El pasado domingo 30 dio inicio la 55ª Serie Nacional Cubana. En principio estaba previsto que comenzase el sábado con un enfrentamiento entre los dos finalistas de la pasada temporada, Ciego de Ávila, Los Tigres, actuales campeones, e Isla Juventud, Los Piratas, actuales subcampeones. Pero la tormenta tropical Erika obligó a la suspensión del partido y los actos programados con motivo del evento. En total, dieciséis equipos representantes de cada una de las provincias cubanas, de las que toman su nombre excepto en el caso del equipo más laureado de la historia con diferencia, Industriales, que representa a La Habana. Cada equipo dispone de una plantilla de treinta y dos jugadores, con la especialidad de que los equipos que superan las diferentes fases pueden reforzarse con jugadores de los equipos que han resultado eliminados, en un máximo de cinco para la segunda fase y de tres para semifinales y final.
Los dieciséis equipos se enfrentan en una primera fase de cuarenta y cinco partidos, en sistema de liga “todos contra todos”. Se clasifican los ocho mejores para una segunda fase de cuarenta y dos partidos, también “todos contra todos”, de la que los cuatro mejores jugarán unos play-offs, semifinales y final al mejor de siete partidos, del que saldrá el nuevo campeón. En la presente edición se ha utilizado para elaborar el calendario un sistema informático diseñado por la Universidad de La Habana que ha permitido reducir en siete mil los kilómetros a recorrer por los diferentes equipos.
Así mismo, los árbitros cubanos han dispuesto en su preparación de expertos enviados por la MLB, lo que demuestra el interés en mejorar el nivel arbitral, a lo que se une una serie de cambios en el sistema de revisión de jugadas por vídeo que cuenta con una comité técnico rotatorio formado por árbitros y demás personal técnico. El Observatorio Tecnológico del Béisbol es el encargado de emitir las decisiones sobre las revisiones.
Difícil es determinar favoritos en un campeonato basado en selecciones provinciales, aunque cada vez son más comunes las permutas entre provincias. Está marcado por las bajas de jugadores de la competición y deserciones, de las cuales es muy complicado conocer una cifra concreta, si bien en lo relativo a los ya mencionados Industriales llega a la cifra de 14 jugadores respecto a la plantilla del campeonato anterior, a 15 en Pinar del Río y a 22 en Villa Clara. Ello conduce a que el 40 % de las jugadores que participarán en la Serie Nacional sean novatos o jugadores de segundo año y a que, según el semanario Trabajadores, «a simple vista, más de 50 jugadores que vistieron uniformes en la pasada campaña y con una calidad por encima de la media no estarán». Todo lo cual, unido a la disminución de espectadores en los estadios y de la expectación en el pueblo cubano, desemboca en lo que Heriberto Suárez Pereda, director nacional de béisbol y comisionado disciplina, calificó el pasado lunes en el programa Mesa Redonda de la televisión cubana como “ambiente agrio y difícil del béisbol cubano”.
Pero, aunque resulte difícil determinar favoritos, como siempre hay que mojarse. Podríamos apostar por Ciego de Ávila, los actuales campeones que mantienen su bloque en lo fundamental y no se han visto tan lastrados por las bajas; por la Matanzas del tan odiado como querido Víctor Mesa, que ha visto compensadas las bajas por los traslados de residencia de diferentes jugadores en un número de seis; por Pinar del Río y su potente pitcheo; y no hay que olvidar a Industriales, el equipo de Yulieski Gourriel del que trataremos más adelante, sobre el que siempre se genera enorme expectación por su historia, entorno y radicarse en La Habana. Es el equipo con más hinchas y detractores a lo largo de la isla. Respecto al resto de equipos existe una gran igualdad.
Además de en Yulieski Gourriel, y en los jugadores que retornarán a sus equipos de la Serie Nacional una vez finalicen los diferentes campeonatos extranjeros que disputan, Andy Glez. Remedios, pitcher diestro, abridor, de Piratas Valencia, originario de la provincia de Sancti Spíritus, y uno de los mayores conocedores del béisbol cubano en nuestro país, nos pide que nos fijemos en jugadores como: Luis Daniel Serrano, tercera base de Sancti Spíritus; Jorge Enrique Aloma, shortstop de Industriales; Edilse Silva, outfielder de Santiago de Cuba; Miguel Lahera, pitcher diestro de Artemisa; o Freddy Asiel Álvarez, pitcher diestro de Villa Clara, para muchos el mejor lanzador cubano aún en la isla.
