Con las treinta franquicias de la NBA inmersas en la offseason y planificación del próximo curso, hay algunas que se han renovado bastante y otras no tanto. En el segundo grupo encontramos un caso peculiar, el de los actuales campeones Miami Heat. Si bien no han sido el centro de atención del mercado de traspasos, tan sólo cabe resaltar la salida de Mike Miller a Memphis y lo más llamativo, la llegada del gigante Greg Oden para reforzar la pintura.
La situación de Greg Oden se resume fácilmente. Después de ser seleccionado número 1 del draft de 2007 por los Portland Trailbalzers y haber jugado sólo 82 partidos desde entonces, lleva sin pisar una cancha en encuentro oficial desde 2009 por cinco operaciones de rodilla que casi le han costado la retirada. Con lo cual, y entendiendo por un lado las necesidades de Miami de reforzar el poste bajo, la pregunta que muchos se hacen es clara: ¿realmente necesitan los Heat a Oden o se han precipitado en su contratación?
Por un lado está la situación del equipo. Si bien el juego exterior de Miami asusta con James, Wade, Allen, Chalmers y compañía, el juego interior ha sido el que más ha sufrido, siendo aspecto que quizás más han necesitado reforzar los campeones de los dos últimos años. Aún así, ahí han estado dando la talla jugadores como Chris Bosh y Chris Andersen, este último sobre todo en el tramo final de la temporada, donde los minutos que salía cumplía bastante bien el rol que Spoelstra quería de él. A pesar de esto, parece que se sigue pidiendo algo más a los de Florida desde la pintura.
Es cierto que el dominio de Miami es tal en muchas facetas del juego que pueden superar a un equipo mucho más equilibrado y “tapar” de algún modo las carencias que puedan surgir bajo el aro. Cuando ganas 27 partidos seguidos en una temporada regular te planteas poco lo que no puede funcionar, simplemente ves que pasas por encima de tus rivales y que las cosas, de algún modo u otro, están saliendo bien.
Además, a esto hay que sumarle el estilo de juego de Miami. Al no tener una referencia de peso en la pintura (excepto Bosh), el equipo tiende a delegar más en el contraataque, rapidez y juego exterior que en un juego estático que acabe en un balón interior al pívot para un uno contra uno. Es más, este aclarado y uno contra uno muchas veces se hace con LeBron o Wade, para que rompan en un dribbling a la defensa para poder anotar o doblar el balón a un compañero que esté mejor posicionado. Miami lleva tres años cosechando uno de los mejores récords de la liga, llegando a las Finales y ganando las dos últimas. Si bien es cierto que su plantilla está algo descompensada en cuanto a un gran juego exterior y no tanto interior, ¿es Greg Oden la solución a ese desequilibrio? Todo depende de sus rodillas que, por ahora, plantean más dudas que respuestas.
Por otro lado está la versión del jugador. Oden lleva cuatro años sin jugar un partido oficial pero sus ganas de volver y su lucha incesante para no verse abocado a colgar las botas antes de tiempo le hacen seguir creyendo que puede desarrollar una larga y exitosa carrera en la NBA como se esperaba de él desde un principio.
El paso de ir nada más y nada menos que al mejor equipo en estos momentos en la NBA es valiente, atrevido, pero arriesgado ya que, si bien vamos a estar muy pendientes de cada movimiento que hagan sus rodillas en la cancha, cualquier nueva lesión podría lastrar toda opción de relanzamiento de su carrera.
Aún así, no hay que olvidar de dónde viene Oden y quién era antes de tener que pasar por todo este calvario. Fue una de las sensaciones en la temporada 2006/2007 de la NCAAB, donde con una media de 15,6 puntos y 9,6 rebotes por encuentro llevó a Ohio State Buckeyes a la final de de la Final Four ante Florida Gators contra los que perdieron por 84-75. Pese a no alzarse con el título universitario, muchas franquicias suspiraban por su dominio y buen juego en la pintura y se decía de él que podía ser el futuro dominador de la zona por muchos años en la NBA.
Los Blazers no lo dudaron y se hicieron con el gigantón criado en Indianápolis en un draft donde también salieron los nombres de unos tales Kevin Durant, Al Horford, Mike Conley, Jeff Green, Corey Brewer y Joakim Noah, entre otros. Estos sí han llegado a tener una carrera más o menos exitosa en estos años en la NBA, pero la mala suerte se apoderó del número uno de aquel draft privándole de demostrar lo mucho que atesoraba dentro de sí mismo.
El problema yace en que Miami es un equipo ya hecho donde se conocen todos sus componentes en un proyecto donde todos van a un ritmo altísimo y donde el último que llega es el que se tiene que adaptar a ese ritmo y no al revés. Greg Oden no sólo tiene ahora la presión de acabar sano una temporada, sino de demostrar que vale para jugar en un conjunto no ya ganador, sino ahora en uno campeón como Miami.
Quizás es mucho peso encima para un jugador que, si recupera la confianza en sus rodillas y llega a ser algo de lo que era a su entrada en la NBA, los Heat habrían acertado de pleno en su elección. Aún así, parece que para Oden hubiese sido mejor coger el tono en una franquicia menor y para Miami, haber contratado a un pívot sin tanto riesgo de lesión y que haya tenido más recorrido estos años que el ex de los Blazers.