año.
¿Pero cuál es el mayor problema al que se enfrenta esta liga? Paradójicamente, sus jugadores. Me explico. Ningún jugador quiere echar raíces en el equipo. Unos quieren ganarse volver a la NBA, otros rodarse para volver con su equipo y poder aprovechar los minutos de los que dispondrán, y otros se lo toman como un paréntesis antes de encontrar una buena oferta en el extranjero. Para todos ellos la liga de desarrollo es un gran escaparate y buen entrenamiento. Por ello, los continuos cambios a los que está expuesta esta liga hace que no exista el luchar por unos colores y que los jugadores jueguen no para un equipo sino para mostrarse individualmente. Si la NBA es una gran obra de teatro y la liga de desarrollo es más bien el casting de actores. La solución sería que la liga obtuviera más ingresos y que pudiera convertirse en la «segunda división» baloncestística americana con todas las de la ley. Pero no se hasta que punto interesaría.