Los Oakland Athletics terminaron pronto su andadura en la postemporada con una dolorosa derrota en la Wild Card de la American League ante los Kansas City Royals. Fue probablemente el mejor peor partido de los últimos años, donde el manager de Kansas City, Ned Yost, tuvo una de las peores decisiones tácticas de la historia de Playoffs (y aún así, su equipo ganó) y los A’s cometieron un fallo defensivo tras otro, aparte de la mala actuación desde el montículo. Sin duda fue el fiel reflejo del colapso de Oakland esta segunda parte de temporada, un apropiado «se veía venir».
The A’s probably don’t want to know that teams that scored 8+ runs in a game over the last 9 postseasons had gone 69-2.
— Jayson Stark (@jaysonst) octubre 1, 2014
El 31 de julio era todo demasiado perfecto para los «pupas» Athletics. O demasiado imperfecto, según se interprete. Los A’s eran el mejor balance en Las Mayores, incluso habían construido una cómoda ventaja sobre sus perseguidores, los Angels, en la AL Oeste. Entonces el gurú del béisbol (lejos de ironías), Billy Beane, hizo una jugada maestra, lo que todos creían que era el golpe definitivo para que los A’s de una vez por todas ganaran las Series Mundiales bajo este ‘Moneyball’ y por primera vez desde 1989. Beane, como en una partida de poker, dijo: «All in». Llegaron Jon Lester, estrella consagrada de la MLB, y Jonny Gomes de Boston, los pitchers Jason Hammel y Jeff Samardzija de los Cubs, este último con el papel de ace, Adam Dunn para darle veteranía a la ofensiva y volvía Sam Fuld de Minnesota. A cambio, el equipo perdía a Yoenis Cespedes, la referencia ofensiva del equipo de presente y futuro, y el tipo de jugador que se ve con otros ojos desde el otro lado del campo, además de Tommy Milone, Dan Straily, Addison Russell y Billy McKinney (y rondas de draft), o lo que es lo mismo, lo mejor de lo mejor de su farm system.
Te puede interesar: «Del éxito de los modestos a la mediocridad de las estrellas»
«Las autopsias se agolparán cuando todo acabe. Pero desde este punto de vista, la defunción de los A’s tiene que ver con la evaporación de su espíritu vivo de equipo que le hacía especial y peligroso», escribía Carl Stewart en Mercurynews.com antes de que terminara la temporada regular. Daba la sensación que había algo sustancial, y con lo que todos se llevaban bien, en Oakland en aquello de «la suma de las partes hacen un gran equipo». Por eso, la llegada de tantas individualidades en verano para muchos era una traición de Billy Beane a sus principios, a su filosofía, debilitando el farm system mirando solo de cara al título de este año. Obviamente, muchos han sido los carroñeros oportunistas que han recordado estos días, tras la derrota en Kansas City, esos movimientos de verano, pero la filosofía de Beane no ha movido un hilo desde julio a octubre.
Y así lo dijo en la rueda de prensa en el Oakland Coliseum al día siguiente del batacazo en Kansas City: «una cosa voy a decir ahora, los Angels iban a cogernos. Han jugado al 70% de victorias desde un punto de la temporada». Beane está convencido, y así se lo transmitió a Bob Melvin en las oficinas del estadio, que sin Jon Lester no habrían llegado a los Playoffs. Lo que pasaba por su cabeza a la hora de todos estos movimientos de verano, especialmente tras los del 4 de Julio de Hammel y Samardzija, era única y exclusivamente ganar la división, no mirando a llegar lejos en la postemporada. Beane estaba preocupado por, no donde estaban, sino hacia donde se dirigían, tenía la convicción que el equipo estaba a punto de romperse, especialmente por la plaga de lesiones que ha asolado al roster todo el año, otra de las razones del colapso. Él ha seguido su filosofía de siempre, la de crear plantillas mágicas, y ciertamente nadie sabe si Oakland habría rendido mejor con Cespedes que con Lester. Por eso, cuando fue preguntado por su legado tras esta decepción de año en esa rueda de prensa, contestó: «¿mi legado? Mis hijos».
