Ver jugar a Arthur Lee Shell siempre era un espectáculo. Realmente siempre entretiene ver a linieros de tal tamaño y agresividad repartiendo leña a lo largo y ancho de la linea de golpe, pero sin duda alguna Art era especial. Nacido en el año 1946 en el seno de una familia humilde natural de la pequeña ciudad de Charleston (South Carolina), empezó a despuntar como jugador de football en el equipo de su instituto, el ya desaparecido Norht Charleston Bonds-Wilson. Debido a su gran envergadura y peso, Shell destacaba, respecto a sus compañeros, en los atributos físicos que normalmente constituían al línea de la época: envergadura, un pesaje alto, brazos poderosos… Pero si en algo sobresalía Art era en liderazgo y saber hacer. Shell no solo se limitaba a empujar y a golpear a rivales, no, ni mucho menos. Antes del snap levantaba la cabeza y transmitía las órdenes a sus compañeros de línea, la posición de los linebackers, si había algún blitz encubierto… Todo lo que se esperaba de un línea lo hacía y a la perfección, proporcionando una protección que ningún jugador volvería a imitar en años venideros, además, combinado con Gene Upshaw y el resto de los Black & Silver, ¿qué quarterback no envidiaría esta seguridad?
Tras ser elegido por los Raiders en la tercera ronda del Draft del año 1968, directo desde el Maryland State College, empezó a jugar en equipos especiales. Tocaba ganarse la confianza del entrenador, cosa que logró tras dos años de espera; era el momento de demostrar al football las habilidades de Art. Gracias a sus dotes de mando en la trinchera, Shell se convirtió en el líder que John Madden esperaba, capaz de leer defensivas y proteger al quarterback en jugadas de pase, o hacer bloqueos en las de carrera. Pero a Arthur no le bastaba con mandar en la línea, quería mas, quería convertirse en el primer head coach afroamericano de la NFL moderna, tal como hizo Fritz Pollard en 1929 con los Akron Pros, y por ello empezó a estudiar el football. Finalmente Art Shell colgó el casco a sus 36 años (1982) tras hacerse valer durante 14 años por todos los emparrillados de América, eso sí, no sin antes llevarse 2 anillos de Super Bowl (XI, XV) y 8 selecciones al Pro Bowl, por no mencionar nominaciones al equipo All-Pro o al equipo All-AFC. Pero como sabemos nada acabó ahí.
Un año después de su retiro, los Raiders le ofrecieron ser entrenador de la línea ofensiva y este aceptó inmediatamente, pues Al Davis estaba convencido de que poner a servicio de los linieros un preparador de ese calibre podría mejorar las expectativas en la posición en vista a las temporadas venideras. No era el puesto de head coach, pero por algo había que empezar. Al final tras seis años tras Tom Flores y Mike Shanahan, aquel verano del 89 parecía finalmente traer la recompensa que Art había estado esperando.
Al Davis llamó al teléfono del domicilio de los Shell para hacerle una proposición a Arthur. A este le sorprendió la llamada, ya que pensaba ser el último de la lista de candidatos que optaban a ocupar tal distinguida posición. El hecho de haber sido un Raider dentro y fuera de los banquillos hizo que Davis encontrara el líder de equipo que estaba buscando, además, sabiendo que Shell soñó con ser head coach toda la vida, su nivel de interés y motivación irían mas allá de hacerle un buen contrato. Mientras Art corría a contarle la noticia a su mujer, parecía no ser consciente que se estaba convirtiendo en el primer entrenador en jefe afroamericano de la moderna NFL, segundo en el deporte si se tiene en cuenta a Fritz Pollard en el 29.
A pesar de toda la expectación que podría haber levantado la noticia, la carrera de Art Sell como entrenador de los Raiders solo duró cinco años (1989-1994) en los que apenas llegó tres veces a Playoffs y acabó por ser despedido al cabo de la temporada de 1994 con un récord de 54 victorias y 38 derrotas. Tras este episodio ejerció de entrenador de la línea ofensiva en los equipos de Atlanta y Kansas City hasta 2006, donde volvió a ser contratado por los de la Bay Area para volver a ser despedido al final de la temporada. Más tarde, Al Davis reconocería que contratar a Shell fue un gran error. Pero al fin y al cabo Art cumplió su sueño, es cierto que su paso por los banquillos no consiguió dar grandes resultados deportivos a los Raiders pero gracias a la perseverancia y el esfuerzo, Shell consiguió lo que para muchos fue una simple aspiración.