Ted Turner, también conocido como “The Mouth of the South” (La Boca del Sur), “Terrible Ted” o “Captain Outrageous” (Capitán Indignante). Creador de la cadena mundial de noticias CNN, ganador de la Copa América de Vela en 1977 con el yate “Courageous” y dueño de un imperio de televisión. ¿Cuál era su próximo objetivo? Convertir los Atlanta Braves en el equipo de América, así que lo compró.
Fue un dueño diferente a los demás, venía del mundo de la televisión y veía el negocio de otra manera. Sus canales de televisión empezaron a emitir repeticiones de las jugadas, buscando los errores de los árbitros para ponerlos en evidencia –estamos hablando de 1976, la tecnología todavía no había empezado la invasión del deporte profesional–, así que los árbitros no se tomaron muy bien su iniciativa. Él decidió poner en el vídeo marcador un mensaje para el público: “Por favor, sean considerados con nuestros amigos los árbitros cuando estos piten, aunque sea en nuestra contra. Turner era un propietario totalmente atípico. Durante los partidos bailaba con las recogepelotas y las ayudaba a barrer las bases entre entradas. Un día, los Padres les metieron a los Braves seis carreras en una entrada y, acto seguido, Ted Turner cogió el micrófono y anunció a todo el mundo que si perdían al día siguiente tendrían entradas gratuitas; 1.140 personas volvieron la noche siguiente para ver a los Braves ganar 9-1. Organizaba actividades para atraer a más público: carreras de bañeras, apilamiento de colchones, carreras de avestruces… y en casi todas estas competiciones él también participaba. Cuando vio que los otros equipos utilizaban la parte posterior de la camiseta para poner el nombre a los jugadores, él pensó: ¿por qué no poner los apodos? Así que los de Atlanta llevaban en la camiseta nombres como “Prof.”, “Heavy” o “Wimpy”.
En su primera temporada como propietario, los Braves tuvieron un récord negativo (70-92), pero en la segunda, 1977, empezaron con un récord positivo, 8-5, para después perder 16 partidos consecutivos recibiendo 131 carreras y anotando 45; el último, un 10 de mayo, ante los Pirates por un 21-8. Esa noche Tuner habló con el manager, Dave Bristol, le dio 10 días de descanso y le comunicó que él llevaría el equipo para averiguar que es lo que estaba funcionando mal. “Si tu vida amorosa no funciona intenta como mínimo cambiar el peinado”, dijo por entonces.
El 11 de Mayo de 1977, Ted Turner se puso el uniforme para entrenar a sus Atlanta Braves, de nuevo contra los Pittsburgh Pirates, cogió la camiseta con el número 27 y se sentó en el banquillo de los Braves. El pitcher Phil Niekro, futuro Hall of Fame, le preguntó a Ted Tuner en que turno le tocaba batear (recordemos que en la Liga Nacional los pitchers batean), a lo que Ted respondió: “Joder, no tengo ni idea, tú eres uno de los líderes del equipo, ¿quieres batear segundo o tercero? Hemos perdido 16 partidos seguidos, así que batea donde quieras.” Phil, perplejo, sólo pudo decir, “no sé si ese plan funcionará jefe, lo mejor será que batee en el noveno lugar.”
La situación era surrealista. Nadie se atrevía a comentarle lo que tenía que hacer o dejar de hacer, ahora él era el entrenador y el dueño del club, no podías decirle al jefe que esto estaba mal, que no tenía ni idea, que si sabía lo que estaba haciendo, ese día podían estar sorteándose despidos y comprar todos los números con una frase incorrecta o fuera de lugar. El resto de entrenadores contestaban las preguntas de Ted Turner o hacían alguna sugerencia, siempre con tacto. No estaban contentos con las “vacaciones” de Bristol, pero en este mundo manda quien manda. Turner no dejaba de observar al entrenador de los Pirates, Chuck Tanner, si este mascaba tabaco Tuner también, si se levantaba él también, si hablaba con algún jugador él también.
Los Braves perdieron 2-1 y llegaron a los 17 partidos perdidos, récord negativo en toda la historia del béisbol moderno. Niekro lanzó todo el partido y no utilizaron el pinch hitter en la novena entrada. En la rueda de prensa, Turner se dedicó a enseñar a todos los periodistas el cheque con la cantidad de dinero que se había recaudado por comidas vendidas ese día, en vez de hablar del partido.
https://www.youtube.com/watch?v=UxtGRwjK-4s
La situación en el banquillo no duró mucho para Turner. El presidente de la Liga Nacional, Chub Feeney, respaldado por el comisionado, Bowie Kuhn, le dijeron que cualquier accionista de un equipo de béisbol no podía entrenar a su equipo. “Si soy lo suficientemente inteligente para ahorrar $11 millones para comprar el equipo, creo que debería ser lo suficientemente inteligente como para manejarlo”, le dijo a un periodista el día siguiente, y continuó hablando: “Es como ser el presidente de General Motors, comprar un coche y que no te lo dejen conducir.”
Ese fue el único día como manager de Ted Turner, al día siguiente volvió Benson que consiguió ganar el partido a los Pirates por 6-1. “Esta victoria para nosotros es como ganar las Series Mundiales”, gritó a los cuatro vientos el relaciones públicas de los Braves, Bob Hope. Ese año el récord de los Braves fue de 61 victorias por 101 derrotas.
El multimillonario siempre se excusó de aquella maniobra: “Cuando tu equipo va perdiendo hay 10.000 tipos que dicen, ‘yo lo haría mejor que ese entrenador’, y ¡qué diablos! yo era uno de esos 10.000 tipos. Así que como podía, decidí intentar hacerlo mejor que el entrenador, no para quitarle el trabajo, únicamente para descubrir que es lo que no funcionaba bien en el equipo». Y no fue una locura de un solo día, porque años después insistió de nuevo en ser entrenador.
Cuando antiguos colaboradores de Turner hablan de su paso por los Atlanta Braves lo recuerdan como alguien totalmente diferente a los personajes habituales que habitan en el mundo del béisbol. Turner era un tipo que metió a los Braves de lleno en la actualidad deportiva, llegaba después del partido al clubhouse en sandalias y pantalones cortos, estaba todo el día pensando en como meter a más espectadores en el estadio. Quería ganar algo, no importaba cómo. Hasta tal punto, que cuentan que una vez que Tug McGraw, jugador de los Phillies, realizó una apuesta con Turner para ver quien era el que podía empujar antes una pelota de béisbol (otros hablan de un huevo) con la nariz por el suelo hasta la línea que marcaron. Ted ganó y, cuando levantó la cabeza, tenía toda la nariz sangrando. Hasta en estas pequeñas cosas Ted Turner quería ser el vencedor.
https://www.youtube.com/watch?v=q-uGoKQ7phs