El general manager más famoso de la Liga es muy probable que no se haya movido de unos principios que tiene muy cimentados, pero estos principios han acabado afectando al rendimiento del equipo. Un porcentaje de 43,3% de victorias desde el All-Star Break, el peor en la historia de un equipo líder de división en esas fechas, tiene que tener una explicación. Especialmente es difícil de explicar con unos pitchers titulares llamados Jon Lester, Jeff Samardzija, Josh Hammel, Sonny Gray y Scott Kazmir. Ha faltado montículo, ha faltado defensa y ha faltado ataque. Sea cual sea la causa, la primaria es la nulidad en la ofensiva, cayendo la producción en una carrera y media la segunda mitad de campaña. «Vas a echar de menos a un tipo como él, pase lo que pase, especialmente cuando llevaba tanto tiempo protegiendo a otros en el lineup», comentaba Josh Reddick sobre la marcha de Yoenis Cespedes en la resaca de la eliminación. Las declaraciones de los jugadores dejaron entrever el problema de la química del vestuario tras los traspasos de verano. Otro ejemplo fue Jed Lowrie: «es una realidad que cuando traes nuevos jugadores al clubhouse, por mucho que la gente piense que no es gran cosa y seamos profesionales, lleva un tiempo acoplarse porque el equipo tiene una identidad, especialmente en ataque». Los periodistas bombardearon a Billy Beane en la rueda de prensa del miércoles sobre el tema de la química en el clubhouse, a lo que Beane contestó: «creo que la producción básicamente trae la química».
¿Qué pasará en 2015?
Va a ser un invierno largo al otro lado de la bahía. Va a ser cuestión de dos opciones: o conseguir las piezas necesarias para mantenerse competitivo en 2015, o vender casi todos los talentos de la plantilla mirando hacia el futuro.
Jon Lester y Josh Hammel se sabía desde el principio que eran alquileres de dos y tres meses, los A’s no tiene presupuesto para pagar sus salarios; además, Hammel ha resultado ser un alquiler que ha salido mal, y la vuelta de Jarrod Parker y A.J. Griffin de sus lesiones cubre ese vacío. Se especula mucho con el traspaso de Samardzija, un jugador que va a ganar una buena suma el año que viene tras la arbitration y será agente libre en un año. Sin embargo, su traspaso no tendría mucho sentido porque vino con la idea de hacer fuertes a los Athletics en 2015, ¿o lo había ya pensado así Beane?. De cualquier manera, la rotación del equipo es sólida con los mencionados Parker y Griffin, más Gray, Pomeranz y Kazmir, este último también agente libre en 2016 y candidato a ser traspasado.
Los graves problemas vienen en el ataque y la defensa, lo que ha faltado en este colapso de segunda parte de año. Los A’s pueden mejorar algunas posiciones con el poco dinero que tienen (el año pasado no pasaron de los $80 millones). El equipo necesita un shortstop de forma urgente, Jed Lowrie ha tenido un año malísimo y, siendo agente libre, puede firmar por Oakland siendo movido a segunda base. La otra necesidad básica es un power-hitter tras la marcha de Cespedes, algo complicado tal como está el mercado, por eso se antoja difícil la salida de Josh Donaldson, algo que se ha especulado estos días, ya que es junto a Josh Reddick el único fijo en el lineup. En impulsar carreras es donde puede ayudar la figura del catcher; con Derek Norris cuestionado tras la Wild Card y siendo un valor traspasable por el buen retorno que puede dar, quedaría John Jaso, con problemas de conmociones cerebrales, y Stephen Vogt, que ha dejado algún detalle.
Billy Beane tiene que encontrar la clave para, no solo ganar la división de nuevo, sino saber ganar unas series, por eso su puzzle estará construyéndose durante toda la temporada. Oakland ha creado durante los últimos catorce años altas expectativas en sus aficionados para destrozarlas siempre en octubre. Desde el año 2000, los A’s han sido eliminados seis veces de las Series Divisionales y una del Campeonato de la American League, con un balance de 0-7 en partidos decisivos por la eliminatoria (contando la Wild Card de la semana pasada). El mantra siempre ha sido el mismo: «In Beally Beane we trust». Y no faltaba razón a los aficionados y medios en la bahía, Beane ha encontrado con el ‘Moneyball’ una forma de hacer la plantilla competitiva pese al bajo presupuesto.
El partido ante los Royals fue el partido más típico de la historia de los A’s. Perfectamente imperfecto. La temporada ha sido la pura imperfección de una posible perfecta temporada. Oakland sigue siendo Oakland, esas franquicias pequeñas, cubiertas de un halo de sufrimiento, del esfuerzo de la clase obrera, para lo bueno y para lo malo. Y habrá que esperar de nuevo a la temporada que viene. La historia le debe algo a Beane, la historia debe algo a los A’s, y la historia del béisbol no olvida, aunque a veces tarda un poco en recordar.
That was the most Oakland A’s game in the history of the Oakland A’s.
— King Kaufman (@king_kaufman) octubre 1, 2014