Su vida podría haber tirado por otro lado. Ahora sería economista, médico o ingeniero. Quizás abogado. Quién sabe lo que hubiese sido de él si sus padres hubiesen mantenido la firme idea que tuvieron desde que nació. La determinación y el trabajo seguro que habría sido la misma en cualquiera que fuese la disciplina en la que se hubiese formado. Pero el mundo del baloncesto no habría podido tener la privilegiada oportunidad de disfrutarle.
De familia deportista, con un padre y una madre jugando al más alto nivel en baloncesto y voleibol respectivamente, cualquiera pensaría que ellos hubiesen querido que su pequeño Stephen tomara ese camino. Que se lo facilitasen al menos. Que uno de los pilares básicos en su casa de pequeño fuese el de complementar sus estudios con el deporte. No es que no quisiesen que practicase deporte, sino que no querían que focalizase todos sus esfuerzos en desarrollar una carrera deportiva.
“Decidimos que no nos centraríamos en eso con nuestros hijos. He visto a muchos hijos de jugadores que ya se les presuponía cual tenía que ser su vida sin pensar en qué más hacer. Desde el principio ellos tenían claro que el baloncesto era solamente el trabajo de su padre”, aseguró Sonya Curry, la madre de Stephen, en una entrevista publicada hace dos años.
Ella jugó al voley en Virginia Tech. Su marido, Dell Curry, jugó en la NBA 16 temporadas. Desde 1986 a 2002, donde vistió las elásticas de Charlotte, Toronto, Cleveland, Utah y Milwaukee. Aunque criaron a su hijo Stephen en Carolina del Norte, nació en el estado de Ohio. Concretamente en Akron. Sí, a todos nos suena este lugar.
Pese a que no querían que los sueños de ‘Steph’ se frustrasen por querer destacar en el deporte, no pudieron pararle. Simplemente era imposible contener tanto talento sin que fuese desarrollado. Sin dejarle sin alcanzar la cima personal de un jugador en la NBA. Toda esa calidad ha ascendido este año a su mejor nivel visto hasta el momento, todo ello para ganar merecidamente el MVP de la temporada regular 2014/15.
“Los deportes eran algo grande en mi familia, pero no prioritario. Fui castigado muchas veces sin entrenar o jugar por desatender a las cosas de clase” —Stephen Curry
Todas esas ganas que Curry tenía para jugar las ha traducido este año en unas estadísticas espectaculares. Lógicamente propias de un MVP.
- 23,8 puntos
- 7,7 asistencias
- 4,3 rebotes
- 48,7% acierto en tiros de campo
- 44,3% en acierto en triples
- 286 triples anotados, récord histórico en una sola campaña en la NBA
- 114,2 de offensive rating y 97,2 de deffensive rating, sus mejores registros de siempre en ambos apartados
Sus padres siempre han estado al lado suyo en toda su formación. Y lo siguen estando. Tanto, que su madre sufre mucho con los partidos de Stephen. Hasta tal punto que no soporta que su hijo acumule tantas pérdidas de balón en los partidos. No puede con ello. Y para intentar que mejore ese aspecto, recurrió a un castigo nunca antes visto.
Por cada turnover que realice en un partido tiene que pagar $100 dólares a su madre. En SB Nation hicieron el cálculo y, según este castigo, le debía $1.200 en la temporada 2012/13 y $7.600 en la 2013/14. Una madre es para toda la vida. Siempre estará detrás de ti pendiente de lo que haces y no haces y se seguirá enfadando si hace una cosa que no le gusta. No las vamos a cambiar ahora.
Anécdotas aparte, su madre le ha servido como mentora y como guía en los momentos más difíciles. Sobre todo después de un partido universitario. Curry explica que el pabellón estaba lleno, que sintió mucha presión y que le salió mal un partido. La forma de consolarle de Sonya fue aconsejándole cómo afrontar esa situación. “Me dijo que mucha gente me estaría viendo y esperando a ver cómo gestionaba esos momentos aunque no me diese cuenta de ello”.
Años después, su padre –muy curtido en muchas situaciones en la NBA– alaba la gran capacidad de su hijo para gestionar situaciones complicadas. “Lo hace todo fácil. Sé lo complicado que es ser consistente cuando te defienden como lo hacen con él cada noche”. Y cuando le preguntaban en una entrevista hace unos días si pensaba que iba a ganar en MVP de la temporada regular, no tenía ninguna duda. “Absolutamente. Es el mejor jugador en el mejor equipo”.
Siempre luchando contra los elementos
Y contra el destino que muchos le querían augurar. La vida baloncestística de Stephen Curry no ha sido del todo fácil hasta llegar a este punto. Aunque ahora todo el mundo ve que tiene un talento descomunal y que se ha merecido el MVP de la temporada regular, no todos veían en él un gran potencial al comienzo de su carrera. Aunque lo tuviese.
Desde la universidad ya tuvo problemas en alguna ocasión. Estuvo tres años jugando en Davidson pero le costó llegar ahí. Al final le seleccionaron en ese college cuando se dieron cuenta de su talento. Pero lo vieron tarde. Fue ‘ignorado’ en un proceso de selección de jugadores universitarios porque, entre otras cosas, pensaron que su gran capacidad mental para jugar al baloncesto estaba mucho más desarrollada que su capacidad física.
Fue mucho lo que tuvo que pasar al principio. Aunque parezca increíble, los Warriors estuvieron a punto de no seleccionarle ni acogerle en su organización. Qué hubiera sucedido si hubiesen permanecido firmes en esa decisión. Quién sabe si estaríamos hablado de este MVP en este momento.
Ahora que ha alcanzado el culmen de su carrera este gran objetivo personal todo lo vivido, sacrificado y decidido merece la pena. Ahora sí. Ha pasado por muchas cosas, desde el comienzo de su vida con la determinación de sus padres de que no hiciese una carrera deportiva. Pero no había nada que hacer. Todo lo que hace sobre la cancha, lo mucho que hace disfrutar a los fans de los Warriors, es la consecuencia natural de una persona encaminada a triunfar en la liga de baloncesto más competitiva del planeta.
En lo que a lo colectivo se refiere, lucha por que su equipo mantenga vivo el sueño de una temporada mágica, donde no es nada descabellado pensar que puedan ganar el anillo. En lo personal, nadie le puede apartar de su camino. Ya no. Porque esto ya no se trata del trabajo de ‘papá’, sino del futuro de alguien llamado a liderar la NBA en el futuro próximo. A tocar el éxito con sus propias manos.