Ya es abril, todos estábamos esperando con grandes expectativas y… sí, después de cinco largos meses, la MLB ha vuelto.
A lo largo de la temporada habrá jugadores que se salgan de lo esperado y se conviertan, si no lo son ya, en nuevas estrellas del béisbol. Muchos de ellos en octubre pasarán a ser agentes libres, negociarán su próximo contrato y probablemente alguno vuelva a batir el récord de firmar el mayor contrato de la historia.
De eso es de lo que vamos a hablar, de los contratos que firman los jugadores de béisbol profesional y, sobre todo, de la posibilidad, aún remota, de un límite salarial en la MLB analizando sus posibles consecuencias.
Durante el invierno, las franquicias tienen que planear su nueva temporada, rellenar y mejorar huecos de la plantilla. Obviamente, aquí el presupuesto cuenta y cuenta mucho. Si eres un equipo como los Dodgers, como los Red Sox o, en general, de una ciudad con un gran mercado, puedes competir por cualquier agente libre y ofrecerle un contrato descomunal. Es más, incluso puedes firmar a varios de los mejores agentes libres en el mismo año. Sin embargo, para equipos como los Tampa Bay Rays o los Atlanta Braves, entre otros, es algo impensable. Estos equipos recurren al Moneyball o el sistema de granjas al estar muy lejos de poder competir con los grandes de la MLB. Aunque se ha demostrado que con estos sistemas se puede triunfar, existe una desigualdad que facilita el ser competitivos a los grandes equipos.

En los datos mostrados arriba queda patente esta desigualdad. Así, en la tabla se puede apreciar el nivel salarial total de los seis equipos que más gastan y el de los seis que menos. Pensando en 2016, es muy posible, o así lo apuntan las predicciones, que casi todos los equipos de arriba estén en los Playoffs y es muy difícil que uno de los seis de abajo los juegue.
Pese a que la MLB es una de las ligas más competitivas del mundo, en sólo un año se puede pasar de estar en el fondo de la clasificación a luchar por ser campeón; y esta desigualdad hace más vulnerables a ciertos equipos. Por ello, un hipotético límite salarial, con el que ya se ha especulado mucho en los últimos años, sería una posible solución para mejorar ese aspecto tal como pasa en otras ligas profesionales estadounidenses.
En primer lugar, debemos plantearnos la raíz del problema. Las diferencias de gasto salarial entre equipos comienzan con franquicias que tiran la casa por la ventana intentando firmar a ciertos jugadores. Los grandes agentes libres de cada offseason suelen recibir mega-contratos y en muchas ocasiones, a largo plazo, dan un rendimiento por debajo de lo esperado.
El éxito en el pasado no garantiza el éxito en el futuro. Esto es lo que muchos equipos han olvidado en la última década. El ejemplo más reciente, y tal vez más ilustrativo, es el de Pablo Sandoval, que tras ganar tres anillos con los Giants de San Francisco, se marchó a Boston por la puerta de atrás, criticando mucho al equipo de la Bahía. Los Red Sox le dieron un contrato de superestrella ($95 millones por cinco años) y, siendo honestos, el rendimiento es más bien lamentable con un porcentaje de bateo de .245 en 2015 (una cifra muy baja para su nivel). Este año los Red Sox han decidido no esperarle y han apostado por el joven Travis Shaw mandando a Sandoval al banquillo. La situación es prácticamente irreversible salvo que ocurra un milagro, por lo que el equipo de Boston tendrá que vivir con esa losa durante los próximos cuatro años.
El ejemplo de Sandoval es sólo uno más en una larga lista de jugadores que han pasado por la misma situación. De ahí la necesidad de implantar medidas que ayuden a solucionar estos problemas.
El temido límite
Principalmente el límite salarial está pensado para fomentar la igualdad entre equipos. A nadie se le escapa que franquicias de grandes mercados como Los Ángeles o Nueva York juegan con ventaja gracias a que su presupuesto es muchísimo mayor. Estos equipos suelen seguir la política de incorporar a agentes libres con enormes contratos, terminando en general por pagar de más a esos jugadores.
Para los grandes equipos de la liga, como los Dodgers o los Yankees, no supone problema alguno, sin embargo, para equipos menores caer en este error supone un gran peligro, ya que pueden quedar estancados en una reconstrucción lenta y dolorosa (sobre todo para los aficionados) esperando a que los contratos que atan su presupuesto expiren.
