Si hay una posición en el béisbol que siempre me ha llamado la atención esa es sin ninguna duda la de receptor. A primera vista sobresalen sus particulares artículos de protección, que no son precisamente pocos: careta, casco, guante, peto, protección para la garganta, rodilleras y suspensorio conforman la equipación. Esta solamente marca una ligera diferencia respecto a sus compañeros de equipo: un catcher debe ser observado durante todo un partido para darse cuenta de que es el jugador más importante sobre el terreno de juego.
Su localización es perfecta, pues es el único jugador que en la posición de defensa tiene una visión del campo opuesta a la de sus compañeros. Desde su ubicación puede observar todo lo que sucede a su alrededor y de esta manera se convierte en el estratega principal junto a los entrenadores que se encuentran en el dugout. Además tiene que atender a cada base donde se encuentren corredores y a cada lanzamiento del pitcher. Un receptor debe tener mucha agilidad mental, un pitch o un lanzamiento a las bases en un momento determinado puede cambiar el rumbo del encuentro para bien o para mal.
Aparte de comunicarle los lanzamientos al pitcher e intentar eliminar oponentes en las bases ya sea vía caught stealing o pickoff, otras jugadas en las que se ven involucrados incluyen los wild pitches, que pueden provocar que los corredores e incluso el bateador gane al menos una base, las foul balls pegadas cerca del home plate y aunque ahora en menor medida los inevitables encontronazos con rivales intentando anotar. Por si no fuera poco, también deben dominar la técnica conocida como pitch framing, traducido literalmente como «enmarcar» lanzamientos y que vamos a tratar más tarde. Analizando los fundamentos necesarios para ser receptor llegamos a la siguiente conclusión: ellos priorizan la defensa antes de empezar a trabajar en perfeccionar el ataque. No es casualidad que jugadores efectivos con el bate como por ejemplo Mike Napoli y más recientemente Evan Gattis o Kyle Schwarber hayan sido desplazados de la posición de receptor (aunque el último aun va a tener oportunidades de demostrar su capacidad como catcher). Nos encontramos en una era, por así decirlo, donde las carreras se han convertido en un premio y en la que los equipos se construyen a base de lanzadores (flamethrowers). Eso tiene como consecuencia que las franquicias opten por sacar al terreno de juego la mejor alineación defensiva posible.
A los receptores, por ejemplo, cada vez se les pide más dominar la técnica ya mencionada: el pitch framing. El «enmarcamiento» de lanzamientos se basa en confundir al home plate umpire para que señale «strikes» en lanzamientos que parecen ser bolas. Eso se consigue con un sutil y rápido movimiento de guante por parte del catcher al recibir la bola. Este arte, como lo califican algunos, no es nada nuevo, pero los receptores que destacan en ello empiezan a tener mejores contratos y más tiempo de juego que nunca antes en la historia del béisbol. Un claro ejemplo de ello son los Pittsburgh Pirates, exacto, el equipo con 98 victorias que hubiese ganado todas las divisiones menos la que disputa, la NL Central y que perdió ante los Cubs el Wild Card Game a prinicipios de octubre. Hace tres años que empezaron a ver los beneficios de ganar ese extra strike… Por cierto, ¿cuántos años consecutivos llevan llegando a los Playoffs? Tres años.
Una de las claves del éxito de los Pirates durante los dos primeros años fue sin ninguna duda, Russell Martin. Aunque no es mal bateador (.257 en su carrera y 142 HRs), Martin siempre ha sido reconocido como uno de los mejores defensores en el juego no solamente gracias a su tremenda labor convirtiendo bolas en strikes sino también debido a la capacidad de eliminar corredores en las bases (más de un 33% al largo de su carrera). El año 2013 no fue un buen año a nivel ofensivo, bateando solo .226 pero su temporada no debe ser malinterpretada. Según FanGraphs, el bate del receptor canadiense estuvo solamente 0,1 puntos por debajo de la media. ¿Su defensa? 22,7 puntos por sobre de la media, suficiente para terminar con un WAR (wins above replacement) de 4,1 puntos. ¡Cuatro victorias más básicamente gracias a una buena defensa! En el siguiente año, su último en la Ciudad de los Puentes, los dioses del BABIP (Batting Average in Balls In Play) le recompensaron con un nivel de bateo de .290 y aunque la defensa no fue mejor que en 2013, acabó con 5 puntos de WAR, su mejor registro en siete años. El éxito de Martin en Pittsburgh demostró que los dirigentes acertaron totalmente al darle un contrato pero a la vez imposibilitó que volviera en 2015. Efectivamente, el catcher volvió a su país natal, de la mano de los Toronto Blue Jays.
¿Se quedaron lamentando su pérdida los Pirates? ¡Claro que no! Firmaron a Francisco Cervelli y obtuvieron a Chris Stewart en un traspaso con los Yankees. Resulta curisoso que muchos fanáticos en el Día Inaugural no tenían la más remota idea de quiénes eran esos dos chicos, pues sus números ofensivos no les habían permitido nunca aparecer en los titulares. No estaban seguros en qué destacaba la pareja pero a la vez les resultaba obvio que alguna faceta del juego tenían que dominar a la perfección, no se llega por casualidad a ser nombrado receptor de uno de los mejores equipos de toda la MLB. ¿Adivináis la razón de sus respectivas llegadas? El «pitch framing», no podía ser de otra forma. Aunque no destacaban necesariamente en más aspectos defensivos, la gerencia creía que el dominio de la técnica de «enmarcar» lanzamientos iba a ser suficiente para poder pasar página.
Finalmente entre los dos catchers sumaron más de 600 turnos al bate, la mayoría de los cuales fueron para Cervelli, el backstop titular. Teniendo en cuenta que el número máximo de ABs que había recibido en una sola temporada fueron 266 en el año 2010, habían muchas incógnitas respecto a su bate. Eso no pareció importarle mucho ya que respondió bateando .295 con 7 HRs y 43 RBIs jugando una excelente defensa, incluso mejor de la que se podía esperar en un principio. Cito a FanGraphs otra vez: su nivel ofensivo estuvo 10,7 puntos por sobre de la media, el defensivo 9,3 puntos y terminó con un WAR de 3,9 mientras que Stewart acabó con 0,6 victorias añadidas. ¿Russell Martin en los «imparables» Blue Jays? Un WAR de 3,5. Nada malo pero aun lejos de su sustituto principal en los Pirates. Debido a la enorme superioridad de ambos equipos, tres victorias, cuatro e incluso cinco victorias menos no les habrían quitado de los Playoffs (los Pirates hubiesen jugado el partido a vida o muerte en Chicago, eso sí), pero como normalmente pueden terminar pasando factura y costarle a una franquicia un lugar en la postseason, más y más equipos van a empezar o ya han empezado a tomar nota de ejemplos exitosos como el de los Blue Jays o los mismos Pittsburgh Pirates (no cito a Cardinals, Giants o Royals porque sus receptores son bateadores consolidados).
Cuando decía que en la era actual del béisbol las carrera se han convertido en «premios» y que por lo tanto esta se caracteriza por intentar fortalezer la defensa me refería a lo mismo que decía Ben Lindbergh en un artículo de hace tiempo en Grantland (cerrado recientemente por ESPN y de ahí el homenaje): «El béisbol se describe a menudo como una partida de ajedrez entre bateador y lanzador. Pero es más como una partida de ajedrez entre bateador y lanzador en la que, de vez en cuando, el receptor toma el tablero y mueve pieza de alguien».