Mantener el nivel alto en la NBA noche tras noche supone un esfuerzo enorme para el que hay que estar preparado tanto física como mentalmente. Los jugadores que dejan su huella en la historia de esta competición parece que lo hacen con algo más de facilidad que el resto, pues los genes y la calidad innata en muchos de ellos juegan un claro factor a favor. Pero rozar la excelencia y grabar tu nombre con letras de oro solo está al alcance de unos pocos elegidos que se pueden contar con los dedos de las manos.
En Estados Unidos, el país por excelencia de las estadísticas en cualquiera de los deportes que se practiquen en su territorio, todo deportista intenta buscar su hito y su logro particular para destacar por encima del resto. Aunque si lo que realizas se convierte en historia viva de un deporte tan popular como el baloncesto es algo que, absolutamente, no puede pasar desapercibido.
David Robinson, mítico ex jugador de los San Antonio Spurs, nació en el sur de Florida pero le costó asentarse en un lugar fijo, ya que cambió muchas veces de residencia por el trabajo de su padre, que era oficial de Marina estadounidense. En lo que al baloncesto se refiere le sucedió todo lo contrario. Se movió poco, ya que jugó toda su carrera en el club texano, y todo lo que allí hizo no dejó indiferente a nadie. Mucho menos lo que realizó el 17 de febrero de 1994, cuando logró registrar nada más y nada menos que el cuarto cuádruple-doble de la historia de la NBA y último realizado hasta la fecha.
En una temporada en la que acabó registrando su máxima media anotadora en una regular season (29,8), y tras haber relanzado a los Spurs en las anteriores temporadas con viajes ininterrumpidos a los Playoffs, a Robinson le llegó uno de los momentos quizás menos recordado, pero no por ello menos meritorio de su carrera. Una gesta que ya habían realizado previamente Alvin Robertson, Nate Thrumond y Hakeem Olajuwon y que estamos recordando en un serial dedicado a cada uno de los protagonistas en Sportsmadeinusa.com.
Rookie del Año, hito histórico y pívot de leyenda
Desde que debutó como profesional en la NBA, David Robinson comenzó a dar rienda suelta a su talento y a demostrar que no era un pívot más al uso, sino que venía a escribir su nombre con letras de oro para ser uno de los más recordados. Prueba de ello fue su elección como Rookie del año en 1990 y, aunque más tarde llegarían numerosos premios y títulos, no sabemos si alguna vez imaginó que iba a realizar uno de los mejores y más completos partidos de la historia.
En la noche del 17 de febrero de 1994, en el Alamodome de San Antonio, antigua cancha de los Spurs, se presentaron los Detroit Pistons de Isiah Thomas sin saber que iban a presenciar historia viva del deporte en directo. El dorsal ‘50’ de San Antonio, también conocido como The Admiral, registró aquella noche 34 puntos, 10 rebotes, 10 asistencias y 10 tapones para llevar a su equipo a la victoria por 115-96.
La estadística detallada de aquel encuentro denota también el gran estado de forma en el que se encontraba en esa campaña: lanzó 12/20 en tiros de campo, lo que supone un 60% de acierto y anotó 10 de 17 tiros libres que intentó, además de lograr 2 robos para su equipo.
Esto le aupó al olimpo de los 4 únicos jugadores que han conseguido en la historia hacer un cuádruple doble y, de momento, el último en lograrlo. Es el tercero en haber cosechado esta gesta sumando al menos 10 robos, además de puntos, asistencias y rebotes, pues Alvin Robertson es el único en haberlo hecho añadiendo 10 tapones en su estadística. Además, sus 34 puntos en aquel partido le hacen ser el jugador en haber logrado este hito con la mayor puntuación personal anotada.
Su carrera, como los nostálgicos podrán recordar, no solo se quedó en un par de récords, sino que marcó una época en la década de los 90 y en el comienzo del siglo XXI. Tras ser el mejor rookie de su temporada, lo mejor le quedaba por venir. Tan solo faltó una campaña a los Playoffs, pero el resto de años siempre fue lo más competitivo posible hasta que su camino se cruzó con el de Gregg Popovich y el de Tim Duncan. Ahí se comenzó a escribir la leyenda de los Spurs recientes que se conocen y fue precisamente cuando logró ganar sus dos únicos anillos: el de 1999 y el de 2003.
Su carrera profesional había comenzado más de una década atrás, cuando fue elegido en el número 1 del Draft de 1987. Aún así, no pudo debutar con San Antonio hasta dos años más tarde porque tenía que seguir prestando el servicio militar. Cuando por fin pudo dedicarse 100% a la NBA, inició una bonita andadura y batalla bajo los tableros con otros mitos como Hakeem Olajuwon, Patrick Ewing o Shaquille O’Neal.
La competencia con estas otra tres instituciones del baloncesto no le amedrentó, sino todo lo contrario. Logró imponer su categoría y su estatus para poder convivir con ellos al mismo tiempo que mantenía su estatus competitivo para poder alzarse entre los mejores. Así, fue nombrado Mejor Jugador Defensivo en 1992 y MVP de la liga en 1995. Además de ser Rookie de año en 1990, fue incluido lógicamente en el Mejor Quinteto Rookie de esa temporada. También estuvo 10 veces presente en el Mejor Equipo NBA y fue elegido otras tantas para participar en el All-Star Game.
La trayectoria de David Robinson siempre fue muy destacada y nunca tuvo ningún amago de apagarse. Es más, los mejores momentos llegaron justo en el tramo final. La temporada 1998/99 comenzó en el mes de febrero debido al ‘lockout’ de aquel año. Con un calendario muy compacto y recortado para que el campeonato pudiera acabar en las fechas inicialmente previstas, los Spurs llegaron a las Finales frente a los New York Knicks, a los que ganaron por 4-1.
Tras tres intentos más por repetir título en los años siguientes, no fue hasta el cuarto cuando lo volvieron a lograr en un partido que fue además muy especial para Robinson, pues se trataba nada más y nada menos que el de su retirada. Ya había anunciado que tras el curso 2002/03 colgaría las botas, pero lo que nunca llegó a imaginar fue cómo lo iba a realizar. Tras enfrentarse a los míticos New Jersey Nets de Jason Kidd, Richard Jefferson y Kenyon Martin, entre otros, que venían de perder las anteriores Finales ante Los Angeles Lakers, los Spurs les volvieron a dejar en la cuneta para el delirio del club texano y para alegría máxima de The Admiral, que ponía el punto y final a su carrera en la NBA con la guinda de su segundo anillo.
David nos dejó momentos imborrables a lo largo de su carrera y la certeza de que el buen trabajo y el talento eran la mezcla perfecta para poder conseguir cualquier cosa. Tanto, que una noche de febrero de 1994 no se conformó solo con jugar un buen partido, sino que nos hizo un regalo impagable y casi inalcanzable que pocos imaginan cuándo se volverá a repetir.
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