Nuevo marco de relaciones Cuba-EE.UU
Si hay algo que marca la presente Serie Nacional es el nuevo marco de relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba –cuyos dos principales hitos encontramos en los discursos pronunciados el pasado 17 de diciembre por Raúl Castro y Barack Obama y la izada de la bandera americana en su nueva embajada ubicada junto al malecón habanero- y su influencia en el béisbol. El béisbol es elemento que, como ningún otro, une a las culturas estadounidense y cubana.
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Pese a que por todas las partes se transmite prudencia y no cabe duda de que el proceso que desemboque en cambios y signos de apertura en nuestro deporte será lento y a largo plazo, la nueva fase de las relaciones entre ambos países ha generado mucha expectación entre los jugadores cubanos en MLB. Actualmente son 18, la mayor cifra desde 1967, con la excepción de la temporada pasada en que fueron 19. Así, hemos podido escuchar a Yonder Alonso, el primera base de los San Diego Padres manifestar que «sería un honor vestir la camiseta de Cuba”. Para José Iglesias, shortstop de los Detroit Tigers: “Hay un montón de buenos jugadores en la isla que yo creo que merecen la oportunidad de jugar donde todo el mundo quiere hacerlo, a nivel de Grandes Ligas. Esperemos que algún día tengan la oportunidad». Yasmani Grandal, catcher de Los Angeles Dodgers, se siente satisfecho de que ambos países estén conversando y manifestó su esperanza de que EE.UU pueda ayudar a Cuba, sobre todo en el aspecto económico. Un caso paradigmático es el de José Abreu, que dejó en la isla a su hijo con cuatro años con el que habla por teléfono regularmente pero al que no ve desde su salida. Ante la posibilidad de que para el próximo mes de marzo de 2016 se juegue algunos partidos de exhibición en La Habana -lo cual según declaraciones de Dan Halem, vicepresidente eEjecutivo de la MLB, es una prioridad para Rob Manfred, y todo parece indicar que sí presenciaremos-, declaró que: “Cada vez que se dice esto se me pone la piel como de gallina”. Realmente, detrás de cada jugador cubano en las Grandes Ligas hay una historia humana que podría repararse en un marco de relaciones normalizada.
Incluso, el pitcher de los San Diego Padres Odrisamer Despaigne, se atrevió a dar una selección cubana, con jugadores enrolados en las Grandes Ligas: «receptores te diría que Yasmani Grandal y Brayan Peña. En primera estarían José Abreu y Kendrys Morales. En segunda Yulieski Gourriel. El torpedero para mí sería Adeiny Hechevarría, aunque también están José Iglesias y Alexei Ramírez, quien pudiera moverse a segunda porque ha jugado la posición en Cuba y aquí en Grandes Ligas. La tercera sería Yunel, y Héctor Olivera también pudiera entrar en la lista. En los jardines tenemos buenos jugadores, con poder y velocidad: Puig, Céspedes, Leonys Martín, Alfredo Despaigne, Tomás, Jorge Soler. En cuanto a pitchers, José Fernandez, Roenis Elías, Norge Luis Ruiz, Chapman como cerrador, a Ismel Jiménez siempre lo tendría en mi equipo y Raisel Iglesias. También llevaría a un zurdo para que le lanzara a zurdos, ese sería Francisley Bueno, que ha tenido experiencia en Grandes Ligas y ahora está en México. Completarían el grupo Freddy Asiel Álvarez y Héctor Mendoza, ellos todavía juegan para Cuba pero tienen calidad».
¿MLB en Cuba y cubanos en la MLB?
Lo cierto es que se plantean muchas incógnitas que deben integrar la Agenda de la reunión que, es de público conocimiento, mantendrán las jerarquías beisbolísticas de ambos países el próximo mes de noviembre en La Habana. En ella necesariamente intervendrá el sindicato de jugadores, la organización del entorno de las Grandes Ligas mejor vista por el régimen cubano, si bien para muchos dicha reunión únicamente tiene por objeto establecer el marco para los partidos de exhibición mencionados.
En este sentido, los expertos ven muy difícil que se permita a los jugadores cubanos integrarse en las Grandes Ligas sin el condicionante de representar a su selección nacional siempre que sean requeridos, lo cual es muy complicado que sea permitido por las franquicias de las Mayores. La pregunta que inmediatamente viene a la mente es si respecto a los jugadores ya enrolados en las Grandes Ligas, los dirigentes cubanos para cualquier acuerdo exigirán que también acudan a las llamadas de la selección. En su día y en la, hasta hace poco, única declaración sobre el tema que nos ocupa por parte de las autoridades cubanas, el ya mencionado Heriberto Suárez manifestó que de darse el supuesto habría que estar caso por caso. El pasado viernes fue tajante al indicar el que «no es una opción ahora mismo».
