Una de las palabras más utilizadas y preferidas en la gestión del deporte americano y en la prensa es la palabra “rebuilding”, o “reconstrucción”. El periodo de reconstrucción es el que viene inmediatamente después del temido “fin de ciclo” cuando, tras exprimir al máximo toda la rentabilidad que te han repercutido tus Activos, es momento de empezar prácticamente de cero y pensar en el futuro más a medio/largo plazo, sacrificando el presente con el objetivo de volver a empezar “el ciclo”, siempre de la manera más eficiente posible en términos económicos e intentando adaptarse al máximo a la filosofía de la organización. Como siempre, hay bastantes maneras de llevar a cabo una reconstrucción: se puede realizar de manera agresiva, vendiendo a media plantilla de un año para otro (ej: Marlins en 2012), de manera forzosa, que se da cuando el equipo en cuestión, pese a intentar aferrarse a los jugadores que le han dado éxito en el pasado, se ve finalmente obligado a aceptar la realidad y a quitarse de encima a dichos jugadores (sí, estoy hablando de los Phillies), o las que se hacen con cabeza y sin miedo, como por ejemplo Tampa Bay en 2006 o la que están atravesando los Houston Astros. También están esos equipos que, con unos fundamentos sólidos, no necesitan pasar por el proceso de reconstrucción durante años o incluso décadas, y se preocupan sencillamente de ir reparando los defectos que van apareciendo en el equipo, pero su solidez, tanto en la plantilla como en la organización, les permite no tener que llevar a cabo ningún proceso excesivamente drástico. Después están esos equipos que no tienen claro si intentar ganar o empezar a reconstruir; como dirían mis abuelos, “no saben si buscar criada o ponerse a servir”, y acaban tomando decisiones cuestionables que no ayudan ni a lo uno ni a lo otro. A este es el grupo al que parecen destinados a caer los Atlanta Braves.
Hart says he’s had a few teams approach him about Gattis and J-Up. He expects the trade market to heat up once some FAs sign.— Mark Bowman (@mlbbowman) December 9, 2014
Durante la década de los noventa, los Braves habían sido considerados como un ejemplo de excelencia deportiva, en un punto llegando a ganar 14 títulos de División consecutivos en la NL, y llegando a las Series Mundiales cuatro veces desde 1991 a 1996, gracias a preservar la estructura y la identidad de la franquicia, y a mantener el mismo bloque de personal y el mismo estilo de gestión, tanto en el vestuario como dentro y fuera del terreno de juego. Sin embargo, los Braves no han ganado una serie de Playoffs desde 2001, y cada vez se les está haciendo más complicado mantener el nivel de competitividad temporada tras temporada, sobre todo porque los años de mantener el payroll entre los cinco más elevados de la liga, y la política de tirar de cartera que llevaba el magnate Ted Turner han quedado ya atrás. Parece imposible asociar a los Atlanta Braves como un equipo en reconstrucción, pero es evidente que su nuevo general manager, el experimentado John Hart, tiene que saber que si hay un momento idóneo para llevar a cabo tal proceso, probablemente sea ahora, viendo el desastre ofensivo que ha sido 2014 pero, especialmente, observando la evolución de los demás rivales de División, de los que hablaré en breve.
Porque lo peor que puede hacer John Hart es intentar jugar a dos bandas. Lo peor que puede hacer es creer que puede empezar a reconstruir pero a la vez seguir optando a ganar 95 partidos y llevarse la División. Y mientras tiene todo el sentido del mundo rejuvenecer y abaratar la plantilla traspasando a Jason Heyward e intentando hacer lo mismo con B.J y Justin Upton, Chris Johnson y Evan Gattis, es incomprensible gastar casi $50 millones en un veterano como Nick Markakis que está en pleno declive, un pitcher incompetente como Jim Johnson y un suplente como Alberto Callaspo, y eso es todo lo que los Braves han hecho en lo que llevamos de offseason, fichar a tres jugadores que podrían servir en otra situación como tres refuerzos decentes para un equipo que necesita más profundidad en la plantilla, pero no en un equipo que está intentando crear un proyecto de futuro. No tiene mucho sentido, y menos considerando que, si de verdad querían seguir siendo competitivos en 2015, entonces ¿dónde está el razonamiento de cortar a Kris Medlen y Brandon Beachy? Medlen y Beachy son dos pitchers que, pese a las dudas que presentan por haber recibido una segunda Tommy John surgery, te pueden dar mucha solidez en septiembre y octubre en caso de necesitar más profundidad en el bullpen o en caso de lesión.
En el contexto general de la NL Este, los Braves en 2015 no pueden esperar ganar muchos más partidos que el año pasado con la plantilla que tienen en este momento; de hecho la lógica me dice que van a ganar alguno menos, debido especialmente al hecho de que el nivel de competición va a ser superior. Sobre el papel, los Washington Nationals deberían dominar un año más la División si las lesiones se lo permiten. En 2014, los Nats ganaron 96 partidos a pesar de las varias lesiones sufridas por Bryce Harper y Ryan Zimmerman, por lo que no es descabellado pensar que en 2015 superen la centena. Por su parte, Mets y Marlins son dos equipos jóvenes que deberían seguir la progresión positiva y pelearse el segundo puesto. Los de Miami han añadido a Mat Latos, Dan Haren y a Dee Gordon, entre otros, para completar una plantilla que va a dar un salto importantísimo de calidad esta temporada, mientras que los Mets, pese a que aun les queden varios huecos que tapar, disponen de una rotación muy sólida que dará problemas a más de uno, sobre todo con el esperado retorno de Matt Harvey. Y por último están los Phillies de Ruben Amaro Jr., quienes por fin se están empezando a dar cuenta que es momento de volver a empezar y pensar a largo plazo; Jimmy Rollins y Cole Hamels pueden tener más de un pie fuera de Philadelphia, y hay varios equipos que aparentemente han mostrado interés en Ryan Howard, Chase Utley y Marlon Byrd, lo que significa que los Phillies han entrado claramente en modo reconstrucción inmediata. Si ellos empiezan a reconstruir, lo mejor que pueden hacer los Braves es no quedarse atrás, y hacer lo mismo.
Por todo ello, es lógico pensar que la mejor estrategia para Atlanta debería ser empezar a colocar los cimientos para 2017, año en el que estrenarán nuevo estadio y en el que deberían tener sus miradas puestas. Para entonces, Freddie Freeman, Andrelton Simmons y Craig Kimbrel, las piezas principales del proyecto de Atlanta, estarán por edad en el mejor momento de su carrera, igual que lo estarán los pitchers Julio Teherán, Mike Minor, Alex Wood y Shelby Miller. Si las jóvenes promesas Christian Bethancourt (C), Phil Gosselin (2B) y el cubano Dian Toscano (OF) dan buen fruto, entonces la base del equipo ya estará prácticamente puesta, y 2017 será un buen año. Si, por el contario, se intenta jugar a dos bandas, manteniendo a ciertos jugadores en el campo y gastando recursos en jugadores innecesarios, solapando de esta manera el talento de los jugadores jóvenes con el objetivo de “intentar ganar este año”, se ralentizará un proceso que es más que necesario e inevitable.