Por tanto, existe desigualdad a la hora de ir al mercado para intentar fichar jugadores. Sencillamente, los equipos pequeños no pueden permitirse pagar la barbaridad de sueldos que ofrecen los grandes, eso sin tener en cuenta la motivación extra de jugar en sitios como Nueva York o Los Ángeles, ciudades que permiten a los jugadores multiplicar sus ingresos por publicidad, marketing, etc.

Pongamos un ejemplo, comparemos a Alex Rodríguez, de los Yankees, y a Ryan Braun, de los Brewers, dos jugadores muy polémicos por el uso de sustancias prohibidas que les valió una suspensión a ambos. Sin ser un caso tan extremo como el de Pablo Sandoval, ninguno de los dos ha dado el rendimiento esperado a nivel de estrella. La diferencia está en que los Yankees se permiten el lujo de tener a Alex Rodríguez y cuatro contratos más por encima de los $20 millones, mientras que los Brewers, el equipo que menos gastará este año ($63 millones en total), tienen que pagar casi un tercio de su prepsupuesto sólo en el sueldo de Ryan Braun. Los Brewers firmaron a Braun en 2011, después de que este fuera MVP de la Liga Nacional y les llevase hasta las Series de Campeonato en los Playoffs, y resulta curioso que desde entonces el equipo de Wisconsin no haya vuelto a jugar un partido en octubre.
Los Yankees volverán a competir por el título a base de talonario, una vez más
Ambas franquicias están en proceso de reconstrucción. En los dos equipos están esperando a que en un par de años sus jugadores de ligas menores se desarrollen. Pero, mientras los Brewers sufren un proceso mucho más severo viéndose en el final de la clasificación casi siempre, en Nueva York la reconstrucción es mucho más manejable. De hecho, los del Bronx se metieron en Playoffs el año pasado, los dos anteriores no se quedaron muy lejos y esta temporada se espera que, al menos, puedan luchar por ello.
Impuesto de lujo
Desde 2012, para solucionar parte de estos problemas la MLB adoptó el impuesto de lujo con el que la liga quería resistirse a instaurar un tope salarial pero sí intentar utilizar algunos de sus aspectos. El funcionamiento es sencillo, si un equipo pasa de los $189 millones en salarios en una temporada tendrá que pagar un extra en forma de impuesto de lujo. Si se sobrepasa un año se pagará un 17,5% de la cantidad; la segunda vez consecutiva será un 30%; la tercera un 40%; y de la cuarta en adelanta hasta un 50%. Como incentivo a colocarse por debajo de esta cifra, si un equipo que había sobrepasado los $189 millones al siguiente año lo reduce y se sitúa por debajo, los porcentajes se resetean. Además, hay que destacar que parte de los pagos por impuesto de lujo se redistribuyen a los equipos que menos presupuesto tienen, favoreciendo así la competitividad de los equipos.
En definitiva, la liga imaginaba que esa cifra de $189 millones actuaría como un límite salarial… y así ha sido para la mayoría de franquicias, pero no para todas. Solo hay que fijarse en los datos del 2015 para ver que el funcionamiento del impuesto de lujo es bastante limitado; sirva como ejemplo que los Dodgers, el año pasado, pagaron casi $44 millones en forma de impuesto de lujo a la liga con cierta facilidad. Es más, aunque este año han reducido algo sus gastos, siguen estando muy por encima de la cifra, así que en 2016 volverán a pagar otra gran cantidad.
¿Beneficia a los jugadores?
Hasta ahora hemos analizado los hipotéticos efectos de un tope salarial a nivel de competición y de eliminar la desigualdad entre equipos. No obstante, los efectos para los jugadores también serían importantes.
Uno puede pensar que los jugadores se van a oponer al límite, ¿por qué iban a querer ellos poner un límite a su sueldo? Sin embargo, aunque parezca mentira, los jugadores se verían bastantes beneficiados por la implantación de éste.
En general, a nivel mundial, casi todos los deportes están obteniendo mayores ingresos, especialmente en los últimos años con nuevos contratos televisivos muy lucrativos en prácticamente todas las ligas importantes (y por supuesto la MLB también está recibiendo este dinero). Este aumento de ingresos permite a los equipos tener unos presupuestos mayores, por lo que cuando un jugador se declara agente libre recibirá ofertas mucho mayores.