Otro punto polémico es el relativo al establecimiento de academias en la isla, en semejanza a las establecidas en la República Dominicana. Es que las franquicias MLB permitan que sean gestionadas por las autoridades cubanas las cuales, obviamente, no permitirían una gestión absolutamente privada por parte de aquellas. Aunque parece que las franquicias se inclinan por ni si quiera proponer su establecimiento y trasladar a las jóvenes promesas cubanas a las academias dominicanas.
Sin perjuicio de lo anterior, ha acontecido en las últimas fechas una serie de hechos que han insuflado optimismo en cuanto a lo avanzado de la situación en que se encontrarían unas más que probables negociaciones Cuba-EE.UU, ya en marcha en lo relativo a nuestro deporte.
El primero es que la 55ª Serie Nacional finalmente sí verá jugar al, para muchos mejor jugador del mundo fuera de la MLB, Yulieski Gourriel, a quien se le compara con el mejor Alex Rodriguez. Se dice de Gourriel, que podría conseguir un contrato de entre $80 y $100 millones si se le permitiese cruzar el Golfo de México. Yulieski renunció a la selección nacional y a su equipo, Industriales, en rebeldía por su situación, si bien sí se encontraba autorizado para recalar en la liga japonesa y, en concreto, en los DeNa Baystars, a los que no se unió. Yulieski se ha reincorporado a los entrenamientos de Industriales en lo que se ha interpretado como una promesa por parte de las autoridades cubanas de que su situación particular será tratada en la reunión de noviembre con la mejor de las voluntades.
Por otro lado, el pasado 19 de agosto Heriberto Suárez manifestaba la voluntad de liberar a los jugadores que se encuentran en el extranjero de la obligación participar en el campeonato doméstico. Dicha obligación es una condición ineludible para todos los jugadores cubanos que juegan en el extranjero con el beneplácito de las autoridades cubanas, obligación que provoca situaciones nada beneficiosas para el jugador como la del outfielder granmense Alfredo Despaigne Rodríguez, quien lleva dos años simultaneando con el campeonato cubano con la liga mexicana primero, y la liga japonesa actualmente, sin descanso.
Estos acuerdos con las ligas mexicanas, canadienses o japonesas que permiten las salidas autorizadas de jugadores de la isla no alcanzan ni el 15 % del número de jugadores que han abandonado la isla ilegalmente. Incomparables son las diferencias entre los contratos a los que aspira un jugador según su salida se produzca a través de estos programas o a través de las denominadas deserciones, de las que deriva obviament, una libertad absoluta de negociación.
Así mismo, Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, en su visita a Cuba el pasado mes de abril llegó acompañado de Joel Araujo, gerente de desarrollo de MLB para Latinoamérica; todo parece indicar se reunió en secreto con Tony Castro, hijo de Fidel Castro y vicepresidente de la IBAF, el cual siempre se ha mostrado conciliador y abierto a entablar lazos con Estados Unidos que permitan a sus jugadores intervenir en las Grandes Ligas a través de procedimientos similares a los utilizados con otras ligas. En este sentido el propio Tony Castro declaró a ESPN The Magazine: «Oh, es increíble. Si usted camina por las calles y pregunta a todo el mundo, las personas con seguridad le dirán que es un sueño. Ellos quieren ver a estos jugadores jugar con el equipo nacional cubano. Y sabes que el problema existe y [Cuba y MLB] necesitan resolver esto. La pregunta es, ¿por qué no? ¿Por qué no encontramos la solución? Lo único que necesitamos es la voluntad de hacerlo. Por seguro que podemos encontrar una solución, pero tenemos que trabajar juntos – todo el mundo».
Para muchos el futuro del béisbol cubano únicamente puede desembocar en el sistema de sus vecinos caribeños dominicanos o venezolanos con libertad de acceso a las Grandes Ligas de sus jugadores y organización de ligas de invierno. Ello si se quiere recuperar el prestigio perdido, que en los años ’50 nadie dudaba solo era superado por el de su vecino del norte.
Y para acabar nos quedamos con la frase que nos repitió Andy Glez. Remedios y nos pidió que no olvidásemos: “para un cubano no hay mayor honor que integrar la selección nacional, aunque juegue en las Grandes Ligas, y allá donde se encuentre.”