En la vida no se puede dar nada por sentado ni uno debe cerrarse a otras posibilidades, por improbables que parezcan. Cuando alguien tiene algo que demostrar al mundo solo hay que dejar que las cosas fluyan por su propio cauce porque, si estás destinado a ser alguien importante, tarde o temprano lo lograrás. Como Beethoven o Mozart en la música o van Gogh en la pintura, Hakeem Olajuwon solo tuvo que cambiar de deporte gracias a una casualidad del destino para explotar todas sus virtudes de manera exponencial.
Natural de Lagos, la capital de Nigeria, siempre le gustó hacer deporte desde bien pequeño. Ya fuera en la escuela o en su casa, encontraba ratos libres para jugar y ejercitarse físicamente. En su época de instituto se dedicaba a jugar al balonmano e incluso al fútbol, concretamente como portero. Aún así, sus más de 2 metros de altura parecían no estar destinados ni para marcar goles ni para pararlos de los rivales.
Cuando tenía 15 años, su escuela participó en el torneo de baloncesto ‘All-Nigeria Teachers Sports Festival’. Él aún no jugaba a este deporte, pero un compañero preguntó si Olajuwon podía participar con el equipo en este campeonato. Los entrenadores accedieron a dicha petición y no hicieron más que dar el pistoletazo de salida a una carrera meteórica y exitosa para Hakeem en el mundo de la canasta.
Dos años después viajó a Houston para jugar en el equipo de la universidad de la ciudad durante tres años. En 1984 dio el salto a la NBA tras ser elegido por los Rockets en el número 1 del Draft, donde comenzó una carrera que le auparía al nivel de toda una leyenda de la liga.
Uno de sus momentos más álgidos fue el que vivió el 29 de marzo de 1990 ante los Milwaukee Bucks, cuando se convirtió en el tercero de únicamente cuatro jugadores hasta el momento en lograr un hito casi imposible de alcanzar, pues consiguió registrar nada menos que un cuádruple-doble en un partido de la NBA. Dicha gesta ya la habían realizado antes Alvin Robertson y Nate Thrumond y más tarde lo lograría David Robinson, para lo que en Sportsmadeinusa.com estamos recordando en un serial dedicado a cada uno de los protagonistas.
Un cuádruple-doble real y otro que solo duró tres días
En 1990, al comienzo de la última década del siglo XX, Hakeem ya había demostrado el talento que atesoraba dentro e imponía su juego sin complejos en las canchas de toda la NBA. Totalmente adaptado a la vida de Houston, su carrera deportiva aún no había llegado al clímax que alcanzaría unos años después, con la consecución de dos títulos de manera consecutiva, pero aún así pudo apuntarse uno de las estadísticas más exclusivas de la historia, nada menos que por los pocos jugadores que la han conseguido alcanzar.
El 30 de marzo de aquel año, los Rockets recibían en casa a los Milwaukee Bucks. Y lo que se perfilaba como un partido más de temporada regular acabó siendo una noche histórica para el baloncesto estadounidense y mundial. En aquel encuentro, el pívot nigeriano del conjunto texano registró la friolera de 18 puntos, 16 rebotes, 10 asistencias y 11 tapones.
Del total de capturas, 10 fueron defensivas y 6 ofensivas. En el apartado anotador, firmó 6 de 14 en tiros de campo, con un acierto del 42,9% y 6 de 8 en tiros libres. Sumó además 1 robo de balón, a pesar de realizar 4 faltas personales y perder 5 balones en aquel partido.
Semejante gesta solo pudo ser repetida una vez más por David Robinson en 1994. Desde entonces, nadie se ha podido unir a tan selecto club. Aún así, la historia pudo haber sido diferente, pues el mismo personaje y tan solo 27 días antes, tuvo en su poder durante unos días un cuádruple-doble que finalmente no se lo concedieron.
El 3 de marzo de 1990, en el partido que Houston disputó ante los Golden State Warriors, Olajuwon anotó 29 puntos, 18 rebotes, 11 tapones y 9 asistencias. Con los datos en la mano, se había quedado a una sola asistencia del cuádruple-doble. Justo al acabar el partido, los Rockets pidieron que se revisara el vídeo del partido para modificar el acta. En dicha revisión, aparentemente se apreció una asistencia que no le habían sumado al bueno de Hakeem. Los anotadores de la mesa rectificaron la estadística y le sumaron una asistencia más, con lo cual el cuádruple-doble provisionalmente lo había conseguido.
Aún así, aquí no iba a acabar todo. Cuando el director de operaciones de la liga en aquel momento, Rod Thorn, se enteró de lo sucedido, solicitó él mismo revisar el vídeo del partido para verificar que el pívot nigeriano realmente había realizado esas 10 entregas. Tres días después, informó que tras su análisis Olajuwon no había conseguido esas diez asistencias, con lo que en registro final se quedó con 9. “La estadística de un partido no debe cambiarse tras su finalización solo por el hecho de querer llegar a un hito concreto”, dijo Thron tras su verificación de los hechos. Es más, la NBA dijo que el jugador realmente había hecho entre seis y siete asistencias y que los anotadores del partido, que se jugó en Houston, habían sido algo generosos con un jugador local sumándole alguna asistencia más que aparentemente no había hecho.
Doblete de anillos y retirada en Toronto
A pesar de la confusión en la estadística en aquel partido, y aunque semanas más tarde ya consiguiera el cuádruple-doble de manera legal y oficial, la carrera del nigeriano continuó de manera exitosa hasta llegar a su cima entre los años 1994 y 1995, cuando ganó dos anillos de manera consecutiva, los únicos en la historia de la franquicia hasta el momento.
En aquellas temporadas se encontraba en el pico máximo de su carrera, aunque es algo complicado saber cuál fue su momento más alto o el más bajo, pues siempre mantuvo un rendimiento muy regular. Lo que es seguro es que Hakeem sabía del potencial de su equipo y de las posibilidades que tenían de ganar algún título y así lo demostró en los Playoffs de las dos temporadas donde ganaron los campeonatos.
En casi todas sus postemporadas registró un doble-doble de media entre puntos y rebotes. En las dos en las que se enfundó en anillo promedió 28,9 y 33 puntos y 11 y 10,3 rebotes respectivamente. En el 94 tuvieron que llegar hasta el séptimo partido de la serie para doblegar (4-3) a los New York Knicks, pero en el 95 barrieron de la pista a los Orlando Magic (4-0) para poner la guinda a los dos mejores años de la franquicia hasta la fecha.
Hakeem Olajuwon jugó toda su carrera en Houston salvo la última temporada, donde exprimió sus últimos minutos como profesional en los Toronto Raptors. Tras ese año, sus 18 campañas en la liga y una lesión en la espalda pesaron ya demasiado para el jugador, que puso el punto y final a un recorrido de absoluta leyenda.
Prueba de ello son sus dos MVP de las Finales en las temporadas donde ganó los anillos, su MVP de la liga también en 1994, sus 12 apariciones en un All-Star Game, sus dos conquistas de Mejor Jugador Defensivo del Año en el 93 y el 94 y sus seis inclusiones en el Mejor Quinteto del Año, entre muchos otros logros.
Olajuwon estará agradecido a Houston por lo que le ha dado, pero la ciudad tiene de manera vitalicia un ídolo al que respetar y un espejo en el que mirarse. Porque una casualidad de la vida le llevó a cruzar el ‘charco’, pero su genética y arduo trabajo le llevaron a conquistar el sueño americano y a grabar su nombre entre los más grandes del baloncesto norteamericano.