Con dos semanas de campeonato a nuestras espaldas, ya nos vamos acostumbrando al ritmo frenético de partidos cada noche, a las primeras conclusiones de la temporada y al creciente y progresivo tamaño de nuestras ojeras. También nos vamos quedando con los nuevos nombres que aterrizan en la liga y uno de los que ha sorprendido para bien ha sido el del nuevo base de los Portland Trail Blazers Damian Lillard, el cual no se ha arrugado en sus primeros partidos como rookie promediando 18,8 puntos y 7 asistencias por encuentro.
Procedente de la pequeña universidad de Weber State y con tan sólo 22 primaveras, es una de las piezas clave del proyecto de reconstrucción de los de Oregon. Destaca por su rapidez, movilidad, agilidad e imparable penetración a canasta en muchas ocasiones. No le tiembla la mano para tirar desde fuera (43% en tiros de campo) y consigue asistir fácilmente a sus compañeros para disponer de segundas jugadas o de mejores opciones de tiro.
“Tengo que ir aprendiendo y haciendo mis propios ajustes. Ningún rival me lo va a poner fácil ni me va a dejar hacer lo que he hecho en estos partidos. Es parte de mi crecimiento”, dijo Lillard la semana pasada tras firmar un 2/13 en tiros en la derrota en Dallas, que ya empezó mal para él cuando se tuvo que sentar en el banquillo con 2 faltas en los primeros 3:18 minutos. Quizás se refiera a que debe pulir ese tipo de cosas, ya que los Blazers pierden mucho cuando su joven estrella no está sobre el parqué.
Aún así, muchos equipos le deberán tomar muy en serio ya que se convirtió en el segundo rookie de la historia tras Oscar Robertson en firmar más de 20 puntos y al menos 7 asistencias en los tres primeros partidos. De ello ya tomaron nota algunos como veteranísimo Steve Nash, quién sufrió una férrea defensa (2 puntos y 4 asistencias vs 23/11 de Lillard, en su debut), o Jeremy Lin (13/7 vs 20/9 de Lillard). Por el contrario, no pudo con Darren Collison (14/3 vs 13/5 de Lillard) y ni mucho menos con Russell Westbrook (32/7 vs 21/7 de Lillard) pero claro, la veteranía es un grado.
“Seguramente la posición de base es la más complicada en la NBA para jugar una noche sí y otra también. Es quizás el mayor reto al que me enfrento.” Es realista y tiene los pies en la tierra, porque los obstáculos que le saldrán por el camino serán cada vez mayores. Terry Stotts, el head coach de los Trailblazers tiene plena confianza en su joven base, aunque también le avisa de que su camino en la NBA no será fácil: “Tiene un reto cada noche. Tiene que aprender de la liga y la liga aprender de él.”
Pero el proyecto de Portland no se levanta sólo ni mucho menos con las genialidades de Lillard. Alrededor tiene a compañeros como J.J. Hickson, Nico Batum, LaMarcus Aldrige o como Wesley Matthews, jugadores con calidad para poder guiar a los Blazers a un mejor futuro y con mayores perspectivas en el horizonte. Damian Lillard puede formar una buena sociedad con Aldrige o Hickson conectando balones interiores al poste o aprovechándose de sus bloqueos para buscar un buen tiro de Matthews, el cual ha demostrado tener un gran lanzamiento exterior. Todo esto descontando el banquillo, el cual ha demostrado no ser de garantías cuando tiene que salir la segunda unidad a dar descanso a los jugadores mencionados previamente.
No perdamos de vista la andadura de este chico, seguro que merece la pena. ¿Aspirante a rookie del año? Sí, aunque es precipitado pensar ahora que lo pueda ganar, y más compitiendo con jugadores como Anthony Davis o Michael Kidd-Gilchrist, entre otros.