Mientras la MLB ingresa más dinero por los contratos televisivos, el incremento de ganancias no es proporcional en los jugadores
Aunque los contratos que se están firmando en la actualidad nos parezcan una auténtica locura, la situación es bastante lógica. Los jugadores son trabajadores de la MLB y particularmente de cada franquicia, por lo que si los ingresos de la liga son mayores ellos también merecen su porción del pastel. Y sí, lo merecen. Al fin y al cabo, los contratos televisivos se firman para poder ofrecer los partidos de esos jugadores, las franquicias venden miles y miles de camisetas por los nombres que llevan en la espalda y los estadios se llenan porque la gente quiere disfrutar viendo jugar a sus ídolos.

Planteada esta situación, llama la atención ver cómo, mientras los ingresos de la MLB han crecido de una manera desorbitada en los últimos años, los jugadores no han mantenido el porcentaje que recibían de esos ingresos. En la imagen observamos cómo durante esta década ha habido una gran caída en el porcentaje de beneficios que se llevan los jugadores. Desde luego que la MLBPA (Major League Baseball Players Association) no debe estar contenta con datos de este tipo y seguro que intentará revertirlo en el futuro, por su propio beneficio.
Y, ¿por qué beneficiaría un límite salarial a los jugadores? Sencillo, pongamos por ejemplo las reglas en este sentido de la NBA. La NBA calcula cada año el nivel del tope salarial en función de lo que ingrese la liga en ese año, si hay un contrato televisivo nuevo que multiplica enormemente estos ingresos, entonces el límite para los equipos subirá, es decir, los jugadores recibirán mayores salarios. Sin embargo, aunque pase desapercibido, el límite salarial no está solo compuesto por esa regla sino que al mismo tiempo existe un mínimo salarial que los equipos están obligados a pagar en sueldos a sus jugadores. Así, si el límite fuese $100 millones y el mínimo un 80% del límite, entonces los equipos estarían obligados a tener un sueldo total de $80 millones para su plantilla (al menos). Siendo esto así, la Asociación de Jugadores conseguiría asegurarse el recibir una parte fija de los ingresos de la MLB cada año y evitaría que la línea de la imagen anterior siguiese la tendencia descendente de los últimos años.
Hay que ir más allá
Como medida complementaria, sería muy importante una subida del salario mínimo. Precisamente, uno de los mayores problemas que tiene la MLB es que paga de más a sus veteranos y de menos a sus jóvenes, que son quienes realmente tienen mayor recorrido por delante. Prueba de ello es que gente como Kris Bryant, que es ya una estrella de la liga, vaya a cobrar poco más de medio millón de dólares. Incluso Bryce Harper, para muchos el mejor jugador de beisbol en estos momentos, cobrará tan sólo dos millones y medio de dólares.
Mike Trout, otra joven estrella, sumó un sueldo de menos de un millón de dólares entre 2012 y 2013, sus dos primeros años en la liga y en los que ya fue convocado para el All-Star
Por tanto, se podría pensar que para cumplir con el mínimo de sueldos, los equipos contratarían a jugadores mediocres a los que pagarían más de lo que se merecen. La solución a este problema podría ser la subida del salario mínimo permitiendo que los jóvenes mejorasen su posición en la liga y obligando a los equipos a pagar mayores sueldos a estos en vez de inflar la nómina de jugadores de media tabla. Sería una gran noticia para estos jugadores que entran a través de las ligas menores con poco o más bien ningún poder negociador y firman contratos de cifras reducidas pero de mucha duración. Aunque ese jugador llegue a las Grandes Ligas y explote, aunque pegue 30 home runs, aunque sea mejor que cualquier otro compañero de equipo… hasta que sea agente libre recibirá un salario que, en algunos casos, es casi una falta de respeto.
Ressumiendo, se conseguiría apoyar el sistema de ligas menores de los equipos al dedicarles más recursos, se mejoraría el gasto inteligente (pagar un precio más justo por el rendimiento de sus jugadores) y sobre todo, los equipos darían mayor importancia a la planificación a largo plazo, apostando por estos jugadores con futuro.
La estructura de los contratos
No obstante, estos no son los únicos problemas que afectan a la competición. Una de las mayores críticas que sufre la MLB en la actualidad es la de la estructura de sus contratos. Como ya hemos mencionado antes son numerosos los casos de jugadores muy veteranos que consiguen contratos muy elevados y, sobre todo, de enorme duración. Hasta cierto punto, si un jugador de (inventémonoslo) unos 32 años que es una superestrella es agente libre, sería lógico ofrecerle una cantidad de dinero por encima de los $20 millones. Eso sí, ofrecerle ese contrato conlleva el riesgo de su edad, por lo que la duración debería ser más reducida, por ejemplo tres años. En mi opinión, es un contrato razonable. Veamos dos supuestos sobre su evolución. Si te sale bien tienes tres años de alto rendimiento durante los cuales has tenido tiempo incluso para desarrollar un joven, así que cuando sea agente libre podrás tomar una decisión sobre si ofrecerle un nuevo contrato o apostar por el cambio. En un segundo supuesto, en el peor de los casos, si te sale mal la franquicia se encontrará retenida por ese contrato 3 años y después podrá liberarse.
