Lo fácil que es criticar y lo difícil que es ponerse en la piel de alguien.
Caso 1: soy un jugador de football en college, con una beca para pagar mis estudios, destaco en el equipo poco a poco al pasar los años, gano la atención de los medios de comunicación cada vez más, soy un futuro prospect de la NFL, todo el mundo empieza a quererme, mi ego sube por las nubes, quiero más y más, me salen muchas novias en forma de dólares, los agentes se rifan por tenerme, llegan los verdes a mis manos, tickets de conciertos, noches en buenos hoteles para mi familia que siempre ha vivido de forma precaria en mi ciudad natal. No distingo el bien del mal, estoy violando las reglas de la NCAA, pero estoy en mi nube personal, ya traspasé esa línea del límite.
Caso 2: soy un jugador de football en college, con una beca para pagar mis estudios, pero el dinero no llega para comer y el alquiler del apartamento. Destaco en el equipo, mejoro año a año y consigo que se fijen en mi los analistas. Vienen agentes de todo el país para que firme con ellos. Soy de un barrio pobre de las afueras de Detroit, me descubrieron en high school y he tenido la suerte de disfrutar esta beca, pero sigo sin poder pagar bien mis gastos. Un día me llega un agente y me ofrece pagar mensualmente la renta de mi apartamento, acepto, violo las reglas, pero la beca no me da para más.
Estos son dos posibles casos de jugadores de college en nuestros días que aceptan lo que llama la NCAA «beneficios impropios», porque esa es la palabra que suena más este año, beneficios impropios. ¿Qué se entiende por ello? Pues según las reglas de la NCAA, ningún jugador puede aceptar dinero, noches de hotel, coches, tickets de conciertos, es decir, cosas materiales (regalos), de agentes deportivos para ser reclutados bajo su firma, así como de universidades y entrenadores para que se registren en el programa de football de dicha organización. Esto se hace, primero porque los jugadores de college son considerados amateur, solo reciben dinero para pagar sus estudios y los libros, y segundo, para mantener la igualdad dentro de la competición.
La violación de la regla de los beneficios impropios es el pan de cada día en la NCAA, pero ahora el escándalo ha llegado a otra frontera con la confesión del ex-agente deportivo Josh Luchs. La historia de Luchs confirma lo que ya se sabía de habladurías, la práctica de los regalos y el dinero a los jugadores de college está muy extendida, claro que otra cosa es verlo con palabras, escrito y con pruebas, es un bombazo en toda regla.
Hay casos y casos, y partes y partes. Lo de Luchs es altamente censurable, no solo porque sea una violación completa de las reglas sino porque está saltándose «a la torera» el juego limpio del reclutamiento. Y como este ex-agente hay miles, no solo freelance, sino las habituales empresas deportivas de carácter carroñero; parece que la filosofía de Jerry McGuire se ha olvidado en nuestros días.
La incongruencia en este asunto es porque la NCAA se está dedicando a hacer una «caza de brujas» con los jugadores y no con los agentes; podrían tomar ejemplo de los coloquios que intenta organizar Nick Saban. Sí, ellos son los que aceptan el dinero y los regalos, están los casos no recomendables de Reggie Bush, super-estrella de USC con inyecciones diarias de ego traducidas en muchos regalos (¿no tenía suficiente con ser la super-estrella del mejor equipo del momento?), aunque quitarle el Heisman es no tener medida, porque ya me contará la NCAA que influencia tuvo eso sobre su juego. También es censurable lo más reciente, el escándalo de UNC.
La NCAA debería dedicarse más a buscar la raíz del problema en vez de castigar con total crueldad a los jugadores. Primero porque se centran en el adversario equivocado, que luchen contra los conglomerados de agencias deportivas y los agentes freelance, aunque, claro, ellos tiene más poder y un pobre jugador salido de las barriadas de Montgomery, Alabama, no tiene como defenderse. Sí, los jugadores tienen la culpa por violar las reglas, de eso no me olvido, pero que buceen más en la causa porque muchos de ellos no tienen para sobrevivir mensualmente, vienen de familias muy pobres, y si les pones dólares delante y regalos, van a cogerlo, por su bien y pensando en su familia que vive mal.
¿Es el momento de que los jugadores de college cobren dinero? Posiblemente. Ya lo dijo Gary Williams (head coach de Maryland) hace unas semanas, no les vendrían mal $200 para alquiler y comida. Desconozco el estado de las arcas de la NCAA, pero por el volumen de los contratos televisivos parece que ahí hay dinero como para dar ayudas a los jugadores de college, al menos se solucionaría parte de este problema, el sector de jugadores que toman beneficios impropios por precariedad económica. Los que tiene el ego por las nubes no tiene remedio, seguirá habiendo casos, eso es endémico.
¿Qué puede hacer la NCAA por los jugadores?. Algo muy personal y muy importante: «enseñar el dinero».
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