Con el aterrizaje la temporada pasada del multimillonario Mikhail Prokhorov se podía preveer que la nueva etapa en Brooklyn iba a mejorar los últimos años en new Jersey y que de verdad los Nets iban a crecer para ser un equipo competitivo en la NBA. Acabado el primer año, con un balance final positivo, los Nets quieren dar un paso más en su proyecto y, si la liga lo aprueba el 10 de julio, Kevin Garnett, Paul Pierce y Jason Terry se convertirán en nuevos jugadores de Brooklyn Nets.
El movimiento es importantísimo si finalmente se confirma, ya que se trata de toda una declaración de intenciones de los Nets en sus aspiraciones al título, una idea que lleva rondando la cabeza de todos los aficionados de la franquicia desde el año pasado.
A cambio, Brooklyn se desprendería de Kris Humphries, Reggie Evans, Gerald Wallace, Tornike Shengelia, Keith Bogans, Kris Joseph y ofrecería a Boston tres futures elecciones de primera ronda.
Con todas las cartas sobre la mesa, hay que fijarse en tres aspectos fundamentales: cuántos años de contrato les ofrecen a Garnett, Pierce y Terry, cuánto dinero (por si cobran menso y se demuestra que de verdad están comprometidos con el proyecto) y sobre todo, cuánto tiempo les queda al máximo nivel para intentar conseguir un anillo para Brooklyn. Los tres rondan los 36 y 37 años y, por mucha ilusión que tengan, el físico y las lesiones, si llegan, pueden lastrar uno de los proyectos más bonitos y con mayor aliciente de la próxima temporada en la NBA.
Además, el quinteto titular que formarían sería uno de los más completos y equilibrados por puesto. Deron Williams de base, Joe Johnson de escolta, Paul Pierce de alero, Garnett de ala-pívot, Brook López de pívot y Jason Terry como sexto hombre.
Otro de los cambios importantes que se produjo en los Nets nada más acabar la temporada fue el de contratar a Jason Kidd, un hombre que conoce perfectamente los entresijos de la casa, donde jugó durante siete años y disputó dos finales de la NBA. A priori, habrá pocos mejor que él, ya que es alguien que conoce el baloncesto de primera mano y que ha estado jugando como profesional hasta hace apenas mes y medio.
Kidd ha demostrado que como director de orquesta dentro de la cancha era todo un experto, pero ahora habrá que ver si tiene las mismas dotes para hacerlo desde el banquillo, gestionando un equipo, probando las mejores rotaciones y planificando una temporada que, de nuevo, se presenta apasionante en el Barclays Center y en el histórico barrio de Nueva York.