En unos tiempos oscuros en los que la filosofía de ataque consistía en correr la pelota lo más duro posible para ganar, unos pocos tipos cambiaron el football para siempre con la West Coast Offense. Se llevó el juego de pase a un nivel mayor en el que el quarterback y los receptores eran los protagonistas por el control del reloj a a base de pases rápidos haciendo que las defensas se alargaran horizontal y verticalmente. Aquello fue un éxito y, obviamente, ha influido en nuestros tiempos, desde los entrenadores que se contrata hasta cómo son utilizados los jugadores, pasando por los atletas que se elige en el draft o como se preparan las defensas.
El origen está en 1969, en Ohio. El quarterback de los Bengals Greg Cook sufrió una lesión de brazo que iba a acabar con su carrera; por entonces Paul Brown dirigía a Cincinnati y Bill Walsh, el padre de la West Coast Offense, era el entrenador de receptores. Brown pidió a Walsh cambiar el sistema de ataque para introducir a un nuevo quarterback con menos potencia de brazo y ahí es cuando germinó esta efectiva estrategia ofensiva. ¿Por qué no lanzar pases rápidos para ganar yardas en vez de poner la bola sobre el suelo? Primeros downs fugaces, desconcierto de la defensa, mezclar receptores por tamaño, velocidad y en número, retaguardia demasiado alargada sobre el campo. Eso produce la West Coast Offense, Walsh perfeccionó el sistema durante nueve años hasta que aterrizó en San Francisco en 1979 donde este ataque ganaría su fama y tres Super Bowls en diez años.
«West Coast Offense es un término que suena más glamuroso que Mid-West Offense», escribió una vez el mítico head coach de los 49ers. Lo cierto es que esta denominación no se tomó hasta 1993 en una entrevista al quarterback suplente de los Cowboys Bernie Kosar que se refirió a «esas ofensivas que utilizaban en el oeste» para explicar el juego de Dallas. Kosar se refería a Sid Gilman, un entrenador de los Rams y Chargers en los 50 y 60, que afirmaba que si quieres hacer sonar la caja registradora tienes que pasar. A Gilman se le considera otro de los padres de la West Coast Offense. La conexión estuvo en 1968 cuando Walsh y Gilman formaban parte del staff técnico de los Raiders, ahí la química de ideas produjo un experimento que estaba a punto de cambiar el mundo del football.
El desarrollo de este ataque llega hasta nuestros días, se ha transmitido de filosofía de entrenador a filosofía. Mike Holmgren ha sido de los mayores exponentes, no en vano trabajó con Walsh en los ochenta; con Holmgren trabajó Jon Gruden, otro que respiró de la West Coast Offense. Mike Shanahan respiró mucho de ese oxígeno y ahora su hijo Kyle intenta implementar eso en los Redskins como coordinador ofensivo y, aunque los Patriots no la practican, Tom Brady tiene mucho de Joe Montana a la hora de leer la defensa y pasar al receptor correcto en el momento exacto.