8 de abril de 1981. Era el tradicional juego inaugural de la temporada en el Riverfront de Cincinnati, el final de la novena entrada con bases llenas para los Reds y el cerrador de los Phillies Tug McGraw enfrentándose al bateador zurdo Dan Driessen presionado por la multitud de 51.716 aficionados. McGraw, uno de los héroes de la primera Serie Mundial obtenida por el equipo de Philadelfia en 1980, hace su mejor lanzamiento en cuenta de 3 bolas. La esférica aterriza fuera de la zona de strike por lo que le otorga el boleto a Driessen y con ello la victoria viniendo de atrás de los Rojos 3-2. Los fanáticos abandonan el estadio felices con la agradable sensación de la victoria, presagiando una temporada exitosa rememorando la Gran Maquinaria Roja.
9 de abril de 1981. Inicio de temporada en el Dodgers Stadium. Los 50.511 aficionados ven atónitos como un novato zurdo y regordete llamado Fernando Valenzuela, en reemplazo de última hora por el pitcher abridor designado por los estibadores Jerry Reuss, pintó de blanco 2-0 a la fuerte toleteria de los Astros de Houston concediéndoles 5 hits para dar inicio a la Fernandomanía. Los fanáticos salen del coso de Chavez Ravine con la insospechada sensación de haber sido testigos del inicio de un cuento de hadas, sin saber si tendrá un final feliz.
Tanto los Rojos como los Dodgers aspiraban desbancar a los Astros como campeones de la División Oeste de la Liga Nacional para asi iniciar la ruta a una nueva Serie Mundial.
11 de abril de 1981. Los Cardenales de Saint Louis inician una nueva temporada enfrentándose en el Busch Stadium a los campeones mundiales con una derrota 5-3. Los 38.473 fanáticos se retiran del estadio con la sensación de desasosiego por el temor de una nueva temporada decepcionante para la franquicia más ganadora de la Liga Nacional que desde el lejano 1968 no se alzaba con el trofeo de las World Series.
Similares historias vivian los fanáticos del resto de los 26 equipos de ambas ligas esperanzados en poder ver a su equipo como campeón mundial en el próximo clásico de Octubre.
Sin embargo una procupación mayor se iba apoderando de todos. Las posturas encontradas de propietarios de los equipos y los jugadores representados por el sindicato en la persona de Marvin Miller, amenazaban con interrumpir la temporada con el fantasma de la huelga. Los jugadores se oponían a la figura de la compensación por pérdida de un agente libre que los dueños querían imponer, entendiendo que ello afectaba la libertad de contratación que habían adquirido mediante dicha figura.
Las posiciones en el transcurso de los dos primeros meses de la temporada no llegaban a punto de encuentro lo que hacía suponer que el conflicto parecia inevitable. Mientras que los nubarrones de la huelga se aproximaban, los Dodgers de Los Angeles lideraban la división oeste con relativa facilidad (5 juegos y medio de ventaja) de la mano del novato sensación Fernando Valenzuela, quien para el 14 de mayo ostentaba un récord de 8-0 con 5 shutouts, con los Cincinnati Reds al acecho liderados por una de las mejores temporada de Tom Seaver. Por su parte, los Cardinals al término del mes de mayo se encontraban en una enconada lucha a un juego de los Phillies y a 1/2 juego de los Expos de Montreal.
Llegó el mes de junio y con éste se precipitaron varios eventos. Primero, que todo se fijó el inicio de la huelga para el 12 de junio, lo cual sería la primera desde 1972. Paralelamente, los Dodgers verían reducir su ventaja ante los de Cincinnati a solo 1/2 juego al haber conquistado los Reds ocho victorias de los útimos nueve encuentros y caer los estibadores 6 veces de los 9 partidos jugados. Mientras, en la División Este, St Louis se ubicaban a juego y medio de los Phillies. Sin embargo, en ese momento se detuvo la competición, se guardaron los guantes, pelotas y bates para dar paso a las accciones gremiales y reuniones de propietarios y jugadores que generaron una huelga con las siguentes consecuencias:
- La huelga se extendió por 50 dias, sin efectuarse 712 partidos.
- Se perdieron alrededor de $146 millones en salarios de jugadores, ventas de boletos, ganancias por transmisiones, etc.
- Los jugadores sufrieron una pérdida de alrededor de $4 millones por semana y los propietarios un total de $72 millones.
- Y, sobre todo, se hizo un daño irreparable al pasatiempo nacional estadounidense.
Fin de la huelga y comienzo de una nueva temporada regular
Luego de interminables reuniones (lideradas por Marvin Miller y Ray Greber en representación de los dueños de los clubes) y varias propuestas en mesa rechazadas por los propietarios, el 31 de julio se procuran acuerdos en torno a un sistema de compensación en los cuales los derechos de agencia libre no se vieron sensiblemente afectados, dándose por concluida la huelga con la fijación del Juego de las Estrellas para el 9 de agosto de 1981 en Cleveland.
Una situación sin precedentes se presentó con el reinicio de las actividades en la gran carpa: ¿Se reanudarían los juegos manteniéndose los récords de los equipos alcanzados para el 11 de junio o por el contrario se empezaría una segunda mitad desde cero?. La decisión de la MLB se inclinó por la última de las opciones descritas, generándose uno de los eventos más injustos sucedidos en la historia de las Mayores.
