Octubre, noviembre, diciembre, febrero, marzo y finalmente…abril. Tras largos meses de espera y de profunda añoranza vuelven los jugadores a pisar los diamantes, los plates, los montículos…
En el momento que los primeros lanzamientos comienzan a sucederse nos vamos viendo sumergidos en una continua e incesante sucesión de pitcheos y bateadores que acabará de nuevo en octubre.
En estos días, en los que estamos a punto de cumplir el primer cuarto de temporada regular vienen a la cabeza innumerables pensamientos y recuerdos. El primero de ellos, es que como en la vida en general, en el béisbol el tiempo pasa muy rápido. Parece que fue ayer cuando asistíamos a la decisión de Tanaka que por un momento parecía que iba a seguir el modelo de LeBron James y montar un show televisivo en el que anunciaba una obviedad y una máxima en el deporte, en particular, y en el mundo, en general. “El pez grande se come al pequeño”. Sushi aparte, si hay la sensación, totalmente personal y probablemente errónea, de que no valoramos cada partido como deberíamos. Como seres humanos que somos, no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Ya nos acordaremos en diciembre de ese Astros-Cubs que dejamos de ver porque era un partido malo y aburrido.
Pero no nos engañemos, es malo y aburrido porque, simultáneamente, hay un Dodgers-Giants, que llama mucho más nuestra atención. No es que ver a Rizzo y sus Cubs sea aburrido, es que nos olvidamos muy fácilmente del desierto invernal y sólo deseamos caviar de beluga, una piña colada y una hamaca mirando al Mediterráneo…y en abril o mayo el mencionado encuentro es un bocadillo de chóped, un vaso de agua del grifo y una silla de madera que mira a la pared.
Pero no tenemos que sentirnos mal por olvidarnos fácilmente de algo y no valorarlo en su justa medida, es algo muy humano y normal, y en la MLB tenemos más ejemplos de ello.
Si a día de hoy escuchamos el nombre de Miami, la primera imagen que se le infunde al aficionado medio, es la cara de José Fernández, sin duda uno de los mejores lanzadores de la liga, acompañada de una incógnita, ¿por qué esa diferencia entre victorias en casa y fuera? Si trasladamos esta pregunta a un jugador en activo u entrenador las respuestas girarán en torno a la condición física de base, como diría el gran Luis Aragonés, y a las condiciones de los diferentes ballparks. Si por el contrario, consultamos con ex jugadores, la respuesta será más clara y, quizás, simple: como se duerme en casa, no se duermen en ninguna parte.
Dejando a un lado la temporada de los Marlins, si pienso en la ciudad más conocida del estado de Florida, mi mente se traslada a inicios de 2013 cuando las primeras noticias sobre la clínica de Anthony Bosch y el conocido como Escándalo de Biogénesis salían a la luz pública. Durante todo el invierno las noticias relacionadas el escándalo copaban páginas de periódicos y horas de televisión. Desde que la temporada ha comenzado y las jugadores sancionados en julio han vuelto a jugar, no A-Rod, el flujo de noticias relativas a este tema ha disminuido de forma considerable pero no ha desaparecido. En las últimas horas, la filtración de un informe policial ha vuelto a poner en el disparadero a los investigadores de la MLB y sus tácticas y métodos de investigación de dudosa ética. Las nuevas informaciones apuntan a que los investigadores habrían comprado informes de la clínica, llegando a ofrecer trabajos en la liga. La voracidad de la política antidroga no deja lugar a dudas, quieren acabar con estas prácticas y llegar hasta el fondo de la cuestión.
Nelson Cruz, Ryan Braun y Jhonny Peralta están disputando la temporada 2014 con Orioles, Brewers y Cardinals, respectivamente. Braun, es el único de estos tres jugadores implicados en el escándalo que no ha cambiado de equipo. Peralta cambió Detroit por Saint Louis el pasado noviembre, por cincuenta y tres millones en cuatro años de contrato. El dominicano es un shortstop de calidad demostrada y probada durante más de diez años y los Cardinalds no podían dejar pasar la oportunidad de contar con él. Además en palabras de su GM John Mozeliak: ha pedido perdón y ha asumido sus errores.
¿Por qué no contar con un jugador que ha pagado su deuda moral con la liga? Saint Louis, con Peralta, Milwaukee, con Braun, o Toronto, con Melky Cabrera, no han tenido demasiadas dudas. Moralidad aparte, no iban a dejar escapar a piezas importantes para el presente y el futuro de los clubes.
El invierno pasaba y los rumores se sucedían pero Nelson Cruz seguía sin encontrar acomodo. Los Mariners estaban al acecho del agente libre que abandonaba Texas. La noticia parecía que llegaba en diciembre, cuando la rumorología apuntaba a los Orioles y un contrato por cuatro años a razón de sesenta millones de dólares. Pronto se apresuraban desde el club de Baltimore a desmentir la noticia. Faltaban todavía dos meses hasta la firma definitiva del contrato. En ese intervalo de tiempo, los analistas de los medios de comunicación más importantes abrían el debate. ¿Qué pasaba con Nelson Cruz? ¿Por qué nadie lo firmaba? ¿Acaso las famosas PEHD eran lo que hacía destacar al jardinero derecho dominicano?
A día de hoy, en mayo, el debate parece estar olvidado y todo gracias a la magnífica actuación de Cruz en el plate desde que firmara por un año, con un salario de 8 millones de dólares por los Orioles. El hecho de que esté entre los que más home runs y carreras impulsadas ha producido en este primer cuarto de la temporada, aderezado con la clasificación actual del equipo, que a pesar de seguir sin Davis y Machado se mantiene en la lucha por la AL Este, ha acallado las dudas que se cernían sobre la conveniencia de su contratación.
Cuando ves a Ryan Braun acercarse al home plate la sensación de que algo va a suceder se palpa en el ambiente. El que fuera MVP en 2011, infunde miedo a los lanzadores y aficionados rivales a pesar de lesiones y sanciones. En este punto, sólo cabe una pregunta: ¿Para qué?
¿Para qué estos deportistas recurrieron a la infame clínica de Miami? ¿Lo necesitaban? La respuesta es clara. No, no lo necesitaban. Pero, desgraciadamente, ellos pensaron que sí. Quizás sea por ambición desmedida, falta de personalidad o seguir los consejos equivocados; pero si algo está quedando claro en este tiempo que llevamos de temporadas es que ni Cruz, ni Peralta ni Braun necesitaban PEHD para destacar.
No hay que olvidar ni los errores ni las dudas, pero disfrutemos de lo que queda por delante, que ciento veinte partidos pasan en un abrir y cerrar de ojos.