Sin embargo, esa situación no se da en la MLB actual. Lo que pasa en los inviernos es algo así como una subasta “a lo loco”, con los equipos peleándose por jugadores y entregándoles hasta las llaves de la ciudad si es necesario. Me imagino la situación del anterior jugador ficticio más o menos así, cada vez que recibe a un equipo para escuchar su oferta: “dime cuanto te han ofrecido que yo te doy mucho más”. Y claro, ese jugador de 32 años acaba firmando un contrato de ocho años por $20, $25 o incluso $30 millones al año (cada uno que piense en el ejemplo que quiera, que los hay de sobra). Aquí no necesitamos ni proponer hipótesis. ¿Alguien piensa que es un contrato lógico dentro del mundo de los deportes? ¿Alguien cree que ese jugador no va a ser vencido (como todo el mundo) por la edad y sufrirá lesiones? Es más, aunque fuese un caso extraordinario y jugase las ocho temporadas completas, ¿alguien cree que tendrá la fuerza física de cuando tenía 25 años? No, eso no va a pasar y, en el mejor de los casos, la franquicia obtendrá un rendimiento considerable durante algunos años, pero tendrá que vivir con ese lastre durante muchos otros.
Rizando aún más el rizo, es lógico plantearse si contratos tan largos son razonables con cualquier edad. Ocho o incluso diez temporadas son mucho tiempo, hay muchas circunstancias y cosas que pueden ocurrir. De aquí que otro problema en estos contratos sea que se ofrezca el dinero 100% garantizado. Es decir, que da igual si durante una temporada está lesionado y no juega o si pega 50 home runs y 100 carreras impulsadas, va a cobrar exactamente el mismo sueldo, ¡el mismo!

En este punto lo mejor es hacerse eco del contrato firmado por los Dodgers este año para la incorporación de su nuevo pitcher proveniente de Japón, Kenta Maeda. Debido a la gran incertidumbre por el nivel de juego que desarrollaría en Grandes Ligas, los Dodgers optaron por un contrato basado en un sistema de incentivos. El contrato tiene una base salarial (el dinero garantizado), $3 millones de dólares al año durante ocho años, que Maeda cobrará pase lo que pase. También existe un signing bonus de $125.000 al año, sólo por estar en el roster del equipo para la temporada. En total sumaría un contrato de $25 millones de dólares en ocho años.
A partir de ahí el sueldo del pitcher dependerá de sí mismo. En caso de hacer una temporada al máximo nivel, el sueldo anual de Maeda podría dispararse hasta los $11 millones sumando todos los bonus. Tal y como vemos en la imagen del contrato se tratan de dos bonus muy sencillos: uno por las entradas lanzadas durante la temporada y otro por los partidos jugados como lanzador titular.
Así, los Dodgers se aseguran que pagarán un precio justo dentro de este rango. Además, está claro que este sistema ayuda mucho a mejorar la motivación del jugador por estar al máximo nivel y el compromiso con el equipo.
Como en cualquier otro mercado siempre se debe intentar evitar precios demasiado caros
¿Acaso no es este el mejor sistema para el sueldo de los jugadores? Desde luego, desde mi punto de vista es un buen ejemplo en el que las franquicias deberían fijarse. Al final, como en cualquier mercado, queremos pagar el precio justo por el producto que recibimos, y creo que ésta es una buena manera de acercarse a esa máxima.
En definitva…
Debemos ser bastante claros con este tema. Los mayores esfuerzos de la liga en la última década han sido para resistirse a un límite salarial (que sí ha sido impuesto en el resto de grandes ligas norteamericanas).
Con este panorama, las hipótesis que se han planteado más arriba surgen de suposiciones que, al menos en el corto plazo, tienen muy difícil hacerse realidad. Su análisis es muy interesante y no tengo duda que es un hot topic entre directivos de la liga. Aunque, un artículo se queda muy corto para analizar en profundidad todas las perspectivas y posibles consecuencias. Sin embargo, el Convenio Colectivo actual de la MLB expira este mismo año, en diciembre, y quién sabe si al final resulta que vemos un límite salarial antes de lo que nos imaginábamos.