La decisión descrita dio como resultado la clasificación automática de los cuatro líderes divisionales para el día previo a la huelga. En la Liga Americana, los Yankees de New York con un récord de 34-22 y los Athletics de Oakland con 37-23; y en la Liga Nacional, los Phillies con 34-21 y los Dodgers que archivaron 36-21. Todos ellos ya tenían una plaza asegurada para unas inéditas series divisionales contra los ganadores en cada división resultantes de la segunda mitad del campeonato a reanudarse el 10 de agosto de 1981.
La opción de dividir el campeonato en dos mitades establecía series divisionales como paso previo a los Playoffs entre los citados «ganadores» de la primera mitad contra los ganadores de la segunda mitad compuesta de 55 juegos aproximadamente para cada club. En caso que alguno de estos clasificados repitiese el triunfo en la segunda porción del campeonato jugaría la serie divisional con el segundo clasificado de este mini-torneo.
Ante esta perspectiva, los Reds, que quedaron tan cerca de haber ganado la plaza de clasificación, tenían una fuerte presión de tener el mejor resultado en su división para poder optar a la postemporada y no quedarse sin nada. Sin embargo, agosto no fue un mes brillante para los Rojos que solamente pudieron ganar 10 juegos de los 20 que jugaron. Por el contrario, los Astros de Houston tuvieron récord de 13-8 liderando la división. En septiembre, la suerte de los escarlatas mejoró, obteniendo 20 triunfos y sólo 8 derrotas colocándose a 1/2 juego de los siderales.
El 1 de octubre, el Riverfront iba a ser el juego más importante de la temporada para el destino de los Reds. Si obtenian el triunfo pasaban a liderar la división con únicamente tres juegos por efectuarse; para este encuentro contaban con el diestro Bruce Berenyi en su segunda temporada en la gran carpa buscando su décima victoria del año, mientras en la trinchera de enfrente el inmortal Nolan Ryan, quien venia de conseguir el 26 de septiembre un No Hits No Runs ante los Dodgers, se aprestaba a tratar de emular la hazaña de Johnny Vander Meer de dos no hitters consecutivos. El Expresso Ryan tuvo una de sus mejores tardes y con una labor de 9 entradas y 9 abanicados redujo a una sola carrera a la toleteria de los Rojos, evitando así que el equipo de Ohio se adueñara de la cima de la Division Oeste y dejara escapar la temporada para formalizar su eliminación al día siguiente al caer derrotados 11-5 ante los Braves.
Cincinnati Reds, el equipo con el mejor récord total de las Grandes Ligas en 1981, con una foja de 66 triunfos y 42 descalabros, no tuvo oportunidad de acceder a la postemporada por no haber ganado ninguna de las dos porciones de este atípico torneo.
El equipo
Los Reds, cuyo manager fue John McNamara, ya no eran la Gran Maquinaria de los setenta, pero aún permanecían Johnny Bench, Ken Griffey Sr., George Foster, Dan Driessen y el campocorto venezolano David Concepción como su más grande figura ofensiva. Fijaron un average colectivo de .267, conectaron 64 home runs y anotaron 464 carreras.
En el montículo destacó el futuro Hall of Fame Tom Seaver con un desempeño de 14 triunfos y solo 2 derrotas y 2.54 de ERA al frente de la rotación. La completaban Mario Soto, 12-9 y 3.29 ERA; Bruce Berenyi, 9-6 y 3.50 ERA; Fran Pastore, 4-9 y 4.02 ERA; y Mike LaCoss, 4-7 y 6.12 ERA. Fungía como cerrador el diestro Tom Hume quien concluyó la temporada con una labor 9-6, 3.46 ERA y 13 rescates.
A partir de ahí, Cincinnati cayó en un letargo caracterizado por malas temporadas (en 1982 coleccionaron 101 derrotas, la única vez en mas de 130 años de historia del equipo). Abandonaron vía agencia libre las figuras y cambiaron jugador de forma poco afortunada (memorable el fallido intento de convertir en antesalista a Johnny Bench). Hubo que esperar a la temporada de 1990 para que con los famosos Nasty Boys, los Reds de Cincinnati obtuvieran el título de la Serie Mundial barriendo a los Athletics de Oakland.
La huelga de 1981, amén de provocar una herida que no terminó de sanar y que tuvo su peor desenlace en la huelga de 1994, nos presentó otro agridulce escenario cuando no sólo el máximo ganador se quedó sin nada, sino que ironicamente el segundo mejor récord de la Liga Nacional logrado por los Cardinals (59-42) tampoco les alcanzó para llegar a la tierra prometida. Finalmente, la otra cara de la moneda lo representaron los Kansas City Royals, que con una foja global de 50-53, se conviertieron en el único equipo en la historia de las Mayores que con un récord negativo accedía a la postemporada.
El 28 de octubre de ese año, en el Yankee Stadium, en una nueva Serie Mundial entre Yankees y Dodgers en el siglo, los de Los Ángeles cerraron el Clásico de Octubre lo que supuso un final feliz para la historia de cuento de hadas llamada «Fernandomanía».