No hay sensación mejor para un deportista o un equipo, sobre todo para los de nivel profesional, que la de encontrar un punto óptimo de rendimiento. Un lugar en común en el que se encuentra uno junto con el resto de sus compañeros, donde se entienden y saben que están haciendo lo que deben. Pero no se llega ahí por casualidad.
Todo proyecto importante tiene un comienzo donde todo se empieza a construir. Bien es conocido por todos que sin una base previa nada se puede asentar después. Digamos que en el ámbito deportivo es mejor empezar por no recibir golpes del rival antes de ver cómo atacarle. Este concepto es muy válido como comienzo, como ‘punto cero’, como pretexto para indicar que ese es el punto indicado para dar el paso del éxito. En el baloncesto, concretamente, se le llama defensa.
Claro está que en una conferencia como la Oeste, de una liga como la NBA, hay que trabajar mucho, estudiar en profundidad al rival e hilar muy fino desde los despachos para diseñar una plantilla o proyecto a largo plazo que dé resultados. Que sea joven, que tenga ganas y que quiera ganar. Que se les inculque a sus miembros unos conceptos, una identidad y un estilo de juego. Que no sepan sólo donde tienen que llegar, sino por donde tienen que empezar.
La tarea es aún más difícil si quien dirige toda la maquinaria desde la banda fue una leyenda como jugador, pero es el más novato de todos en los banquillos. He ahí la astucia para poder llegar a donde están hoy los Golden State Warriors: continuar la línea que llevaba el equipo, mejorar lo que se podía dentro de lo que había y traer de fuera refuerzos que tengan un impacto positivo en el equipo.
Los californianos realizan actualmente una de las mejores defensas de la NBA y han hecho de ello una de sus máximas bazas para poder ser uno de los equipos más destacados de este comienzo de temporada y, sobre todo, liderar la Conferencia Oeste en estos momentos. “La defensa que estamos jugando en todos los ámbitos, y no sólo nuestros titulares, es un factor enorme para nosotros”, ha señalado recientemente Steve Kerr.
Ser el equipo que menos porcentaje de acierto permite a los rivales (de toda la liga) y de los dos que más tapona son factores clave para entender el momento actual de los de Oakland.
Todos a una
Como lema, máxima o idea principal. El ‘modus operandi’ de los Warriors es tan básico como efectivo y tan productivo como difícil de llevar a cabo.
La clave del éxito de este equipo nace en defensa, sí, pero se desarrolla escalonadamente hacia el ataque bajo una misma premisa: todos están involucrados en lo que hacen y cualquiera es válido para poner un tapón, coger un rebote o meter una canasta. Sea cual sea su rol en el equipo.
Porque el valor añadido que tiene Golden State es que –aunque están liderados por Stpehen Curry y Klay Thompson– integran al resto de su plantel para hacer una máquina aún más poderosa. En gran parte nos podemos referir a Marreese Speights y Draymond Green, quienes han dado un gran paso adelante y están siendo muy importantes para su equipo. Green es de los que más minutos está jugando este año y sus medias cercanas a los 13 puntos y los 8 rebotes suponen un extra muy importante para los Warriors.
Además, otra de las claves de esta franquicia es la intensidad que le pone en los partidos. Cualquier equipo puede tener un pequeño bajón de juego en una fase de un partido, incluso Golden State, pero los de Kerr tienen la virtud de no dejar de pisar el acelerador y aprovechar los momentos débiles de los rivales. Todo ello siempre centrado en el factor defensivo, claro.
La explosión llega al final: en ataque
Si uno ha fijado bien los conceptos atrás, defendiendo su canasta, y ha involucrado a todas sus piezas en el trabajo que tienen que hacer, sólo tiene que esperar que las cosas respondan adecuadamente en ataque. Y así sucede en los Warriors.
Una franquicia que mete 107 puntos por partido y que convierte alrededor del 48% de tiros que intenta suele ser porque su jugador o jugadores clave están respondiendo como se espera de ellos no únicamente defensa, sino también en la zona ofensiva.
‘Steph’ Curry está más o menos en su línea habitual de actuación: 23 puntos, cerca de 8 asistencias y 5 rebotes por partido en unos 32 minutos. Es el mayor referente de estos Warriors, el que bascula las jugadas y el que maneja los tempos para que su equipo responda en cada ataque.
Aún así, el que está sorprendiendo de verdad es Klay Thompson. El jugador de la universidad de Washington State está promediando por primera vez en su carrera más de 20 puntos, un 45% de acierto en tiros de campo y en triples y alrededor de 4 rebotes y el mismo número de asistencias por noche. Y aunque los rivales saben los peligros a los que se enfrentan con otros dos, es tanta la cantidad de movimientos, recursos y tiros que les es muy difícil pararles cuando se enfrentan a ellos.
Todo esto, y lo que están consiguiendo los Warriors en su conjunto, es gracias a un compendio de pequeños factores que, todos juntos, generan una obra bien hecha. Los Warriors van en la buena dirección y parece que les espera una buena temporada. No se conoce aún dónde acabarán, pero sí se sabe con certeza cómo y por dónde han empezado.