No decepcionó la lucha por la medalla de oro en hockey masculino de los Juegos Olímpicos de Vancouver. La gran rivalidad norteamericana saltó al hielo del Canada Hockey Place como guinda para cerrar las Olimpiadas’10 en un choque emocionante en el que los estadounidenses demostraron un tremendo valor empatando el partido a falta de segundos para finalizarse. La superestrella canadiense, Sidney Crosby, con poco brillo durante todo el campeonato, apareció en el momento más idóneo, para marcar el gol de la victoria en el tiempo extra. Canadá, una nación entera vestida de rojo y celebrando la medalla más ansiada de sus Juegos Olímpicos.
La octava medalla de oro en unos Juegos Olímpicos para el equipo masculino de hockey llegó en casa, en Vancouver, en una tremenda final entre Estados Unidos y Canadá que terminó 2-3, cargada de rivalidad. El partido pasará a la historia del hockey hielo: intensidad, paradas heroicas y un gol en la prórroga. «Ha sido tremendamente duro. Hemos tenido que reponernos de ese gol al final«, declaró Sidney Crosby después del partido. La primera parte estuvo marcada por el dominio blanco y rojo y las indecisiones en la zaga estadounidense; de una de ellas vino el primer gol del choque por parte de Jonathan Toews en el minuto 12:50. Canadá estaba mejor plantada sobre el hielo e imponía un tremendo juego físico a unos yanquis algo coartados.
Entre el final del primer periodo y la mitad del segundo se acumularon las escasas penalizaciones para ambos conjuntos: 4 minutos cada uno. Sin embargo, ninguno fue capaz de aprovechar esos powerplays. La dinámica de los segundos veinte minutos seguía cayendo sobre el lado anfitrión hasta que tanto fue el cántaro a la fuente que Corey Perry, sensacional todo el torneo, anotaba el 2-0 ante el griterío rojo en las gradas. Precisamente, la doble ventaja canadiense despertó a los yanquis. Cinco minutos después, Ryan Kesler acortaba distancias en el marcador del Canada Hockey Place y los americanos apretaban la portería de Roberto Luongo, sensacional todo el encuentro al igual que su compañero en la otra meta, Ryan Miller, este último cerca de la actuación heroica. «Nadie sabía nuestros nombres, pues ahora los saben«, comentaba Chris Drury acerca de lo tapado que aparecía en este torneo el conjunto americano. Drury fue uno de los veteranos seleccionados por Team USA, y uno de los tres jugadores de la plantilla que ya había perdido con Canadá en 2002.
Miller (MVP del torneo) se erigió el héroe del partido con varios saves claves en el tercer periodo ante el acoso local. Pero los estadounidenses no habían dicho la última palabra: con el portero en el banquillo y seis hombres sobre el campo, apelaron a la épica, tan clásica de los norteamericanos que buscaban otro «milagro sobre el hielo». Zach Parise empataba el duelo a falta de 24,5 segundos de finalizarse y el drama estaba servido, habría tiempo extra para buscar la medalla de oro. «Es una pena que los dos equipos no puedan recibir la medalla de oro«, comentó el impasible Ron Wilson, entrenador estadounidense, ante la prensa. En la reanudación, sabiendo del gol a muerte súbita, los canadienses salieron con toda la fuerza posible, Ryan Miller salvó los primeros tiros, pero contestaron los estadounidenses surgiendo las manoplas de Roberto Luongo. En el minuto 7:40 apareció «el elegido», aquel que no había destacado tanto durante el torneo olímpico pero era la estrella del Team Canada, Sidney Crosby, para orquestar una magnñifica jugada y poner el disco en la red de la portería yanqui. Canadá, medalla de oro. «No es una sensación real, es un sueño, me siento como si fuera un sueño«, declaró el joven Crosby ante los medios.
De menos a más
«Oooo Canadaaa» cantaban los numerosos aficionados congregados en el arena de Vancouver más otros tantos a las afueras. La nación canadiense estaba celebrando la medalla de oro en su deporte, el hockey, en sus Juegos Olímpicos, Vancouver’10, un objetivo que era obligatorio para la selección antes de los Juegos y no conseguirlo suponía prácticamente un fracaso. Y así comenzó el torneo para Canadá, con la presión mediática de ganar el preciado metal: un primer periodo sin goles ante Noruega, una victoria en la prórroga ante Suiza y la derrota ante los vecinos estadounidenses que les enviaba a la repesca de cuartos de final. Tras la contudente victoria en esa ronda-rescate ante Alemania, llegaban los cuartos, o una final anticipada ante Rusia. El conjunto anfitrión no dejó ninguna duda y pasó como una apisonadora sobre Ovechkin y Cia, para después sufrir en semifinales ante la sorpresa eslovaca.