A principios de julio fuimos testigos del inicio de una nueva etapa en la NBA, el de los grandes contratos. Todo gracias al nuevo acuerdo televisivo por $24.000 millones que supondrá el aumento del máximo salarial en todas las franquicias de la Liga, llegando hasta los $89 millones en la campaña 2016-17. Una de las operaciones que se llevaron a cabo fue la del fichaje de DeAndre Jordan por los Dallas Mavericks gracias a la buena relación que tiene el pívot con Chandler Parsons, actualmente en la franquicia tejana, que consiguió convencerle.Ppero las estrellas de los Clippers, Chris Paul y Blake Griffin, junto a otras personas como la hija de Doc Rivers, hicieron todo lo posible para que Jordan cambiara de opinión, dejando finalmente plantados a los Mavericks, que ya habían vendido a Tyson Chandler a los Suns para hacer sitio en la pintura al de los Clippers. DeAndre Jordan renovaría por $87,7 millones para los próximos cuatro años, con opción de jugador en la última campaña. Pero, ¿por qué tanto interés en renovarle?
Fijándonos en lo meramente estadístico, las medias del center la pasada temporada fueron de 11,5 puntos, 15 rebotes y 2,2 tapones durante los 34,4 minutos que permaneció en pista por noche. Fue líder de la liga en rebotes defensivos, rebotes totales, porcentaje de acierto de tiro, rebotes por partido y en victorias estimadas por aportación defensiva (5,4), además de ser cuarto en tapones de media y séptimo en minutos totales jugados.
Este pívot de 2,11 metros y 120 kilos es ideal para el estilo de juego de los Clippers. Es un complemento esencial para Chris Paul, con rápidos picks & rolls que finalizan con un mate de Jordan o una fácil canasta del base entrando en la pintura. Además, sus limitaciones a la hora de tirar le obligan a estar siempre en las cercanías del aro, por lo que Blake Griffin ha tenido que evolucionar su juego más lejos de la zona para dejar espacio a Jordan cerca, lo que le proporciona a ‘BG’ una gran versatilidad y un gran acierto actualmente desde la media y larga distancia, dejando atrás su inmensa fama de un simple dunker. Otra característica es la gran cantidad de rápidos contraataques que realiza el equipo, que en muchas ocasiones finalizan con un estruendoso mate de Jordan, que es capaz de cruzar la cancha en un par de zancadas. Es una pieza esencial en defensa gracias a la intimidación, y a sus largos brazos con los que consigue muchos tapones y rebotes, además de algunos robos. Genial en el poste bajo gracias a su tamaño y fuerza, pero rara vez sale a defender al perímetro.
Tiene que mejorar su aportación ofensiva, ya que aún anota muy poco (11,5 puntos por partido) por su escasa eficacia desde más allá de la zona. El 91,8% de los tiros que hizo el año pasado fue a menos de dos metros de la canasta, con un 73,9% de acierto y un 7,1% desde la media distancia, donde su acierto baja hasta el 36,8%. Asimismo, de las 379 canastas que anotó, 252 fueron mediante un mate, o sea, más de la mitad, por lo que debe mejorar su tiro en suspensión y añadir varios movimientos a su juego en el poste bajo. En lo que más tiene que mejorar y por lo que más se le discute es por su bajo porcentaje de acierto desde la línea de tiros libres, habiendo fallado el 60% de los que ha lanzado este año y creando la tendencia en otros equipos del Hack-a-Jordan, consistente en cometer falta sobre el pívot una y otra vez para que lance tiros libres y, en caso de que falle, acercarse en el marcador. En semifinales de conferencia, los Rockets le hicieron lanzar hasta 84 tiros libres en total durante los 7 encuentros que duró la serie (y que perdieron), de las que solo encestó 39. A pesar de todo, durante la campaña ha tenido varias explosiones individuales, como los 22 puntos y 27 rebotes ante Dallas o los 26 puntos y 18 rebotes frente a los Sacramento Kings. Lo que la franquicia quiere es que esto se haga más regular en el pívot, lo que supondría conseguir más triunfos y un camino casi servido hacia las Finales de la NBA, y posiblemente hacia el anillo. Habrá que comprobar si los motivos económicos son más que suficientes para despertar de una vez por todas todo el potencial que posee.
Además de DeAndre Jordan, los Clippers también se han hecho este verano con los servicios de Josh Smith, de Paul Pierce y de Wesley Johnson en el puesto de alero, del escolta Lance Stephenson, del base Pablo Prigioni y del pívot Cole Aldrich, además de la llegada del alero/ala-pívot Branden Dawson desde el Draft. Del mismo modo, abandonan la franquicia califoriana Matt Barnes, Jordan Hamilton, Spencer Hawes, Ekpe Udoh y Lester Hudson, dejando una plantilla más que capaz de optar al anillo la temporada que viene.