La historia del deporte tiene muchas páginas escritas desde sus inicios. Con todas las disciplinas muy profesionalizadas y modernizadas a veces es complicado superar o batir récords, más aún con todos los que hay ya registrados y con la cantidad de décadas que lleva evolucionando cada modalidad deportiva.
El problema de los récords muchas veces no es superarlos, sino crearlos. Cuando nadie ha hecho alguna vez lo que pretendes es difícil tener una referencia, algo en lo que compararte. Eres el primero en ir a por ello con todo a favor y todo en contra al mismo tiempo. Uno puede pensar que solo los mejores entre los mejores lo tienen al alcance de la mano, pero cuando no sucede así, no queda más que rendirse ante la gesta conseguida.
Nate Thurmond fue elegido en el puesto número 3 del Draft de 1963. Nunca fue MVP de la liga ni de las Finales y tampoco llegó a ganar un anillo, pese a ser un jugador de interior destacado en su época. Entre los logros que figuran en su hoja de servicio en la NBA destacan 7 apariciones en el All-Star Game y 2 en el Quinteto Defensivo del año. Aún así, lo que no contaba con alcanzar era una página jamás escrita en la historia de la NBA.
El 18 de octubre de 1974, en su estreno con los Chicago Bulls en el primer partido de la temporada, Nate Thurmond iba a realizar la mejor puesta en escena posible ante su nuevo público haciendo historia, de manera literal. Cuando nadie lo esperaba, por primera vez en un partido de la NBA un jugador firmó un cuádruple-doble, pues Thurmond registró 22 puntos, 14 rebotes, 13 asistencias y 12 tapones en la victoria por 120-115 de su equipo ante los Atlanta Hawks.
Este nuevo capítulo, jamás antes visto en una cancha de baloncesto profesional estadounidense, apenas ha tenido continuidad por la magnitud y dificultad de conseguir dicho hito. Desde aquel día, tan solo Alvin Robertson, Hakeem Olajuwon y David Robinson han sido capaces de igualar esta marca, unos hitos que hemos repasado en un serial en Sportsmadeinusa.com.
Un anillo a cambio de un récord histórico
Nate Thurmond nació y creció en Akron, Ohio, la misma localidad que ha dado recientemente otras estrellas de la NBA como LeBron James o Stephen Curry. Allí comenzó a jugar al baloncesto en el instituto para más tarde dar el salto a los Bowling Green Falcons, también del estado de Ohio, donde disputó tres temporadas en la NCAA. Tras demostrar sus cualidades como defensor, que no se quedaban nada cortas en comparación con sus dotes atacando, se presentó al Draft para recalar en los entonces denominados San Francisco Warriors.
Su primera temporada fue de adaptación, ya que jugó a la sombra y aprendiendo de Wilt Chamberlain, con quien coincidió una temporada en el equipo californiano. Cuando Wilt se marchó de la franquicia, Nate adquirió más protagonismo y su peso en el equipo cada vez iba a ser mayor. Lo que más destacó de su juego fue su regularidad y su capacidad para dominar muchas situaciones bajo los tableros. Su mejor registro anotador es de 21,9 puntos por partido, mientras que el mejor reboteador fue de 22 capturas por encuentro dos temporadas antes.
Si bien llegó a estar en el partido anual de las estrellas en siete ocasiones y fue incluido en el Mejor Quinteto de Rookies, lo que le falta a Thurmond en su palmarés es un anillo de campeón. Y no precisamente porque no lo intentara. Tuvo dos oportunidades, una en 1964 y otra en 1967 ante Boston Celtics y Philadelphia 76ers respectivamente, pero en ambas claudicó. Caprichos del destino, en la temporada 1974/75 puso rumbo a Illinois para jugar en los Chicago Bulls, una campaña donde los campeones iban a ser casualmente los Warriors, ya bajo la actual denominación de Golden State.
Fue ese fichaje el que le cambió el poder ganar un anillo por lograr el cuádruple-doble. Evidentemente no fue algo planeado y seguramente querría haber levantado el título de campeón en algún momento en su carrera pero, a falta del trofeo Larry O’Brien, bien le valió ser el primer jugador de la historia en lograr un cuádruple-doble en un partido.
Todo esto debe entenderse también sabiendo que hasta la temporada 1973/74 solo se contabilizaban puntos, asistencias y rebotes. A partir de entonces, también se empezaron a registrar los robos y los tapones que hacía cada jugador. Es por ello que, estadísticamente, no se pudo certificar de manera oficial ningún cuádruple-doble antes de dicha campaña, pero para ello estuvo Nate Thurmond, para lograrlo en tan solo la segunda temporada en la que sí se contabilizaban esos apartados.
Su tiempo en la franquicia de los Bulls iba a ser corto. Tan solo iba a durar poco más de una temporada, ya que en el comienzo de su segundo año en Chicago fue traspasado a los Cleveland Cavaliers. Con este movimiento, cerró el círculo y finalizó su carrera deportiva donde la había empezado, en su estado natal. Aunque su aportación personal no fue tan significativa como en sus años en los Warriors, sí fue parte del conocido “Milagro de Richfield”, donde los Cavs pasaron de ir 6-11 antes de la llegada de Nate a registrar un récord de 43-22, ganar la división Central y llegar a los Playoffs por primera vez en la historia de la franquicia.
La temporada siguiente sería su última en la élite. Colgó las zapatillas sabiendo que su nombre y su legado no sería olvidado por los fans de los equipos en los que jugó. Cleveland y Golden State retiraron su dorsal y fue seleccionado para entrar en el Hall of Fame y en el Equipo de todos los Tiempos por el 50 aniversario de la NBA. Finalmente, y tras 20 años regentando un restaurante después de su retirada, Nate no pudo con la leucemia y en julio de 2016 falleció a la edad de 74 años de edad.
Thurmond no firmó la carrera baloncestística más laureada que se recuerda, pero sí abrió una puerta nueva en la NBA que pocas veces más se ha vuelto a abrir y que difícilmente se puede llegar a ver. No sabemos si el destino se lo tenía preparado, lo que es seguro es que fue un pionero en abrir un nuevo horizonte y, aunque se vuelva a conseguir de nuevo, nunca será como la primera vez.